Por la noche, Ronnette bajó al comedor. Dante, Tomás y Sandler, le observaron con admiración.
— Al parecer los diamantes perdieron su brillo está noche.
Dante se acercó a la joven y besó su frente.
— Estoy orgulloso de ti, estrellita.
Ronnette sintió regocijo en su corazón.
Al llegar la medianoche. En ambos sitios estaban listos para el brindis.
— Brindo porque el próximo año, continuemos siendo amigos y las reuniones no falten… Y para que pueda disfrutar mis vacaciones.
Baltazar miró a Elisandro quien solo se limito a reír.
— Brindo por lo mismo — sonrió — Y también… Para que todo se resuelva y podamos estar en compañía de las personas que amamos — Suspiro.
— Brindo por eso — apoyo Vera — Ojalá que logren sus objetivos laborales y personales.
— Gracias.
— Faltó yo — Marilú se acercó con su taza de chocolate.
En la mansión Aragón, también levantaron las copas.
— Brindo… Para que sigamos más unidos que nunca — miró a su hija — Que la fortuna nos acompañe como hasta ahora y que los lujos no nos falten — sonrió.
Ronnette desvío la mirada.
— Yo brindo para que cada uno cumpla sus objetivos y hagamos nuestra vida tal y como planeamos — Sandler acercó su copa.
— Brindo por eso también — Ronnette le miró con una sonrisa — Que todos seamos tan libres de hacer nuestra vida junto a las personas que amamos.
Dante miró a Tomás con una expresión de amargura y agobio.
Baltazar se quedó dormido en el sillón; Elisandro se sentó mirando hacía la ventana.
— (Ronnette, desearía tenerte conmigo en este momento. Te extraño)
— Elisandro — Vera colocó su mano sobre su hombro. El joven volteo de un sobresalto.
— Discúlpame — se levantó — Creo que hora de que nos vayamos.
— No — le detuvo del brazo — Baltazar está dormido, debe estar muy cansado. Porque no pasan la noche aquí.
Elisandro dudo de ello.
— Puedes dormir en mi habitación, yo me quedaré con Marilú.
— No quiero dar molestias.
— No es ninguna molestia.
Elisandro sonrió.
— Bueno. Gracias, Vera.
Ronnette se levantó de la cama y salió de la habitación a pies descalzos.
— Elisandro — susurró y se pegó a la pared.
La joven escuchó un ruido y dió un par de pasos hacia atrás. Se asomó por el barandal para echar un vistazo y vio a Tomás caminar hacia el despacho.
Ronnette bajó de inmediato y le siguió. Aprovechando que la puerta estaba entreabierta, entró.
Ella observó al hombre colocar un sobre en uno de los cajones y luego abrió una botella de whisky.
— Hola.
Tomás escupió lo que tenía en la boca y le miró sorprendido.
— ¿Qué haces aquí, niña? Regresa a la cama.
— ¿Usted qué hace aquí?
— Trabajando. Ahora vete.
Bebió de la botella.
— Yo sé que empezamos con el pie izquierdo y quería disculparme por eso — se acercó. El hombre levantó una ceja.
— No deberías beber.
— Yo no tomo.
— Parece.
Ronnette desvío la mirada y tomó un respiro.
— Mire, señor Tomás. Yo solo quiero saber una cosa, quería preguntarle a usted ya que es íntimo amigo de mi papá, por lo visto.
El hombre se sentó sobre el escritorio y le miró.
— Que sea rápido. Y si vas a preguntar algo del negocio, yo te aconsejo que mejor te quedes fuera. Tu lugar está en la casa.
Ronnette frunció la boca.
— No es sobre su estúpido negocio — dijo firme — Quería… quería saber sobre mi mamá.
Tomás soltó una risa.
— Usted debe llevar años aquí y pensé que quizá pudo haberla conocido o tratado.
— Tu papá tiene razón. Pero no te culpo, por naturaleza ya eres así.
— Me va a responder, ¿sí o no?
— Yo no sé mucho de tu madre, deberías preguntarle a tu papá.
— Mi padre no quiere tocar el tema.
— Por algo ha de ser — tomó otro trago.
— Me gustaría preguntar tanto… Pero él prefiere guardar silencio.
¿Dónde la conoció? ¿Cómo fue su relación? ¿Si la amaba?
Tomás se sintió asqueado.
— Bueno. Tu papá la conoció en una taberna.
La joven abrió los ojos.
— Tu mamá era una bailarina, pero era la que más destacaba entre todas. Se hacía llamar "Salomé". Tu papá era muy joven en ese entonces, yo se lo dije varias veces… — tomó otro trago — Tu mamá lo hechizo y el la llevo a vivir a una de las propiedades. Pero tu mamasita no tenía conocimiento del negocio — rió — Todo estaba bien al principio, pero tu mamá se metió con el chófer. Comprenderás que algo así es imperdonable.
— ¿Por eso mi papá la corrió?
— No. Ella se fue después de que le dieran una lección al pelele ese — comenzó a reír burlesco.
— ¿Lo mataron? — dijo horrorizada.
— Tu papá la adoraba. Solo te diré que por culpa de tu mamá, él perdió la cabeza. ¿Quién crees que es el villano aquí? — el hombre se puso de pie y la miró fijamente.
Ronnette sintió el estómago revuelto.
— Es todo lo que puedo decirte. Yo no traté mucho a tu mamá. Pero debo admitir que cuando te veo a ti, la veo a ella. Ojalá que el parecido solo sea físico.
Ronnette arrugó la frente y salió con las emociones hechas un lío.
—————————————
Por la mañana los oficiales se levantaron y al salir, la mesa estaba puesta.
— No te hubieras molestado, Vera. Ya te dimos muchas ayer.
— Para nada, Elisandro.
— Yo si tengo hambre. Gracias — dijo con una sonrisa.
— Provecho.
Se sentaron a la mesa.
— ¿Y qué harán hoy?
— Continuar con la investigación.
— Pero apenas estamos empezando el nuevo año — dijo Baltazar con desánimo.
— Mucho mejor — le respondió su compañero.
— Deberías tomarte un día más, no creo que en la estación todos estén listos.
— Así es esto, Vera. Pero cada día que nos acerquemos más al objetivo, será ganancia. El descanso vendrá después.
— Te exiges demasiado.
Sus palabras se le hicieron familiar.
— Nunca es demasiado cuando se trata de un bien común.
— Ya no le diga nada, el oficial Vidal es capaz de entregar la vida por su trabajo.
Vera le miró con preocupación.
Los Aragón tomaban el desayuno también.
Dante no le quitaba la vista de encima a Ronnette.
— (Seguro que Tomás le dijo) — ella evitaba el contacto visual.
— Sandler — Dante miró a su sobrino y este le puso atención — Deberías llevar a Ronnette a dar una vuelta, no quiero que se abrume.
— Claro.
El jefe Aragón se puso de pie y se acercó a Ronnette.
— Diviértanse — beso su frente — Después hablamos.
Un escalofrío recorrió el cuerpo de la joven.
Elisandro y Baltazar llegaron a la estación.
— Comisario — se quedaron sorprendidos.
— Que bueno que los veo — miró a Elisandro.
— ¿Sucede algo?
— Así es. Vengan.
Subieron a su oficina.
Sandler y Ronnette se detuvieron frente al muelle.
Él le miró con preocupación.
— ¿Pasa algo? No te ves muy bien.
— No te preocupes, estoy bien.
Ronnette suspiro y se agarró el brazo.
— Tenías razón.
Sandler levantó la ceja.
— Sobre Tomás.
— ¿Hablaste con él?
— Sí. Ayer aproveché que estaba ebrio.
El joven tomó aire.
— Gran error. ¿Y qué le dijiste?
Espera ya sé, le preguntaste sobre tu mamá y mi tío.
— Sí. Pero creo que él se lo dijo a mi papá.
— ¿Y fue algo comprometedor?
— Para nada. Pero a mi padre no le gusta tocar el tema.
Sandler la miró con duda.
— Pero es tu mamá.
— Es que… — suspiro — Mi mamá lo engaño.
— Oh.
— Eso fue lo que me dijeron él y Tomás. Por eso mi mamá se fue.
— Está bien. No pasa nada — Sandler puso su mano sobre su hombro — Eso es parte del pasado, Ronnette. Y tú, eras muy pequeña.
— ¿Crees que se molestó conmigo?
— No lo sé. No creo, eres su hija. Es normal que querías saber muchas cosas, en especial por como sucedieron las cosas. Quizá mi tío nunca la supero, por eso prefiere evitar el tema.
— Debió estar con muchas mujeres.
— Bueno, sí. Pero quizá lo que hubo con tu mamá, fue distinto.
— Eso pensé.
— Lamento todo lo que pasó con ellos, Ronnette. Pero sabes, creo que es hora de dar vuelta a la página y vivir el presente.
Ronnette le miró con una sonrisa.
— Gracias Sandler, eres como un hermano para mí.
— Estoy feliz de conocerte, Ronnette. Siempre serás bienvenida en mi familia y podrás contar conmigo siempre.
———————————
El comisario colocó unas carpetas sobre la mesa.
— ¿Qué es esto?
— Es su nuevo trabajo. Será mejor que se concentren en resolver esos casos y ya dejen al clan de Aragón de una vez.
— ¿Por qué? — Elisandro preguntó confundido. Baltazar echó un vistazo a las carpetas.
— Porque sí, ya basta de perder el tiempo con algo que saben muy bien… No tiene solución.
— No es verdad. Llevamos un gran avance y estoy seguro de que pronto lo vamos a capturar.
— Llevas años con lo mismo, Elisandro y nada. Lo único que vas a conseguir es que te maten como al oficial Connor. ¿Eso quieres?
Él se levantó del asiento y le miró con determinación.
— Es mi deber. Morir es parte del trabajo, eso lo sabemos bien.
Baltazar escondió su rostro con la carpeta.
— No quiero tomar medidas extremas, oficial Vidal. Haga lo que le digo y deje de jugar con Aragón.
Elisandro salió de la oficina sin dar respuesta alguna.
— No se preocupe, señor. Nosotros nos encargamos de esto — Baltazar recogió las carpetas.
Luján le dió alcance a Vidal.
— Elisandro.
— ¿Qué quieres?
— Yo no tengo la culpa.
— Perdón — se agarró el cabello — No lo puedo creer.
— El comisario tiene razón. Deberíamos enfocarnos en casos de menor riesgo. Gente como Aragón, hay en todos lados, no podremos erradicar el mal de raíz. Nuestra vida se va a ir en ello, y nuestros oficiales también.
— Estoy seguro de que hay algo turbio en todo esto. El comisario no está de nuestro lado, de eso estoy seguro.
— Qué más da… No podemos hacer nada — le mostró las carpetas. Elisandro las tomó y las aventó dentro del auto.
— Luego nos vemos.
— ¿A dónde vas?
— Al infierno.
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 25 Episodes
Comments