capítulo 6

Tomás entró al despacho y se acercó a un hombre bien vestido que estaba frente al escritorio.

— Señor.

— Tendremos a un invitado especial hoy. Se quedará aquí una temporada.

— ¿De quién se trata?

El hombre tomó el periódico y observó.

— ¿Qué sucede señor?

— Tengo un trabajo para ti.

Alguien llamó a la puerta.

— Adelante.

La puerta se abrió, un joven de cabello rubio y vestimenta alegre se aproximó a ellos.

— Gracias por enviar a tu chófer, tío.

— ¿Quién es él? — preguntó.

— Slander Maverick, mi sobrino.

Elisandro salió de la ducha y se puso cómodo para dormir. Abrió el cajón del buró y tomó una foto.

— Ha pasado mucho tiempo, Ronn — sonrió.

La premier de la película había sido anunciada. Por la noche, Ronnette caminaría sobre la gran alfombra y ya podía verse ahí.

Elisandro y Baltazar llegaron a un callejón de mala vibra. Entraron a una hierberia.

— ¿Puedo ayudarlos en algo?

Elisandro miró al hombre con una expresión seria y sacó su placa.

— El juego se acabó. Habla ahora y te darán una sentencia considerable.

— ¿De qué habla?

— Sabemos que… — echo un vistazo por el lugar — No venden hierbas medicinales.

— Claro que las vendo.

— A mí no me engañas. ¿Dónde está el laboratorio? — el hombre comenzó a reír.

— En serio son estúpidos.

Baltazar se aproximó a él y le derribó de un golpe.

— Bien hecho.

— Imbéciles — Elisandro sacó su arma y le apuntó a la cabeza.

— ¿De qué hablas?

— Está fue una cuartada de Tomás. Creen que sería muy estúpido para dejar en evidencia información tan importante. El laboratorio es un sitio sagrado y así remuevan cielo, mar y tierra jamás lo encontrarán.

Baltazar le miró furioso.

— De todos modos, tú te vas a pudrir en la cárcel — procedió a esposarlo.

Baltazar llevó al prisionero hacia afuera.

— Vas a decir todo lo que sabes en el interrogatorio.

— Ya se los dije. ¿No entienden?

— ¡Yo hago las preguntas aquí! — Baltazar lo golpeó con la pistola.

Una camioneta de color blanco se detuvo y abrió las puertas.

Dos hombres con pasamontañas abrieron apuntaron con sus armas.

— ¡Al suelo!.

Una ráfaga de balas impactó en los autos policiales, después de un par de minutos más sirenas se escucharon y la camioneta arrancó.

— ¡Maldita sea!

Ronnette bajo de una elegante limusina en compañía de Rossmary.

— ¡Ronnette! — los paparazzi se acercaron de inmediato.

— ¿Qué se siente estar juntos a los grandes? Eres muy joven y has logrado mucho.

— ¿Háblanos de tu mentor?

— ¿De dónde eres?

— A un lado — Rossmary la tomó del brazo para poder pasar.

— Les agradezco tanto su apoyo — Ronnette envío besos.

Algunos policías tenían custodiado el lugar del evento.

— En vivo, desde la premier. Ya se encuentran aquí los protagonistas de esta romántica película con una pizca de acción. No se la pueden perder, próximamente.

Elisandro y Baltazar llegaron a la estación.

— Yo me encargaré del interrogatorio.

— Bien — ambos vieron a través del retrovisor — ¿Por qué tanto alboroto?

— No lo sabes. Creí que eras fan.

— ¿De qué?

— Ronnette. Está aquí para la premier. Esto será interesante, yo quería ir… Es hermosa — suspiró.

Elisandro se quedó pensativo.

Cuando todo estuvo listo, Ronnette se colocó al frente para que las cámaras pudieran capturar su bella sonrisa.

Un hombre de gabardina se abrió camino entre la gente.

Elisandro detuvo el auto y observó a lo lejos lo que pasaba.

— Ronnette — sonrió — Sabía que lo lograrías.

El joven observó cómo su hermoso vestido negro de lentejuelas, resaltaba aún más su brillo, deseaba poder estar ahí y felicitarla.

Elisandro encendió el auto.

— Un día… — arrancó el auto.

Dos camionetas se acercaron rápidamente y abrieron fuego contra los de seguridad. Todos los presentes comenzaron a correr de un lado a otro, entre gritos y empujones.

— ¿Qué está pasando?

Ronnette se quedó paralizada, Rossmary le tomó del brazo y corrieron hacia otro lado.

El sitio se volvió un caos, los policías iniciaron un enfrentamiento contra los hombres de Aragón.

Tan rápido como fue posible los refuerzos llegaron al sitio.

La limusina de Ronnette comenzó a avanzar, un auto blindado les siguió el paso.

— Intentan secuestrarla, debemos darnos prisa — Elisandro subió a su auto y en compañía de otros miembros le siguieron el rastro.

Unos hombres comenzaron a disparar hacia la limusina y lograron ponchar las llantas traseras.

— ¡Deténganse! — Ronnette se tapo los oídos.

El chófer se detuvo; los hombres de Aragón hicieron lo mismo, pero los policías salieron de inmediato y les arruinaron su plan.

— ¡Enciende el auto! — los policías iniciaron fuego pero estos dieron reversa.

— ¡Siganlos! — Dos autos policiales salieron detrás.

Elisandro y una oficial se acercaron a la limusina.

— ¿Qué demonios fue eso? — Rossmary abrió la puerta y se paró frente al joven.

Ronnette se acercó y observó.

— ¿Se encuentra bien la señorita?

— ¿Usted qué cree?

— Salga del auto, todo está bien — la oficial se acercó a ella.

Ronnette bajó y su mirada se quedó en la del joven.

— (Elisandro)

— Vamos a la estación — él extendió su mano y Ronnette la tomó.

Elisandro se acercó a Ronnette y le entregó un café.

— Hola.

— Gracias — la joven parecía molesta.

— ¿Estás bien?

— Oficial, ¿podría explicarme qué es lo que está pasando? — Rossmary se cruzó de brazos — Necesitamos irnos, mañana tendremos una entrevista a primera hora.

— La entrevista tendrá que esperar. Ustedes no pueden andar por ahí con lo que pasó hoy. Trataron de secuestrar a Ronnette.

— Pero no lo hicieron — la joven se puso de pie — Tendremos guardaespaldas, todo estará bien. Gracias por su preocupación.

— Aún así, no es seguro. Si los hombres de Aragón hicieron eso con toda la gente ahí, que no harán con un par de hombres.

— Pues entonces envié una patrulla, no sé… Haga algo por favor, pero que sea pronto.

— Descuide.

— Podemos acompañar a las damas a su departamento — dijo Baltazar.

— Yo iré — miró a Ronnette, quien esquivaba su mirada — Nos van a escoltar hasta allá y mañana veremos.

Elisandro las llevó hasta el edificio en compañía de un par de patrullas.

— Ellos se quedarán a hacer guardia, pueden dormir tranquilas. Mañana las acompañarán a su entrevista y yo o en su caso, el oficial Baltazar, les dará seguimiento.

Pero no deben salir solas a ningún lado. ¿Entendido?

— Sí.

— Bueno, gracias. Y que tenga una linda noche.

— Aguarde — Elisandro tomó a Ronnette del brazo.

— ¡Oígame!

— ¿Qué está haciendo?

— Necesito hacerle unas preguntas a la señorita, en privado.

— Tienen cinco minutos.

— Gracias.

Elisandro jalo a la joven a un lugar más apartado.

— Suéltame Elisandro.

El joven la soltó y le tomó de los hombros.

— Necesito explicarte las cosas.

— No quiero escuchar nada — El joven la detuvo antes de que pudiera irse.

— Si no te busqué antes es porque no quería ponerte en peligro.

— No te creo.

— Te digo la verdad, Ronnette.

— Y de no ser por esos delincuentes, tú no me hubieses buscado jamás.

— No es así — la tomó de las manos.

— ¿Por qué, Elisandro? Todo este tiempo estuviste tan cerca y nunca te acercaste.

— Yo no sabía que estabas aquí.

— Vine para grabar una película, no puedo creer lo que me dices.

— Pues tengo mis propios asuntos.

— Eso me queda claro. Ahora déjame ir, que yo también tengo los míos.

— Ronnette — le miro a los ojos — Te extrañe mucho, eso es cierto — el joven la abrazó — Han pasado años, lo sé. Pero necesitaba verte de nuevo, aunque no era el momento.

— ¿Y ahora lo es? — la joven se separó de él — Estoy muy cansada, agradezco lo que hiciste por mí.

— Daría mi vida por ti — los ojos de la joven se iluminaron — Cuídate y por favor, hagan lo que les dije.

El joven le dió un beso en la frente y se alejó.

Baltazar alcanzó al joven en la entrada.

— ¿Qué pasó?

— Están bien, por ahora. Debemos averiguar que traman, ¿para qué querrían a Ronnette?

Tomás aventó su copa de whisky contra la pared.

— ¡Son unos ineptos!

— No fue culpa nuestra. Vidal y sus hombres estaban ahí.

— ¡Ese estúpido Holmes pirata de nuevo!

Los hombres se retiraron.

— ¿Qué pasó, Tomás? — el jefe Aragón se acercó.

— Discúlpeme señor. Esa bola de incompetentes no pudieron hacer el trabajo, pero yo mismo me haré cargo, no se preocupe.

— Descuida, no tengo prisa.

— Le dije que el gato ese, nos estaba haciendo estorbo. Lo hubieran logrado de no ser por él.

— No te preocupes, Tomás. Yo me haré cargo de ese problema.

— Gracias señor.

Ambos dirigieron su mirada al sofá donde se encontraba Sandler.

— Tienes una bella sonrisa — dijo al mirar la revista.

— Disculpe señor, pero…

— Sandler está de visita. Yo tendré que moverme para arreglar unos asuntos después, pero tú podrás quedarte a cargo y tendrás compañía — puso su mano en su hombro. Tomás miró al joven con desagrado.

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Tita Susa

Tita Susa

excelente

2023-10-03

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