La navidad había llegado.
Todos se preparaban para celebrar en compañía de sus seres una navidad más.
Tal y como prometieron, la pareja llegó a la cena con las Sandemetrio.
— Bienvenidos — Vera tenía puesto un atrevido vestido de color vino.
Ronnette llevaba un hermoso vestido azul acampanado con guantes y sombrero, que quedaban con su atuendo.
— Gracias — sonrió.
— ¿Te gusta como quedé? — Marilú se dió una vuelta para mostrarle su vestido navideño.
También llevaba guantes y sombrero que combinaban.
— Te ves fabulosa — Ronnette abrazo a la niña.
— Ustedes dos se pusieron de acuerdo — mencionó Elisandro.
Ambas rieron.
— Todas se ven hermosas, con todo respeto.
— Gracias — dijeron.
Vera le regaló una sonrisa coqueta.
— Traeré algo de tomar.
— Yo te ayudo — Ronnette le siguió.
— Te ves como toda una celebridad.
— Gracias. Te gusta Ronnette, ¿no es así?
Él la miró sonriente.
— Es dulce y hermosa.
— Debería aprovechar la cena de hoy para decirle.
— ¿Tú crees?
— Ella también le hace ojitos. Seguro que dirá que sí.
— Lo pensaré. ¿Qué te parece si vamos a ayudar?
— Sí.
Ronnette y Vera acomodaron los platos sobre la mesa.
— ¿Puedo ayudar en algo? — preguntó Elisandro. Ambas sonrieron.
— Claro.
————————————
— Feliz navidad, tío.
Sandler se acercó y le dió un abrazo.
— Gracias, igualmente. No soy amante de estas fechas, pero… — le entregó una cajita.
— ¿Y esto?
— A Ronnette ya le di un regalo. Solo me faltabas tú.
El joven abrió la cajita y sacó unas llaves. Sus ojos se abrieron de par en par con gran alegría.
— Tío, muchas gracias.
— No agradezcas.
Salieron de la mansión y Sandler quedó anonadado al ver el auto.
— Fue fabricado especialmente para ti.
El auto tenía su nombre grabado en la parte trasera.
— Ni mi padre me hubiera dado está sorpresa.
— Gózalo muchacho.
Tomás se acercó sonriente.
— Ya podrás llevar de paseo a la niña bonita.
Dante y él intercambiaron miradas.
— Tomás tiene razón. Deberías invitar a Ronnette a dar una vuelta. Tú puedes llevarla sin preocupaciones.
— ¿A dónde?
Tomás comenzó a reír.
— A comer, de compras… Al salón de belleza, a todos esos lugares que acostumbran las mujeres.
— Tú no has tenido una novia, ¿verdad? — dijo Tomás en tono de burla.
Sandler arrugó la frente.
————————————
Por primera vez, degustaron la comida sin un intercambio de miradas celosas.
— El pavo está delicioso.
— Gracias, es una receta de mi abuela — respondió Vera.
— Pues tenía muy buen sazón — dijo Ronnette — Ojalá pudieras enseñarme. Si no hay ningún inconveniente, claro.
— Yo no tengo problema — sonrió. — ¿Te gustó? — miró al joven.
— Oh, sí. Una delicia.
Ronnette contuvo sus ganas de reír.
— Dejen espacio para el postre. Yo misma lo prepare, bueno… Mamá me ayudó.
— Esa es mi parte favorita — respondió su partidaria.
— Entonces, nos toca a nosotros servir el postre.
Elisandro se levantó y en compañía de Marilú, se fue a la cocina.
Vera y Ronnette intercambiaron miradas y una que otra sonrisa.
— Te ves linda — sonrió la de guantes.
— Gracias, tú también.
Hubo un silencio algo incómodo.
— ¿Puedo preguntarte algo?
— Sí. — Ronnette le puso atención.
— Tú…
— Aquí tienen — Elisandro tomó los postres de la bandeja y los colocó en sus lugares.
Después de los alimentos. Pusieron algo de música para ambientar.
Marilú le pidió a Ronnette que bailarán y entre risas, hicieron su mayor esfuerzo.
Pasaron los minutos entre pláticas e intercambio de obsequios.
Marilú llevó a Ronnette a su habitación y Elisandro se quedó a solas con Vera.
La cobrizo no le quitaba la mirada de encima al oficial.
— La cena estuvo deliciosa. Todo ha sido muy agradable, muchas gracias por invitarnos.
— Hubiera sido igual aunque solo estuvieras tú — se acomodo el cabello.
Elisandro sonrió levemente.
— Marilú jamás olvidará está navidad.
— Eso es seguro. — rieron.
— Gracias por todo, Elisandro. Nada de eso hubiera pasado, de no ser por ti. Eres un ángel.
— Gracias. Pero yo no hice mucho, empezando desde el principio. Ronnette aprecia a Marilú, y lo ha hecho por iniciativa propia.
— Entiendo. Tú la conoces desde hace años, estoy segura de que algo hiciste también.
Ronnette puso su firma en la cámara y la colocó sobre el pequeño tocado.
— Ya está.
— Muchas gracias. Se van a desmayar cuando vean las fotos. Realmente deseo ser una estrella.
— Para mí, ya lo eres.
Ronnette se paró frente al espejo y extendió su mano.
— Ven. Te ves igual a mí.
Marilú sonrió de oreja a oreja.
— Quizá más pronto de lo que piensas, llegará tu oportunidad.
— Ojalá.
— Ya verás — hizo un guiño.
Elisandro se puso de pie.
— Gracias por todo, Vera. Pero ya tenemos que irnos. Cada quien a su casa.
— Claro. Nos vemos luego — sonrió — Que la pases bien.
— Gracias. Igualmente.
Estrechó su mano.
— ¿Puedo darte un abrazo?
— Sí.
Vera lo abrazó y dió un beso muy cerca de sus labios.
— Lo siento.
Ambos voltearon a ver. Ronnette estaba observando.
— Ya estoy aquí — Marilú llegó corriendo.
— Ya nos vamos.
— Claro.
— ¿Tan pronto? — preguntó la niña.
— Volveremos a vernos. — beso su frente.
— Bueno. Nos vemos.
— Cuídate — miró a la madre de la niña — Gracias por todo, Vera.
Estrechó su mano con un fuerte apretón.
— Nos vemos.
Ronnette salió de inmediato.
— Linda noche.
Elisandro salió detrás. Vera dejó salir un suspiro.
Nadie dijo nada de camino.
Elisandro detuvo el auto.
— Podrías llevarme a mi departamento, por favor.
— ¿Estás celosa?
— No — hizo una mueca.
— Solo le di un abrazo.
— Ajá.
— Ella me besó — se acercó a su oído — Te amo.
Ronnette le miró de nuevo.
— No lo dudes.
Se quitó el sombrero y se lanzó a él con un beso apasionado.
Elisandro la llevó en brazos hasta la habitación.
Él deslizó su mano debajo de su vestido.
— Te amo — Ronnette desabotono su camisa.
————————————
Vera entró a la habitación de Marilú y la sorprendió mirándose en el espejo.
— ¿Qué haces? — dijo con sorpresa.
— Nada. Estoy probando los vestidos que me regaló Ronnette.
Vera se acercó y los recogió de la cama.
— Ya es tarde, entra a la cama.
Los aventó sobre la cajonera.
— Mamá, los vas a dañar.
— Es solo ropa, Marilú. Te pido por favor que guardes tu distancia con Ronnette, ella es una mujer.
— Yo también soy mujer.
— Pero ella es diferente a nosotras.
— ¿En qué mamá?
— Su vida, no es como la nuestra. Ella no es como las amiguitas de tu edad, es una figura pública.
La pequeña arrugó las cejas.
— ¿Por qué la odias, mamá?
Vera se quedó perpleja.
— Suficiente, Marilú. Soy tu madre.
La mujer salió de la habitación, apenada.
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Tita Susa
le romperá su corazón a la niña
2023-10-06
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