La gente estaba amontonada en los puestos de revistas, comprando y murmurando entre sí.
— No puede ser — Una pequeña tomó una revista y la observó con admiración — Mira mamá — se acercó.
— ¿Qué sucede?
— La nueva cara de G & G — suspiró — Yo quiero ser la siguiente mamá.
La pequeña observó el rostro de la joven modelo.
— Sí, claro. Ahora vamos a casa.
El timbre de la casa sonó y la mujer abrió de inmediato.
— Es usted.
— Lindo día. Cómo se lo prometí, aquí estoy.
— Ahora me pueden decir qué pasó exactamente.
— Claro.
La mujer invitó a los oficiales a pasar.
— Un arreglo de deudas entre estos dos empresarios. Lo mismo de siempre señora Sandemetrio — mostró algo de evidencia.
— Hicimos una ardua investigación — dijo el oficial Luján.
— ¿Y que tenía que ver mi marido en todo esto?
— Nada. Pero así son estas cosas.
La mujer se puso la mano en el pecho.
— Mamá — la pequeña se acercó de inmediato.
Elisandro y Baltazar observaron a la pequeña.
— Lo siento mucho, señora Sandemetrio — dijo Baltazar.
— Ve a tu habitación Marilú.
— Vinieron a darnos noticias de mi papá, ¿no es cierto?
Elisandro fijó su vista en la revista que traía la niña.
— Así es — respondió su madre — Después hablamos.
— Mamá, tengo doce años.
— Creo que mejor nos retiramos — Baltazar miró a su amigo.
— ¿Qué? — la pequeña miró a Elisandro — ¿A usted también le interesan las modelos?
— Es hora de irnos, agente — Baltazar le tomó del brazo.
— Cierto, nosotros nos retiramos. Señora Sandemetrio. Cualquier cosa estamos a sus órdenes — se despidió de mano.
— Gracias.
Elisandro iba en sus pensamientos, su amigo no le quitaba la vista de encima.
— Elisandro, ¿estás bien? Tanto te afectó — rió — Es bonita, pero no es para tanto.
— ¿Qué?
— La modelo.
— Oh, no es eso. Pensaba en la pequeña, su padre fue asesinado sin deberla.
— Eso no es novedad — detuvo el auto — Pero la vida sigue.
Los fotógrafos capturaban el momento en la pasarela Otoño-Invierno G & G.
La nueva portada de la revista, caminó llena de seguridad hasta el centro del escenario, demostrando porqué había sido elegida.
— Vaya noche — la joven se recostó en su cama. Alguien llamó a su puerta — Adelante.
— Ronnette, estuviste increíble como siempre — dijo la mujer.
— Qué puedo decir… Es lo mío — suspiró exhausta — Pero ahora necesito un respiro.
— Entiendo. Mañana tendremos una sesión de fotos, no olvides llegar temprano.
— Lo tengo.
Temprano por la mañana, Ronnette estaba dando su mejor sonrisa a las cámaras.
Una fotografía tras otra, diferentes poses y vestuarios.
— Está temporada nos iremos hacia el cielo, estoy segura — dijo una de las ayudantes.
— Esa inocencia en tu rostro pero ahora con un toque de sensualidad — Miró a la joven.
Al finalizar, Ronnette se acercó a ver los resultados.
— Te ves divina. A este paso, pronto estarás en las ligas mayores.
— ¿Tú crees? — sonrió la joven.
— Sí, ¿no es así Rossmary? — voltearon — ¿Dónde está?
— Está hablando con una productor.
— ¿Productor?
— Al parecer alguien conquistará la pantalla grande.
Los ojos de la joven se iluminaron.
Rossmary dió la excelente noticia a Ronnette y su equipo, les platico lo interesado que el productor estaba en la joven.
— Ronnette es una joven con un futuro brillante por delante, es por eso que el productor vino a hablar personalmente conmigo. Quieren que viajemos lo más pronto posible para comenzar con las grabaciones.
— No lo puedo creer — la joven estaba llena de alegría.
— Así es. Y nosotros iremos para encargarnos de tu imagen, no podíamos dejarte sola.
La joven corrió de inmediato y abrazó a la mujer.
— Muchas gracias.
— Esto lo conseguiste por ti misma, Ronnette. Este es tu momento, debes disfrutar de el. A partir de ahora, no solo serás una cara bonita en las revistas.
— Estarás con los más famosos. Los paparazzis estarán sobre ti — rieron.
Esa misma tarde, la joven se encontraba empacando.
Ronnette se detuvo frente al tocador.
— Si es un sueño, no quiero despertar — sonrió — Un mundo de posibilidades se abre ante mí — la joven bajó la vista y observó una fotografía — Eli…
No te he olvidado. Me preguntó qué será de ti.
La explosión de una granada, voló parte de un laboratorio.
De inmediato los policías iniciaron una persecución.
Los bomberos apagaron el fuego y el cuerpo policial entró al lugar de los hechos.
— ¡Aseguren la zona!
El auto del criminal se vio rodeado, tuvo que frenar de golpe y chocó contra un poste.
Los encargados de impartir la ley, se acercaron a una distancia considerable.
— Llamen a la ambulancia, si sigue con vida, yo lo mataré después — El joven levantó la vista y miró una camioneta de color negro observando — Encárgate de esto — miró a Baltazar.
Elisandro camino hacia el otro lado de la calle. Un hombre de traje y sombrero le miraba con una sonrisa burlesca.
— ¿Qué tal agente? — se quitó el sombrero.
— Basta de juegos, sé que ustedes están detrás de todo esto.
— No puede probar eso. Yo solo pasaba por aquí, cómo cualquier otro ciudadano.
— Sabes que no es así — le señaló el lugar del accidente — Si viniste a cerciorarte que todo saliera bien… Pues eso está por verse todavía, si el idiota de allá sigue con vida, hablara.
— ¿Por qué supone eso?
— Los conozco muy bien. Causaron la explosión para borrar la evidencia de su laboratorio clandestino, ¿no es así? No me respondas ahora, mejor lo harás en prisión.
— No tiene evidencia. Y no puedo arrestarme así nada más.
— Claro que puedo — Elisandro esposó al hombre y lo metió al auto.
La señora Sandemetrio llegó a la estación y se acercó a uno de los miembros.
— Hola soy Vera Sandemetrio, me gustaría hablar con el agente Vidal.
— Él se encuentra ocupado en este momento, pero le diré que vino a verlo.
— Necesito hablar con él, es urgente. Por favor.
— Veré que puedo hacer.
— No tenemos pruebas contra Tomás Luca, así que dieron la orden de dejarlo ir.
— Pero no puede ser, él es un criminal… Es el achichincle de Aragón.
— Aún así, no podemos hacer nada. Pagaron una fuerte cantidad para dejarlo en libertad.
— Así que de eso se trata. Increíble — Se cruzó de brazos.
— Seguramente el mismo Aragón lo hizo.
— Pues no.
— Mi señor — Se acercó una mujer — Ya soltaron al sospechoso, no pudimos hacer nada.
— ¡¿Qué podríamos hacer ante un soborno?!
— Cálmate Elisandro.
— Señor — se acercó otro oficial — Una mujer de nombre Vera Sandemetrio, lo busca. Dice que es urgente.
Baltazar le miró sorprendido.
— ¿Y ahora qué quiere?
— No lo sé. Pero iré a averiguar. Tú, no le quites la vista de encima al malnacido que está en el hospital.
— Como digas.
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