Pasó una semana desde que Dasha pidió que me mantuviera alejado.
En la universidad ella ya no volteaba a verme y mucho menos me observaba a escondidas.
¿Qué había cambiado?
¿Por qué de repente lucía animada?
Pensaba la absurda idea que ella estaría afligida por aquella noche pero parecía todo lo contrario.
Jonas no había asistido a clases, tal vez la razón era ese.
Los habían papeles cambiado.
Ahora yo era quien observaba cada uno de sus movimientos…
El Profesor le pidió que fuera a entregar las tareas al tal Jonas, ella al principio se negó pero finalmente aceptó a regañadientes.
Era claro que no le apetecía ir a verlo.
Me desagradó la idea que ella fuera.
¿Qué era lo que ellos dos se traían?
(Si averiguo al respecto probable descubra la razón.)
En el departamento…
—¿Por qué estás de mal humor? —inquirió Aidet.
—Debí seguirla… saber más a fondo cuál es la relación entre ellos.
—¿Cómo? ¿Otra vez con esa aura sombría por ella? Lance acabas de sonar como un psicópata. Sabes bien que es lo mejor si están alejados.
Aidet me lanzó una botella de agua.
—Aquella noche estabas fuera de sí, no imaginé que recuperar tus emociones volcaría tu personalidad.
Ella definió mi personalidad como retorcida y tétrica, que mis ojos reflejaban una ira descomunal agregando que la parte frontal de mi cara era visible una especie de marca indescriptible.
Antes de morir solo tenía una actitud hostil con las personas que eran despectivas pero jamás pasó por mi cabeza tener pensamientos oscuros e insólitos.
—Digo puedes ser un poco errático y no borras tu cara de poker, sin embargo emanas un aura abrumante.
—¿Tienes miedo?
Ella negó rápidamente.
—No… solo me preocupo por ti y que no hagas una tontería que te ponga en peligro.
Suspiré.
No había nada de malo conmigo.
Podía asegurar que cambiaría mis pensamientos y actuaría como un chico normal y corriente.
El Doctor Sorní ya estaba al tanto sobre lo que había ocurrido y dijo estar aliviado pero no del todo.
Aidet se quedaría un poco más para evaluar que mi comportamiento no se fuera de mis manos.
Pese a eso, el protocolo seguía en marcha.
Por la tarde ese mismo viernes, no dejaba de pensar en Dasha y en lo que estaría haciendo en la casa de Jonas.
Agarré mi celular y busque su número telefónico.
(¿Qué debería escribirle?)
Mis manos teclearon el mensaje y lo envié.
No pude quitar la mirada del celular esperando por la respuesta de ella pero así anocheció y no hubo respuesta.
Desde luego que ella me ignoraría y tal vez no querría hablar conmigo.
...***...
Amanecí con un leve dolor de cabeza…
Me dirigí al baño y al verme en el espejo me percaté que mi nariz sangraba.
(¿Estoy enfermo?), me pregunté confundido.
No me preocupé en lo absoluto.
No había nada que temer y seguí pensando que todo estaba bien conmigo.
Al poco tiempo, mi celular vibró y era un mensaje de ella.
Dasha había respondido.
En eso, la puerta de mi habitación se abrió y entró Aidet como si nada.
Ella me quitó el celular de la mano y se atrevió a responderle en un parpadeo.
—Tch. ¿Creíste que no me daría cuenta que le mandaste un mensaje?
—¿Qué acabas de escribir? —le pregunté irritado.
Al ver el mensaje no hubo tiempo para cancelar ya que Dasha ya lo había visto.
—Pues ayudándote a cortejar a la chica.
—¿Estás loca? ¿Cómo pudiste citarla? Esto es demasiado. —resoplé.
(¿Cortejar? ¿En qué tonterías piensa?)
—Tranquilo Lance, no es como si ella…
Entonces mi celular empieza a vibrar y era ella quien estaba llamando.
—¿Qué esperas? Respóndele la llamada.
Incitado por Aidet contesté de inmediato.
—¿Hola?
No podía creer que estuviera a punto de tartamudear.
(Ha pasado tiempo desde que la escuché con esa voz suave que la caracteriza.)
Dasha solo quiso comprobar la veracidad del mensaje; estaba en un dilema porque no quería decirle que era mentira y mucho menos que alguien más lo escribió por mí.
Bastaron unas milésimas de segundos para llegar a un veredicto.
—Si Dasha, ¿qué te parece si nos vemos en la cafetería que esta cerca de la universidad?
No hubo una respuesta inmediata pero si escuché claramente que ella soltó una risita.
Me dio curiosidad que la hizo reír.
(¿Estará pensando que estoy bromeando?)
Ella dijo que estaba bien en vernos.
Esa sensación de confort y a la vez de felicidad, tal vez, me hizo soltar un suspiro de alivio.
—Uy, y como dijeran por allí “este arroz ya se coció”
—¿Qué tipo de frase es esa? ¿Dónde lo escuchaste? —inquirí confundido.
—Que tonto. No voy a explicarlo, pronto lo vas averiguar. —respondió ella con una sonrisa pícara.
Todavía no entendía lo que pasaba por la mente de ella.
No obstante, la cuestioné el porqué tan de pronto decidió “ayudarme” y ella dijo que no había nada de malo si yo ya había dado marcha con el protocolo cero.
Ella sería mi respaldo si algo llegará a salir mal.
Aunque las dudas sobre volaban a mi alrededor decidí ignorarlas.
Bastó una semana en que me di cuenta que me volvía miserable y que ya no era igual que antes, aquellos días donde prefería la soledad.
...----------------...
Dispuesto a actuar como alguien normal, me arreglé para la ocasión y pensé muy bien lo que le diría a Dasha.
—Usa estos lentes.
—No quiero.
Me rehusé a usar los lentes que Aidet me daba pero ella me obligó a usarlos.
—No te ves nada mal.
La miré con desconfianza.
—Luego te explicaré el porqué ahora ya vete.
Salí una hora antes de la programada.
Llegué a la cafetería.
(¿Por qué de la nada estoy tenso?)
Por increíble que fuera me sentía vulnerable…
Los minutos transcurrieron hasta que finalmente apareció ella.
No pude evitar mirarla de pies a cabeza.
Ese vestido de flores amarillas acentuada perfectamente con el color de sus ojos.
—Hola.
Actúe lo más normal que podía ser.
Empezamos a conversar y no sabía cuál era el momento preciso para pedirle disculpas…
Sin embargo, ella dijo que tenía hambre.
(¿Tendré la oportunidad de disculparme?)
Me invadió un pensamiento que quizás ella quería irse lo más rápido posible.
Después de una hora, salimos de la cafetería.
Estaba por anochecer y la frialdad del clima era perceptible, tanto que Dasha se encogió de hombros.
(Llegó el momento indicado de actuar como un caballero.)
Me quité el suéter largo que llevaba y lo bueno que por debajo tenía puesto una camisa oscura que cubría mis brazos.
Actúo tímidamente al darle el suéter pero aceptó sin problemas.
(Le ha quedado grande.)
Caminamos hasta detenernos en un lago que se encontraba a las orillas de una vereda.
(¿Existía un lugar como esté cerca de la universidad?)
Dasha parecía encantada con la escena.
Nos sentamos en un banco libre.
No éramos los únicos allí.
En silencio observamos como caí el ocaso hasta que ella decidió preguntar el motivo de la reunión.
Casi con la voz titubeante, me disculpé con ella diciendo lo verdaderamente que pensé de ella cuando la conocí.
Cometí un error y no supe cómo remediarlo porque no quise decirle aquellas palabras frías.
Por un segundo imaginé que Dasha se ofendería pero no fue así, al contrario, me brindó una sonrisa que paralizó mi corazón.
Mis labios temblaron y por fin era capaz de sonreír genuinamente.
No sé que tipo de expresión se dibujó en mi rostro sin embargo mientras ella también sonriera con esa luz deslumbrante de sus ojos, era más que suficiente saber que ella no me temía.
No fui capaz de preguntar si ya éramos amigos o algo así.
No quise incomodar el momento y menos preguntar cuál era su relación con Jonas.
Me dije que probablemente yo mismo estaba malinterpretando la situación.
Dejaría que todo marchará a tiempo.
Sin abrumarme y sin prisas.
Teníamos mucho tiempo por delante.
Anocheció y me encargué que Dasha tomará un taxi hasta su casa.
El aroma de ella se había quedado impregnado en mi suéter.
—Wow. Pareces otro.
—¿Qué dices ahora?
—Es que mírate en un espejo, tu expresión es otra. Supuse muy bien en que esa chica sería de ayuda. —comentó Aidet.
—Lance, ¿no estarás enamorado de ella? —agregó ella.
Por alguna razón extraña, su pregunta me inquietó.
¿Cómo iba a saberlo?
No había tenido una relación de pareja y menos sabía con exactitud que se sentía estar enamorado de alguien.
Sin embargo, Dasha ya no era cualquier persona en mi vida.
Preferí no indagar del tema y averiguarlo sin apuro alguno.
***
¿Quién diría que los pensamientos pueden ser retorcidos llevándote a la locura?
Puedo sentirlo como si fuera ayer.
Esa sensación agobiante y llena de cólera.
Un fuego abismal ardiendo en mi interior todo por escuchar unas palabras.
(¿Sangre? ¿Por qué él acaba de mencionarle eso a Dasha?)
No sé cuántas maldiciones repetí en mi cabeza pero sin darme cuenta, estaba sonriendo como si no hubiera escuchado nada.
Dasha me saludó como si nada, capté muy bien su sonrisa fingida.
¿Qué tipo de sonrisa hice para que sus pupilas se dilataran?
...Eventualmente, mantuve el control de mis emociones negativas hasta que finalmente un día exploté y arruiné la vida de alguien más....
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Comments
Marta Bedetti
emocionante...
2023-10-16
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Martha Divas Delgado
k historia autora como todas hermosas y misteriosas me encanta sigue así eres genial
2023-09-28
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