9. “Mi verdugo”

Por la vida he tenido en mente que todo puede suceder de manera causal e impredecible.

No he sido escéptica respecto a hechos sobrenaturales pero ese no es el punto.

A lo que quiero llegar es que un simple cambio de tu vida ya sea en comer algo más saludable, en ser más puntual, etcétera puede significar mucho dando un giro inesperado.

No es que yo haya cambiado algo de mi rutina, lo que pasó fue preocuparme por alguien que me hacía daño.

Jonas lo describó como “mi verdugo”, como la persona que hizo mis días miserables en mis últimos meses de la universidad pero también como la persona que cambió el rumbo de algunas decisiones.

Claro que no lo perdonaría por el daño que me había ocasionado y hasta el día de hoy… no sé que fue de él.

Continuando con la historia… aquel día lluvioso porque llovía a cántaros fui a la casa de Jonas para entregarle tareas y darle el aviso del profesor.

Claro que no estaba conforme pero no me habían dejado opción.

Una vez allí, me dije que procuraría ser rápida e irme lo más rápido posible.

Toqué el timbre.

Me encontraba un poco inquieta y no lo entendía.

Al siguiente segundo, una de las mucamas abrió la puerta y me recibió amablemente.

De inmediato, le pregunté por Jonas y pude notar cierto nerviosismo en ella.

Algo que llamó mi atención.

—El joven no se encuentra bien, ¿por qué no viene otro día?

—Mm. Es que vine a dejarle las tareas de esta semana y también tengo un recado para él. —le dije afable.

(¿Por qué siento que algo no esta bien?)

—Le vuelvo a comentar que el joven se encuentra indispuesto.

—¿Esta enfermo? Solo será un breve momento.

(Ahora tengo más curiosidad en verlo.)

La mucama rotaba sus ojos por doquier como buscando otra excusa o quizás en convencerme en no ver a Jonas.

—Er. Solo que sea un momento por favor. Adelante por favor.

Entonces entré y ella me guío hasta su habitación.

El silencio era extrañamente inquietante.

—Señorita, no me culpe si el joven llega hacer grosero con usted.

Claramente era una advertencia.

Ella se retiró y me dejó allí para que yo misma entrará.

(Creo que no hay necesidad de tocar.)

Giré con cautela de la perilla.

Se produjo un ruido sordo que me estremeció.

Abrí la puerta lentamente…

Pero no había nadie allí; la cama estaba vacía con las sábanas hecho un desastre y las almohadas tiradas en el piso.

Una de las ventanas se encontraba abierta y la lluvia se escabullía por culpa del fuerte aire.

—¿Hola? —fue lo primero que dije.

Nada.

No hubo respuesta.

Tuve el atrevimiento de entrar a la habitación y me encaminé a la ventana para cerrarlo.

(¿Dónde está Jonas? La mucama dijo que se encontraba aquí pero no hay nadie.)

Le eché un vistazo a toda la habitación y estaba algo desordenada.

Pero entonces escuché un ruido que provenía del baño.

Pasé saliva.

Pero antes que me acercará a la puerta del sanitario, ésta se abrió de golpe, sacándome un gran susto.

¡Era Jonas!

Era él con un semblante decaído y semidesnudo.

Lo observé petrificada.

Además de verlo con una media toalla, tenía varios hematomas por todo su cuerpo.

Realmente estaba atónita por su aspecto decaído.

(¿Qué rayos le pasó?), me pregunté perpleja.

De inmediato, Jonas se percató de mi presencia.

—¿Qué haces tú aquí? —espetó molesto.

Apenas y se mantenía en pie.

—Yo… —no sabía que decirle por los nervios.

Caminó lentamente hasta su cama y se tumbó.

—Vete, no quiero hablar con nadie. —agregó después.

(No es de mi incumbencia y debería tomarle la palabra pero su estado es lamentable.)

Yo…lo quise ayudar.

“Ayudar a mi verdugo.”

—¿Qué haces ahí parada? Vete. —gruñó.

—No. —le contesté.

Con pasos temblorosos me acerqué al borde la cama.

Jonas cubría sus ojos.

Pude ver más de cerca lo mal herido que se encontraba.

Era un humano y estaba pasando por cosas que yo desconocía.

—¿Te metiste en líos?

No respondió.

—Esta bien, no tienes que decirme nada y entiendo porque has faltado a clases.

Él suspiró.

—Scarlett, vete antes que mi paciencia se agote.

Él quería desahogar su coraje.

¿Estaba siendo considerado conmigo?

Ignoré su orden.

—Jonas dejaré las tareas aquí y el recado del profesor pero…

Me aclaré la garganta.

—No me iré. Si quieres ayuda solo tienes que decirlo.

Estaba escribiendo mi propia sentencia.

Jonas me agarró del antebrazo.

—¿Te doy lastima o que? ¡Te dije que te largarás!

No cambié mi forma de verlo.

—¿Quién te dio una paliza? Pareces sufrir en silencio.

Ya lo estaba provocando.

Él contorsionó su rostro.

—¡Tsk! Si vas a burlarte, hazlo y después lárgate.

Soltó mi antebrazo.

Él estaba sufriendo en silencio, quién fuera que lo había golpeado lo hizo sin medida.

Bueno al menos se lo tenía ganado.

Con lo golpeado que se encontraba no era suficiente con lo que había hecho con aquel chico.

Salí de la habitación pero no para irme, sino fui a buscar a la mucama y le pedí algún tipo de ungüento para los moretones.

La mucama no se negó al darmelo pero me volvió advertir que él no se dejaría curar ya que lo habían intentado antes.

(Que berrinchudo.), pensé.

Volví arriba y él seguía tumbado en la cama.

La lluvia no paraba.

(Dije que sería rápida y aunque quisiera irme, no puedo… no deja de llover.)

—¿Qué haces aquí de nuevo? —resopló al verme.

—Mm. Pues para “curarte” sino será complicado que vuelvas a la universidad y yo tenga que venir aquí por tus tareas. Voy ayudarte para que tu cuerpo sane y me evites problemas. —le dije lo más sincera posible.

Él soltó una carcajada.

—Te estás burlando en mi cara y estás disfrutando por todo lo que te he hecho pasar. —espetó.

En cierta parte si tenía razón, pero digamos que me encontraba en un dilema.

¿Ayudar o no?

¿Ser amable o no?

¡¿Ignorarlo o no?!

Suspiré.

Lo mire seriamente porque quería que se diera cuenta que hablaba en serio.

—Jonas sé muy bien que eres de lo peor pero no puedo ignorar tu estado y no es por lástima tampoco… tan solo quiero ayudarte.

Él puso una expresión incrédula mientras que sus ojos avellanas me inspeccionaban sin parpadear.

(¿Por qué se quedó callado? ¿A caso mis palabras fundieron su corazón?)

—No confío en ti pero adelante con lo que quieras hacer. —dijo cabizbajo.

Sin darle vueltas al asunto, tomé el ungüento y empecé a esparcirlo por toda su espalda, siendo delicada al tocarlo.

Él no hizo ningún sonido.

Después continúe con su abdomen y debo decir que estar al frente de él me puso un poco nerviosa.

(Siempre lo he visto como alguien en forma pero sus abdominales están bien definidos y marcados.)

Pero era una lastima que tuviera el cuerpo magullado.

No es que me gustará su físico solo era como…admirarlo como uno de esos modelos fornidos y famosos.

(¿Cómo será el torso desnudo de Lance…?)

Me imaginé como sería él sin ropa y eso me avergonzó muchísimo, olvidando que mis dedos bajaban lentamente por el abdomen de Jonas.

—¿Te gusta tocarme o qué?

Su pregunta me tomó por sorpresa.

—¿Q-Qué dices?

—Bueno, un poco más y tus manos se deslizan por mi entrepierna. —comentó sin ápice de vergüenza.

Rápidamente alejé mis manos de él.

—Es-Estas loco. ¡Para nada eh! —le exclamé indignada.

—¿Entonces por qué tienes la cara roja?

(¿Roja? No puede ser… para nada sentiría atracción por él.)

—Tch. Estás viendo mal. —le refuté en la cara.

Guarde el ungüento y fui al baño para lavarme las manos.

(Es una tontería, claro que no me gustó para nada. Eso me pasa por ayudarlo. Todo por estar pensar en Lance…)

Ciertamente me di cuenta que mi rostro estaba sonrojado pero no era por Jonas sino por visualizarme el abdomen desnudo de Lance.

¡¿Acaso soy una pervertida?!

Sacudí mi cabeza y salí del baño.

—Ponte una playera. —le pedí.

Por un segundo pensé que diría que no pero obedientemente lo hizo; se dirigió al armario y se puso una playera manga larga color beige.

Jonas se tumbó nuevamente en la cama.

(¿Y ahora qué?)

—Si quieres saber solo pregunta, no te quedes allí como una estatua.

—¿Qué?

—¿No tienes curiosidad en saber quién me dio una paliza? No me digas que ya te vas, allí afuera no deja de llover.

Desafortunadamente así era, no dejaba de llover.

—¿Piensas contarme lo que pasó? Tampoco tienes que hacerlo si no quieres.

—le comenté despreocupada.

—Siéntate allí. —me señaló el sillón que se encontraba cerca de la ventana.

Me senté esperando que contará su historia.

Extrañamente me sentí un poco rara del estómago pero no le hice caso.

—Fui golpeado por mi segundo hermano. —dijo exasperado.

Bueno, si sabía que la familia de los Mackenzie era inmensa y que Jonas tenía cinco o seis hermanos siendo él, el último de todos.

También eran conocidos porque todos trabajaban en grandes empresas o tenían unsus propios negocios (haciéndose ceos con buena reputación).

Si me asombró escuchar que había recibido esa paliza tremenda por su propio hermano.

¿Qué hizo para merecer eso?

—¿Qué mal hiciste? —lo cuestioné.

—Le escupí en la cara que su “futura prometida” es una interesada y una bastarda.

En la manera que se expresaba era de mucho coraje.

—Entiendo porque te golpeó. ¿No hiciste nada para defenderte?

—Claro que si. —resopló él.

Se percibía su enfado e impotencia.

—¿Cuántos años tiene tu hermano?

—30 años, su complexión es la doble que la mía. —mencionó.

(Es por eso que ha quedado todo mallugado.)

Los minutos transcurrieron y Jonas me contó muy poco sobre lo sucedido ya que hería su orgullo.

No obstante, noté que también se veia afligido y rabioso ya que sostenía que la prometida de su hermano era alguien que solo quería riqueza y poder.

Pero por desgracia se ganó el odio de su hermano y malos tratos de sus otros hermanos.

Solo podía escucharlo y responder con monotonía para no involucrarme en temas personales.

Siendo hija única no entendía bien la relación que existía entre los hermanos.

(Jonas no dejaba de ser un verdugo a pesar de su decadente apariencia.)

Solo creía que era su karma y bien merecido que se lo tenía.

Finalmente la lluvia se detuvo y me sentí aliviada por irme.

—Estoy lista para marcharme ya.

Pero al momento de levantarme sentí un “bajón.”

(¿No puede ser mi periodo o si? Se supone que aún faltaban tres días.)

—¿Qué pasa? ¿Te dio un calambre? —inquirió Jonas.

¡Rayos!

¡Trágame tierra!

¿Cómo era posible que el periodo me llegará en la casa del lunático?

—Er. Es que yo… —tambaleante me enderece.

(¿Cómo le digo que es mi periodo?)

Discretamente bajé la mirada para el sillón y gracias a dios no lo había manchado pero lo que si estaba manchado era mi pantalón.

—Bueno, tengo un pequeño inconveniente. —musité apenada y con el rostro carmín.

—¿Ah? Habla bien que no te entiendo.

Me encogí de hombros.

—Por favor, ¿puedes llamar a una de las muchachas?

Jonas me lanzó una mirada confundida.

—Por favor Jonas, esto es urgente. —casi le rogué.

Él sin preguntarme llamó a una de las mucamas; en cuanto entró en la habitación, la llamé rápidamente.

—Mi periodo me llegó y creo que mi pantalón está manchado. —le susurré al oído.

—Solo no quiero que él lo sepa. —agregué para evitar que Jonas se burlara o algo así.

Ella fue muy amable en entenderme.

—¿Por qué caminan así?

Las dos caminábamos de lado y quedito, evidentemente esa acción llamó la atención de él pero le dije que no tenía porqué saberlo.

Después de la incomodidad, la mucama me ofreció cambiarme en su baño.

Sin despedirme del verdugo salí de allí en un santiamén y llegué a casa como loca desesperada.

Esa tarde-noche tuve mucho cólicos que me dormí sin cenar y también sin revisar el celular.

A la mañana siguiente, recibí un mensaje de Lance diciendo: [Tenemos que hablar.]

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Comments

Marta Bedetti

Marta Bedetti

por fin vamos a enterarnos de algo
.

2023-10-14

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Martha Divas Delgado

Martha Divas Delgado

lance i Jonas la quieren woooo ya se puso más emocionanteee

2023-09-19

0

Martha Divas Delgado

Martha Divas Delgado

autoraaaa me encanta tu historia pero no tardes plis

2023-09-19

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