Capitulo 17

Leila:

Me levanté muy temprano, bueno después de la excelente noche que tuve, era demás en decir que moría de hambre, abrí la puerta saliendo de la habitación, esta vez, habían muchas personas caminando de un lado y del otro.

Mariam: ¿Dónde vas loca?

Rodé los ojos al escuchar a la gata que no sé en que momento me había visto salir, me di la media vuelta llevando mis manos a la cintura.

Leila: Me llamo Leila…

Mariam: Para mi eres una loca.

Leila: Para mi una gata.

Mariam: Una gata que duerme en la misma habitación que mi amo Bann.

Rodé los ojos pasando de sus palabras, para lo que me importaba, caminé por el largo pasillo, quería comer algo, mi estómago me estaba delatando del hambre que no aguantaba más… Miré a una de las chicas que siempre iban con Mirlena de un lado y del otro.

Me apresuré escuchando que Mariam venía también detrás de mi… Tomé del brazo a la mujer, la chica me sonrió mirándome.

Leila: Amm, disculpa, no quiero molestar a la Princesa Mirlena, pero ….

Mariam: Entonces no molestes a nadie.

Leila: Cierra la boca.

Mirlena: Hola, buenos días, veo que se llevan muy bien.

Mariam: Princesaaa!!! Es que esta loca solo corre y corre por su castillo.

La princesa la miró dejando salir una hermosa sonrisa. Reposó su mano en su cabeza haciéndose la victima la bendita gata, empezó a ronronear como si en verdad fuera una gata real.

Mirlena: Necesitas más ropa.

Leila: si, claro, ammm, es que no he probado bocado desde ayer.

Mirlena: Por que no has querido, ellos están también para atenderte, ven vamos.

Miré a la gata levantando una ceja en señal de triunfo, ella me sacó la lengua, pero pasé de ella no quería tomarla en cuenta para nada.

Mirlena: Dime Leila, ¿Qué tanto hacías en tu mundo?

Leila: Me gustaba mucho patinar sobre hielo.

Mirlena: Te llevó Bann donde hay las pistas de patinaje.

Negué con la cabeza, amm, no podía creer que también en este lugar pudiera haber una pista de patinaje de hielo, al menos podría patinar.

Leila: solo que perdí mis patines, recuerdo que cuando desperté en este lugar estaban, pero con todo lo que ha pasado ya ni sé donde quedaron.

Mirlena: Aquí se te pueden entregar algunos.

Mordí mi labio inferior, llegamos al comedor viendo la larga mesa eran como 50 lugares sino es que más. Mientras en mi departamento contrabajo estaba el comedor para 4 personas.

Me acerqué a la mesa viendo lo impecable que estaba con el desayuno ya puesto en la mesa.

Mirlena: Sé que te preguntarás por que tantos lugares.

Leila: La verdad si.

Mirlena: Mi padre siempre le ha gustado tener a su alrededor personas que lo acompañen aunque sea solo para comer.

La Princesa corrió la silla para tomar asiento, negué con la cabeza haciendo lo mismo, ella era una Princesa y había que tratarla como tal. Ella sentó agradeciendo con un gesto de la cabeza, se sentó esperando que hiciera lo mismo. Me senté a su lado, hasta el momento solo estábamos ella y yo en la gran mesa. Una de las mujeres trajo un pequeño plato dejándoselo a Mariam en un lado, ella desesperado corrió a cuatro patas quedándose en el rincón mientras comía.

Miré a la Princesa que empezaba a cortar su corte, solté un gran respiro.

Leila: ¿Te has enamorado alguna vez?

Le dio un bocado mirándome fijamente. Miró por todos lados para que nadie pudiera escucharnos.

Dejó su tenedor a un lado tomando la copa dando un sorno, la dejó mirándola fijamente.

Mirlena: Si, pero es un amor no correspondido.

Leila: ¿Por qué no haces que sea correspondido?

Ella tragó saliva viendo que sus ojos se llenaron de lagrimas, dejé mi tenedor dándome cuenta de lo que había ocasionado, no era mi intención hacerla sentir mal. Puse mi mano encima la de ella, me miró.

Mirlena: son cosas que una Princesa que será sucesora del reino no puede darse la libertad de luchar por un amor no correspondido.

Leila: ¿Sabes? En mi mundo es muy diferente, siempre hay esperanza que aunque no quisiéramos hacen todo lo posible para estar con la persona que se ama.

Mirlena: En mi caso es diferente, mi padre ha aceptado entregar mi mano a un Rey de la ciudad de Atiles, no lo conozco pero dicen que es bueno.

Me dio tanta tristeza escuchar sus palabras que eran más de resignación que de aceptación. Pasó su mano por debajo de sus ojos apartando sus lagrimas, me hizo señal que comiera, asentí con la cabeza viendo que varios hombres empezaron a ocupar sus lugares pero del otro extremo, le hacían reverencia de respeto hacia Mirlena. Un hombre mayor entro, me miró con una gran sonrisa.

Connos: ¿Así que tu eres la Bruja Suprema? Ahhh, ya me dijeron que estas liberando tu poder.

Mirlena: Padre.

Me dio un poco de gracia al ver a este hombre que hablaba tan tranquilo y chistosamente, nada a lo que estaba acostumbrada. El señor se sentó, extendiendo su mano. Me puse de pie para estrechar su mano. Me la sostuvo, mirándome fijamente, su otra mano la puso encima de la mía, cerró sus ojos respirando profundamente.

Connos: Leila Novachek, tu espíritu guerrero traerá muchas batallas, unas ganaremos, otras perderemos, tienes un poder sorprendente. Si no lo controlas, ellos vendrán por ti cuando menos lo imagines.

Abrió sus ojos viendo sus ojos en color dorado, poco a poco fueron quedando en su tono que los había visto antes que me sujetara la mano. Estaba demasiado confundida con lo que había dicho, le sirvieron su comida donde el Rey empezó a comer. La princesa apretó su mano donde los dos sonrieron como un verdadero padre hacia su hija.

Mirlena: Mi padre puede ver el futuro.

Connos: Pero el destino que forja el futuro, puede cambiar de una o de otra manera, es incierto el futuro, grábatelo.

Asentí con la cabeza, continué mi desayuno, escuchaba como poco a poco las conversaciones eran de todo tipo de tema, tanto de ciencia, como de armas para los enfrentamientos… Levanté mi mirada viendo que dos de los asientos estaban vacíos, pasé mi mirada por todo el comedor viendo que ni Bann, ni Allen estaban en este momento tomando el desayuno.

Mirlena: Bann y Allen toman siempre de primero el desayuno.

Sonreí tratando de disimular que bien o mal, me agradaba que ellos estuvieran en este lugar.

Connos: Hijita, debe llegar Atiles en un rato más. Así que quiero que seas amable…

Mirlena negó con la cabeza, se puso de pie arrojando con fuerza la servilleta, todos se pusieron de pie cuando ella se salía del comedor. Me puse también de pie, no sabía como eran sus costumbres, pero estaría no se cuanto tiempo que tendría que aprender cada una de sus reglas. Me senté al ver que los demás lo hacían, su padre negó con la cabeza haciéndome señal para que tomara asiento. Ya había terminado. No sé si tenía que esperar o ya podía ir para ver como estaba Mirlena.

Miré al Rey que hablaba con otro de sus hombres a 4 asientos.

Leila: disculpe me puedo levantar para salir.

Mariam sonrió en son de burla negando con la cabeza.

Connos: Claro, por su puesto.

Sonreí poniéndome de pie, claro ellos no se pusieron de pie en que lo hice, pasé al lado de Mariam que empezó a seguirme.

Mariam: ¿Esperabas que también por ti se pusieran de pie?

Leila: No claro que no. Solo que no conozco sus costumbres.

Mariam: Hay niña, es normal que por la Princesa tienen que hacerlo, por las locas así como tú no.

Rodé los ojos saliendo del castillo, intentaba buscar a Mirlena pero no la hallaba, me acerqué hacia uno de los hombres que estaba en la puerta.

Leila: Disculpe ¿La princesa?

Hombre: Se fue por el Olimpo.

Levanté una ceja sin entender, a que se refería le hice seña que me explicara a que se refería pero el hombre tomó su postura de nuevo. Solté un gran respiro.

Mariam: Al jardín. Tonta.

Rodé los ojos al escuchar a esta niña que no me dejaba en paz. Bajé los escalones empezando a caminar, ni siquiera sabía si donde estaba yendo era donde tenía que ir.

Mariam: Estas perdida.

Leila: Perdida en otro mundo, claro que lo estoy…

Mariam: Yo no te diré nada.

Leila: Por que no me dejas en paz.

Mariam: Bueno mi amo Bann, me dijo que no te dejara ni a luz ni sombra, sabe que eres un peligro.

Leila: Deja de decir tonterías, por que no dejas de decirle Amo Bann.

Mariam: Por que es mío. Disfruto de verlo sin ropa…

Me detuve mirándola, abrí y cerré mis ojos.

Mariam: ¿Crees que no lo veo sin ropa?

Negué con la cabeza, estaba loca esta maldita gata que me estaba colmando la paciencia. Seguí avanzando cuando miré a la gata que solo se reía.

Leila: Muy bien quédate lejos.

Mariam: Cuida……

Leila: AAAAAAHHHHHHH….

Sentí como dejé de sentir el piso cayendo por un agujero… trataba de sostenerme de las raíces que se dejaban salir pero era imposible.

Leila: GATAAAAAAA……..

Caí tocando el fondo. Me había llevado un fuerte golpe. Levanté mi mirada viendo a Mariam que se reía.

Mariam: Allí quédate… así no molestarás más a mi amo Bann.

Ella me sacó la lengua quitándose de mi vista.

Leila: Nooo, no te vayas… MARIAAAAAM….

Rodé los ojos al darme cuenta que este lugar la misma gata sabía que era y no dijo nada para evitar que cayera… Pero si es una miserable, no sé como Bann la aguanta. Me puse de pie sacudiendo un poco la tierra que tenía mi ropa, como si fuera fácil y como si tuviera el acceso a ropa. Solté un gran respiro. Levanté mi mirada viendo las raíces salirse de los lados de las raíces. Empecé a tomar una de las raíces tratando de subir, pisé la pared, sintiendo que mi pie resbalaba, me solté esto iba a ser imposible.

Puse mi mano a los lados de mi boca…

Leila: Ayuuudaaaaa….

Rodé los ojos, como no me di cuenta de las intenciones que tenía esa Mariam al no seguir caminando a mi lado. No me quedaba de otra tenía que salir por mi misma.

Me pegué lo más que podía a la pared del agujero, corrí impulsándome hacia arriba, me sujeté con fuerza de una de las raíces… Sonreí al ver que mis pies ya se habían mantenida, tomé otra raíz, luego otra, no es que me faltara poco, pero con mucho cuidado iba subiendo, me impulsé para legar a la otra raíz, cuando ésta se rompió mandándome de nuevo hacia el suelo.

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Leila

Mirlena

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