Capitulo 14

Leila:

Abrí mis ojos, miré hacia la ventana viendo que ya era de noche, no sabía cual era la hora y tampoco habían dado el aviso para comer. ¿Será que aquí nadie come? Me levanté viendo ropa a un lado de la cama, ropa igual a la que traía puesta… Junto con unos zapatos muy diferentes a los míos que usaba.

Aparté la sabana, necesitaba una ducha, tenía horas sin tomar una y me sentía demasiada sucia. Me puse de pie tomando la ropa, había una puerta deduciendo que pudiera ser el baño. Abrí lentamente viendo que era un baño muy bonito, demasiado limpio. Podía jurar que nadie lo había utilizado. Dejé la ropa en una de las sillas que estaban dentro del baño, empecé a desvestirme viendo unas mantas, creo que esas serían las toallas que usan aquí. Por donde mirara no veía ni una toalla. La tina era de madera, como el piso de la habitación. Me acerqué viendo la llave demasiada extraña, removí un palito viendo que no salía agua. Rodé los ojos empezando a mover por todos los lados para saber como se usaba esta cosa. Solté un gran respiro al ver que para nada era a lo que estaba ocupado.

Leila: ¿Será que no haya agua?

Me puse de cuclillas, viendo una toma de agua que iba directo hacia la tina… solté un gran respiro, me acerqué a ella removiéndola.

Leila: AAAAAYYYYYY…

El agua salía a presión directo a mi cara. Puse mis manos enfrente evitando que me siguiera mojando, la volví a remover, la fuerza del agua empezó a bajar. Respiraba aceleradamente, el gran susto que me di con el agua, ni que fuera un insecto o algo que pudiera gritar. Llevé mis dedos en mi cabeza rascando un poco por la desesperación que no sabía como usarla.

Me la quedé mirando fijamente, como si eso hiciera que la tina se llenara. Caminé hacia la toma de arriba viendo que el techo tenía varios espacios. Me acerqué lentamente removiendo la toma de arriba, me quité del centro, no vaya ser que esto fuera como cantaros. Esperaba ansiosa que cayera el agua pero no salía, fue cuando me percaté que el agua estaba cubriendo el piso del baño.

Leila: No… no.. no..

Corrí desesperada tratando de ver donde salía el agua. Me di un santo resbalón haciendo que mi cuerpo se diera un fuerte golpe en el piso. Cerré mis ojos con tanta fuerza llevando mi mano hacia mi cabeza donde el golpe fue más doloroso… Me puse de pie con cuidado regresando hacia la toma de arriba. La removí viendo que todo el baño estaba cubierto de agua, no quería pensar como estaría la habitación.

Me tuve que dar por vencida, tendría que estar sin tomar la ducha al menos por hoy, esperando mejor a preguntar como se usara. Tomé la ropa viendo que no tenía braga ni sujetador, tenía que quedarme con mi top, pero no podía usar mis bragas. Así que bueno estaría sin ropa interior, empecé a ponerme los leggins que me quedaban muy bien, la tela era muy diferente a la mía que era elástica, está era más suave que se ajustaba a mi cuerpo, me puse la playerita. Solté un gran respiro abriendo la puerta de la habitación. Como dije estaba todo cubierto de agua, levanté los zapatos que eran unas sandalias con cuerdas. Me senté en la cama poniendo estas sandalias, amarré las tiritas viendo que estaban bonitas.

Tomé la sabanas de la cama tratando de secar el piso. Esto si era demasiado complicado, un poco de mi cabello estaba demasiado mojado, hasta sonreí negando con la cabeza en recordar del buen golpe que me llevé. Me puse de pie dejando las sabanas en la salida del baño…

Caminé hasta la puerta, esperaba que ahora si todos estuvieran cenando o comiendo o como le llamen aquí. Abrí la puerta mirando por ambos lados, no se veía a nadie y tampoco se escuchaba nada. Salí de la habitación cerrando la puerta, era un largo pasillo que tenía que caminar, ni sabía por donde salir, ni como entrar, no conocía este lugar, así que lo más seguro es que me pueda perder.

El lugar era enorme, miraba hacia el techo mientras iba caminando por todos lados. Sonreí al ver cada detalle que estaban plasmados en la pared. Como pinturas, si, tenía que ser de algún pintor de este lugar.

Los detalles de las enormes lámparas colgando de los altos techos. Tan bonito todo que daba una paz y una tranquilidad en este lugar. Todo en completo silencio. Llegué a una de las entradas donde habían hombres vestidos de la misma manera que el loco que me tiró una flecha. Ellos me miraron sin hablarme ni mencionar nada.

Los miré esperando a ver como reaccionarían, ellos solo se removieron de la entrada dejando libre el paso, me miraban como el bicho raro, claro que lo era, mi vestimenta era muy diferente a la de ellos y a la de Mirlena.

Bajé los escalones, sentí el aire demasiado fresco, con mi cabello algo húmedo aun me había dado cierto frío. Extendí mis brazos girando como una completa loca me detuve quedando frente a la casa esta, di varios pasos hacia atrás dándome cuenta que esto no era una casa era como un castillo, tal cual con su Rey y su Princesa que son dueños de este enorme castillo.

Leila: como un cuento de hadas.

Sonreí juntando mis manos de la emoción que tenía, lo bien que se debe sentir ser la princesa y dueña de un territorio, poder tomar decisiones por una misma sin tener que ser impuestas las ordenes, poder enamorarse de alguno de los caballeros que viven en el mismo reino, poder contraer matrimonio se me hacía de lo más significativo.

Leila: Que suerte tiene la Princesa Mirlena. Ella tan bonita, me imagino que todos están a sus pies.

Me di la media vuelta viendo todo el lugar, hombres con sus espadas en su cintura, sus arcos en su espalda con sus flechas, en su mano unos palos con puntas como si fueran lanzas. Todo lo que en un cuento de hadas existe. Comencé a caminar apartándome de la entrada, había un silencio sepulcral, miré un pequeño río corrí hacia el, me puse de cuclillas para sentarme en mis piernas, metí mi mano rosando el agua con mis dedos, estaba tan fría, hasta las ganas de volver a tocarla me dio, aun así metí amabas manos hacia el río… tomando bastante agua entre ellas, cerré mis ojos remojando mi rostro con el agua.

- LEILAAAAAA…. SALVAMEEEE. TE LO SUPLICO.

Abrí mis ojos cayendo sobre mi trasero… Miré por ambos lados empezando a ponerme de pie, había escuchado claramente la voz de Laila.

Mi corazón empezaba a palpitar terriblemente, puse mi mano en mi pecho tratando de tranquilizarme, caminé con mucho cuidado, mis pasos eran lentos y pequeños.

Leila: La… Laila. ¿Estás aquí?

Tragué saliva escuchando golpes de metales… me detuve mirando que era lo que estaba sonando, miré a Bann junto con otros hombres que estaban con las espadas en sus manos, de seguro estaban practicando, rodé los ojos. ¿Estos nunca se cansan?

Me aparté, en mi mente solo estaba el hecho de saber que Laila necesitaba mi ayuda, pero no entendía por que la podía escuchar, por que podía presentir algo feo que le estuviera pasando.

Me detuve escuchando voces. Me apresuré a llegar a uno de los enormes arboles que estaban en el lugar, trataba de ver quienes eran, la manera que discutían era como si no estuvieran de acuerdo de algo.

Mirlena: No te mereces mi amor, no te mereces nada de lo que puedo entregarte, no te mereces mis noches ni mis sueños.

Allen: Mirlena… también sufro en silencio.

Aseché viendo al hombre ese de la flecha y a la princesa Mirlena, entreabrí mis labios al ver como se daban tremendo beso, ellos discutían por ser enamorados y a la vez sellaban su amor de esta manera… Que hermoso amor, tal y como lo había pensando.

Allen: Me despido de todo lo que siento por ti.

Mirlena: ¿Qué dices?

Allen: Soy tu caballero de protección, mi misión es protegerte en todo momento. No volveré acercarme a ti con otra intensión que no sea para protegerte. Te vas a casar con el hombre que tu padre te diga. Eso hace la Princesa de un reino. Acata las ordenes de su padre sin cuestionarlas.

Mirlena: ¡¡¡ ALLEEEEEEN!

Hasta a mí me dolió tanto esas palabras, me acomodé más viendo que él se detuvo mirándome que estaba parada como un chile seco… tragué saliva viendo sus lagrimas rodar por sus mejillas. Él solo siguió su camino sin importarle nada lo que la princesa sentía. Negué con la cabeza, si ellos pueden tener la libertad de amarse por que no solo se aman… Me asomé un poco viendo que la princesa ya no se encontraba en el lugar donde el chico la había dejado allí solita sin siquiera detenerse y regresar para decirle que de seguro él también la ama.

Me separé del árbol dando media vuelta viendo que ella estaba tan triste y él no le importó.

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Leila

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Anonymous Carmen diaz

Anonymous Carmen diaz

No sabes todo Leila y el porqué no luyesen estar juntos Milerna y Allen ella princesa el su guardián

2025-02-01

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