Capitulo 16

Leila:

Sentí como mi cuerpo fue cayendo. Cuando él decidió soltarme por los aires.

Leila: No me sueltes me caigo… AAAAAHHHHH.

Mi grito desesperado de que iba a caer hacia el piso haciéndome mierda no lo podía controlar. Bann, con una sonrisa tan hermosa, voló hacia donde estaba cayendo, mi cuerpo cayó sobre su espalda.

Bann: Te llevaré a conocer nuestros reinos.

Sonreí demasiado emocionada, me sostuve de su cuello, él volaba de un lado y del otro, podía mirar cada una de las maravillas de este lugar. Nos acercamos hacia el mar donde mis dedos rosaban dejando ver como si fueran luces bajo del mar.

Bann: Siente el mar Leila.

Asentí la cabeza, el viendo golpeaba nuestros rostros, metí mi mano donde el paso iluminaba el agua.

Leila: ¿Cómo es que va brillando el agua?

Bann: También hay seres vivos bajo del mar que sienten tu energía. Te están dando la bienvenida.

Sonreí tanto que no lo podía creer, una naturaleza viva.

Leila: Cuando dices seres vivos… ¿te refieres a personas como tú y como yo?

Bann, tomó mi brazo haciendo que lo soltara, se elevó pasando mi cuerpo hacia adelante…

Bann: Respira profundamente. Tú misma sabrás lo que hay…

Rodeó sus brazos en mi cuerpo, empezó a dar giros en el aire, sonreía sin apartar mi mirada de él, me gustaba este nuevo mundo. Se puso de picada, empezando a bajar.

Bann: No cierres los ojos por nada del mundo.

Nuestros cuerpos bajaban directo al mar…. Sentí como entramos hacia el mar, abrí mis ojos viendo como otra ciudad de personas que estaban bajo el mar, ellos nos miraban como completos extraños, bueno a Bann no, las chicas sonreían a su paso, Hombres con barbas largas nos miraban, esto…. Es para no creerse. Volaba de un lado y del otro, mostrando todo lo extenso que era este lugar.

Trataba de contener lo más que pudiera del aire, se me estaba acabando pero no quería perderme esta maravilla, llegamos a un castillo enorme en color dorado, brillaba tanto que abrí mis labios llevando mis manos hacia mi boca. Bann, se acercó juntando sus labios con el mío, pero no era un beso que me daba, me estaba pasando aire que él tenía retenido para mi. Su mirada y la mía se fijaron como entendiendo que él me cuidara, estaría conmigo en este largo proceso….

Salió del mar sosteniendo mi cuerpo, se apartó lentamente. Entreabrió sus labios, tragué saliva al no saber que decir por ello.

Continuó volando llegando a un campo…

Leila: Dios, Santo… Que hermoso.

Empezó a bajar lentamente, mis pies tocaron el césped, pisé viendo como se expandía la luz a cada pisada que daba… Me solté del cuerpo de Bann, di varios pasos hacia adelante, llevando mis manos a mi mejilla viendo lo que este mundo ofrecía.

Leila: ¿Esto es real?

Bann: Tan real, que puedes verlo.

Asentí con tonta mi cabeza, mordiendo mi labio inferior. Él caminó hacia mi tomando mi mano, empezó a jalar un poco, empezaba a seguir su paso, viendo en verdad como los colores que en mi vida hubiera visto ni sabía que existían aquí los podía disfrutar.

Bann, empujó una de las plantas que parecía que tuviera vida. Al tocarla, se iluminó tanto que era tan majestuoso.

Giró su rostro dejando ver su sonrisa y tranquilidad que tenía al entrar a este lugar. Escuché relinchar un caballo, me quedé inmóvil cuando él soltó mi mano, pequeñas mujercitas volaban sobre nosotros.

Leila: ¿son hadas?

Bann: Son Akipas, al menos aquí así se le conocen.

Hombre: Señor Bann.

Dirigí mi mirada hacia el hombre que venía en forma de hombre y caballo.

Leila: Por Dios un Centauro.

Ellos empezaron a reír, me cerqué al estar tan impresionada… Miré a Bann negando con la cabeza.

Bann: Es un Mongli.

Leila: Ustedes les ponen otro nombres. En mi mundo se le conoce a ellas como hadas, a ellos como centauros.

Bann: Conocerás un Percherón.

Leila: ¿un que?

Miré que el hombre Mongli nos seguía al paso que dabamos… Todo era con tanto color disfrutando de esta maravillosa parte. Bann, abrió la puerta dejando ver hasta un unicornio.

Me llevé mis manos hacia mis labios… Estaba que no podía articular palabra, me acerqué lentamente viendo que él sacaba aire por su nariz como si hubiera demasiado frío.

Leila: un Unicornio.

Bann: Este es el reino de las ilusiones.

Leila: No me digas.

Bann: Así como hay estos reinos, hay otros donde no deberías estar jamás.

Mongli: En el valle de la muerte.

Miré al Centauro, tragando saliva, solo escuchar el nombre ya me daba miedo.

Leila: Amm, y eso que es… Digo, por el nombre debe haber uno que pise y se muere.

Bann: Tanto así no, durante mucho tiempo las batallas contra los Nacros han sido imparables, un día te despiertas y no sabes que es lo que ha sucedido. Muchas personas mueren, muchas no saben aun que están muertos, sus cuerpos son llevado a ese lugar, donde si miras esos cuerpos debajo del agua, eres atraído también a tener una muerte segura. Por eso nunca vamos por allí.

Mongli: Hay muchos brujos entre los Nacros, ellos pueden confundir tu mente, sin que te des cuenta eres llevado a ese lugar. Dejando que tu cuerpo caiga entre el valle de los muertos.

Me acerqué al unicornio, pasando mi mano suavemente por su cuernito bajando hacia su cabeza. su ojos dorados eran una maravilla.

Bann, se acercó se subió encima del unicornio, se puso a dos patas, volviendo a quedarse en el piso…. Su toque del unicornio había sido como venas de colores. Me extendió su mano, negué con la cabeza.

El centauro se acercó dándome un leve empujón. Me giré entrecerrando mis ojos. Él centauro se acercó a mi oído.

Mongli: No cualquier tiene la fortuna de conocer los reinos con el Rey de Scaflow.

Miré hacia Bann, me había dicho que él pertenecía al reino sca no se que, no que era el Rey. Me acerqué entregándole mi mano, me ayudó a subir quedando en la parte de adelante.

Bann: Enreda tus manos en su crin…

Leila: ¿si le duele?

Bann: Es una manera de hacer conexión, sino, hará hasta lo imposible por tirarte.

Rodé los ojos rogando que no fuera a dejarme morir. Enredé mis manos, en su crin, sintiendo como cada uno se iba pegando a mi piel, su crin brillaba como oro…

Bann presionó su cuerpo del unicornio con sus pies donde salió volando, me sujeté con tanta fuerza… Este unicornio no sabía que llevaba a una simple mortal en su lomo.

Mi corazón palpitaba tan rápido disfrutando de cada una del vuelo de sus alas, miré hacia Bann, que miraba hacia el frente pasando su mirada hacia, él tomó vuelo elevándose, los dos a la par del vuelo. Iba a mi lado sin dejarme sola, el unicornio pasaba por más lugares maravillosos, me quedaba sin palabras a esto.

Mi mente estaba en lo que mi mundo se estaba perdiendo en pensar que nuestra vida era perfecta cuando realmente esto lo era.

Miré otros castillos donde se podía ver las luces que iluminaban sus interiores, cada uno vivía su momento…

Bann, me señaló un lado donde parecía todo seco, el unicornio se limitaba a no entrar por esa zona, lo tomó de una parte de su crin, viendo que también tenía el mismo efecto a lo que me había sucedido cuando enredé mis manos.

Leila: ¿Ese es el lado de los muertos?

Bann: Lago… es el lago de los muertos. Más allí esta la ciudad de los Nacros, por nada del mundo puedes ir hasta allí.

Asentí con la cabeza, van dirigió al unicornio de nuevo hacia donde estábamos al tomar el unicornio, solo que estaba vez me alzó viendo como el unicornio solo se fue hacia su resguardo.

Leila: ¿Sabe andar solo?

Bann: Así es. Te falta mucho por conocer, nuestra manera de vivir.

Sonreí, estaba entusiasmada en querer saber su manera de vivir, de como se defendían con los enemigos, quería ir aprendiendo para cuando los malos atacaran este preparada y no me lleven a su lado.

Llegamos de nuevo al castillo, Bann, movía sus alas llegando hasta el piso. Me soltó donde me fui apartando de él. Sus alas empezaron a meterse por su espalda, Me apresuré quedando detrás de él, sus alas poco a poco fueron desapareciendo.

Los dos caminamos por una colina, él se sentó en la orilla dejando al aire sus pies, me senté viendo que él levantó su mirada hacia la Tierra.

Bann: Debe ser hermoso tu planeta.

Levanté mi mirada igual hacia mi planeta. Solté un gran respiro.

Leila: sinceramente lo es, pero nada comparado con el suyo.

Bann: Mi mundo es muy diferente, demasiadas muertes, demasiados desastres, muchas criaturas que irás conociendo poco a poco que desearás no toparte con ninguna. Así como nuestra forma de pelear.

Él empezó a explicarme la manera de como hacían sus batallas, hablaba de unas máquinas que parecían humanos.

Leila: ¿con eso entonces pelean?

Bann: Estamos conectados a ellos, tiene que hacer el contacto con nuestra sangre para poder moverse. Se les conocen como Levians, mañana te los voy a mostrar.

Asentí con la cabeza… Lo miré tragando saliva.

Leila: ¿Así que eres Rey?

Sonrió soltando un gran suspiro. Asintió con la cabeza.

Bann: Los Nacros atacaron Scaflow, arrasaron una noche, noche de mi coronación donde mi padre me cedía el trono.

Leila: ¿Por qué fue que atacaron?

Bann: Los Nacros no tienen piedad ni misericordia de nadie, quieren adueñarse de todo el planeta Estiles para revivir al hechicero Aponte, creen que al tenerlo físicamente podrán disfrutar de la vida eterna.

Leila: Es lo que le llaman la Vid.

Asintió con la cabeza mirándome.

Bann: La Vid, es vida eterna, quizá no para nosotros, pero si para conservar nuestro planeta lejos de la maldad de Aponte. Por eso los únicos que pudieron tener la vida eterna tuvieron que resguardarse en la ciudad perdida de Olimpia.

Me acomodé cruzando mis piernas.

Leila: ¿Olimpia?

Bann: Allí se encuentran los míos, conocidos como los Eujin, aquellos con poderes curativos alargando más su vida. Solo que si un levian es atacado pueden acabar con la vida del Eujin.

Leila: el tal Falcon es también uno de ustedes.

Levantó la mirada negando con la cabeza.

Bann: Ya no, él traicionó a los suyos, prefirió el poder de la maldad queriendo volverse único en especie, aunque hay muchos Eujin que prefirieron también seguir los pasos de ellos, se les conoce como Eujon, aquellos traidores que la maldad los domina.

Solté un gran respiro, demasiado lo que ellos tenía por dentro, demasiado lo que habían pasado y en este instante tomaba la decisión de apoyarlos en lo que pudiera hacer… solo eso me quedaba hasta el momento.

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Leila

Bann

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