capítulo 18

Amelia se acostó en su cama, sintiendo una mezcla de enojo y agotamiento. Aunque estaba molesta con Mágnum por haberla involucrado en esa situación sin su consentimiento, también sabía que tenía razón en que debía mantener la calma y demostrar su valía como una Black.

Mientras cerraba los ojos y se dejaba llevar por el cansancio, decidió que no permitiría que las circunstancias la definieran. Ella era más que el apellido que llevaba y estaba determinada a demostrarlo.

Con esos pensamientos en mente, Amelia se durmió, lista para enfrentar los desafíos que le esperaban en el instituto y en su relación con el príncipe Heredero. Sabía que no sería fácil, pero estaba dispuesta a luchar por su propia identidad y encontrar su lugar en ese nuevo mundo para así poder regresar al suyo.

Al despertar al día siguiente, Amelia se levantó con renovada energía.

Sabía que tenía mucho por delante, pero estaba lista para enfrentarlo todo y demostrar quién era realmente. Con una sonrisa en su rostro, se preparó para el nuevo día y se dirigió hacia el comedor donde desayunaría y luego empezaría a demostrar su talento.

Al llegar pudo notar las miradas curiosas puestas en ella y, pero sin tomarle mucha impotencia se dirigió hacia una mesa apartada de todos los estudiantes y se sentó a desayunar. Pronto su desayuno fue interrumpido por una persona a quien ella esperaba no encontrar.

Leónidas ni bien la vio pasar espero a que se sentará y cuando lo hizo se dirigió hacia ella para luego decir.

— ¿Está ocupado este lugar?

Amelia levantó su mirada y al ver al príncipe se levantó de su asiento e inclinándose dijo.

— Ya no más, esta mesa es toda suya.

Amelia estaba a punto de irse pero Leónidas dijo

— No es necesario que se marche, tal vez pueda hacerme compañía...

— Lo siento, pero estoy muy ocupada.

Sin más la mujer volteó y al ver la cara de asombro de todos los estudiantes supo en ese momento que sus acciones no eran las mejores, pero no se arriesgaría a que Leónidas la viera como una amenaza y la quisiera matar. Rápidamente, tomó su charola e intento huir, pero Amelia sintió una mano sujetando su brazo, impidiéndole escapar. Al voltear, se encontró con la mirada intensa del príncipe Leónidas. Aunque estaba nerviosa, decidió enfrentar la situación con valentía.

— ¿Puedo ayudarle en algo, príncipe Leónidas? —preguntó Amelia, tratando de mantener la compostura.

Leónidas soltó su brazo y la miró fijamente.

— No necesita huir de mí, señorita Black. No soy alguien que le haría daño. Solo quería hablar con usted.

Amelia se sorprendió por sus palabras, pero aun así sonrió de lado y dijo.

— Yo no estoy huyendo, solo tengo asuntos que atender.

Sin esperar respuesta volteó para irse de alli pero el príncipe volvió a decir

—Señorita Black, entiendo que tenga asuntos que atender, pero me gustaría tener la oportunidad de conocerla mejor. No le pido que se quede ahora mismo, pero ¿podríamos encontrarnos en otro momento para conversar?

Amelia se detuvo por un momento, pensando en la propuesta del príncipe. Aunque estaba intrigada por la insistencia del príncipe, también era consciente de las complicaciones que podrían surgir al relacionarse con el héroe de la historia.

—Príncipe, Leónidas, aprecio su interés, pero no creo que sea apropiado para nosotros pasar tiempo juntos. Y mucho menos sabiendo el recelo que tiene la familia imperial hacia mi familia.

Leónidas miró a la mujer fijamente y sin mostrar expresión en su rostro dijo.

— Ya veo, creo que me está jugando por los errores de mis antepasados hacia su pueblo...

— ¿No es lo que usted y toda su familia hace con el mío?

Leónidas se mantuvo en silencio, pero al ver que la chica estaba reacia a conversar tranquilamente con él decidió dejarla marcha, no sabía por qué se comportaba así, pero si era como él creía solo esperaba que esa vez su historia no acabará igual...

***

Los alumnos se dirigieron a sus respectivas clases y en la tarde tendrían sus talleres extracurriculares. Las señoritas prácticas etiqueta y bordado, mientras que los jóvenes se dirigían al campo de entrenamiento. Cuando llegó el momento Amelia se estaba por dirigir a la clase de bordado cuando el discípulo del mago quien la seguía en las sombras se acercó a ella y dijo.

— Señorita, el mago dijo que usted debía entrenar en el campo de batalla.

— Pero... Los hombres solamente van allí...

— Pero usted es la heredera de la casa Black, él ya lo arreglo así, así que por favor acompáñame.

Amelia frunció su rostro y solo asintió, camino hacia el campo de batalla y allí llamo la atención de todos los jóvenes que estaban allí. El instructor al verla sonrió con burla y dijo.

—Oh, mira quién decidió unirse a nosotros. Una delicada señorita. ¿Qué la trae por aquí? está no es la clase de bordado...

Amelia se sintió incómoda con la mirada burlona del instructor y la atención de todos los presentes. Sin embargo, decidió mantener la compostura y responder con arrogancia.

—No estoy aquí por equivocación. Estoy aquí para entrenar al igual que ellos, tal vez no lo sepa pero soy la heredera de la casa Black y el bordado y la etiqueta es algo que no van conmigo.

El instructor soltó una risa sarcástica y dijo

—Oh, qué valiente. No estaba enterado de que la casa Black tuviera una heredera...

— Es lógico, mi padre no suele compartir con cualquiera esa información.

El hombre frunció su rostro y cambió su expresión de burla a una mirada más seria.

—Muy bien, señorita Black. Si está decidida a entrenar en el campo de batalla, entonces demuéstranos de qué estás hecha.

Amalia levantó una de sus cejas y cruzándose de brazos dijo.

— Muy bien, ¿qué propone?

Los demás jóvenes que estaban presentes veían con asombro y desaprobación la arrogancia de Amelia, solo unos poco tenían curiosidad de ver lo que podía hacer. El maestro señaló a uno de sus mejores estudiantes y espadachines y dijo.

— Si puedes vencerlo, puedes quedarte.

Una sonrisa malvada se dibujó en su rostro mientras que miraba desafiante a Amalia. La chica quien luego de ver a su contrincante temió no poder vencerlo dijo.

— Muy bien... lo haré...

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