De pronto se escuchó a uno de ellos decir.
— ¿Qué están esperando? Maten la perra...
El lobo al escuchar esta orden se puso en modo de alerta y espero a que los hombres se acercarán, antes de lanzarse sobre ellos con ferocidad. Mordió y arañó a los bandidos, defendiendo a Amelia y al príncipe con todas sus fuerzas.
Mientras tanto, Amelia continuaba ejerciendo su poder sobre el líder de los bandidos. La neblina oscura se intensificaba, envolviéndolo por completo. El líder luchaba desesperadamente, pero era inútil. La presión seguía aumentando, amenazando con aplastarlo por completo.
El príncipe y los soldados, asombrados por la valentía y habilidad de Amelia y su lobo, se unieron a la pelea. Lucharon contra los bandidos restantes, utilizando sus espadas y habilidades de combate para derrotarlos uno a uno.
Finalmente, los bandidos fueron vencidos y la neblina oscura desapareció. El líder de los bandidos yacía en el suelo, derrotado y sin aliento. Amelia se acercó a él, con una mirada de determinación en sus ojos.
—Esto es lo que sucede cuando te metes con las personas equivocadas —dijo Amelia, su voz llena de frialdad.
El líder de los bandidos no pudo responder. Estaba demasiado debilitado por el poder de Amelia. Los soldados lo arrestaron y lo llevaron al imperio de sintra para ser enjuiciados, para asi asegurarse de que nunca volviera a causar problemas.
Amelia y el príncipe se miraron el uno al otro, con una mezcla de gratitud y respeto. Pero de pronto Amelia perdió el conocimiento y cayó rendida por el agotamiento.
El príncipe al ver esto corrió en su dirección y llamado la atención de todo mundo gritó.
— Un médico... ¡Ahora!
El discípulo del mago al ver esto se acercó a ella preocupado pero al ver la mirada del príncipe y los soldados se detuvo.
— Tranquilo, yo cuidare a tu ama.
Y fue justo en ese momento que se dio cuenta de que aún estaba en su forma animal. El lobo solo emitió un gruñido en forma de respuesta y el príncipe rápidamente cargo a la mujer para llevarla a su carpa, el médico que siempre lo acompañaba, rápidamente se dispuso a atender a la jovencita.El médico examinó a Amelia y determinó que su agotamiento era extremo. Le administró líquidos y medicamentos para ayudarla a recuperar sus fuerzas. Mientras tanto, el príncipe se mantuvo a su lado, preocupado y ansioso por su recuperación.
El discípulo del mago, en su forma de lobo, se acercó a la carpa y se acostó junto a Amelia, vigilando su sueño y protegiéndola. A medida que pasaban las horas, Amelia comenzó a mostrar signos de mejoría. Su color volvió a sus mejillas y su energía comenzó a regresar lentamente.
El príncipe y el discípulo del mago se turnaban para cuidar de Amelia, asegurándose de que estuviera cómoda y bien atendida en todo momento.
En un momento el príncipe cansado terminó por dormirse a un lado de la joven.
La mañana siguiente llegó y Amelia despertó algo desorientada, pero al ver un brazo rodear su cintura, miro a su izquierda y al encontrarse con el rostro del príncipe completamente dormido, grito.
El príncipe cayó de la cama al escucharla gritar y dijo.
— ¿Que?, ¿qué sucede?
— Eso mismo le pregunto yo, ¿qué hace durmiendo a mi lado? — bajo su mira y reviso que tuviera su ropa puesta, algo que el príncipe noto y con su cara completamente roja dijo.
— Usted no creerá que...hubo algo entre nosotros ¿verdad?— el príncipe tartamudeo, claramente avergonzado
Amelia lo miro con sospecha y dijo.
— ¿No es así?
— ¡No! Por supuesto que no... ¿Por quién me toma? Usted se desmayó y yo... yo... la ayudé, eso fue todo.
Amalia aún desconfiada de las palabras del príncipe dijo.
— ¿ Y por qué dormía a mi lado? ¿además quien es usted?
El príncipe de Sintra miro a la mujer quien parecía no recordar lo que había pasado la noche anterior y dijo.
— Mi nombre es Ezequiel Orellano, príncipe heredero de Sintra.
Amelia quien hasta ese momento se encontraba algo desorientada dijo.
— Lo siento alteza. Es solo que no sabía dónde estaba y por qué estaba usted a mi lado.
— Lo siento, el cansancio me venció, no me di cuenta...— el príncipe murmurar en un volumen tan bajo que a Amelia le era muy difícil de escuchar.
El príncipe por su parte se sentía muy avergonzado por toda esa situación hasta que esos pensamientos fueron apartados de su mente cuando vio como Amalia se levantaba de la cama.
— Señorita aún no puede...
Amelia lo miro y dijo.
— Tengo que irme, aún tengo asuntos que atender.
— Pero el médico dijo...
— Estaré bien, ahora con su permiso pero si no me voy ahora se me hará tarde.
Amelia al ver la preocupación del príncipe supo que su primera parte del plan estaba completa. Al llegar a la academia él la recordaría. Pronto el discípulo del mago se paró junto a ella y permitiéndole que se apoyara en su lomo, ambos salieron de la carpa. Al salir se encontraron con algunos soldados de Sintra, quienes al verla inclinaron su cabeza en signo de respeto, la chica la noche anterior los había ayudado aún sabiendo que estaban en clara desventaja.
El príncipe al ver como Amelia se subía al lomo del lobo para marchar dijo.
— ¿No me dirá cuál es su nombre? Anoche salvo mi vida...
— Amelia.
— Lady Amelia estoy en deuda con usted.
— No es así, yo solo odio las injusticias, ahora debo marchar, pero si quiere agradecerme, por favor no mencione lo que sucedió aquí. Como sabrá los de mi clase no somos bien recibidos en ningún imperio.
El príncipe Ezequiel asintió y dijo.
— No se preocupe por eso, ni mis hombres ni yo diremos nada.
— Gracias por todo alteza.
Sin más Amelia se alejó del campamento cabalgando al enorme lobo negro. Tanto el príncipe como sus hombres miraron asombrados a ambos mientras se marchaban. Así como habían llegado, se habían machado. El príncipe solo sonrió y murmuró.
— Algo me dice que la volveré a ver ...
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