capítulo 6

En el comedor los padres de Amalia se encuentran, Sofía había llegado junto a ellos y de pronto habló.

— Padres, tengo algo importante que decirles.

— ¿Qué sucede cariño? Desde esta mañana que actúas muy extraño...

Sofía respiró profundamente antes de comenzar a hablar. Sabía que lo que iba a decirles podría sorprenderlos, pero también era consciente de que necesitaba su apoyo en esta situación.

— Padres, he descubierto algo que me preocupa mucho —dijo Sofía con seriedad— El motivo por el cual me he sentido mal estos días es que he descubierto que soy portadora de magia.

Los padres de Amalia miraron con sorpresa a su hija y jadearon ante tal noticia.

Los padres de Amalia intercambiaron miradas de incredulidad. No podían creer lo que acababan de escuchar.

— ¿Magia? ¿Estás diciendo que tienes poderes mágicos? —preguntó el padre de Amalia, con una mezcla de asombro y preocupación en su voz.

Sofía asintió, sintiendo la tensión en el aire.

— Sí, es difícil de creer, lo sé. Pero he descubierto que tengo la capacidad de manipular la magia. Y lo más importante, he estado investigando sobre la torre mágica y he descubierto que está ubicado en un lugar remoto y protegido por poderosos hechizos...

— Querida, esto es algo muy serio. ¿Cómo descubriste que tienes magia? ¿Qué tipo de poderes tienes?

Sofía explicó cómo había comenzado a notar extraños sucesos a su alrededor, como objetos que se movían sin explicación y sensaciones de energía en su interior. Luego, buscó información y encontró un antiguo libro de hechizos en la biblioteca de su abuela, donde descubrió su verdadera naturaleza mágica.

— No sé exactamente qué tipo de poderes tengo, pero estoy dispuesta a aprender y controlarlos. Es por eso que tengo que ir a la torre mágica...

Los padres de Amalia se miraron, procesando la información que acababan de recibir. Aunque estaban sorprendidos y preocupados, también podían ver la determinación en los ojos de Sofía.

— Amalia, no podemos negar que esto es algo inesperado y desconocido para nosotros —dijo el padre de Amalia—. Pero si realmente tienes poderes mágicos, es cierto que tienes que saber como controlarlos, y más por que de ser así aquí ya no estarás segura.

La madre de Amalia asintió, expresando sus miedos y agregó.

— Luego de la bruja albina, ya no permitieron que los portadores de magia en este imperio, practicarán esas artes y los pocos que lo hacían eran castigados con la muerte. Si es verdad lo que dices es mejor que vayas a la torre, ellos te cuidarán.

Sofía miró impresionada a la mujer, puesto que esto jamás había pasado en sus libros, Amalia sí que había dejado volar su imaginación y creado una secuela de lo más complicada, complicada para ella, claro estaba.

Sofía asintió, comprendiendo la gravedad de la situación. Sabía que su descubrimiento la colocaba en una posición peligrosa, pero también entendía que debía aprender a controlar sus poderes y encontrar un lugar seguro donde pudiera desarrollar su magia sin temor a represalias.

— Entiendo sus preocupaciones y agradezco su consejo —respondió Sofía con seriedad—. Iré a la Torre Mágica para aprender a controlar mis poderes. Prometo tener cuidado y no ponerme en peligro innecesariamente.

Los padres de Amalia asintieron, aunque aún mostraban preocupación en sus rostros.

— Hija, te apoyamos en tu misión y estaremos aquí esperando noticias tuyas —dijo la madre de Amalia—. Por favor, mantente a salvo y no dudes en pedir ayuda si la necesitas.

Sofía agradeció a los padres de Amalia por su apoyo y prometió mantenerlos informados sobre sus avances. Sabía que el camino que tenía por delante no sería fácil, pero estaba decidida a enfrentar los desafíos que vinieran con tal e salir de allí.

Después de despedirse de los padres de Amalia, Sofía se preparó para partir hacia la Torre Mágica. Sabía que su viaje sería peligroso y lleno de incertidumbre, pero también estaba llena de determinación y esperanza, partiría a la mañana siguiente es por eso que luego de cenar se acostó a dormir.

La mañana llegó y Sofía al ver el rostro triste de los padres de Amalia, sintió pena por ella, pero aun así se dijo, que cuando todo eso acabará, ellos recuperarían a su hija y está historia sería como si nunca hubiera existido. Luego de listarse, se dirigió al comedor y se encontró no solo con sus padres sino que con dos jóvenes muy apuestos y de aspecto formidables. Estos eran Dylan y Eric Miller, los hermanos mayores de Amalia, al ver a su pequeña hermana bajar las escaleras ambos corrieron prácticamente en su dirección y abrazándola con fuerza, dijeron.

— Hermana, no sabes cuanto te he extrañado.

— Oye bruto, suéltala, o la romperás.

Dylan quien era el más pequeño de ambos la soltó suavemente y al ver la cara de su hermana completamente roja dijo con preocupación.

—¿Hermana, te sientes bien? ¿Te hice daño?

Sofía al sentir el nerviosismo en la voz del joven solo pudo asentí levemente, pero sus pensamientos eran todo un caos.

—[Tranquila Sofía, piensa en la biblia, estos chicos ahora son tus hermanos, no puedes mirarlos así o se darán cuenta.]

Mientras que Sofía seguía perdida en sus pensamientos, y solo salió de ellos cuantos el otro joven también la rodeo con sus brazos.

— Hermana no sabes cuanto te extrañe...

De pronto Gregorio, apartó a sus muchachos de su hija y rodeándolo con sus brazos dijo.

— Es suficiente, dejen a mi niña tranquila, que ahora es el turno de papá.

El hombre abrazó cálidamente a su hija y Sofía solo pudo sonreír y corresponde a su abrazo. Una vez se separaron este volvió a hablar.

— Avísanos cuando podremos ir a visitarte, no tardes mucho en volver, sabes que tanto tu madre como yo no podemos estar mucho tiempo lejos de ti.

Sofía sonrió con algo de tristeza, puesto que a ella le hubiera encantado tener unos padres así, pero apartó esos pensamientos, puesto que Lizbeth, empezó a llorar y entre lágrimas la abrazo.

Tanto su padre como hermanos miraban la escena conmovida, hasta que la mujer por fin decidió soltarla y luego de desayunar todos juntos entre risas, por fin dejaron partir a Amelia.

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