Me voy

Definitivamente algo estaba frío. El corazón de Lucie no estaba palpitando, estaba temblando, rodeado por un témpano de hielo que se hacía más grande con cada hora que pasaba.

Imagina la sensación de sacar el corazón de tu pecho y meterlo en un balde de agua helada una y otra vez sin parar, eso era lo que Lucie sentía en estos momentos.

Tal vez parezca ridículo, pero ella ni siquiera pudo evitar comerse las uñas por los nervios y la ansiedad que sentía.

Julie y Sofie intentaron tranquilizarla, y lo consiguieron, pero nada más por las primeras horas de clase. Conforme pasó el tiempo, Lucie se sintió cada vez más angustiada.

Por suerte el profesor de química no llegó a dar clases porque se tomó el día libre, así que Julie y Sofie tuvieron una hora entera para de nuevo tranquilizar a su sensible amiga.

Lucie logró apaciguar su angustia pero; aún así, su estado de ánimo se mantuvo igual de cariacontecido.

Julie y Sofie odiaron profundamente al profesor Leo en ese momento. Que Lucie estuviera así de angustiada era solamente por culpa de él. Tener que ver a Lucie tan deprimida era algo que simplemente no podían dejar pasar. Si él la hacia sentir angustia, ellas la harían sentir paz. Ese fue un pacto entre ellas desde entonces.

Finalmente el día terminó. Julie y Sofie se despidieron de Lucie luego de pedirle nuevamente que tratara de no angustiarse demasiado. Y todas partieron a sus hogares.

Cuando Lucie llegó a su apartamento eran las cuatro y quince de la tarde. Faltaban prácticamente dos horas para que Leo llegara a casa también. Con eso en la cabeza, Lucie se dio un baño y se relajó un poco. Luego se apresuró a hacer las tareas de la universidad del día de hoy y las terminó.

***

Seis en punto. Lucie esperó pacientemente sentada en el sofá a que Leo llegara a casa. Cuando ella se proponía algo, daba su mejor esfuerzo por conseguirlo; por esta razón, se propuso a estar lo más calmada posible para el momento de su llegada.

Mientras Lucie estaba sentada en el sofá recordó que había helado en la nevera; no obstante, se privó de degustarlo solo para que Leo no la encontrara devorando un dulce postre como si nada le importara.

Pasados unos minutos, la puerta se abrió. Leo llegó.

Leo se quedó ahí de pie cuando vio a Lucie sentada en el sofá.

Lucie ni siquiera lo volteo a ver y mantuvo su mirada serena puesta al frente.

Leo cerró la puerta y avanzó hasta el comedor, puso su maletín sobre la mesa, se quitó la corbata y la dejó en la mesa. Acto seguido, se dio la vuelta, se dirigió hacia el sofá y se sentó en la esquina izquierda.

Lucie estaba en el medio del sofá, pero cuando Leo se sentó, ella se alejó lo más posible de él hacia la derecha.

Ambos parecían dos depredadores de la misma especie esperando el mínimo descuido para atacarse mutuamente; sin embargo, la situación no era exactamente así.

Estaban a punto de tocar un tema que para ambos era muy delicado.

Leo volteó la mirada hacia Lucie tenuemente y Lucie hizo igual. Los dos se sostuvieron la mirada en completo silencio sin mostrar expresión alguna.

Después de un momento, Lucie fue la que habló: “¿Y? ¿... Vas a explicarme qué pasa?”

Leo volteó la mirada y bajó su vista hacia la mesa de centro mientras frotaba las manos en sus piernas.

“¿Quién era la mujer que estaba contigo en el café?”

Lo único que Lucie quería era saber la verdad, solo eso. Saber cuál era la razón de su cambio de comportamiento. Escuchar por qué había sido tan dolorosamente frío con ella los últimos días. Entender por qué le estaba ocultando cosas de manera egoísta.

Leo había tardado mucho tiempo en armarse de valor y confrontar la situación. A pesar de que él supo desde el primer día qué lo que hizo estuvo mal, y que tenía la obligación de contárselo a Lucie. Esta vez ya no podría posponerlo más. Tenía que confesarle todo de una vez. Esa era su realidad ahora.

Lucie esperó a que Leo hablara luego de pedirle que respondiera su pregunta. Aguardó por un momento, hasta que Leo se decidió a hablar.

“Era Lisa.”

“¿... Lisa?”

En primera instancia Lucie no supo a quién se refería. Pero entonces recordó que Leo ya había mencionado ese nombre anteriormente en el pasado, así que le preguntó al respecto para confirmar si lo que temía era correcto.

"¿Lisa tu primer amor?"

Leo asintió.

¿Qué quería decir esto? ¿Solo dirías el nombre de una persona cuando alguien te pregunta sobre ella? Leo solamente dijo su nombre y nada más. Él se quedó completamente callado. Ni siquiera intentó explicar el por qué de los hechos.

Infinidad de preguntas vinieron a la cabeza de Lucie en ese momento, pero, haber escuchado secamente esa respuesta de parte de él, le bastó para formular la siguiente pregunta:

"... ¿Aún la amas?"

Leo no se movió, ni siquiera un milímetro, ni dijo nada, ni volteó hacia Lucie de inmediato para negar que eso no era así y para decir que ella estaba equivocada. En cambio permaneció completamente en silencio con la mirada puesta hacia abajo.

¿Tienes el valor para decir su nombre pero no tienes las agallas para responder una simple pregunta? Eso era lo que decía la rabiosa mirada de Lucie al verlo ahí callado, sin obtener respuesta de su parte.

Te haré otra pregunta... Pero respondeme, por favor...

“... ¿... Me amas a mí?”

La voz de Lucie se quebró.

Silencio. Silencio absoluto. Otra vez silencio. Leo no contestó.

Lucie estaba al borde del llanto.

¿Por qué no respondes?

Luego de sentir ese repudiado silencio como una estaca adentrándose muy lentamente en toda la extensión de su corazón, Leo dijo algo que realizó el efecto de hacer aún más doloroso ese sufrimiento en Lucie. Cuatro palabras bastaron para hacerlo.

“Yo... lo siento, Lucie.”

Una lágrima cayó por la mejilla de Lucie, y su llanto se desbordó.

Un lo siento. Se supone que se utiliza para disculparse, más para Lucie se sintió como una arma filosa deslizándose sobre su piel. Esa frase fue suficiente para hacerla llorar.

Todo este tiempo lo que Lucie había querido era obtener una respuesta, al menos una. Pero por más que se esforzaba no lo conseguía. Intento tras intento, fracaso tras fracaso. Ya no podía más... Pero ahora que la obtuvo, ¿en qué resultó? En un llanto... un sollozo que le dolía.

“¿Por qué Leo? ¿Por qué lo hiciste?”

Lágrimas empezaron a emanar de los ojos de Leo al oírla.

“Perdón, Lucie... Yo... En verdad lo siento.”

Él sigue disculpándose pero ni siquiera se atreve a decir el motivo de sus disculpas. Todo fue como: Ya lo sabes, lo siento, perdóname. La verdad, esa era una manera muy lamentable de encarar las cosas. Si haces algo mal deberías asumir las consecuencias de tus actos, eso es lo que diría el papá de Lucie; sin embargo, es un poco entendible que él esté absolutamente apenado. ¿Qué se hace cuando se comete un error? Pedir disculpas, y él lo hizo; no obstante, eso no explicaba el por qué de sus acciones.

“Significa que...” empezó a decir Lucie, mientras lágrimas corrían por sus mejillas, “¿... ya no te importo...? ¿Eso es...?”

“... No, Lucie. No es... Yo...”

Pese a haberla interrumpido, pretendiendo esclarecer las cosas, Leo no pudo encontrar las palabras que de alguna manera lograran apaciguar el llanto de Lucie, y calló, otra vez.

Lucie no quería tener que aguantar otro silencio más, incluso ya no podía; siendo así, se levantó de una y corrió hacia su dormitorio, entró y cerró la puerta. Acto seguido, se lanzó sobre la cama y lloró, como nunca antes lo había hecho.

Leo permaneció en el sofá e incluso desde ahí podía escuchar los sollozos de Lucie. Leo tenía la mirada perdida en la nada, mientras lágrimas caían por sus ojos. Al mismo tiempo, el llanto de Lucie entraba por sus oídos como hilos friccionando sus pensamientos de completa culpabilidad. En su mente podía ver claramente la imagen de una Lucie destrozada y herida. Lo peor de todo, era que él sabía que Lucie había resultado así únicamente por su culpa.

***

Media hora pasó y Lucie aún no salía del dormitorio. Ella había parado de llorar al rato de haber entrado, pero luego de eso hubo un completo silencio en el apartamento.

Leo seguía sentado en el sofá esperando a que Lucie saliera. De vez en cuando escuchaba algún ruido provenir del dormitorio, pero él pensaba que tal vez solo era su imaginación.

Luego de casi pasada una hora, la puerta del dormitorio nuevamente se abrió, y Leo volteó su cabeza inmediatamente.

“Lucie.”

Lucie salió de la habitación con una maleta y su bolso puesto, cerró la puerta, avanzó hacia la salida y abrió la puerta principal.

Leo la vio hacer todo eso y en seguida se levantó, rodeó el sofá, y se puso a un metro detrás de Lucie.

“¿Lucie?”

Lucie se detuvo frente a la puerta desde la parte de adentro y permaneció callada por un momento... Pero luego dijo:

“Me voy, Leo.”

Ella esperaba que al menos esta vez él dijera algo, siquiera un: No te vayas. Si él le dijera algo como eso, aun así ella se iría. Pero de cualquier manera le dolía saber que él ni siquiera lo intentó. Leo no dijo nada.

Lucie salió del apartamento y se marchó.

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Comments

Ventus🐇Hydor ⚕️♾

Ventus🐇Hydor ⚕️♾

Estoy llorando también, porque Leo no hizo algo, pobre Lucie ella no se merecía eso.
Pdt: Me caen bien las amigas de Lucie, siempre hay apoyándola

2023-08-15

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