Lucie
Si no le das mucha importancia a los asuntos del paciente número 22, puedes terminar con más problemas de los que tenías...
Esa era una frase que mi abuela solía decir siempre que... qué importa. Era un dicho que se decían los enfermeros de su época entre ellos para afrontar los asuntos complicados de su día a día.
Una pregunta sin resolver puede llegar a ser el detonante de una serie de nuevas preguntas que se postran en dudas innumerablemente angustiosas.
El paciente número 22 era un paciente común, pero que se quedó sin habla luego de casualmente preguntarle a la enfermera qué tan probable sería que él se quedara mudo, pues la enfermera le había dicho que él era el paciente que más preguntas le hacía; de modo que, al poco tiempo, ella se hartó de él y comenzó a ignorarlo...
Pero luego de un rato, la enfermera notó algo extraño en él... El paciente número 22 ya no le hacía más preguntas; sin embargo, su comportamiento había cambiado completamente...
La enfermera empezó a preocuparse un poco y a preguntarse si acaso era por su culpa que el paciente estaba así...
Luego de pensarlo un rato, ella decidió llamar al doctor. Pero fue demasiado tarde...
El paciente número 22 había sufrido un ataque cerebral, lo que le provocó afasia: un trastorno que afecta la manera en que te comunicas.
La enfermera se sentía realmente mal por no haber prestado suficiente atención al paciente número 22. Pero en realidad, no fue culpa suya lo que sucedió. Fue algo que simplemente pasó. Ella no podría haber hecho algo.
Después de que eso ocurrió el paciente número 22 no volvió a ser el mismo.
El dicho del paciente número 22 aconseja a no pasar por alto los asuntos que parecen ser no tan importantes, al igual que te advierte lo que podría suceder si decides ignorarlos... En resumen, es un consejo bastante aflictivo y un tanto pesimista.
Solo ve a la enfermera. Ella decidió evadir el asunto, para luego darse cuenta de que algo estaba marchando mal y que probablemente era por causa de su descuido. Se sintió preocupada y empezó a llenarse de angustia, hasta el punto de tener que pedir ayuda al doctor porque no se atrevió a averiguarlo por su cuenta por miedo a saber si en realidad era culpa suya lo que le sucedía al paciente. Y al final quedó definitivamente desesperada...
Yo más que nunca la comprendo completamente. Yo también ignoré lo que ocurría con Leo...
Supongo que todos en algún momento de la vida tenemos que lidiar con nuestro propio paciente número 22. Eludir las cosas solo las convierte en problemas. Y el tener que experimentar algo similar a eso, hace que me sienta igual de desesperada que la enfermera...
***
Si alguna vez conoces a alguien que estudia enfermería y entablas una conversación con esa persona, seguramente una de las preguntas más comunes que vendrían a tu mente al momento de tocar el tema sería: "Oye, ¿por qué decidiste estudiar enfermería?" Y de seguro esperarías una respuesta como: "Lo decidí porque me gusta ayudar a los demás." O quizás algo más cliché como: "Lo decidí para poder salvar vidas."
Cualquiera de esas respuestas es válida. Y en cierta forma, son la verdadera razón por la que alguien decide estudiar esa carrera. Pero; pese a eso, siempre hay algo más por lo que decides hacerlo...
En mi particular, yo siempre supe que quería ser enfermera desde pequeña, porque me parecían impresionantes los uniformes que mi abuela y mi mamá utilizaban para ir a su trabajo...
Quizás por el hecho de que veía a papá usar un traje común y corriente como cualquier otro señor para ir al trabajo todos los días...
Cuando veía a todos esos hombres caminando por la calle muy temprano en la mañana, dirigiéndose a sus trabajos, no podía distinguir entre todos ellos qué clase de oficio ejercía ninguno, o saber cuál era su labor exactamente...
En cambio, siempre que veía a una mujer usando un traje blanco con una cofia de enfermera sobre su cabeza pasar por la calle, sabía que ella era igual que la abuela y que mamá. Y yo quería ser igual que ellas. Por eso decidí estudiar enfermería.
***
Ir a la universidad significa un cambio de vida para cualquiera. Al igual a como lo fue en la primaria o la secundaria... Tienes nuevas rutinas, nuevos deberes, conoces nuevas personas, adquieres nuevas costumbres y aprendes de todo acerca de ese nuevo mundo. Básicamente, debería ser provechoso.
En mi primer año en la universidad me di cuenta de que realmente no era tan sencillo estudiar enfermería. Tenía que poner todo mi empeño y dedicación si en realidad quería graduarme. Como cualquier buen estudiante en su primer año de ingreso, yo estaba decidida a algún día lograr mi objetivo. Afortunadamente, mi abuela y mi mamá ya me habían advertido sobre lo complicado que podía ser; así que, yo estaba relativamente preparada.
En mi segundo año en la universidad ya había conseguido hacer algunos amigos y aprendido muchas cosas nuevas, además de haber superado cualquier inseguridad que me impidiera lograr mi objetivo. Me llevaba bien con los profesores, y entregaba mis tareas a tiempo... También conocí a Sofie, quien en poco tiempo se convirtió en mi mejor amiga...
Hacíamos todo juntas, y salíamos todos los domingos, sin falta, a donde sea que dos chicas universitarias pudieran ir. Era muy divertido estar con ella. Ambas estudiábamos lo mismo y nos ayudábamos la una a la otra. El tiempo pareció pasar más rápido ese año.
En mi tercer año en la universidad todo marchó divinamente. La primavera hacía que mi cuerpo se sintiera en las nubes al sentir el cálido aire fresco entrar en mis pulmones... Las solitarias nubes nadaban en el cielo sin rumbo... Las aves cantaban en los aires, lo cual me hacía sonreír alegremente... Y sin darme cuenta, Sofie y yo teníamos a una nueva mejor amiga entre nosotras...
Julie paso a formar parte de todas nuestras discusiones y conversaciones en la universidad. Y también se unió a nuestras salidas de los domingos...
Era alguien tan amigable y tan divertida, que encajó perfectamente con nosotras dos.
Y nos convertimos en un grupo de tres. Tres mejores amigas en la universidad y en donde sea. Ese año, sin duda, fue uno de los mejores de mi vida.
En mi cuarto y último año en la universidad ocurrió algo que ni siquiera yo me esperaba. Dejemos de lado todo lo demás y hablemos sobre eso...
El año pasado todos tenían bien sabido que el profesor de Matemáticas; Joseph, se jubilaría, así que el rector de la universidad, junto a los profesores y los estudiantes, organizaron una fiesta sorpresa de despedida para él. Todo salió perfecto. El profesor Joseph estuvo tan feliz que hasta se le salieron algunas lágrimas cuando le dimos la sorpresa. Fue un momento muy cautivador.
No obstante, en la mente de todos rondaba una pregunta. ¿Quién sería el nuevo profesor de Matemáticas el próximo año?
Las clases iniciaban en febrero, y con ello terminarían las dudas...
Y así fue... Un día Lunes del mes de febrero llegó el nuevo profesor de Matemáticas a la universidad. Fortuitamente, a su primera clase del día asistió el curso de cuarto año de enfermería al cual yo pertenecía.
“Buenos días a todos. Mi nombre es Leo, y seré el nuevo docente de Matemáticas a partir de ahora. Espero poder ser lo suficientemente competente para esta universidad.”
Cuando lo vi, sentí algo tronar dentro de mí. Como si un candado hubiese sido abierto. Me paralicé al sospechar, que esa puerta que se encontraba en algún lugar dentro de mi corazón, había sido al fin descubierta.
“Si no hay ningún inconveniente, por favor, comencemos con la clase.” (Dijo Leo, volteándose hacia la pizarra.)
“Oye, Lucie. ¿Qué te ocurre? Pareces una estatua.” (Dijo Sofie.)
“Ah, ehh... No es nada...”
Una chica universitaria enamorada del profesor de Matemáticas, suena como a cliché de una novela para adultos, ¿no? Pero, ¿quién diría que algo así me sucedería a mí?
En la mayoría de los casos se trata de estudiantes ilusionadas con lo genial y sabio que es su maestro; obsesionadas completamente con un romance platónico, que solo en sus más profundos sueños lograrían realizar.
Yo, soy alguien que se propone objetivos, y en poco tiempo lo conseguí... Pero no se equivoquen, yo no estaba simplemente ilusionada. Déjenme decirles la verdad: Me enamoré.
“Lucie. Quiero que me presentes con tus padres.”
Llevábamos apenas unas semanas de estar saliendo cuando Leo me dijo eso.
Su mirada reflejaba su valor y osadía. Y mi rostro únicamente podía expresar dos palabras: Te amo.
¿Se imaginan el coraje que hay que tener para presentarte ante los padres de tu novia, sabiendo que eres 15 años mayor que ella, y que además, eres su profesor en la universidad? Yo estaba temblando de los nervios ese día. Pero, por alguna razón, Leo estaba completamente sereno.
“Mucho gusto. Mi nombre es Leo. Es un placer conocerlos.”
Yo ya había hablado con mis padres antes de eso. Les dije que estaba saliendo con alguien y que quería que lo conocieran. Obviamente, les dije quien era él. No puedo imaginar que habría sucedido si les hubiera dicho ese mismo día que se trataba de un profesor de la universidad... Haberme anticipado a hacerlo fue un alivio.
“Mucho gusto, profesor,” (dijo el papá de Lucie.) “Así que, usted es el sujeto que está saliendo con mi hija Lucie. Espero que sepa que yo confío mucho en ella; y que por esa misma razón, me gustaría también poder confiar en usted.”
“Muchas gracias por recibirme en su casa, señor. Puede estar seguro de que me esforzaré por ganarme su confianza. Sé que Lucie estaría muy feliz, de ser así.”
Al parecer, Leo estaba acostumbrado a hablar con suma cortesía. A mi papá le agrado al instante. Aunque ciertamente aún tendría los ojos puestos encima de él.
“Lucie es muy importante para nosotros.” (Dijo la mamá de Lucie.) “A fin de cuentas, es nuestra única hija. Y siempre buscamos lo mejor para ella. Quiero suponer que usted hará igual.”
“Puede estar segura de que así será, señora. Mis intenciones con Lucie son las mejores.”
Todo salió perfecto ese día. Mis papás conversaron con Leo sobre muchos temas acerca de mí y referente a sus intenciones a futuro para conmigo. Ya saben, lo normal. Mi papá incluso contó algunos chistes que a Leo le hicieron bastante gracia. O al menos así parecía. Nunca sabré si solo rio por compromiso o si realmente ambos tienen un sentido del humor muy similar.
Mamá estuvo muy feliz de conocer a Leo. Él era el primer novio que tenía. Y estuvo contenta de saber que era "alguien tan educado y servicial, al igual que amigable y considerado." Palabras de mi madre, eh.
Bueno, y el resto es historia...
Cuando veo hacia ese pasado no muy lejano, siento como si en cualquier momento fuese a despertar. Todo esto me parece un sueño, pero no me gusta mucho el rumbo que han tomado las cosas.
Los sentimientos de Leo, ahora más que nunca, son lo suficientemente confusos como para que yo no sea capaz de descifrarlos. Quisiera saber si siquiera él mismo sabe qué es lo que está sintiendo ahora. Por nuestra relación... por su amor... por mí... ¿Acaso... ya no me quiere a su lado...?
... Estoy molesta... Esto es fastidioso.
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Updated 28 Episodes
Comments
Blush✨☃️
Me siento tan emocionada y apasionada por tu historia que no puedo esperar a leer el siguiente capítulo. Actualiza pronto, por favor. 🥰
2023-08-07
6
Tít láo
Me encanta la trama de la historia, estoy segura de que tendrás mucho éxito como escritora.
2023-08-07
4