7:14 am.
Leo y Lucie se estaban preparando para ir al zoológico. Ellos debían estar allí antes de las ocho.
Ambos se encontraban en el dormitorio. Leo ya estaba casi listo, él se sentó en una silla en una esquina de la habitación mientras se ajustaba los zapatos. Él vestía camiseta y shorts militares, conjunto que acompañaría con una gorra de ala al estar en el zoológico.
A Lucie tampoco le faltaba mucho para estar lista, pero estaba viéndose al espejo porque se encontraba indecisa de su apariencia. Ella vestía camisola y shorts, con un chaleco de gabardina sin mangas. Sobre la cama estaba depositado un sombrero de safari que Lucie se pondría más tarde cuando estuviera en el zoológico.
Mientras Lucie posaba frente al espejo también hablaba con su mamá por teléfono.
“Está bien, mamá. Quizás llegaré un poco tarde, pero ahí estaré.”
Lucie prometió que iría a casa de sus padres luego de que terminara su cita en el zoológico.
Ya tenía varios minutos de estar hablando con su madre. Se preguntaron la una a la otra cómo la han pasado y cómo estaban de salud. Ya saben, lo típico. La mamá de Lucie le preguntó cómo le estaba yendo en la universidad y cómo estaban las cosas entre ella y Leo, a lo que Lucie respondió que estaban bien, pero esa pregunta le hizo sentir como si su mamá en realidad supiera que "algo" había estado pasando en su relación los últimos días. Al parecer las mamás sí poseen un sexto sentido o algo así, pensó Lucie. Aunque tal vez eso fue pura coincidencia, a fin de cuentas era su madre y es normal que le pregunte ese tipo de cosas.
“No, mamá, ¿cómo crees?”
Sus padres en serio querían verla, pues tenían semanas de no reunirse con ella. Por eso su mamá le insistió muchas veces durante toda la llamada de que no se olvidara de pasar a visitarlos.
“Oye, Leo. ¿Qué te parece? ¿Me veo bien?” preguntó Lucie mientras seguía posando en el espejo.
Leo, todavía sentado en la silla, la observó y dijo: “Eh, sí,” y luego se paró y se dirigió hacia la mesa de noche que estaba junto a la cama para revisar su mochila.
Lucie solo lo observó sin hacer ningún gesto ni queja; en cambio, siguió hablando con su madre.
“De acuerdo, mamá, nos vemos luego. Saluda a papá de mi parte. Adiós, los quiero.”
Leo estaba al lado de la cama revisando si en su mochila estaba todo en orden. Lucie le había pedido llevar la comida que ella preparó para el pícnic de la hora del almuerzo, además de varias botellas de agua que necesitarían para estar bien hidratados.
Cuando vas al zoológico caminas mucho y la mayor parte del tiempo la pasas bajo el sol, por eso es importante estar preparados. Por eso mismo Lucie llevaba en su mochila bloqueador solar, su propia botella de agua, una muda de ropa para cada uno por si acaso, y unas gafas de sol, que no eran para el sol, sino para no perder el estilo.
“Iré a casa de mis padres luego de nuestra cita,” le dijo Lucie a Leo, apartándose del espejo, al fin decidiendo que su vestimenta era aceptable para la ocasión. “Mamá dice que papá ya ni siquiera recuerda como me veo. ¡Ah, por favor! Tan solo tengo un par de semanas de no visitarlos... Mamá te manda saludos, dice que me cuides bien de los demás tigres en el zoológico, ji, ji.”
Leo asintió y siguió revisando su mochila.
7:30 am
Lucie y Leo tomaron el tren.
***
8:05 am
“Buenos días, damas y caballeros. Mi nombre es Nicolás. Y quiero darles la bienvenida al zoológico y santuario, Jesse.”
Sin siquiera saberlo, Lucie y Leo llegaron justo a tiempo para poder unirse al recorrido que haría un guía del Zoológico. Uno pensaría que eso se podría hacer únicamente pagando una tarifa extra o algo así, pero, "cualquiera que esté dispuesto a unirse al recorrido que solo ofrece el zoológico y santuario, Jesse, será bienvenido." (Palabras del guía Nicolás.)
“Yo seré su guía, y estoy a sus órdenes,” continuó el guía Nicolás. “Si en algún momento del recorrido alguien tiene una pregunta o duda, puede sentirse libre de preguntar.”
La multitud guardó silencio y solo siguieron observando los alrededores.
El grupo al que dirigiría, a pie, el guía Nicolás, estaba conformado por unas 30 personas. Entre ellas se encontraban hombres y mujeres, niños y niñas, algunos señores y señoras de edad, y una que otra pareja de enamorados; categoría a la cual pertenecían Lucie y Leo. Aunque lo de enamorados no era algo que saltaba mucho a la vista proviniendo de ellos.
“Si todos están de acuerdo, empezaremos ahora.” Concretó el guía Nicolás, dando un solo aplauso.
“¡Qué emocionante!” Exclamó Lucie entre la multitud.
Lucie y Leo se encontraban en la parte de atrás del grupo.
“La última vez que estuve en un zoológico fue en un viaje de la escuela, ji, ji.”
Lucie parecía un niño entrando a un parque de diversiones por lo entusiasmada que se veía. Pero sobre todo, su buen ánimo mayormente provenía por estar consiente de la situación actual. Ella y Leo estaban en una cita en el zoológico por primera vez. Ambos vivirían la misma experiencia porque estaban juntos. Eso era algo que a Lucie le llenaba el corazón de calidez. Pasear por ahí y ver animales interactuando entre ellos, a Lucie esa idea le parecía algo romántico. Podría hacerse la tonta y preguntarle a Leo por los nombres de algunos animales desconocidos para que luego él la tomara del hombro y la apretara hacia su pecho mientras le explica esto y aquello. La sola idea hace que Lucie se sonroje un poco.
Después de un momento, el recorrido comenzó y la gente empezó a caminar. Lucie tomó a Leo de la mano y ambos avanzaron con el grupo.
“Oye, Leo, ¿cuándo fue la última vez que visitaste un zoológico?” Preguntó Lucie mientras observaba aquí y allá.
“No lo recuerdo muy bien,” respondió Leo, también observando aquí y allá, “pero creo que fue en un viaje con mis amigos de la universidad. Quizás tenía tu edad en ese entonces.”
“¡No lo digas así!” dijo Lucie, recargándose con su otra mano en el hombro de Leo. “Me haces sentir como si aún fuera una colegiala.”
“¡Ka! ¡Lo siento!” clamó Leo algo incómodo por la presión que ejercía Lucie en su hombro.
“Bah, olvídalo.” Dijo Lucie, liberándolo de su peso. “¡... Ehh, mira! ¡Ahí están los conejos!” Esa frase fuera de ser algo que diría una colegiala, se parecía más a lo que diría una niña de primaria al ver por primera vez a un simple conejo. Si algo no le faltaba a Lucie eso era su espíritu juvenil, eso sin duda.
Y así, el recorrido continuó. Pasando de los conejos hacia las capibaras; a las cuales Lucie llamó conejotes sin orejas, lo que provocó que el guía Nicolás se carcajeara antes de dar una explicación más detallada sobre ellos.
Los avestruces, los pumas, y serpientes de cascabel, todos ellos fueron admirados y fotografiados por la multitud.
Cuando llegaron a la zona de los leones africanos, Lucie se aferró fuertemente al brazo de Leo. Pues al parecer, ella les tenía un poco de miedo. Y no ayudó mucho el hecho de que justamente era la hora de que los leones tomaran su desayuno; por lo que, se veían tan hambrientos y con sed de sangre. Lucie incluso juró ver una lápida con su nombre escrito en los ojos de una de esas bestias. En cambio, Leo estaba atento viéndolos comer, según él era la primera vez que veía algo así.
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Updated 28 Episodes
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Candela Antunez
¡Me dejó sin palabras!
2023-08-05
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