Ciaran giró su cabeza, solo para encontrarse a Caesar, con un arma humeante en la mano, indicando que él le había disparado al alfa ebrio. Los ojos bicolores, sin vida alguna, observaron como se desplomaba ese cuerpo frente a él.
El impacto del alfa contra el suelo generó un instante de silencio sepulcral. Grey y Ciaran se miraron perplejos, sin poder creer lo que acababan de presenciar. El alfa yacía inerte en el suelo, su cuerpo inmóvil y su rostro cubierto de sangre. El aire estaba cargado de tensión, mientras la escena se desenvolvía en una mezcla de asombro y desconcierto.
El instante de confusión fue interrumpido por el sonido apresurado de pasos aproximándose al lugar. Otros guardias finalmente llegaron al pasillo, alarmados por el ruido y la conmoción. Se acercaron rápidamente al cuerpo del alfa, tratando de evaluar su estado y brindarle asistencia médica. Aunque, era obvio que había muerto al momento de ser impactado.
—Mierda —maldijo Grey y escuchó atentamente lo que le decía Caesar, aunque Ciaran no supo de qué hablaban, pues su mente seguía divagando. No era la primera vez que veía gente muerte, pero sintió algo extraño. Un calor inesperado le subió por todo el cuerpo. Eran vestigios de su celo, estaba entrando en celo en ese preciso momento.
De repente, Grey le tomó de la mano y empezó a jalarlo de nuevo hasta la habitación. Ciaran no se movió.
—¿Qué haces? Muévete. Tengo que sacarte de aquí porque no sabes lo fea que está la cosa ahora —explicó Grey, pero el omega ni se inmutaba. Caesar se había marchado—. ¿No sabes lo que pasa? Caesar ha matado a un socio importante de su padre y lo único que podrá calmar la ira de Mikahil es que se te entregue a ti para la venta. Es lo único que podría dañar lo suficiente a Caesar —añadió con molestia.
Ciaran sonrió de repente, causando miedo en Grey, quien lo soltó rápidamente.
—No pasa nada, Grey. ¿Dónde están ahora? Tengo que ir a pedir disculpas por este inconveniente.
(…)
La sala estaba envuelta en un tenso silencio, interrumpido solo por los murmullos de los presentes que compartían el mismo sentimiento de incredulidad y furia. Caesar y Mikahil, padre e hijo, se enfrentaban en un enfrentamiento verbal lleno de ira y resentimiento.
Las miradas de los alfas y omegas presentes se centraron en la escena, ansiosos por presenciar la confrontación entre los dos hombres poderosos. Los rostros tensos reflejaban una mezcla de asombro, indignación y una pizca de temor ante la audacia de Caesar al matar al socio de su propio padre.
Las palabras resonaban en la sala, cargadas de rabia contenida y desprecio mutuo. Mikahil, con su presencia imponente, arremetía con acusaciones y reproches hacia su hijo, cuestionando su lealtad y su falta de control. Mientras tanto, Caesar respondía con una determinación inquebrantable, defendiendo sus acciones y desafiando la autoridad de su padre.
Las voces se elevaban, llenando la sala con un clamor de indignación y ofensa. Otros alfas no podían creer lo que escuchaban, pues la muerte de un socio era un acto impensable en su código de honor. Las miradas de desaprobación se dirigían hacia Caesar, mientras que algunos omegas se encogían de miedo ante la agresividad y la hostilidad del ambiente.
La tensión en el aire era palpable, cada palabra pronunciada por Mikahil y Caesar parecía aumentar la ira y la animosidad en la sala. La atmósfera se cargaba de electricidad, como si en cualquier momento estallara en una confrontación física.
Mientras la discusión se prolongaba, la sala se convertía en un campo de batalla emocional, con sentimientos de traición, resentimiento y orgullo herido, inundando el ambiente. Los presentes se veían arrastrados por la fuerza del conflicto, sin saber cómo acabaría esta disputa entre padre e hijo.
El aire estaba cargado de tensión mientras Mikahil, con ojos llenos de furia y desprecio, ordenaba que trajeran al omega macho. Su voz resonaba por toda la sala, causando un escalofrío en los presentes. Era evidente que Mikahil no iba a permitir que su hijo saliera impune de sus acciones y estaba dispuesto a utilizar al omega como un arma en su juego de poder.
Los alfas y omegas presentes se encontraban atónitos ante las palabras de Mikahil. Era inconcebible para ellos que un omega masculino, considerado una rareza y a menudo objeto de desprecio en su sociedad, pudiera desencadenar tal enfrentamiento entre padre e hijo. Sin embargo, Mikahil veía en esa situación la oportunidad perfecta para enseñarle una lección a Caesar y recordarle su lugar en la jerarquía.
Caesar, aunque enérgico y desafiante, se enfrentaba a la realidad de que su padre tenía el poder y la influencia para hacer cumplir su voluntad. A pesar de su resistencia, comprendía que, en ese momento, estaba en desventaja frente a las decisiones de Mikahil. Sus ojos reflejaban una mezcla de frustración, preocupación y determinación mientras luchaba por encontrar una solución que protegiera a su omega.
Aunque, los sonidos provenientes del pasillo rompieron la tensa atmósfera de la sala, capturando la atención de todos los presentes. La expectación y la curiosidad se apoderaron de los rostros de alfas y omegas por igual, mientras las puertas se abrían de par en par, revelando la figura majestuosa y desafiante de Ciaran, el omega del que tanto se hablaba en ese momento.
Ciaran entró en la sala con una confianza imponente, como si fuera consciente del impacto que su presencia tenía sobre todos los presentes. Su belleza era inigualable, irradiando una elegancia que desafiaba cualquier expectativa que se tuviera de un omega masculino. Su sonrisa se dibujó con gracia en sus labios, y sus ojos brillaron con una mirada desafiante mientras se posaban en los dos alfas que discutían acaloradamente.
El silencio invadió la sala, ya que todos quedaron fascinados por la figura imponente y segura de sí misma que presentaba Ciaran. Las miradas se dirigieron hacia él, las palabras quedaron suspendidas en el aire y los rostros reflejaron una mezcla de sorpresa, admiración y curiosidad. Era evidente que su presencia había cambiado el rumbo de la discusión y había capturado la atención de todos los presentes.
El poder y la fuerza que emanaban de Ciaran no pasaron desapercibidos. Su actitud desafiante y su aura enigmática llenaron la sala de una energía que antes no se había sentido. Incluso los más escépticos no pudieron evitar sentirse atraídos por su magnetismo y presencia arrolladora.
—¿Qué pasa, señores? ¡Música! Que el show acaba de empezar…
Cierre primer arco: Ese extraño.
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Comments
Sencillamente, amo. /Sob/✨
2025-01-06
2
Estrella Guadalupe Martinez Vera
hay me tienes es ascuas que irá a pasar 😱😱😱
2024-12-31
2