—Dijiste que me comprarías lo que quisiera… Quiero a los omegas. Al chico y la pelirroja. Cómpramelos, ¿sí? Y no dejes que nadie los toque —pidió Ciaran, mostrando una expresión de pena y sufrimiento. Caesar abrió la boca, impresionado, pero luego le sonrió.
—De acuerdo, compro omegas para Ciar… —accedió el alfa y tomó su celular para marcarle a alguien. Ciaran suspiró aliviado de que Caesar accediera a su capricho. No esperaba que fuera tan fácil, pero no se quejaría—. Dije que Ciar compra lo que sea. Si quiere omega, omega para Ciar.
Pasados unos minutos, Ciaran observó cómo se acercaba el guardia designado por Caesar, Grey. Llegaba junto a los omegas. Ambos parecían aterrorizados por todo lo que se imaginaban. Ciaran notó que Grey tenía una fijación excesiva en el omega de ojos verdes, pues lo miraba con preocupación y anhelo.
La ironía de la situación no escapó a Ciaran. Por un lado, se le antojaba cómico el contraste entre el genuino y protector, Grey y el ensimismado omega, perdido en sus propios pensamientos. Sin embargo, también sentía una profunda tristeza al ver cómo el omega parecía escapar de la cruda realidad, refugiándose en su propio mundo de ensoñación.
Por otro lado, la pequeña omega se había acurrucado a un lado del omega con la expresión más aterradora del mundo. Era tan frustrante ver como todos luchaban con sus infiernos interiores, pero, por fuera, se veían tan miserables. O, al menos, eso pensaba Ciaran.
—¿A dos omegas vas a comprar? —preguntó Caesar y Ciaran asintió sin ignorar las miradas de sorpresa de todos los presentes—. Bien, dame un rato… —dijo el alfa y se alejó de ellos mientras marcaba otro número en su celular.
Ciaran notó las miradas de confusión en los ojos de Grey. Parecía incapaz de comprender la extraña dinámica entre Ciaran y Caesar, pero optó por guardar silencio y seguir adelante.
La pelirroja, por otro lado, continuaba soltando lágrimas de pena, su expresión llena de angustia. Era evidente que estaba pasando por un momento de gran sufrimiento y temor. Ciaran no dijo nada para no crear falsas ilusiones, pero estaba seguro de que había logrado ayudarla.
El omega de cabello castaño, por su parte, solo le dirigió una mirada fugaz antes de ocultar su rostro detrás de su cabello. Parecía reservado y distante, tal vez atrapado en sus propios pensamientos y preocupaciones. Ciaran sintió una pizca de empatía hacia él, comprendiendo la sensación de estar encerrado en ese lugar y la lucha interna que debía estar experimentando.
(…)
Con dos omegas bajo su protección, Ciaran se encontraba en una encrucijada. Aunque habían sido llevados a una habitación que Caesar había solicitado especialmente para esa noche, no se sentía completamente seguro. Sabía que, a pesar de las precauciones tomadas, no podía confiar plenamente en la protección que les ofrecía el quinto piso del hotel anexo al casino.
Caesar demostraba ser un alfa extremadamente cauteloso y exigente. Había alquilado todo el piso y colocado a una docena de hombres como guardias para garantizar que nadie se acercara a ellos. Ciaran encontraba su exagerada actitud desconcertante, pero al observar que otros alfas también tomaban medidas similares, comenzó a entender que esto era una característica común entre ellos.
Ciaran tuvo que regresar con Caesar a la reunión después de la pausa que hicieron por las llamadas que hizo el alfa para comprar a los omegas. Aunque, tal y como lo previó Ciaran, nadie le negó nada a Caesar.
Volvieron a tomar la posición anterior; Caesar sentado frente a la gran mesa redonda cargada de vasos, cartas y alfas con sus omegas, y Ciaran sobre él, apoyado sobre su pecho. Todos bebieron mientras que jugaban, apostaban y se reían, de vez en cuando, alguno manoseaba al omega de turno para luego continuar. Era tan desagradable ante los ojos de Ciaran, que no sabía cuánto más aguantaría.
La sala estaba llena de alfas y omegas entregados al juego y al placer desenfrenado. Ciaran sentía el ambiente cargado de tensión y egoísmo, como si cada uno de ellos solo buscara su propia satisfacción sin importar las consecuencias. Los rostros cansados y desesperanzados de los omegas solo acentuaban su descontento.
Mientras observaba el picahielo con punta diamante, su mente se llenaba de pensamientos oscuros. Fantaseaba con la idea de tomarlo y hacer estallar la violencia en esa sala, liberando a los omegas de su opresión. Pero sabía que era solo una fantasía, una vía de escape momentánea de su propia impotencia.
Caesar, ajeno a la tormenta interna de Ciaran, continuaba jugando y socializando con los demás alfas. Parecía disfrutar del poder y el control que ejercía sobre aquellos a su alrededor. Ciaran, por su parte, sentía una mezcla de rechazo y fascinación hacia el alfa, una dualidad que lo confundía aún más.
Ciaran se sintió atrapado bajo la mirada inquisitiva de un alfa ebrio. Su sonrisa con dientes de oro y la esmeralda brillante en uno de ellos le provocaron una sensación de repulsión y malestar. Mantuvo la compostura, pero su mente comenzó a buscar desesperadamente una forma de escape de esa situación incómoda.
El alfa ebrio seguía observándolo, sus ojos cargados de intenciones maliciosas. Ciaran sintió un escalofrío recorrer su espalda y decidió apartar la mirada, concentrándose en la mesa y en los movimientos de las cartas. Ansiaba que aquella noche llegara a su fin y poder escapar de ese lugar asfixiante.
Un escalofrío recorrió el cuerpo de Ciaran cuando sus ojos se encontraron con el tatuaje en la mano del alfa ebrio. Era una serpiente, un símbolo que había marcado su pasado traumático. Las imágenes de su secuestro y tormento se desataron en su mente, inundándolo de miedo y angustia.
El corazón de Ciaran empezó a latir desbocado y su respiración se volvió entrecortada. Sentía como si el aire se le escapara de los pulmones, atrapado en un remolino de recuerdos dolorosos. Las manos le temblaban y su cuerpo se tensaba ante la presencia de aquel alfa, que parecía disfrutar de su desasosiego.
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 58 Episodes
Comments
Estrella Guadalupe Martinez Vera
malditos Alfas yo sé que no todos son así pero estos abusadores de niños merecen la peor de las muerte pobre Ciaran ojalá y casare lo saqué de ahí pronto
2024-12-31
2