09: Ese extraño; un hermoso omega.

—Anda, criaturita, sal de ese vestidor que necesito verte.

Horas después de la partida de Caesar, Kei llegó a la mansión. Ciaran fue arrastrado por el beta a través de los interminables pasillos de la imponente residencia. No tenía idea de a dónde lo llevaban ni qué iban a hacer, pero confiaba en que Kei tenía un plan bien trazado.

Finalmente, llegaron a una hermosa camioneta blanca estacionada frente a la mansión. Ciaran se sorprendió por la elección del vehículo, ya que esperaba algo más discreto. Sin embargo, decidió no hacer comentarios al respecto y se subió al automóvil.

El trayecto en la camioneta fue tranquilo. Ciaran observaba el paisaje a través de la ventana, perdido en sus pensamientos. Pronto, llegaron a una lujosa tienda, cuya fachada indicaba prestigio y elegancia. Aunque no era su costumbre comprar ropa en tiendas convencionales, se adaptó rápidamente a la situación.

Dentro de la tienda, Ciaran fue recibido por vendedores atentos que ofrecían una amplia selección de prendas. No pudo evitar sentirse abrumado por la cantidad de opciones, pero Kei lo guio con seguridad a través de las diferentes secciones.

Ciaran probó varias prendas, seleccionando cuidadosamente las que más le agradaban y se ajustaban a su estilo. A medida que se miraba en el espejo, apreciaba la calidad y el diseño de las ropas que ahora vestía. Aunque prefería la ropa hecha a medida, no podía negar que las prendas de la tienda le sentaban bien y le brindaban una apariencia elegante.

—No, te he dicho docenas de veces que este no es mi color —renegó el omega dentro del vestidor. Kei le había ordenado vestir un bonito traje de pantaloncitos cortos color coral y camisa con moño en tonos corales. El pantaloncito corto le quedaba a la perfección, realzando sus esbeltas piernas. La camisa de manga corta se ajustaba elegantemente a su figura, resaltando sus atributos. Ató el moño con destreza alrededor de su cuello, dándole un toque sofisticado a su apariencia.

Al verse en el espejo, Ciaran quedó sorprendido por el resultado. El color coral resaltaba su tez y sus rasgos, dándole un aspecto fresco y juvenil. El conjunto completo transmitía un aire de sofisticación y estilo. Pero lo odiaba.

—Sal de una buena vez, Ciar —dictaminó Kei, logrando que Ciaran saliera con una expresión de enfado en su rostro—. Te queda perfecto, aparte eres tan hermoso que no me sorprende que todo te quede tan bien. Hasta siento envidia. Pero, ¿todos los omegas son así de agraciados? No conozco muchos, aunque, sin pensarlo, diría que eres el más bonito de todos. Tus ojos son un toque realmente, no sé, ¿precioso? Eres más alto que la mayoría y tienes una figura muy atractiva…

—¿De qué hablas? Me veo como árbol de navidad… A mediados de agosto, ¿Qué te pasa? —protestó Ciaran viéndose en el espejo. Detestaba el color, el diseño, odiaba todo acerca del traje. Lo hacía ver adorable, deseable, como un cordero. Qué asco.

—¡La navidad se adelantó este año! Además, no te queda nada mal —objetó Kei, dedicándole una sonrisa cargada de emoción.

—Me veo ridículo. ¿Por qué debo vestir esto que me hace ver como un completo bocadillo de media tarde?

—Entiende algo, Ciar… No sé cómo decir esto sin que suene extremadamente sexista, horrible y asqueroso, pero es porque eres omega —respondió el beta y lo miró con preocupación—. Así funciona, sobre todo, en esas reuniones en donde los alfas van a exhibirse, mostrando sus autos de lujo o último modelo, trajes caros y joyería de punta. Y no pueden faltar el entretenimiento de calidad; los omegas. Los llevan bien vestidos, con trajes ajustados que acentúen su figura, perfumados y cargados de gemas preciosas, solo para que todos puedan deleitarse con esas bonitas caras tristes. Es algo repugnante, pero así funciona aquí. Ni se te ocurra decir esto porque nos desaparecen, ¿escuchaste? —advirtió, señalando al omega con una expresión seria. Ciaran asintió sin mucho ánimo.

—Sí, es lo más sexista que he escuchado en toda mi vida. No quiero vestir esto —se negó Ciaran y llamó a la empleada que los estaba atendiendo. Ella se acercó con una enorme sonrisa en su rostro, dispuesta a ayudarlos—. ¿Podría traerme un conjunto similar, pero en negro? —La mujer asintió y fue en busca de lo pedido.

—¿Negro? ¿En serio? —recriminó Kei con obviedad—. ¡Es el color número uno que los omegas no puedes usar!

—¿Y? No lo usaré para el Casino, pero si Caesar me dijo que comprara lo que quisiera, compraré lo que quiera… —se excusó Ciaran y tomó el traje que le acercó la empleada antes de meterse al vestidor.

Cuando salió, por fin, sintió que era él. Amaba el color y, si bien era demasiado escotado, le agradaba en demasía.

—¿Tiene que ser negro? Hay otros colores, Ciar. No sé, ¿verde? Mira ese, es amarillo —señaló Kei un atuendo similar, pero en tonalidades amarillentas—. ¿Por qué negro?

—Porque estoy de luto, mis ganas de vivir han muerto de nuevo —respondió Ciaran sin pensar demasiado. Estaba extasiado, se miraba en el espejo y amaba cómo se veía—. En serio, qué bien me veo en este…

Kei no supo qué decir, lo cual, era una sorpresa. Realmente le preocupaba las acciones de Ciar, pues, creyó que ya había perdido la cordura. Se puso de pie y le pidió a la empleada otros trajes. Afortunadamente, encontraron un traje muy lindo de color celeste que al omega le gustó lo suficiente como para decidirse por él.

—Vamos a almorzar por ahí y sigamos. Tenemos que verte otras prendas, algunos conjuntos casuales, zapatos. Tal vez, accesorios para combinar con el traje de mañana. Podrían ser un zafiro o… una aguamarina. Le quedaría perfecto a tus ojos. Intentemos encontrar una gema que tenga azul y morado. Te verás encantador con un diamante… digo, los omegas se ven bien con cualquier gema. Podríamos verte unas hermosas esmeraldas para el traje verde que compramos. O unos rubíes para el otro… Amo salir de compras…

Ciaran rodó los ojos y siguió al beta hablador por toda la ciudad.

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