Grey se detuvo en un rincón estratégico de la sala, donde se encontraban otros individuos, entre alfas y omegas, sumidos en sus propias actividades. Ciaran permaneció a su lado, tratando de absorber todos los detalles del entorno mientras se acostumbraba al caos y la energía del lugar.
El omega notó las miradas escrutadoras que recibía por parte de algunos alfas y la curiosidad latente en los ojos de los omegas presentes. Se sentía expuesto, como si estuviera bajo la lupa de todos aquellos que lo rodeaban. Sabía que debía mantener su máscara de sumisión y vulnerabilidad, aunque en su interior ardía una determinación feroz.
Mientras esperaba el inicio de la reunión, Ciaran se esforzó por mantener la calma y la compostura. Su mente trabajaba a toda velocidad, buscando posibles salidas, analizando las caras y las actitudes de los presentes. Sabía que debía encontrar una oportunidad para escapar de aquel lugar y reclamar su libertad.
Caesar apareció de repente, desencadenando una atmósfera llena de burlas y risas en el lugar. Ciaran no entendía las palabras que eran lanzadas en rumano, pero podía percibir la carga de desprecio y vergüenza dirigida hacia los omegas masculinos. Mientras los demás alfas se mofaban de su presencia, Caesar permanecía imperturbable, sin dejarse afectar por las burlas y los comentarios despectivos.
Con una sonrisa suave en los labios, Caesar le indicó a Grey que se retirara y que enviara a los otros omegas de regreso al vehículo. Ciaran observó cómo el beta se alejaba, dejándolos solos en medio de aquel ambiente hostil y cargado de prejuicios.
Caesar invitó a Ciaran a sentarse junto a él, creando un contraste evidente entre su figura imponente y la fragilidad del omega. A pesar de sentir que era una decisión poco sabia, Ciaran aceptó la invitación y se acomodó sobre el regazo de Caesar. El alfa rodeó su cintura con su brazo, brindándole una sensación de protección y calor.
Desde esa posición, Ciaran pudo apoyar su cabeza en el pecho de Caesar, escuchando el ritmo de sus latidos y sintiendo el aroma cálido y reconfortante que emanaba de su piel. Aunque se encontraba en medio del bullicio y la burla, el omega se sentía distante de todo aquello, como si estuviera observando el juego desde lejos.
Mientras los demás alfas se regocijaban en su desprecio hacia los omegas masculinos, Caesar permanecía sereno, sin dejarse arrastrar por la negatividad del ambiente. Su presencia imponente y su indiferencia ante las burlas demostraban una fuerza interior que Ciaran admiraba y, al mismo tiempo, le inspiraba una mezcla de curiosidad y cautela.
Una joven beta se aproximó a ellos, sosteniendo una bandeja con vasos llenos de un líquido transparente que Ciaran supuso que era vodka. La mesera se acercó a su posición y, con una suave sonrisa, depositó dos vasos sobre la mesa. Caesar tomó uno de los vasos sin vacilar y luego extendió el otro hacia Ciaran, ofreciéndoselo con amabilidad.
—Bebe, no pasa nada —susurró Caesar al oído del omega pelinegro.
El omega dudó por un momento, consciente de las posibles consecuencias de aceptar el vaso de alcohol. Sabía que debía mantener su mente clara y estar alerta ante cualquier situación que pudiera surgir. Sin embargo, también comprendía que rechazar el gesto de Caesar podría despertar sospechas y poner en peligro su plan de escape.
Con cautela, Ciaran tomó el vaso entre sus manos, sintiendo el frío del cristal contra su piel. Miró a Caesar a los ojos por un instante, buscando indicios en su expresión, pero solo encontró una mirada serena y desprovista de malicia. Finalmente, decidió confiar en su instinto y dar un sorbo al vodka, permitiendo que el líquido ardiente le quemara ligeramente la garganta.
El sabor fuerte y amargo del vodka se extendió por su boca, dejando una sensación de calor en su cuerpo. A pesar de la tensión que lo rodeaba, Ciaran se permitió relajarse por un momento, dejando que el alcohol calmara sus nervios y le diera un respiro temporal de la incertidumbre que lo rodeaba.
Mientras bebía, Ciaran observaba a las personas a su alrededor, captando fragmentos de conversaciones y risas estridentes. Notaba cómo los alfas exhibían su poder y dominio sobre los demás, mientras los omegas se sometían a su voluntad en busca de protección y favor.
Ciaran, sintiéndose un poco sofocado por la atmósfera cargada y el bullicio del lugar, decidió que necesitaba tomar un respiro de aire fresco. Se volvió hacia Caesar y, con timidez, le pidió que le permitiera salir un momento. Para su sorpresa, el alfa accedió de inmediato, asintiendo con una sonrisa amable.
El alfa lo condujo fuera de la sala principal y hacia un pasillo más tranquilo, apartado del ruido y la agitación de la fiesta. Ciaran pudo sentir el cambio inmediato en la atmósfera, ahora más tranquila y serena. Mientras caminaban juntos, Caesar le dedicó una mirada cálida y gentil, como si entendiera la necesidad de Ciaran de alejarse un poco del caos que los rodeaba.
El omega aprovechó el breve momento de tranquilidad para inhalar profundamente el aire fresco de la noche, llenando sus pulmones y permitiendo que su mente se despejara. Observó a Caesar a su lado, notando cómo la tenue luz de los pasillos iluminaba su rostro, resaltando sus rasgos masculinos y su expresión serena.
—¿Ciar bien? —inquirió Caesar—. ¿En el auto bien?
—Ah, sí. Llegué bien… aunque no sé lo que sucedió con los otros omegas que iban conmigo. ¿Se quedaron en el auto? ¿Son tuyos?
—No, esos omegas se venden. Paga quien quiera divertirse con ellos y paga más si se lo queda… —explicó el alfa con una extraña expresión pegada al bonito rostro—. Pero Ciar no es como ellos, nadie te toca ni lastima…
—Compra esos omegas para mí —ordenó Ciaran, provocando que el alfa enmudeciera, confundido con las palabras del pelinegro.
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Comments
Estrella Guadalupe Martinez Vera
opzss y será que le conceda su deseo 🤔
2024-12-31
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