14: Ese extraño; sabe demasiado.

El alfa, ajeno a las turbulencias internas de Ciaran, continuaba con su sonrisa maliciosa, como si supiera el efecto que estaba causando en el omega. Ciaran luchaba por mantener la compostura, pero la mezcla de miedo y rabia que lo invadía era abrumadora.

Sus ojos se encontraron una vez más, y Ciaran pudo percibir la malicia en la mirada del alfa. Era como revivir su peor pesadilla, enfrentarse a sus captores una vez más. Los recuerdos dolorosos se entrelazaban con la realidad, distorsionando su percepción y desencadenando un torbellino de emociones incontrolables.

Voy a descuartizar tu horrible existencia.

Con cada fibra de su ser, Ciaran se obligó a mantener la calma, a ocultar sus emociones detrás de una máscara imperturbable. Aunque por dentro se sentía vulnerable y aterrado, sabía que debía ser astuto y encontrar una oportunidad para arreglar todos los preparativos antes del gran evento que ya tenía planeado.

El ambiente en la habitación se volvía cada vez más opresivo para Ciaran. Las risas forzadas y los juegos de poder entre alfas y omegas creaban una atmósfera asfixiante. Ciaran, en su intento de sobrevivir a esa situación, se sumergió en el alcohol, buscando un escape temporal de la realidad que lo rodeaba.

El vodka quemaba su garganta mientras cada trago se convertía en una forma de adormecer sus sentimientos y atenuar el estrés que lo invadía. Sin embargo, incluso el alcohol no podía borrar por completo la angustia que sentía al presenciar el trato degradante hacia las omegas y su propio papel en esa cruel dinámica.

Las omegas, sometidas a las demandas de los alfas, se esforzaban por complacerlos, ocultando su miedo y malestar detrás de sonrisas forzadas. Algunas parecían haberse resignado a su triste realidad, mientras otras mostraban una fragilidad palpable, temblando con cada mirada lasciva o comentario despectivo.

Ciaran, con su experiencia pasada, entendía el tormento que aquellas omegas estaban viviendo. Sentía empatía por ellas, pero también una profunda rabia hacia los alfas que las sometían a tal humillación. Sin embargo, su posición como omega masculino lo dejaba en una situación complicada, sin el poder necesario para enfrentar abiertamente a sus opresores.

Mientras la noche avanzaba, Ciaran se daba cuenta de que estaba atrapado en un juego en el que las reglas no le favorecían. Era consciente de que necesitaba ser cauteloso y encontrar una oportunidad para escapar, no solo por su propia supervivencia, sino también para liberar a las omegas que estaban siendo explotadas.

Con cada vaso vacío, Ciaran se volvía más consciente de la urgencia de la situación. La resistencia al alcohol le permitía mantener cierta lucidez, pero también sabía que debía tener cuidado de no exponerse demasiado. A medida que la noche avanzaba y la tensión se intensificaba, Ciaran se aferraba a la esperanza de encontrar una salida, una oportunidad para cambiar el destino de todos los involucrados.

En cierto punto, Caesar le susurró algo que no pudo descifrar. Se puso de pie y lo siguió hasta el pasillo. Le acarició suavemente el rostro y un fuerte ruido hizo que Ciaran se sobresaltara sin quererlo. Eran disparos. Dentro de la sala en la que estaban jugando, empezó un tiroteo y Caesar parecía muy relajado al respecto. Supuso que era normal, aunque lo sintió por las omegas.

—Grey —llamó Caesar al beta, parado detrás de ellos—. Otvedite yego v komnatu. On ustal, tak chto sledite za nim, poka on ne zasnet, i ne puskayte nikogo v komnatu, poka ya ne vernus', khorosho? —ordenó en ruso. Ciaran lo entendió perfectamente, pero no comprendía su repentino cambio después de tanto. Aunque, le daba más curiosidad el porqué de que hablara un poco de su idioma. Nunca le preguntó y, claro, Caesar tampoco le dijo nada.

—Da ser —respondió Grey. Ciaran entendió que el beta debía llevarlo hasta la habitación y cuidarlo hasta que se durmiera. Que no dejara que nadie ingresara a la habitación hasta que Caesar regresara.

Bingo.

—Por aquí —indicó Grey, captando la atención del pelinegro. Miró a Caesar, interrogándolo con la mirada. Necesitaba saber cuánto se demoraría para ajustar su plan con base en eso.

—Tranquilo, Ciar… Regreso pronto —susurró Caesar y se dio media vuelta antes de marcharse. Ciaran suspiró y siguió a Grey por el ancho pasillo del hotel.

Al llegar a la habitación, Ciaran se dejó caer en la cama, buscando un momento de relajación después de la agotadora noche. Observó a Grey, el beta que lo había acompañado, y notó su mirada curiosa. El beta se acercó con cautela, intentando no parecer demasiado intrusivo.

—Eh... ¿Por qué has hecho que el avtoritet comprara a los omegas? —preguntó Grey con precaución, consciente de que estaba tratando con un omega perteneciente su jefe o señor.

Ciaran suspiró y se acomodó en la cama, buscando las palabras adecuadas.

—Lo hice porque quería, no por pena —respondió Ciaran, tratando de ocultar su verdadero motivo. Sin embargo, notó que Grey parecía preocupado por algo más.

—¿Habló contigo? —preguntó Grey con tristeza en su voz, mostrando una genuina preocupación por el omega.

Ciaran asintió, recordando brevemente su breve conversación con el chico de ojos verdes.

—Solo cruzamos un par de palabras... ¿Cómo se llama? —preguntó Ciaran, intentando indagar más sobre el omega que parecía tener un significado especial para Grey.

El beta suspiró y murmuró el nombre "Kendall" con tristeza, como si evocara algún tipo de dolor.

—¿Quieres comprarlo? —La pregunta de Ciaran sorprendió a Grey, quien levantó la cabeza con expresión de desconcierto. En ese momento, un aroma extraño llenó la habitación, captando la atención de ambos.

—No, no, yo nunca... —intentó explicar Grey, su voz cargada de confusión.

Ciaran observó al beta con atención, dejando que el aroma peculiar se disipara lentamente en el aire. Sus pensamientos se agolparon en su mente, tratando de entender lo que acababa de descubrir.

—Tú... eres un alfa —murmuró Ciaran, asimilando la revelación. La habitación se llenó de un silencio incómodo mientras ambos procesaban la información.

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