capítulo 9- irresistible...

El Marqués miraba por todos lados, pero no encontraba una forma de huir, no había camino libre, pero seguramente si gana tiempo, los granjeros pronto verán el fuego y acudirán a apagarlo, es ahí donde dejará en evidencia a Martina.

— pobre Marqués Monique, no solo fue despojado y expulsado, también fue atacado por crueles bandidos.—

Martina baja del caballo, si el Marqués cree que ella usará su fuego para quemarlo, esta muy equivocado, apaga las cortinas de fuego y se queda ahí parada, el Marqués no desaprovecha la oportunidad para correr, aunque no llega lejos, una flecha atraviesa su pierna y cae, Martina, llevaba un arco en la mano, el Marqués intenta ponerse de pié, pero nuevamente una flecha atraviesa su cuerpo, esta vez en su espalda y otra en su hombro, esto solo hace que intente seguir arrastrando su cuerpo, pero Martina se acerca y le corta clava la espada en su espalda.

— lo siento tío, pero esto es personal, si tan solo tu hijita hubiera sido de ayuda en el pasado, esto pasaría.— Martina le vio dar su último suspiro, ahora solo falta desgacerse de Ariel.

Camina de regreso hacía el carruaje, Sabina ya había sacado a las dos mujeres que estaban atadas de las manos.

— maldita, debí suponer eras tú...— menciona Ariel.

—¿quien más si no yo? Debo asegurarme que la basura no regrese.—

— sabrán que fuiste tú, los aliados de mi padre te eliminarán.—

— los aliados de tu padre, pronto estarán con ustedes.—

Martina deja salir una risa, mientras que su doncella Sabina la pasa una espada, Ariel al verla de inmediato la reconoce, ya que ha visto a Sabina antes acompañando a Zack, solo que en lugar de una ropa que luce como de un plebeyo, llevaba el uniforme de la guardia élite del emperador.

— n-no puede...t-tú...no puedes permitir esto...debes decirle al emperador.—

— su majestad el emperador sabe de esto, lady Ariel. Estoy aquí para supervisar que todo salga bien.— Sabina le deja ver una sonrisa.

Y antes de que pueda decir algo más, la espada atraviesa su pecho, la marquesa grita al ver a su hija en esas condiciones, pero suplica porque a ella la dejen vivir. Ariel escucha el llanto de su madre, mientras ella agoniza, la marquesa intenta alejarse arrastrándose, pero Martina atraviesa su pecho con la espada y la retira, la sangre de inmediato comienza a salir, la mujer agoniza al igual que Ariel y finalmente, ambas dejan de respirar, Martina deja salir un suspiro de alivió, pues en su vida anterior, esa familia fue parte de quienes le hicieron daño, así que no hay remordimiento alguno. El único que saldrá vivo es el cochero, en su regreso, Sabina lo dejo tirado cerca de una pequeña granja, aunque aún seguía con los ojos vendados y atado.

Después de unas horas finalmente habían regresado al palacio, aunque nuevamente entraron con un carruaje, tal como habían salido, estando dentro de la residencia, Sabina se retira a dormir, pero cuando Martina sube a su habitación, alguien ya la estaba esperando, era el emperador, quien estaba sentado en el sofá de la alcoba, este se pone de pie y camina hacia la rubia sujetando su mentón.

— parece que dulce emperatriz salió a dar un paseo nocturno...—

Martina estaba sorprendida, no esperaba ser descubierta de esa manera por el emperador. Sonríe tratando de no mostrarse nerviosa.

— un trío de cucarachas se escapo del palacio, tenía que hacerme cargo ¿no es eso lo que su majestad desea?—

— espero no haya quedado ninguna.—

— me encargué de todas. Ahora si me lo permite, quiero descansar.—

Martina se quita la capa y comienza a desvestirse, aunque el emperador la mire, quedando solo en ropa interior, el emperador por supuesto no aparta la mirada de ella, Martina tenía un buen cuerpo, cintura pequeña, pero buen trasero y sen*s grandes, cualquier hombre estaría embobado ante ella y el emperador no era la excepción.

Este se acerca y le sujeta con una mano de la cintura por detrás, apartando el cabello de la rubia para dejar al encubierto su cuello, el cual besa.

— lady Bennett ¿es acaso esta una invitación o solo gusta de jugar conmigo, dejándome ansioso? —

Martina se da la vuelta apartando a Caleb.

— ninguna de las dos, solo me estoy cambiando, no es mi culpa que usted haya llegado sin invitación.— le sonríe ladina.

Caleb no esperaba una respuesta así, todas las concubinas deseaban seducirlo, pero a ninguna le hizo caso, pero con Martina es diferente, la desea, quiere tenerla en su cama y hacerla suya, pero Martina solo sabe dejarlo ansioso.

— parece que su majestad está muy despierto esta noche.— la mirada de Martina se dirige hacia abajo.

Caleb usa la capa que tiene para cubrirse, era vergonzoso que reaccionará de esa manera solo por ver a la rubia semidesnuda.

— es normal, cualquier hombre reaccionará de esa manera si ve a una hermosa mujer desnudarse ante él.— 

— debería ir a consolarse con sus concubinas, aproveche que siguen vivas...—

Martina se da la vuelta pero de un momento a otro es derribada hacía la cama, teniendo a Caleb encima suyo, quien la mira a los ojos molesto.

— no me interesan esas mujeres, solo tu causas esto en mí...—

Martina dejo salir un jadeo al sentir como Caleb se restrego entre sus piernas, teniendo una evidente erecc*on. Ante aquel jadeo el emperador sonríe, mientras que Martina solo le observa, pero le rodea el cuello con los brazos, ante esto, Caleb termina por besarla, siendo correspondido el beso, un beso ansioso y voraz. Sus lenguas jugaban entre si, mientras Martina ahoga sus jadeos.

El resto de la ropa de Martina había quedado en suelo, junto a las ropas del emperador, este se degusta los sen*s de la rubia, los estruja y saborea entre sus labios, causando que el cuerpo de Martina se estremezca, sus manos estaba sobre los brazos del albino y este no se detenía, parecía desesperado por probar su cuerpo, dejo de atender sus sen*s, iniciando un camino de besos por su abdomen, bajando hasta perderse entre sus piernas, Martina arquea su cuerpo al sentir la leng*a moverse entre sus suaves pliegues, el emperador no se estaba conteniendo, lame y chup* con desesperación, en la habitación se escucha los jadeos de la rubia, mezclados con esos sonidos humed*s.

— m-majestad...—

Martina no pudo más y termino alcanzando su clim*x, su respiración era agitada, mientras que Caleb se reincorpora, relamiendose los labios y muestra una sonrisa ladina. Ver a esa mujer bajo suyo, respirando agitada y excitad*, era un deleite para él.

Se acomodo perfectamente entre sus piernas y empuja suavemente para adentrarse en ella, Martina siente un dolor punzante atravesar su espalda baja y vientre, aun estando segura y excitad*, el dolor era inevitable, en especial porque Caleb era bien dotado.

Lo sintió empujar hasta entrar por completo, pero para distraerla del dolor, Caleb se inclinó para besar sus labios, Martina corresponde el beso.

— me detendré si no puede...—

— no se atreva a detenerse.—

Aunque había dolor, el placer era mayor, Caleb siguió un ritmo suave, un vaivén lento, que poco a poco fue aumentando cuando Martina le aseguró que ya no había dolor, el plac*r había ganado, así que no dudo en aumentar el ritmo, era un empuje brusco, pero Martina se estremece, dejando salir sus gemid*s, lo cual le asegura a Caleb que ella lo esta disfrutando igual que él.

El acto era totalmente placentero, Martina nunca imagino sentirse de esa manera, ya que en su vida anterior fue diferente, pero ahora Caleb se estaba asegurando de que ambos lo disfruten, aunque sus movimientos eran bruscos, no había dolor, solo plac*r. Dos, tres, cinco movimientos más y ambos alcanzaron el clim*x, los dos sintieron esa descarga de ext*sis por todo su cuerpo...

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