Yulia acudió rápidamente a la habitación de Vincent, pero su rostro mostraba un notable susto al ver a Petrovic escupiendo sangre y luchando por respirar.
Vincent cerró la puerta con rapidez, sosteniendo el arma de Petrovic en su mano, apuntándola hacia Yulia. Ella se llenó de terror y quedó paralizada por un momento.
—Dame tu teléfono. —Pidió Vincent con autoridad.
Yulia estaba tan asustada que no podía moverse. Vincent, enfadado, agarró bruscamente el uniforme de Yulia y la atrajo hacia él, provocándole un sobresalto.
—Te dije que me des tu maldito teléfono. —repitió el mafioso con ira.
Yulia sacó su teléfono, pero sus manos temblorosas lo dejaron caer al suelo. Sin perder tiempo, Vincent recogió el teléfono y le exigió que lo desbloqueara. Tomando el teléfono, realizó una llamada.
—Vincent, gracias a Dios. —respondió la voz al otro lado del teléfono.
—Rhyna, estoy bien. No tengo mucho tiempo, necesito que hagas algo por mí. —ordenó el mafioso, poniendo el teléfono en modo de altavoz. —Quiero que investigues a Yulia Skolova.
—Un momento. —respondió Rhyna mientras se escuchaban los tecleo desde el otro lado. —Muy bien, Yulia Skolova, 29 años. Es una estudiante de medicina que está a punto de terminar su residencia para convertirse en cirujana general. —Al escuchar esta información, Yulia empezó a llorar y suplicar en voz baja.
Vincent interrumpe a Yulia para que calle y pueda seguir escuchando atentamente.
—Tiene dos hijos —añade Rhyna. —Un niño de 6 años y una niña de 2 años. Su padre falleció cuando ella tenía 12 años, y su madre vive con ella y su actual esposo en el edificio cinco, piso tres de 789 Lexington Avenue, Manhattan, NY 10017.
—Gracias, Rhyna. Informa a mis escoltas que vengan a buscarme al hospital. —¿En qué lugar estamos? —pregunta el mafioso. —Estamos en el piso tres, habitación quince. —Responde Yulia mientras comienza a atender a Petrovic. —Hablamos luego, Rhyna. —Cuelga, Vincent.
El ambiente en la sala se vuelve más tenso, y Vincent actúa con determinación, tomando el control como un jugador de ajedrez moviendo todas las piezas a su favor para dar un jaque mate.
—Esto es para que entiendas que no hay lugar donde tú ni tu familia puedan esconderse. Siempre iré tras ustedes, pero tú serás quien decida cómo lo haré, si de manera pacífica o violenta. —explica el mafioso.
—Por favor, señor, no haga daño a mi familia...
—Shhhhhh —interrumpe el mafioso. —Yo no les haré daño. Esa decisión la tomarás tú misma. En otras palabras, sabes lo que debes hacer, ¿está claro? —Dice el mafioso con un tono amenazante.
—Sí, señor. —Responde Yulia lleno de miedo.
—Lo primero que harás es salvarle la vida a este idiota, porque no quiero que muera de esa forma. Segundo, te encargarás de vigilar a Marsella o estar al tanto de sus movimientos y mantenerme informado. Uno de mis escoltas estará siempre con ella y se hará pasar por su hermano. Tercero, cada vez que termines tu turno, deberás pasar por una dirección que te enviaré a tu teléfono.
—Sí, señor. —contesta Yulia.
Vincent se acerca sigilosamente a Yulia, aumentando su tensión con cada paso. El mafioso levanta su arma y apunta a su cabeza, y Yulia comienza a llorar de terror. Sin embargo, Vincent pone su dedo en los labios de Yulia para indicarle que guarde silencio.
—Este idiota te ofrecerá muchas cosas para que me traiciones —dice Vincent con voz profunda y amenazante, mientras pasa su mano por el cabello de Yulia—. Pero no hay nada que él pueda ofrecerte que yo no triplique. Y como te dije antes, desobedecer a alguien que no sea yo será una sentencia para tus seres queridos —termina dando un beso en la mejilla de Yulia.
—No se preocupe, señor. Solo haré lo que me pide —responde Yulia con la voz entrecortada.
Vincent da la vuelta y se coloca junto a Petrovic, sonriendo al mirarlo.
—Eres un idiota, Petrovic —dice soltando una carcajada—. Cometiste el peor error de tu vida al dejarme con vida. Pondré todo mi imperio y mi poder en marcha para arrebatarte todo lo que tienes. No escatimaré recursos para destruirte.
La sonrisa burlona de Petrovic desaparece al escuchar la seriedad en las palabras de Vincent.
—Cuando salgas de aquí, cuídate muy bien, porque no habrá ningún lugar en el mundo donde puedas esconderte y que yo no pueda encontrarte. Lo haré cuando menos te lo esperes.
Los ojos de Petrovic reflejan pavor ante las frías y contundentes palabras de Vincent. Sabe que ha cruzado límites irreversibles.
—Puede que pasen días, meses o años, pero te destruiré. Espero que estés preparado, maldito hijo de puta.
Vincent sentencia su amenaza, ajusta su vestimenta y abandona el lugar. Sus guardias lo esperan preocupados en la salida del hospital, pero él les da a entender que está en buenas condiciones. Sube al coche con sus escoltas y solicita un teléfono, marcando un número.
—Buenas —responde la voz al otro lado.
—Seré breve, Marco. Marsella y yo fuimos atacados por Petrovic —comenta el mafioso.
—¡Dios mío! —exclama Marco con sorpresa—. ¿Cómo está Marsella? —pregunta con angustia.
—Está en coma —responde Vincent con frialdad—. Recibió un golpe fuerte en la cabeza y tiene un sangrado interno.
—¡No puede ser! —exclama Marco—. Iré allá de inmediato.
—Ven con Kozlov —dice el mafioso—. Yo me encargaré de Petrovic —finaliza cortando la llamada.
Vincent está furioso y preocupado por el estado de Marsella, pero al mismo tiempo mantiene la calma y la determinación frente a la situación con Petrovic.
—¿Hacia dónde nos dirigimos? —pregunta uno de los escoltas del mafioso.
—Al hotel. Necesito pensar con claridad —contesta Vincent mientras se recuesta en el asiento trasero.
Vincent sabe que debe tomar medidas y responder al ataque de Petrovic.
...⛓⛓...
Vincent regresó a su habitación y ordenó a su escolta que vigilara el lugar mientras él descansaba. Después de 8 horas de sueño, el mafioso intentó ponerse de pie, pero el dolor de su herida volvió a surgir. Al percatarse de ello, le indicó a uno de sus hombres que contactara a Yulia para que viniera a atenderlo. Pasados unos 30 minutos, Yulia llegó al hotel donde Vincent se hospedaba, llevando consigo los utensilios necesarios para curar al mafioso.
—¿Cómo está Marsella? —preguntó Vincent con preocupación.
Yulia, concentrada en su tarea, respondió:
—Hoy despertó del coma, pero aún está muy débil. —contestó.
Vincent esbozó una sonrisa, le preocupaba enormemente el estado de Marsella, la chica que había robado su corazón, pero también se sentía culpable, pues consideraba que todo esto era culpa suya. Estar con ella la ponía en peligro, y eso era un riesgo que él debía asumir.
—Es posible que no recuerde muchas cosas, incluso podría tener pérdida parcial o total de memoria. —comentó Yulia.
Esta noticia aumentó la tensión en el mafioso y su preocupación se intensificó.
—Necesito verla. —dijo el mafioso, lleno de preocupación.
—Señor, en este momento no es posible. El horario de visitas está cerrado.
Vincent fijó su mirada en Yulia, quien se puso tensa bajo su mirada.
—A mí nadie me da órdenes. —amenazó el mafioso.
Yulia tragó saliva antes de responder.
—Señor, disculpe, pero hoy no será posible. Si usted me permitió ayudarlo, déjeme hacerlo. Puedo acceder a las computadoras y registrarle como esposo de la señorita, lo que le otorgaría acceso sin restricciones a ella. Hoy ella necesita descansar. Puede visitarla mañana y ella estará mejor. Puedo hacer eso esta noche, aunque no sé cuánto tiempo me tomará.
El mafioso reflexionó durante unos segundos ante la propuesta de Yulia y asintió.
—Espero que esto no sea una artimaña, Yulia. Estás advertida.
Yulia comenzó a sentirse ansiosa ante todo lo que estaba sucediendo y las amenazas del mafioso.
—¿Qué le digo a Petrovic? El hombre al que dejé en la sala donde me encontraba.
Yulia tragó saliva ante la pregunta del mafioso.
—Me transmitió todo lo que usted me dijo, pero por escrito, ya que no podía hablar. Tuvimos que intervenirlo porque el golpe en su garganta afectó sus cuerdas vocales y su capacidad para hablar se verá afectada. Luego... —Hizo una pausa, conteniendo las lágrimas. —Amenazó diciendo que si no mataba a Marsella, iría tras mi familia. Dijo que, al igual que usted, era una persona peligrosa con muchos recursos a su disposición.
Yulia rompió a llorar frente a Vincent al revelarle la propuesta de Petrovic.
Vincent se acercó a ella y la tomó de los hombros.
—Tu familia está a salvo. Voy a ordenar que un grupo de escoltas vigile a tu familia y los mantenga protegidos. Pero esas mismas personas harán lo contrario si me desobedeces —le dijo el mafioso a Yulia.
—Presta tu teléfono —pidió Vincent. Yulia se lo entregó sin decir una palabra.
El mafioso llamó a Rhyna y puso el teléfono en modo de altavoz.
—¿Sí, Vincent? —preguntó Rhyna.
—Necesito que envíes un grupo de escoltas para proteger a la familia de Yulia Skolova, tanto de día como de noche, y otro grupo de escoltas para proteger a ella misma —ordenó Vincent.
—Entendido. Estará hecho para mañana —respondió Rhyna, y Vincent colgó el teléfono.
—Gracias, señor —agradeció Yulia.
—No me agradezcas, solo cumple con lo que se te ha pedido —contestó Vincent.
Yulia terminó de curar a Vincent y le suministró un calmante para el dolor. Se puso de pie para marcharse.
—Debo regresar, estoy de guardia esta noche. Le dejé unos analgésicos para que los tome cada 8 horas. Eso le ayudará aún más —explicó Yulia antes de salir de la habitación—. Mañana podrá ver a Marsella, señor.
—Espero que sea así, por tu propio bien —amenazó Vincent mientras se recostaba en su cama, y Yulia abandonó el hotel.
-J. Reyes.
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