Aún no me amas.

Marsella y Vincent se dejaron llevar por la pasión desenfrenada, como si no hubiera un mañana.

—Anhelaba esto tanto —susurró Marsella, asfixiada por los labios de Vincent.

—Yo también lo deseaba —respondió el mafioso, empujando a Marsella contra la mesa con pasión.

Marsella arrancó los botones de la camisa de Vincent mientras él se adueñaba de sus labios. Vincent soltó una risa ante el atrevimiento de Marsella y la levantó con facilidad, tumbándose junto a ella en el sofá cercano. Marsella se colocó encima de Vincent, quien acariciaba lentamente su cuerpo y desabrochaba su cinturón y pantalón. Una intensa oleada de adrenalina recorrió el cuerpo de Vincent, pero se contuvo para no dejarse llevar por completo. Marsella se deshizo de su blusa y, con calma, de su sostén, dejando al descubierto sus encantos. Vincent, incapaz de resistirse, dio un rápido giro y colocó el cuerpo de Marsella debajo del suyo, devorando sus labios y acariciándola con deseo. Marsella buscó el miembro del mafioso, pero en ese momento, Vincent detuvo bruscamente la intensidad y se separó por completo.

Vincent se levantó del sillón y tomó las prendas de Marsella, entregándoselas sin mirarla.

—Vístete de nuevo —dijo en un tono firme.

Marsella se sentía confundida por lo que estaba sucediendo. El placer que habían experimentado juntos se había detenido en dos ocasiones y desconocía los motivos de Vincent.

—¿Ha pasado algo? ¿Hice algo mal? —inquirió Marsella, buscando respuestas.

El mafioso suspiró antes de responder, dejando escapar un pesado suspiro.

—Te lo dije hace una semana, Marsella. Quiero que nuestra relación vaya más allá. Quiero que te entregues a mí porque realmente me amas, no porque me necesites.

Marsella se enfadó ante el comentario de Vincent.

—¿Estás insinuando que soy una mujer cualquiera? —preguntó con indignación—. ¿Que debido a mis problemas con Kozlov, voy a entregarme a cualquier hombre que se cruce en mi camino?

El mafioso llevó sus manos al rostro, frustrado por la mala interpretación de Marsella de sus intenciones.

—No, Marsella, no pienso que seas una mujer cualquiera, pero...

—Pues así es como me haces sentir —interrumpió Marsella—. Me haces sentir como si lo fuera.

La tensión comenzó a aumentar con cada palabra pronunciada.

—Esa no es mi intención, que te sientas así —contestó firmemente el mafioso—. Solo quiero que avancemos despacio, quiero apreciar y vivir cada momento contigo.

—Pero yo quiero entregarme a ti ahora —respondió Marsella—. Me haces sentir protegida y amada, y comienzo a tener sentimientos por ti.

—Precisamente por eso, Marsella —respondió él—. Lo has dicho tú misma. Estás empezando a tener sentimientos por mí. Quiero que cuando te entregues, no me quieras, sino que me ames.

—No puedo amarte en tan poco tiempo, Vincent, pero tengo muchas ganas de ti y deseo ser tuya. Sé que tú también me deseas —contestó Marsella, sonando un poco molesta.

—Mi cuerpo anhela el contacto con tu piel, pero aún no es el momento adecuado para que te entregues a mí —respondió Vincent—. He estado con muchas mujeres, más de las que puedas imaginar, porque me desean. Desean mi poder, mi cuerpo y que las posea, pero nadie ha querido amarme, y yo tampoco he permitido que eso suceda —dijo Vincent, con una expresión seria en su rostro.

Marsella mantuvo su mirada fija en el mafioso.

—No busco tu poder, pero sí quiero estar contigo, aunque de una manera distinta a lo que piensas. Sin embargo...

—Aun no me amas, esa es la verdad. —interrumpió el mafioso.

Con brillo en los ojos, Marsella sostuvo la mirada de Vincent.

—Pero sé quién eres, Vincent —expresó Marsella—, y no tengo miedo de entregarme a ti.

Vincent se acercó a Marsella y sujetó su rostro con una mano.

—Me alegra que te sientas así, Marsella. Pero te estás entregando a alguien que aún no conoces por completo. No solo quiero tu cuerpo, quiero que me ames profundamente.

Marsella apartó la mano de Vincent de su rostro y comenzó a vestirse. Estaba molesta, anhelaba entregarse a él y vivir ese momento de pasión, pero Vincent buscaba algo más en ella, algo que él mismo no estaba dispuesto a permitir que nadie experimentara.

—Marsella...

—No, Vincent, no quiero que me dirijas la palabra —interrumpió Marsella enfadada—. ¿Sabes por lo que he pasado?

—Lo entiendo, Marsella, pero necesito que me entiendas a mí también —respondió Vincent.

—No, tú no me entiendes. Cada vez que Kozlov me toca, me siento sucia. He soportado todo lo que mi padre y Kozlov me imponen, siguiendo el plan que tú mismo diseñaste, actuando en contra de mi voluntad. Solo quiero sentirme viva en otro cuerpo, y eso es algo que no puedes comprender —dijo Marsella entre lágrimas.

Vincent intentó tomar los brazos de Marsella, pero ella se resistió y rechazó su gesto.

—Aquí tienes la carpeta con las ideas que quería discutir contigo. Revísala si te interesa —sentenció Marsella y salió de la habitación.

Vincent quedó preocupado por la situación que había surgido. Entendía la posición de Marsella y lo que estaba experimentando debido al plan que él mismo había ideado, pero no deseaba tomar posesión de ella prematuramente, y eso no era la única razón que lo inquietaba.

...⛓⛓...

Después de varias horas de vuelo, Vincent salió al área de tripulantes del jet y encontró a Marsella recostada en una de las ventanas, perdida en sus pensamientos.

—Tus ideas para el proyecto son excelentes. Puedes hacer todos los cambios que consideres necesarios. —dijo Vincent, tratando de restablecer la conexión con Marsella.

Aunque Marsella todavía estaba enfadada por la reacción de Vincent ante su deseo de entregarse a él, y asintió de manera fría y continuó mirando por la ventana.

Preocupado, Vincent se llevó las manos a la cabeza. Marsella había malinterpretado las intenciones del mafioso, quien había dejado atrás su vida llena de excesos y perversiones gracias a los sentimientos que tenía hacia ella.

—Marsella, por favor...

—Vincent, no aquí. —interrumpió Marsella, dejando en claro que no quería discutir en ese lugar.

Vincent silbó, atrayendo la atención de sus escoltas, y con un gesto les indicó que abandonaran el área para que él y Marsella pudieran estar a solas.

—Marsella, solo quiero que vayamos despacio. Quiero disfrutar cada momento contigo, paso a paso, sin prisas ni desesperaciones. —explicó el mafioso, suplicante en su tono de voz.

Vincent no estaba acostumbrado a suplicar, pues su vida como asesino y líder de la mafia le enseñó a tomar lo que quería sin pedir permiso. Sin embargo, Marsella había logrado romper las barreras y despertar en él un deseo de complacerla de una manera distinta.

—Vincent... Yo también quiero disfrutar de nuestro tiempo juntos, pero todo lo que he vivido esta semana me ha dejado agotada. Solo quería liberarme y sentirme diferente, lejos de Kozlov y su control.

Vincent hizo una pausa antes de responder.

—Puedo hacerte sentir de muchas maneras en mi compañía, sin que sea necesariamente lo que buscas. —sugirió Vincent.

Marsella clavó su mirada en Vincent, con los ojos brillantes y a punto de derramar lágrimas.

—No entiendes del todo. Quiero entregarme a ti, pero no solo por el sexo. Quiero sentir algo más profundo, algo que trascienda eso. No quiero darte solo mi cuerpo, quiero compartir otras emociones contigo. —explicó Marsella.

Vincent intentó tomar la mano de Marsella, pero ella se resistió. El mafioso se puso de pie y dio unos pasos, tratando de encontrar una solución.

—Entonces, explícame. Dime por qué crees que no entiendo. Necesito entender, pero también quiero que me entiendas a mí. —pidió Vincent. —Quisiera que ambos lleguemos a un entendimiento.

Unas lágrimas se deslizaron por las mejillas de Marsella, lo que aumentó la preocupación de Vincent.

—Quiero que lo comprendas por ti mismo, Vincent. El sexo es mucho más profundo de lo que estás acostumbrado, y te pido que me dejes estar sola por un momento. Necesito espacio. —respondió con firmeza.

Marsella volteó su mirada hacia la ventana, y Vincent se quedó parado frente a ella durante unos segundos antes de abandonar el área de tripulantes en silencio. Mientras tanto, Marsella se sumergió en sus pensamientos y lágrimas.

...⛓⛓...

Pasaron horas sin que Vincent y Marsella intercambiaran una palabra. El mafioso se mantuvo sumido en sus pensamientos, tratando de encontrar una solución para la situación que se había creado entre ellos. El piloto anunció el próximo aterrizaje y pidió a todos dirigirse al área de tripulantes. Vincent se dirigió hacia allí, preocupado por el bienestar de Marsella. Al entrar, encontró a Marsella profundamente dormida, con lágrimas aún húmedas en sus mejillas. Vincent se acercó con cautela y colocó su abrigo sobre ella para protegerla del frío, además de abrochar su cinturón de seguridad.

Minutos más tarde, el avión aterrizó y Vincent despertó a Marsella, informándole que habían llegado a la ciudad de Nueva York. Marsella se desperezó y, sin decir una palabra, se recompuso hasta que el avión se detuvo. Se puso de pie para recoger sus pertenencias, pero Vincent ya se había adelantado y se ofreció a llevarlas.

—Puedo llevar mis cosas —dijo Marsella con el rostro abatido.

El mafioso negó con la cabeza, rechazando su solicitud.

—Yo puedo encargarme, estás muy cansada. Vamos a bajar. —Dijo Vincent.

Marsella no opuso resistencia y descendieron juntos del jet privado. Tres lujosos Mercedes Benz Maybach Haute Voiture completamente negros esperaban allí, impecables y elegantes. Los escoltas de Vincent se distribuyeron entre dos de los autos, mientras que Marsella y Vincent abordaron uno. El mafioso guardó el equipaje y se apresuró a abrir la puerta para Marsella antes de subirse al automóvil. Vincent tomó el volante, pensando en cómo entablar una conversación con Marsella, quien parecía sumida en sus pensamientos, observando a través de la ventana los rascacielos y la hermosa ciudad de Nueva York.

Después de unos minutos, Vincent decidió iniciar una conversación con suavidad.

—¿Te gusta Nueva York? —preguntó.

Marsella tardó unos segundos en responder. Amo esta ciudad, aunque me trae malos recuerdos, contestó sin mirarlo.

—Es mi primera vez aquí, —comentó el mafioso.

Marsella esbozó una sonrisa ante el comentario de Vincent.

—No creo que alguien como tú, rodeado de lujos, nunca haya estado en los Estados Unidos.

—Nunca mencioné los Estados Unidos, -respondió Vincent con una sonrisa. —Hablé de Nueva York. Hace unos meses estuve en Chicago.

—Asombroso. —contestó Marsella sin mostrar mucho interés.

Vincent sabía que Marsella aún estaba afectada por lo sucedido entre ellos, pero no lograba comprender del todo su reacción. Para él, su actuar había sido un gesto de respeto hacia ella, pero parecía haber tenido el efecto contrario. Sin embargo, en el fondo de su corazón, Vincent sabía que había otras razones por las que no quería entregarse por completo a Marsella.

—Marsella, quiero disculparme por...

—No, Vincent, —interrumpió Marsella. —No quiero que hables más de eso. Lo entiendo, no quieres hacerlo y punto.

—No, Marsella, no es así como piensas, —respondió Vincent, algo alterado. —Quiero tenerte, quiero poseerte, maldita sea, pero necesito que vayamos despacio.

—Vincent, te dije que no quiero hablar más del tema, —replicó Marsella, visiblemente molesta.

—Pero yo sí quiero hablarlo y quiero hacerlo ahora, —afirmó Vincent con determinación.

Marsella lo miró desafiante.

—Te dije que no voy a hablar más de eso, Vincent, y si tú quieres hablar, lo harás solo.

El mafioso apretó el volante con una fuerza descomunal, dejando marcadas sus manos en el material que lo cubría. Permaneció en silencio y no pronunció una sola palabra hasta que llegaron al The Ritz-Carlton, uno de los hoteles más lujosos de la ciudad. Marsella bajó del auto y su semblante reflejaba su molestia. Tomó sus pertenencias y esta vez insistió en llevarlas ella misma, y Vincent no se opuso, sin saber cómo actuar.

Ambos entraron al hotel, con Marsella caminando unos pasos por delante, evitando estar cerca de Vincent, lo cual lo consumía por dentro. La chica que hace unas horas lo deseaba ahora parecía querer evitar su presencia. Subieron en silencio en el ascensor hasta que llegaron a sus habitaciones, que estaban contiguas.

—Estaré cerca —dijo Vincent. —Si necesitas algo, solo tienes que avisarle a uno de los escoltas que estará frente a tu puerta en todo momento.

Marsella asintió con la cabeza sin decir una palabra, solicitando la tarjeta para abrir su suite.

—Que tengas una buena noche, señor Vincent, —dijo Marsella antes de cerrar la puerta con fuerza.

El mafioso se quedó parado sin moverse, con un millón de pensamientos corriendo por su cabeza, pero sin poder hacer nada al respecto. Vincent no era el tipo de hombre que iba detrás de una mujer intentando solucionar las cosas, siempre era al revés, y Marsella era la única mujer que lo mantenía en ese estado.

Sin más que decir, el mafioso ingresó a su suite.

J. Reyes.

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