— ¿Lista para una aventura? — Preguntó, con una sonrisa pícara.
Vincent aceleró el vehículo de Marsella y juntos salieron a la carretera, sin un destino claro en mente. La velocidad aumentaba y el viento soplaba a través de las ventanas abiertas, mientras Vincent sentía una extraña emoción recorriendo su cuerpo. Con cada segundo que pasaba, se daba cuenta de que estaba vivo de verdad.
Vincent hace una primera parada en Mega-Mall
—¿Qué hacemos aquí? —preguntó Marsella con una mezcla de curiosidad y escepticismo.
—Vamos de compras, —respondió Vincent con entusiasmo.
Vincent se apresuró a abrir la puerta del auto y, como todo un caballero, tomó la mano de Marsella. Ella se sorprendió al principio, pero luego sonrió complacida.
—Vincent, creo que elegiste el lugar equivocado —dijo Marsella, observando al hombre alto y musculoso a su lado.
—¿Por qué lo dices? —preguntó Vincent frunciendo el ceño.
—No necesito más ropa, tengo suficiente, algunas prendas que ni siquiera que he usado —explicó Marsella con una mueca.
—Créeme que la necesitarás. —Respondió.
Marsella se sintió un poco confundida mientras caminaban por todo el centro comercial hasta llegar al área de vestimenta de playa.
—¿Ropa de playa? —preguntó Marsella, tratando de descubrir qué estaba sucediendo.
—Busca el traje de playa que más te guste y no digas nada, por favor, solo hazlo. —dijo Vincent con una sonrisa pícara.
—Vale. —respondió Marsella mientras comenzaba a buscar.
El mafioso la seguía mientras ella se concentraba en su búsqueda, parecía su guardaespaldas, y mientras ella buscaba, Vincent no podía evitar perderse en su belleza.
De repente, Marsella se detiene y saca un conjunto de traje de baño: un bikini de hilos y un sostén que cubría muy poco.
—¿Crees que me quedaría bien, Vincent? —preguntó Marsella, mostrándole el traje y una sonrisa pícara.
El corazón del mafioso latió más rápido por la pregunta picante, imaginando el bikini y el sostén en el cuerpo de Marsella.
—Te verías muy bien. —contestó Vincent, con un tono un poco seductor.
—Genial, ya terminé. —comentó Marsella, con una sonrisa coqueta.
—Entonces, nos vamos. —respondió Vincent.
—¿Y tú, grandulón? ¿No vas a tomar nada? —preguntó Marsella, con una sonrisa traviesa.
Vincent soltó una risa que no pudo contener.
—Qué chistosa eres, pequeñita. —Repitió mientras reía. —No, no voy a tomar nada.
Marsella comenzó a caminar de manera seductora y se paró frente al gigante y corpulento mafioso.
—Ten cuidado, Vincent Salvatore, las más pequeñas somos las más peligrosas. —dijo con picardía mientras tiraba de su cabello y se alejaba.
Vincent la miró y se echó a reír mientras salían de aquel centro comercial.
...⛓⛓...
Vincent y a Marsella visitaron varios lugares, el mafioso quería sacarle la tristeza de cualquier forma pero ya había llegado medio día así que propuso almorzar.
—Vamos a hacer una parada para comer, ya es mediodía.
Marsella asintió emocionada por la perspectiva de una buena comida, igual que como iba su dia.
—¿Podemos ir a mi restaurante favorito? —preguntó Marsella con entusiasmo —Hace mucho que no voy.
—Claro, Marsella, a donde quieras ir. —respondió Vincent con una sonrisa, complacido de verla feliz.
Así que se dirigieron hacia Kitayskaya, el restaurante favorito de Marsella.
—¿Comida china? ¿De verdad? —preguntó Vincent con el ceño fruncido.
—Me encanta la comida china. —respondió Marsella, llena de emoción.
—No esperaba que una mujer de tu estatus sea fanática de la comida China. —contestó Vincent, sorprendido por su elección.
—¿Qué tiene de malo la comida China? —Preguntó Marsella, ofendida por su comentario.
—Nada, solo que no me lo esperaba de ti. —aclaró Vincent, tratando de suavizar su comentario anterior.
—Vincent, soy más sencilla de lo que aparento. —contestó Marsella con una sonrisa, mientras se quitaba el cinturón.
—Sí que lo estoy notando. —respondió Vincent, sorprendido por su actitud relajada.
— ñ¿Y tú nunca has probado la comida china? —preguntó Marsella, interesada en conocer más sobre sus gustos culinarios.
—¿Crees que puedo mantener este cuerpo sexy y saludable comiendo comida china? —bromeó Vincent, mientras se bajaba del auto para abrir la puerta de Marsella.
Cuando el mafioso se acercó a abrir la puerta para Marsella, ella lo esperó con los brazos cruzados y una sutil risa entre sus labios.
—Si sigues ofendiendo así a la comida china, te dejo solo Vincent Salvatore. —Amenazó Marsella con una sonrisa juguetona.
—Perdón, Marsella, no quise ofender tus sentimientos chinos. —se disculpó Vincent, ofreciendo su mano para que ella bajara.
Marsella soltó una risa sincera y relajada. Vincent había logrado borrar su expresión triste y hacerla disfrutar del día. Pero aún quedaba mucho por vivir.
Entran al restaurante y rápidamente son abordados por una amable camarera para tomar su pedido.
—¿Qué vas a pedir, Vincent? —pregunta Marsella.
—Sushi —responde él sin dudar.
—¿Solo eso? —pregunta ella sorprendida.
—Sí, solo sushi por favor —insiste Vincent.
—Qué aburrido —bromeó Marsella, lanzándole una mirada cómplice a la camarera. —Yo quiero un festín chino: King Pao, Chop Suey y arroz frito. Y no te olvides de las palillos. —dijo saboreando su anticipación.
—Woow, eso sí que es tener apetito. —bromeó Vincent.
—Oye, no te burles de mi amor por la comida china, pero no te preocupes, no te quitare tu Sushi. —respondió Marsella con una sonrisa.
Después de tomar nota de las órdenes, la chica se fue con una sonrisa de oreja a oreja. Mientras tanto, Marsella no podía esperar a que llegara su comida. Luego de unos minutos la comida llegó y ambos empezaron a degustar de sus platos. Marsella parecía en éxtasis con cada bocado, mientras que Vincent disfrutaba de su sushi con más calma.
—Me encanta la comida china — exclamó con entusiasmo —No hay nada que supere un buen plato de King Pao.
—Estoy viendo que eres toda una experta en comida china —dijo Vincent, impresionado.
— Claro, soy una mujer de gustos refinados — bromeó Marsella, guiñándole un ojo.
Vincent obserbaba a Marsella con admiración y ternura mientras le respondía con una sonrisa a su broma. Después de un rato, mientras disfrutaban de su comida, Marsella exhala con satisfacción y dice.
—Necesitaba este día y aún más, necesitaba comer mucha comida China.
—Si, me quedo claro que la necesitabas mucho. — comenta Vincent con una sonrisa.
Marsella toma un papel en sus manos y se lo arroja juguetonamente a Vincent.
—Grosero —exclama Marsella entre risas.
Habiendo disfrutado de la comida y el tiempo juntos, Vincent se pone de pie y dice
—Bueno, es hora de seguir adelante. No quiero perder más tiempo.
Marsella asiente con la cabeza y juntos salen del restaurante para continuar con su aventura.
—Próxima parada, la playa. — Dijo Vincent.
Marsella asintió satisfecha y feliz, su día había cambiado por completo y el responsable era Vincent a quien ella miraba con ternura mientras manejaba.
—¿Te gusta la música? —preguntó Marsella.
—Sí, me gusta. —respondió Vincent.
—¿Qué géneros prefieres? —preguntó Marsella de nuevo.
— Me gustan varios géneros, pero especialmente el Jazz, A&B y Funk — Dijo Vincent.
—Vaya, muy fino y selectivo el señor. —bromeo Marsella con una sonrisa.
— ¿Y qué tipo de música te gusta a ti, Marsella? —preguntó Vincent con curiosidad.
—Me encanta el rap —contestó Marsella con entusiasmo.
Vincent frunció el ceño en señal de desaprobación, lo que hizo que Marsella se riera a carcajadas.
—Me estás tomando el pelo. —exclamó Vincent, fingiendo estar indignado.
Marsella no podía contener la risa mientras Vincent seguía fingiendo su desconcierto, haciendo gestos exagerados y sacando su lado más cómico.
Finalmente, Marsella confesó que en realidad le gustaba el rock y el blues, lo que hizo que Vincent soltara una carcajada.
—Eso sí que me gusta Vamos a poner algo de rock mientras llegamos a la playa.
Marsella asintió emocionada y pusieron música mientras manejaban hacia la playa, disfrutando juntos de su mutua pasión por la música. Para Vincent, era un día inusualmente agradable, sin preocupaciones ni tensiones. Solo él, Marsella y su música.
Luego de un gran recorrido aparcaron en el majestuoso 'VS hotel & Resort'. Marsella miró hacia el enorme edificio y dijo con una expresión confusa en su cara
—¿Qué hacemos aquí, Vincent? Esto es un hotel y resort.
—Lo sé, no me gustan las playas públicas, así que prefiero venir a un lugar más privado. —comentó el Mafioso con seguridad.
—¿Pero en que momento hiciste reservaciones? —pregunto Marsella.
—No necesito hacerlo —contestó Vincent mientras le tomaba las manos. —no te preocupes, Marsella. Quiero que disfrutemos este día al máximo. Déjame encargarme de todo.
Marsella asintió con una sonrisa, dejando que Vincent la guiara por los majestuosos pasillos del hotel. Mientras caminaban, ella notó que todos los empleados y huéspedes que se cruzaban con Vincent mostraban un respeto distinto, y no podía evitar sentirse intrigada por la razón detrás de esto.
Finalmente, llegaron a una habitación y un hombre vestido elegantemente los recibió.
—Buenas tardes, señor Vincent. Aquí está la suite que pidió. —dijo el hombre con una sonrisa.
Vincent asintió y se giró hacia Marsella, tomando su mano suavemente.
—Esta suite será para ti, Marsella. Espero que la disfrutes. Yo me alojaré en otra habitación. —le dijo con una sonrisa.
Marsella miró a Vincent, un poco confundida pero agradecida. El hombre vestido elegantemente los guió a la habitación, abriendo la puerta para ellos. Marsella entró y quedó impresionada con la elegancia y la amplitud de la habitación.
—Vincent, esto es increíble. ¿Cómo lo conseguiste? —preguntó ella, mirando al mafioso con una sonrisa en su rostro.
*
—Digamos que tengo algunos contactos. —contestó Vincent con una sonrisa pícara.
Marsella se rió, agradecida por la atención que Vincent le estaba brindando. Se dio cuenta de que estaba empezando a disfrutar el día mucho más de lo que había imaginado.
Marsella no perdió tiempo y se empezó a alistar y al pasar unos 30 minutos escucho la voz de Vincent.
—Marsella. — y se apresuró a abrir.
Al abrir la puerta, Marsella y Vincent se encontraron cara a cara, perdiéndose el uno en la contemplación del otro. Marsella quedó prendada al ver por primera vez el cuerpo desnudo del mafioso, vestido solo con unos cortos pantalones de playa que dejaban al descubierto cada músculo de su cuerpo. Sin darse cuenta, Marsella mordió ligeramente sus labios ante semejante espectáculo. Mientras tanto, Vincent se quedó embobado al observar la belleza exquisita de Marsella, cuyo traje de baño resaltaba aún más la perfección de su figura y lo seductora que se veía con él. El corazón de Vincent latía a mil por hora ante la presencia de Marsella, y ambos quedaron atrapados en una especie de hechizo del que parecían no querer salir.
Después de un pequeño silencio, Vincent se sintió un poco nervioso y decidió romper el silencio con un comentario un tanto arriesgado:
—Debo decir que te ves hermosa y muy sexy —comentó Vincent, tratando de sonar seguro de sí mismo.
Marsella sonrió y le devolvió el cumplido:
—Gracias, tú también te ves muy bien grandulón — Respondió ella con una sonrisa coqueta.
Vincent tomó su mano y juntos comenzaron a caminar por el hotel, notando cómo la gente parecía respetar a Vincent a su paso. Finalmente llegaron a la playa, donde habían preparado un lugar con dos sillas y una sombrilla. Una chica los recibió amablemente.
—Buenas tardes, señor Vincent. Si necesita algo, solo tiene que llamarme —dijo la chica.
Marsella se sorprendió por el trato y se sentó en la silla, preguntando con curiosidad:
—Este lugar es increíble. ¿Es todo tuyo, verdad?
Vincent respondió con un tono ligeramente irónico
—Me has descubierto —dijo sin mirarla a los ojos.
—Es muy amable de tu parte haberme traído aquí, Vincent —dijo Marsella con una sonrisa.
—No me agradezcas todavía —respondió Vincent mientras se ponía de pie y tomaba sus manos.
Vincent llevó a Marsella a la playa donde los esperaba un jet ski. Se subieron y comenzaron a navegar por toda la playa. Durante la tarde, hicieron muchas actividades juntos hasta que cayó el atardecer.
Vincent y Marsella estaban acostados en una silla de playa disfrutando del atardecer cuando el teléfono de Marsella sonó. Al revisar de quién era la llamada, su rostro cambió un poco.
—¿Todo bien? —preguntó Vincent.
—Sí, todo bien, pero creo que deberíamos irnos. Caerá la noche y tengo que arreglar algunas cosas para el trabajo —respondió Marsella.
Su teléfono volvió a sonar y sin disimular, respondió.
—Déjame tranquila, padre. Ya soy una mujer adulta, no soy una niña. Déjame en paz —exclamó Marsella y tiró el celular a la arena, mientras comenzaba a derrumbarse en lágrimas.
Esto dejó sorprendido a Vincent, quien, al haber escuchado la palabra "padre", sabía que se trataba de Marco. Saltó de su silla y se acercó a ella. Sin preguntar, rodeó con su gran cuerpo a Marsella y le propinó un fuerte abrazo.
—¿Qué pasa, Marsella? —preguntó el mafioso preocupado.
—Todo en mi vida es una farsa, Vincent. Todo lo que ves es una fachada: las risas con mi padre, las fotos en las revistas. Todo es una mentira. Mi padre me odia —contestó entre lágrimas.
Las palabras de Marsella dejaron impactado a Vincent, quien sabía que Marco era una escoria, pero ahora se sentía intrigado sobre el por qué su hija, su única hija, se expresaba así de él.
—¿Por qué dices eso? ¿Qué ha pasado? —preguntó el mafioso.
—No puedo decírtelo ahora, Vincent. —respondió Marsella en un susurro, mientras secaba sus lágrimas.
Vincent entendió que era mejor no presionarla y accedió a llevarla a casa. Sin embargo, sabía que tenía que averiguar lo que estaba sucediendo con su padre y por qué Marsella lo odiaba tanto. Sabía que se estaba metiendo en un terreno peligroso, pero su curiosidad y preocupación por Marsella lo impulsaban a descubrir la verdad.
Después de recoger sus cosas y prepararse, Marsella y Vincent se dirigieron al vehículo en silencio. Durante todo el camino de regreso, Marsella sollozó mirando por la ventana, mientras Vincent la escuchaba en silencio, sin saber qué decir para consolarla. El llanto de Marsella se prolongó tanto que, finalmente, se quedó dormida.
Vincent condujo en silencio, contemplando a Marsella dormida a su lado, pensando en todo lo que había sucedido esa noche y en la razón de las lágrimas de Marsella. Cuando llegaron frente su apartamento, Vincent la despertó suavemente.
—Te quedaste dormida todo el camino — comentó.
— Lo siento mucho —respondió Marsella. —me sentía realmente exhausta y no me di cuenta.
—No te preocupes — respondió Vincent con una sonrisa tranquilizadora. —Me encantaría llevarte a casa, pero este es tu auto y yo vivo en esa torre —señaló hacia el costado.
Marsella miró el edificio y notó las dos letras gigantes en la parte superior con el nombre "V.C".
—Torre ‘V.C’ Vincent Salvatore —comentó con una sonrisa.
—Si. —respondió Vincent también con una risa.
De repente, Marsella tomó el rostro de Vincent con sus manos y le dio un sutil beso en la mejilla, sintiendo su aroma y la calidez de su piel.
—Gracias por todo, Vincent —dijo Marsella. —A pesar de todo hace tiempo no pasaba un día tan espectacular.
Vincent sintió una sensación de felicidad inexplicable. Su corazón latía con fuerza y disfrutó de ese pequeño momento como si fuera una eternidad.
—De nada, Marsella —contestó Vincent. —Tú también me has hecho pasar un día grandioso.
Marsella lo miró con incredulidad.
—¿Cómo puede ser eso? Estaba hablando de mis problemas todo el día.
—No me has amargado el día, Marsella —contestó Vincent, mirando a los ojos a la mujer. —Me has hecho sentir vivo. Hace mucho tiempo que no me sentía así con alguien.
El Mafioso sacó una tarjeta de su bolsillo y le dio su número a Marsella.
—Cuando quieras, llámame —pidio Vincent.
Marsella tomó la tarjeta con una sonrisa.
—Está bien —asintió ella.
—Le pediré a mi escolta que te acompañen hasta tu casa —dijo Vincent.
—No, Vincent, no es necesario —respondió Marsella.
—Por favor —insistió. —Así sabré que llegaste bien. Ni siquiera lo notarás.
—Está bien —cedió Marsella.
—Hasta luego, Marsella. —se despidió el mafioso.
—Hasta luego, Vincent.
El mafioso se bajó del vehículo de Marsella y le hizo una seña a su escolta para que siguiera el vehículo de ella. Vincent se dirigió hacia su pent-house, imaginando una y otra vez el momento en que Marsella le regaló ese sutil beso. A pesar de su felicidad, estaba enojado por lo que había presenciado entre Marsella y su padre.
Al entrar a su pent-house, encontró a su hermano Iván sentado en el sofá, pero Vincent lo ignoró por completo, todavía absorto en sus pensamientos. Se dirigió a su habitación y comenzó a desvestirse. Al paso de media hora su teléfono sonó, era un mensaje de Marsella.
De: Marsella
Para: Vincent
—Ya estoy en casa, grandulón.
Vincent no pudo ocultar su felicidad y su sonrisa se extendió de oreja a oreja.
Respondió de inmediato.
De: Vincent
Para: Marsella
—Eso me hace sentir más tranquilo pequeñita.
De: Marsella.
Para: Vincent.
—Una vez mas, gracias por todo y no pareces tan serio como aparentas. Eres alguien muy amable.
De: Vincent
Para: Marsella.
—Tu lograste sacar esa parte de mi y te lo agradezco también.
De: Marsella
Para: Vincent
— :) Buenas noches grandulón, besos.
De: Vincent
Para: Marsella
—Buenas noches pequeñita.
Vincent se tumbó en la cama, sintiéndose como un adolescente enamorado. Marsella lo había hecho sentir vivo de nuevo y en ese preciso momento tomó una decisión arriesgada, 'conquistar a Marsella.' A pesar del riesgo que esto conllevaba. A lo largo de su vida, había derribado imperios y construido los suyos propios, pero esta vez, no se trataba de la riqueza o el poder. Esta vez, estaba dispuesto a arriesgar todo por esta nueva pasión.
Vincent tomó su teléfono y hizo una llamada a Marco.
—¿Buenas, pasó algo? —contestó.
—Mañana pasaré por tus oficinas Marco, te voy a proponer un negocio, hasta mañana. —Respondió Vincent colgando el teléfono sin darle tiempo a Marco a responder.
Se acotejo en su cama y se quedó dormido.
—J.Reyes.
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Comments
Nancy Martinez
buenísima tu novela 😍 me encanta 😍
2024-02-17
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