Solo tienes valentía.

Vincent se despierta lentamente, sintiéndose aturdido. Observa a su alrededor y se da cuenta de que está en una sala de hospital. Intenta levantarse, pero sufre un dolor intenso y emite un quejido. Al mirar hacia su costado izquierdo, nota que está completamente vendado.

Mientras Vincent reflexiona sobre Marsella y la situación en la que se encuentra, se siente desesperado por las últimas palabras que ella le dijo. Sabe que ella ha sido arrastrada a este conflicto sin tener ninguna culpa, convirtiéndose en daño colateral de las disputas entre él y Petrovic.

Unos minutos después, una enfermera entra en la habitación y se da cuenta de los intentos constantes de Vincent por levantarse. Se apresura hacia él.

—Señor, no puede sentarse. Su cirugía todavía es reciente. —dice la enfermera, indicándole que vuelva a acostarse.

—¿Cirugía? —pregunta Vincent con el ceño fruncido.

—Se le estiló una costilla. Afortunadamente, no se rompió, pero tenía un hematoma que provocaba un sangrado interno, así que tuvimos que operar de emergencia. —responde la enfermera.

—¿Y Marsella? —Pregunta Vincent preocupado.

—¿Se refiere a la chica que usted trajo? —responde la enfermera.

—Sí, esa misma. ¿Ha sucedido algo malo? —Pregunta inquieto.

—Sufrió un fuerte impacto en la cabeza. También tenía un sangrado interno y se encuentra en cuidados intensivos. —contesta la enfermera.

—¿Estará bien? —pregunta Vincent, mostrando su preocupación.

—No lo sé, señor. Debemos esperar. El impacto que recibió fue grave. —responde la enfermera.

Vincent hace un esfuerzo sobrehumano para levantarse y finalmente lo logra. Intenta quitarse los cables conectados a su cuerpo, pero la enfermera intenta detenerlo.

—Tengo que ir a verla. No puedo dejarla sola. —dice determinado mientras se arranca los cables que lo sujetan.

—Señor, ella no está sola. —exclama la enfermera, intentando detener a Vincent.

—¿Qué dijiste? —Pregunta el mafioso, deteniéndose en seco.

—Ella no está sola. —repite la enfermera. —Un hombre llegó a la sala de cuidados intensivos y afirmó ser su padre. Se mencionó su nombre y le dijimos que aún estaba dormido. Él aseguró conocerlo e incluso me envió para comprobar si ya estaba despierto.

Vincent hizo una breve pausa ante las declaraciones de la enfermera, su mirada se dirigió hacia las ventanas que ofrecían una impresionante vista panorámica de la ciudad.

—¿Se encuentra bien, señor? —preguntó la enfermera, observando la reacción del mafioso.

—¿Cuánto tiempo ha pasado desde que llegué con la chica? —inquirió el mafioso, sin apartar la vista de la ventana.

—Unas doce o trece horas —respondió ella.

El mafioso esbozó una sonrisa al escuchar la respuesta de la enfermera.

—¿Cómo se hacía llamar su padre? —preguntó.

—Su nombre era Marco —contestó ella.

Vincent giró la cabeza y clavó su mirada fría y penetrante en la enfermera. Al darse cuenta, ella tragó saliva, sintiendo un miedo palpable en esa mirada. Vincent le hizo un gesto para que se acercara y, cuando lo hizo, agarró su uniforme y la atrajo hacia sí. Con voz profunda y amenazante, le dio instrucciones.

—Escúchame bien, porque no lo repetiré —susurró en su oído—. No necesitas entender lo que está sucediendo, solo debes seguir mis órdenes.

La enfermera comenzó a temblar y el mafioso notó cómo algunas lágrimas recorrían sus mejillas, fruto del terror que le infundía.

—Necesito que me administres algún medicamento que elimine completamente el dolor, incluso si me muevo y la herida empeora —dijo con tono amenazante, tirando del uniforme de la enfermera—. Después, quiero que vayas donde el señor que te pidió que informaras sobre mi estado y le digas que he despertado, pero que aún estoy muy débil. ¿Entendido? —explicó el mafioso con voz gélida.

—Sí, señor, entendido —respondió la enfermera con voz temblorosa.

—No sabes quién soy, pero créeme, puedo convertirme en una maldición si no haces lo que te digo. Tendrás problemas, tú y tus descendientes. Sin embargo, si me obedeces, te irá bien, créeme, también te irá muy bien —concluyó el mafioso, soltando a la enfermera.

La enfermera temblaba visiblemente, el miedo inducido por Vincent era palpable. Sin perder tiempo, ella salió corriendo de la habitación. Vincent esperó pacientemente, su mente analizando diferentes escenarios y cómo debería actuar ante ellos. La capacidad de Vincent para mantener la calma bajo presión y pensar con precisión, atención al detalle y metodología era una de las cualidades que lo convertían en un líder eficiente de la mafia.

La enfermera regresó con agujas y un frasco en sus manos, sus pasos eran lentos y su expresión reflejaba terror.

—No tengo todo el tiempo del mundo, apúrate —dijo el mafioso con voz amenazante.

La enfermera se acercó con cautela a Vincent, soltó un suspiro y comenzó a hacer su trabajo. Tomó el suero conectado a Vincent por vía intravenosa, preparó la sustancia y la administró.

—¿Cuál es tu nombre? —preguntó el mafioso, haciendo que la enfermera diera un respingo.

—Yulia —respondió ella.

—Tu nombre completo —exigió el mafioso de manera amenazante.

—Yulia Skolova —contestó temblorosamente.

—Muy bien, Yulia Skolova, a partir de ahora trabajas para mí —declaró el mafioso.

—No, señor, estoy a punto de terminar mis estudios y...

—Yulia —interrumpió el mafioso—. No te pregunté, es una orden —sentenció—. ¿Qué estás estudiando? —inquirió Vincent.

—Soy... —hizo una breve pausa antes de responder—. Estudio para ser cirujana general. —contestó, aún temblando.

—Muy bien, eso es genial, Yulia —respondió él—. ¿Qué me estás administrando? —preguntó.

—Estoy administrando una sustancia que reducirá el dolor en un 95% durante 2 horas. El medicamento comenzará a hacer efecto en aproximadamente 15 minutos, y después podrás moverte con mayor facilidad —explicó ella.

—Muy bien, Yulia. Pareces ser alguien muy inteligente —comentó el mafioso—. Necesito que esperes aquí los próximos 15 minutos para que haga efecto, luego seguirás las instrucciones que te di —concluyó.

Vincent y la enfermera esperaron hasta que el medicamento hiciera efecto. La enfermera informó que había pasado el tiempo y efectivamente Vincent apenas sentía dolor.

—¿Dónde están mis pertenencias? —preguntó Vincent, logrando ponerse de pie.

La enfermera señaló un pequeño armario en la habitación. El mafioso empezó a rebuscar en sus cosas y encontró algo de dinero que llevaba consigo. Vincent tomó tres mil dólares y se los entregó a Yulia.

—No, señor, no tiene que hacer esto —dijo Yulia—. No hago esto por dinero extra ni por cosas por el estilo.

El mafioso se acercó a ella invadiendo su espacio personal y la acorraló en una esquina de la habitación. Se agachó a la altura de su oído para hablarle.

—No me gusta tener que repetir las cosas varias veces —dijo Vincent, agarrando firmemente la mano de la enfermera y poniendo el dinero en ella—. Toma el dinero y haz lo que te dije, y espero que no te olvides de lo que te espera si las cosas se ponen peligrosas para ti —amenazó—. Y asegúrate de que nos volveremos a ver.

Yulia tragó saliva y salió de la habitación, aterrada y sin poder hablar. Corrió hacia otra habitación y se encerró para poder respirar con tranquilidad y desahogarse en lágrimas. Tenía miedo, pero no tenía otra opción más que obedecer las instrucciones del mafioso. Se recompuso y se dirigió a la habitación donde se encontraba Marsella. Entró para informar, pero fue interrumpida.

—¿Qué ha pasado con Vincent? El hombre por el que pregunté —inquirió.

Yulia tragó saliva y habló.

—Señor Marco, el acompañante de su hija ha despertado, pero está muy débil. Apenas puede abrir los ojos. Ha tenido una cirugía delicada y se está recuperando...

—Perfecto —contestó sonriente y salió de la habitación.

...⛓⛓...

Vincent esperaba pacientemente en su habitación, fingiendo estar acostado y cansado. La puerta comenzó a abrirse lentamente y él entreabrió los ojos para ver quién era, pero, traia la cara cubierta con un pasa montañas.

—Así te quería encontrar Vincent Salvatore —dijo mientras sacaba un arma y colocaba un silenciador y se reía ante la expresión de Vincent—

Al reconocer la voz de la persona, una sonrisa sutil se formó en su interior.

—Nunca imaginé que te eliminaría de esta manera, pero la vida siempre encuentra la forma de poner las cosas en su lugar, y liderar la mafia no es tu destino —añadió, suspirando—. Buen viaje, amigo —concluyó, acercándose a Vincent y apuntándole.

En un destello fugaz, el mafioso hábilmente tomó la muñeca de su agresor, desviándola audazmente hacia un lado y esquivando así la bala que salió disparada de la pistola. Con una sujeción firme en la muñeca, Vincent atrajo hacia sí al individuo que lo apuntaba y lo recibió con un contundente impacto en la mandíbula, haciendo que retrocediera con fuerza. Sin darle tiempo para reaccionar, Vincent volvió a jalar al agresor y le propinó un certero golpe con la rodilla. El mafioso soltó un gemido de dolor, pero no lo suficiente como para detenerse.

De pie, Vincent dirigió un golpe más, esta vez en la garganta del hombre que lo apuntaba, seguido de otro puñetazo en el rostro que hizo brotar un arroyo carmesí de su boca, cayendo sobre el cuerpo del mafioso. Acto seguido, Vincent tomó el cuerpo y lo alzó en el aire, estrellándolo contra una camilla. Con rapidez, envolvió unos cables de las máquinas que se encontraban en la habitación alrededor del cuello del agresor, entorpeciendo su respiración y privándolo de oxígeno.

El mafioso quitó el pasamontañas que cubría su rostro y esbozó una sonrisa al reconocer a su oponente, aunque su mirada aún irradiaba amenaza y frialdad.

—Debo admitir que tienes agallas, Grigori Petrovic, al intentar desafiarme —dijo Vincent con voz profunda—. Y aún más al intentar matarme.

Con cada bocanada de aire más escasa, Petrovic luchaba desesperadamente por liberarse del agarre de Vincent.

—Has cruzado una línea al interferir en mis negocios con los chinos —dijo Vincent con furia y su voz penetrante—. Una línea que yo respeto incluso con mis rivales, aunque tenga el poder para hacerlo.

La tensión llenaba la habitación mientras Petrovic forcejeaba, su vida pendiendo de un hilo. El ambiente vibraba con la intensidad de la confrontación, mientras Vincent se mantenía implacable, su mirada ardiendo con determinación.

—La diferencia entre tú y yo es que tú solo tienes valentía, pero te falta cerebro, maldito hijo de puta. Por eso soy el líder de la mafia, y tú eres solo un secundón —espetó Vincent—. ¿Te haces pasar por Marco cuando está en Rusia, idiota? Son más de 20 horas de vuelo —comentó, sonriendo.

En medio de su asfixia, Petrovic empezó a reír, y Vincent se unió a su risa, aflojando su agarre con los cables hasta permitir que Petrovic pudiera respirar con facilidad.

Petrovic exhaló profundamente cuando Vincent lo soltó, y comenzó a escupir sangre de su esófago. Vincent no sentía compasión por él, pero no deseaba que muriera de esa manera. Tomó el teléfono que se encontraba en la habitación y se comunicó con el servicio de atención al cliente del hospital.

—Buenos días, ¿en qué puedo ayudarle? —preguntó la voz al otro lado del teléfono.

—Necesito hablar con la enfermera Yulia Skolova. Soy el paciente Vincent...

—J. Reyes.

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Comments

Λlι Cαя∂ιηαlι✨ ♥️

Λlι Cαя∂ιηαlι✨ ♥️

Mátalo y asi es un problema menos aparté lastimó a Marcella. 😡😡😡😡

2023-06-25

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