Te quiero a ti.

Marsella se encuentra en su oficina preparando los papeles para la próxima reunión ejecutiva. Hace una semana, ella y Vincent idearon un plan para liberarse de las garras de Kozlov y su padre. Los recuerdos del beso apasionado con Vincent la invaden constantemente, pero también recuerda que su pregunta no recibió una respuesta clara. Antes de poder reflexionar más, Kozlov irrumpe en la oficina.

—La reunión está a punto de comenzar —anuncia Kozlov desde la puerta.

—Buenos días, cariño. Llegaré en un momento —responde Marsella, actuando con cortesía pero sin sentirlo.

Vincent le había aconsejado que debía mostrarse sumisa y amable para ganarse la confianza de sus adversarios.

—¿Estás bien? —pregunta Kozlov al entrar.

—Sí, amor, todo está bien. —Marsella hizo una pequeña pausa antes de continuar. —¿Por qué lo preguntas? —responde Marsella.

—En la última semana has cambiado drásticamente tu actitud y eso me intriga. —Comentó Kozlov.

—Solo he estado reflexionando sobre algunas cosas. —contestó. —Quiero que estemos bien, cariño. Eso es todo —afirmó Marsella, mintiendo conscientemente.

Kozlov se acerca a Marsella con un aire amenazante, la toma por la cintura y la sube al escritorio, besándola. Marsella siente repulsión hacia Kozlov, pero debe mantener la compostura y acepta el beso aparentando naturalidad.

—Si te hubieras comportado así desde el principio, no habría reaccionado como lo hice —dice Kozlov, mirándola fijamente.

Marsella deseaba poder decirle en la cara que todo es una farsa, una estrategia para escapar de su cautiverio.

—No necesitamos recordar el pasado. Solo quiero que empecemos de nuevo y que todo vuelva a ser como antes —responde Marsella, ocultando sus verdaderas intenciones.

Kozlov vuelve a tomar los labios de Marsella, deslizando sus manos por su cuerpo, incluso atreviéndose a explorar su entrepierna. Ella asiente al acto sin mostrar resistencia, consciente de que debe hacerlo para mantener su tapadera. Aunque por dentro desea llorar, se contiene. Kozlov aumenta la intensidad del beso y Marsella se siente sucia ante su contacto, por lo que envuelve las piernas alrededor de la cintura de Kozlov para forzarlo a retirar su mano de su sexo. Luego, comienza a desabrocharle la camisa, acariciando su pecho con deseo para distraerlo.

—Tenemos una reunión, cariño —dice Marsella.

—La reunión puede esperar, yo no —responde Kozlov, besando el cuello de Marsella y agarrando sus nalgas.

Marsella siente ganas de vomitar, pero mantiene la compostura.

—Recuerda lo que acordamos, necesito tiempo, cariño —dice con voz tierna, tratando de rebajar la intensidad de Kozlov.

Poco a poco, Kozlov va aflojando su agarre hasta detenerse.

—Solo te salvaste porque me obligaste a aceptar ese trato, pero intentaré respetarlo —responde Kozlov, mirando con lujuria a Marsella, la joven de grandes ojos.

Marsella forzó una sonrisa coqueta ante el comentario de Kozlov, intentando aparentar estar de acuerdo con la situación, aunque en realidad sentía todo lo contrario. Aunque por dentro había una pequeña satisfacción porque su plan estaba funcionando, lo que debía permitir no era en absoluto placentero para ella.

—Ve adelante, déjame arreglarme la ropa —le pidió Marsella a Kozlov, quien salió y se dirigió hacia la salida de la oficina.

—No tardes —dijo antes de salir.

Marsella se dejó caer con fuerza en su silla y se derrumbó en llanto tras la salida de Kozlov de la oficina. Empezó a tocarse el cuerpo con repugnancia, aún sintiendo el roce de Kozlov en su piel. Lo peor de todo era que, para lograr su objetivo, tenía que seguir permitiéndolo, y eso la estaba destrozando. Su teléfono sonó, era un mensaje de Vincent.

De: Vincent

Para: Marsella

—Buenos días, princesa. Solo estamos esperando por ti.

De: Marsella

Para: Vincent:

—Ya casi voy, y por favor, necesito que nos veamos. Siento que me estoy ahogando.

Solo había pasado una semana desde que Marsella le planteó a Marco y a Kozlov que necesitaba tiempo para reconciliar la relación y que irían poco a poco. Sin embargo, Kozlov había intentado tener relaciones sexuales con Marsella en dos ocasiones, pero ella intentó hacer que respetara el acuerdo, y por suerte lo logró. Aun así, Marsella sentía que tenía una gran carga sobre sus hombros.

—Marsella, sabes que no podemos. Sé que esta semana ha sido difícil para ti, pero debemos mantener la distancia —respondió Vincent.

Marsella sintió una punzada en el corazón ante la respuesta de Vincent. Había decidido llevar a cabo el plan, pero no se sentía con la determinación que Vincent le pedía.

—Está bien —respondió finalmente.

Marsella se recompuso, tomó los planos y se aseguró de que su atuendo estuviera impecable antes de salir de su oficina hacia la reunión. Estaba desesperada por encontrarse con Vincent, ya que solo con él se sentía a salvo.

Se dirigió a la sala de reuniones y al entrar, vio al mafioso al otro extremo de la sala. Vincent lucía impecable, lo que provocó que la mirada de Marsella se detuviera en él por unos segundos. Llevaba un traje rojo vino perfectamente ajustado a su musculoso cuerpo, unos zapatos negros de charol Louis Vuitton que brillaban como si acabaran de salir de la caja, una camisa azul claro que hacía juego con el traje y resaltaba su tono de piel, una corbata negra perfectamente ajustada y un Rolex lleno de diamantes que le confería un aire de superioridad.

—Hasta que por fin llegas —comentó Vincent, captando la atención de todos en la sala con su presencia.

—Estaba ocupada, pero ya estoy aquí —respondió Marsella.

—No me gustan las personas irresponsables, señorita Marotti —expresó el mafioso. —Espero que la próxima vez sea más puntual.

El aspecto serio de Vincent contrastaba con una mirada que no era fría hacia Marsella. Parecía querer decirle algo que ella no comprendía. Marsella no entendió por qué la actitud de Vincent fue tan firme con ella. Se disculpó con todos en la sala, tomó asiento y comenzó la reunión.

Se presentaron los planos y las ideas para la construcción de los hoteles, los cuales generaron algunas discusiones y debates.

En medio de la disputa, el teléfono de Marsella sonó. Era un mensaje de Vincent.

De: Vincent

Para Marsella

—No quise hablarte de esa manera, princesa, pero debemos actuar de forma natural, aunque no me gusta la impuntualidad.

Marsella soltó una pequeña sonrisa al leer el mensaje en su teléfono y continuó inmersa en la discusión, que finalmente se resolvió y todos llegaron a un acuerdo.

Marsella se puso de pie y habló.

—Las primeras unidades se construirán en Nueva York —comentó. —Es la zona con mayor demanda.

—Perfecto, ¿Cuál es el siguiente paso? —inquirió el mafioso.

—Deberíamos realizar una evaluación del terreno antes de comenzar, para determinar si es necesario realizar algún proceso previo a la construcción —propuso Marsella.

—Muy bien, iré personalmente mañana a New York para verificar eso. Tengo algunos contactos en esa ciudad que pueden ayudarme —dijoVincent.

—Disculpe, Sr. Vincent —interrumpió Marsella. —Como responsable del proyecto, debo ser yo quien supervise el terreno. No puedo permitir que otra persona lo haga en mi lugar —argumentó con firmeza.

Vincent la miró fijamente a los ojos tras su comentario y, con voz profunda, respondió:

—Entendido —asintió el mafioso. —Mañana partiremos en mi jet privado junto a mi equipo.

—Kozlov, cariño —dijo Marsella. —¿Te gustaría acompañarme? —preguntó, tratando de disimular sus verdaderas intenciones.

Al mafioso no le agradó la propuesta de Marsella, pero decidió no decir nada al respecto y le dirigió una mirada que hablaba más que las palabras.

Kozlov guardó un breve silencio antes de responder.

—Me encantaría, amor, pero tengo muchas responsabilidades aquí y habrá un equipo completo que te acompañará —respondió Kozlov frunciendo el ceño ligeramente.

Marsella asintió con una sonrisa, por dentro se sentía aliviada de que Kozlov no estaría durante el viaje. Agradecía que sus responsabilidades lo mantuvieran ocupado y lejos de ella, lo cual le daría la libertad de estar junto a la única persona que la hacía sentir segura e importante.

La reunión concluyó y al salir, el teléfono de Marsella sonó.

De: Vincent.

Para: Marsella.

—Parece que te has tomado muy en serio lo de ser creativa.

Marsella soltó una sonrisa al leer el mensaje.

De Marsella

Para Vincent

—Mi maestro me está enseñando a la perfección.

Vincent también sonrió al recibir la respuesta de Marsella. El mafioso se dirigía al ascensor pero su momento fue interrumpido por la voz de Marco.

—Vincent, detente.

El mafioso se detuvo, anticipando la pregunta que Marco iba a hacer.

—¿Qué necesitas, Marco? —preguntó el mafioso.

—¿En qué punto estamos con lo de Petrovic? - preguntó con preocupación.

Vincent atino, sabía que la pregunta sería sobre el plan de asesinar a Petrovic.

—Te dije que está en marcha. Petrovic está fuera de Rusia y cuando tengamos la mejor oportunidad aprovecharemos para ejecutarlo.

—Esto está tomando más tiempo del que esperaba. —respondió Marco con disgusto.

Vincent se acercó a Marco con aire amenazante.

—No estás en posición de presionar, Marco. Solicitaste un servicio y debes ser paciente. Las cosas se harán a mi ritmo y en el momento más oportuno. Así que te pido que no vuelvas a mencionar el tema. Cuando llegue el momento de ejecutar la acción, serás el primero en enterarte. Así que tranquilízate.

El mafioso se dio la vuelta y dejó a Marco sin palabras.

...⛓⛓...

Al día siguiente, Vincent esperaba impaciente en su Jet privado mientras Marsella se retrasaba. La puntualidad era algo fundamental para él, y el hecho de depender de otros le generaba cierta incomodidad. Después de casi una hora de espera, Marsella arribó al jet y se quedó impregnada.

El Jet era un símbolo de lujo absoluto. El suelo estaba cubierto por una elegante alfombra gris oscuro que añadía sofisticación al ambiente. Los asientos estaban dispuestos en pares, enfrentados entre sí, confeccionados con cuero negro y gris que contrastaban a la perfección con el suelo. Cada asiento era reclinable y contaba con descansa brazos equipados con soportes para bebidas. El techo del Jet estaba decorado con una franja que representaba una galaxia y estaba adornada con diamantes, brindando un toque de clase y brillo. Los laterales estaban revestidos con un material especial que reflejaba las imágenes en un elegante tono negro. En la parte trasera, se encontraban dos muebles de gran tamaño que incluso permitían recostarse. Marsella quedó impresionada por la opulencia del avión en el que acababa de ingresar.

—La impuntualidad forma parte de tu estilo de vida —alegó el mafioso, un tanto molesto.

Marsella soltó una risa ante el comentario de Vincent.

—Buenos días, Vincent. —dijo Marsella, sonriente.

Los ojos de Vincent brillaron al escuchar a Marsella pronunciar su nombre, cada vez que ella lo hacía, el mafioso sentía una sensación sublime.

—Buenos días, señorita tardanza —respondió Vincent con seriedad, pero con tono burlesco.

Marsella rió con más intensidad ante el gesto del mafioso.

—Estás molesto porque llegué tarde, pero tu equipo aún no ha llegado. Solo estoy yo.

—Te equivocas —alegó el mafioso—. Estamos completos.

Vincent llevó sus dedos a la boca y soltó un silbido. Enseguida, cuatro hombres grandes y fuertes subieron al Jet, seguidos por el piloto y el copiloto.

—Espera, ¿Quiénes son ellos? —preguntó Marsella, un tanto confusa.

—El equipo —respondió Vincent, encogiéndose de hombros.

Marsella lo miró fijamente y cruzó los brazos.

—¿Este es tu gran equipo? —preguntó, aún con los brazos cruzados.

—Sí —respondió el mafioso con seriedad—. Dos de ellos cuidarán de ti y dos de ellos cuidarán de mí. Tú y yo trabajaremos juntos. Es un gran equipo, no sé por qué te quejas.

Marsella miró a Vincent, casi dejándose llevar por la risa. La exagerada seguridad de Vincent la abrumaba, pero se sentía bien al saber que él había tenido en cuenta su protección.

—No estoy acostumbrada a tener escoltas, Vincent. Eso me abruma. No puedo trabajar así —comentó Marsella.

—Ellos están bien entrenados. Solo los sentirás cerca aquí en el Jet. Luego, estarán contigo, pero a veces ni siquiera te darás cuenta —respondió el mafioso.

Marsella acomodó su equipaje y se sentó frente al mafioso, quien la observaba con deseo. Sin embargo, Marsella se sentía cohibida debido a la presencia de los escoltas en el mismo espacio que ellos.

—Será un viaje largo y me gustaría aprovecharlo para hablar sobre el proyecto y compartir algunas sugerencias contigo, si no te importa. Este es un proyecto grande e importante y requiere mucha atención. —expresó Marsella.

Vincent soltó una risa que desconcertó un poco a Marsella, pero pronto se contagió de su sonrisa.

—¿Qué sucede? —preguntó ella.

—Por favor Marsella, relájate. No hay necesidad de tanta formalidad cuando estamos solos. Estoy aquí para escucharte y trabajar juntos. No me molesta ej lo absoluto. —respondió Vincent con una sonrisa. —Excepto llegar tarde, claro —añadió en tono de broma.

Marsella asintió con una sonrisa cómplice.

—Entonces, tendré que acostumbrarme —respondió.

El avión despegó rumbo a Nueva York y Marsella se sintió un poco tensa durante el despegue. Era su primera vez en un jet privado y la experiencia fue diferente a volar en un avión comercial. Una vez que el avión se estabilizó, Marsella le pidió a Vincent que hablaran sobre el proyecto de construcción, pero el mafioso no parecía estar de ánimo.

—Cuando quieras, podemos comenzar —dijo Marsella.

Vincent la miró con desgano.

—Es un viaje de casi veinte horas, Marsella. Podemos hacerlo más tarde.

—No, me gustaría hacerlo ahora y luego descansar el resto del tiempo —se negó Marsella ante la petición del mafioso.

Marsella se puso de pie y tomó el brazo de Vincent, intentando arrastrarlo. Vincent soltó una carcajada al ver los esfuerzos de Marsella, quien no lograba mover ni un poco al mafioso pero en su mirada brillaba la complicidad que compartían, como si estuvieran en una broma privada.

—Está bien, me rindo —dijo Vincent entre risas.

Vincent ordenó a los guardias que le informaran sobre cualquier imprevisto y luego invitó a Marsella a trasladarse a la parte trasera del jet, donde se encontraba un área similar a una oficina.

Al entrar, Marsella quedó impresionada. El área tenía un diseño elegante y refinado, con materiales de alta calidad y acabados exquisitos en todas partes. Aunque la decoración era similar a la del resto del jet, las paredes estaban revestidas con una madera fina y paneles de cuero suave, mientras que el suelo estaba cubierto por una lujosa alfombra de color rojo vino. Había un amplio sillón que ocupaba la mitad del área, otorgándole un ambiente masculino y ejecutivo al lugar.

Vincent se rió al ver la expresión de asombro de Marsella mientras observaba el área.

—Marsella, siéntate por favor —dijo el mafioso entre risas.

Marsella salió de su asombro y se fijó en Vincent, quien seguía riendo.

—¿De qué te ríes? —preguntó Marsella.

—De nada —respondió él. ¿Te gusta el jet? —preguntó luego.

—El jet está... mmm... se ve bien —contestó Marsella con tono burlón.

Vincent soltó una carcajada resonante, lo cual sorprendió a Marsella por su volumen, pero al mismo tiempo le llenó de alegría el momento que compartía con el mafioso. Ver lo auténticos que eran esos momentos junto a Vincent hacía que Marsella deseara que duraran para siempre.

—Bueno, entonces empecemos —comentó Vincent.

Marsella se quitó la chaqueta que llevaba y comenzó a caminar hacia el mafioso, deteniéndose frente a él.

—No quiero hablar de negocios, grandulón —susurró Marsella con voz seductora.

Vincent frunció el ceño, confundido por el cambio de enfoque.

—Hace apenas unos minutos me pediste que hablemos sobre el proyecto —dijo, desconcertado.

Marsella se acercó aún más y apoyó su rodilla en el fémur del mafioso, quien estaba sentado, haciendo que el corazón de Vincent comenzara a latir más rápido.

—Sí, pero ya no quiero hablar de eso —respondió ella.

—Entonces, ¿qué es lo que quieres? —preguntó Vincent, intrigado.

—Te quiero a ti, Vincent Salvatore. —declaró Marsella, lanzándose hacia el mafioso.

Marsella tomó los labios del mafioso con deseo y pasión, y él respondió con la misma intensidad. Ambos se sumergieron en un beso apasionado.

J_Reyes.

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