Confesión.

Vincent se movía inquieto de un lado a otro en la suite, consumido por dentro. Marsella provocaba una sensación indescriptible en él, y necesitaba desesperadamente hablar con ella. Sin obtener respuesta a sus mensajes, Vincent finalmente no pudo contenerse más. Se vistió rápidamente con unos pantalones cortos y una camiseta sin mangas, y golpeó con fuerza la puerta de la suite de Marsella. Ella abrió la puerta, visiblemente desaliñada y sorprendida.

—¿Qué pasa, Vincent? Son las 2 de la madrugada... —dijo Marsella, aún medio dormida y con el corazón acelerado por el susto.

Vincent entró en la suite de Marsella sin decir una palabra y se sentó en la cama. Marsella se acercó, confundida por la situación.

—¿Qué está pasando? —preguntó Marsella.

El mafioso le pidió a Marsella que se sentara a su lado, pero ella se negó. Vincent insistió, instándola a hacerlo.

—Vincent —echo un suspiro. —Te dije que no quiero tocar más este tema y menos a estas horas.

—Marsella, no es eso de lo que quiero hablar, o al menos no directamente. —expresó Vincent, mostrando cierta ansiedad e indecisión.

Marsella se le veía un poco molesta por la forma en que Vincent invadió su espacio y solo la idea de que Vincent le haga mención del pequeño desacuerdo que tuvieron le hacía enojarse aun más pero ante las insistencia de Vincent Marsella asintió.

El mafioso tomo las manos de Marsella y respiro profundo antes de empezar a hablar

—Cuando apenas tenía 5 años, mi existencia fue desgarrada en un instante con la muerte de mis padres frente a mis ojos,  una tragedia que aún hoy me atormenta sin piedad. —confeso el mafioso.

Marsella quedó boca abierta ante las declaraciones del mafioso.

—Mi padre, ese hombre envuelto en sombras, se adentró en un mundo de negocios turbios, un narcotraficante inmerso en peligrosos tejemanejes. Fue su oscura senda la que lo condujo a enfrentamientos mortales con aquellos con quienes compartía pactos. Y así, en un trágico desenlace, fueron arrebatados de mi vida para siempre.

Mi progenitor era mi héroe, un ser polifacético cuyas habilidades superaban toda imaginación. Dominaba artes marciales con maestría, poseía una destreza inigualable en el manejo de armas y encontraba placer en aventurarse por parajes sombríos, poniendo a prueba su voluntad de supervivencia. Mi madre, fiel reflejo de su espíritu, aprendió todo lo que él enseñaba y juntos formaron un equipo excepcional. Pero a diferencia de mi padre, mi madre era el cerebro de todas las operaciones, experta en el manejo de sistemas y una cocinera extraordinaria. Aún puedo saborear en mi memoria aquellos deliciosos desayunos con kasha y los almuerzos con sopas y pelmeni. Parece que lo hubiera probado ayer mismo.

Marsella observaba a Vincent, sintiendo el dolor que emanaba de sus palabras. Se acomodó frente a él, acercándose para escucharlo con atención.

—Siempre me hicieron creer que trabajaban para la policía, que sus ausencias prolongadas en nuestro hogar se debían a misiones secretas, ocultas de todos. Engañaron mi inocencia y mi fe se aferraba a esa farsa, sin sospechar el oscuro abismo en el que estaban sumergidos. —Mi hermano...

La voz de Vincent se entre cortó y dos lagrimas se deslizaron por sus pómulos, Marsella se compungió al ver un gigante lleno de músculos tan sensible en frente de ella.

—Mi hermano, tan solo con tres años de edad cuando sucedió el terrible suceso, estaba presente en aquel fatídico momento. Aún resuena en mi mente su desgarrador grito: "¡Papá, mamá, despierten.!

Marsella apretaba las manos de Vincent en señal de apoyo y comprensión y afligida por las palabras del

Mafioso.

—El día en que mis padres fueron arrebatados de este mundo, mi alma se desvaneció junto a ellos. En ese instante, dejé de sentir cualquier atisbo de emoción y me transformé en un ser completamente gélido. La policía nos arrastró, a mi hermano y a mí, a un sombrío orfanato, donde debimos enfrentarnos a una maraña de niños que intentaban afligirnos y lastimar a mi hermano. Fue entonces cuando me forjé en alguien implacable. Desde ese día, una nube negra envolvió mi mente y corazón, y solo anhelaba venganza. Me juré a mí mismo que, si deseaba saciar ese anhelo, debía superar la figura de mi padre. Desde temprana edad, supliqué en aquel orfanato ser instruido en todas las disciplinas posibles. Fui adiestrado como una bestia, desterrando cualquier atisbo de sentimientos de mi ser. Con el tiempo, mi cuerpo se desarrolló de manera distinta a los demás niños. A los diez años, no parecía un infante normal. Mis músculos se habían esculpido de tal forma que aparentaba tener quince años. Siempre me veía envuelto en problemas, y cuando surgían enfrentamientos, reducía a golpes a cualquier contrincante que se cruzara en mi camino. Pronto, todos comenzaron a temerme, y me complacía alimentar esa fama. Aproveché esa situación y crecí a través de ella. A los quince años, poseía la corpulencia de un hombre adulto. Me ofrecí como guardia en el orfanato con tal de obtener permiso para salir al exterior y entrenar con armas. Y así lo hice. No solo me limité a aprender a manejar armamento durante mis escapadas del orfanato, sino que también me adentré en peleas callejeras, donde aplastaba a cualquiera que se atreviera a enfrentarme. Me volví famoso en aquellos recovecos urbanos, y solo aguardaba cumplir veinte años para abandonar el orfanato. Sin embargo, ese anhelo se prolongó hasta los veintitrés.

Vincent hizo una pausa, con la frente cubierta de sudor mientras continuaba hablando. Estaba a punto de intentar continuar, pero Marsella lo detuvo.

—Está bien, Vincent. No tienes que seguir. —Dijo Marsella, sosteniendo suavemente su rostro entre sus manos y plantándole un beso en los labios.

El mafioso dejó escapar un suspiro y abrazó a Marsella, envolviéndola por completo en un reconfortante abrazo.

Esto es solo una pequeña parte de mi vida. Mi vida no es del todo buena, tiene muchas partes oscuras y tú eres la única luz en mi vida desde mis padres. —confesó el mafioso.

Los ojos de Marsella brillaron ante sus palabras, y ella se inclinó, abrazándolo con fuerza una vez más.

—Por eso quiero que tomemos las cosas con calma y que poco a poco vayas conociendo cada parte de mí. Quiero ver si, una vez que sepas todo sobre mí, todavía quieres estar conmigo. —explico.

Marsella volvió a besa al mafioso en los labios.

—Está bien amor, lo entiendo. -Comento con una sonrisa.

El mafioso miró a Marsella con los ojos chispeantes ante su cumplido y comprensión y la tomó entre sus brazos, besándola con deseo y pasión.

—Puedes quedarte aquí. —dijo Marsella con ternura.

El mafioso analizó la propuesta de Marsella.

—No, mejor descansa mañana tenemos un día largo de trabajo. Y así puedes procesar un poco mejor todas las cosas que te he dicho. —respondió el mafioso.

Marsella asintió a su respuesta pero su miraba estaba clavada en los ojos de Vincent con algo de tristeza.

—Quiero discúlparme Vincent, siento tanta vergüenza de la forma en que te traté.

—No te preocupes. —contestó Vincent sonando tierno y relajado. —Yo lo único que quiero es que me conozcas bien y que me ames tal y como soy.

Marsella sonrió.

—Aún con todo lo que me has contado no siento miedo de estar contigo. —contestó.

—Eso es un buen inicio —respondió el mafioso devolviendo la sonrisa.

Vincent se despidió de Marsella con un cálido abrazo. El mafioso se sentía relajado, el haber conversado Marsella lo había liberado de un recuerdo que lo atormentaba y lo cargaba por años y que con nadie se atrevió a desvelarlo.

...⛓⛓...

Al día siguiente Vincent despierta renovado, su altercado con Marsella había sido resuelto que era lo único que le atormentaba y se preparaba para un día con nuevas vibras y de negocios.

El mafioso se observó en el espejo antes de pasar por a buscar Marsella. Se veía atractivo. Llevaba una suera negra de mangas largas ceñida a su cuerpo que realzaba su musculatura, unos pantalones blancos ajustados con rotos a la altura de sus rodillas, también llevaba un blazer largo de color crema con rayas negras y unos zapatos negros que brillaban.

El mafioso se roseo su habitual perfume y salió de la habitación para buscar a Marsella. Al salir para su sorpresa Marsella aguardaba en el pasillo esperando por el mafioso quien lo recibió con una sonrisa.

—Buenos días grandulón. —saludó Marsella.

—Buenos días princesa. Espero que sigas siendo así de puntual —Saludó Vincent y bromeó a la vez tomando el rostro de Marsella y posando un beso sutil en sus labios.

Acto seguido el mafioso la tomó por una mano y le dio una vuelta lenta para poder observar con detenimiento su encanto.

—Estas preciosa. —Aduló el mafioso con una sonrisa.

Los pómulos de Marsella se ruborizaron ante el cumplido del mafioso y una sensación de felicidad la invadió.

Marsella lucia impecable. Llévala un pantalón de cuero ceñido a ella que daban a relucir sus imponentes piernas y sus delicadas curvaturas. También llevaba una chaqueta blanca con una blusa corta negra debajo de ella que dejaba al aire libre su ombligo dándole un aspecto sexy, su cabello lacio descendía por toda su espalda hasta la altura de su trasero que le daba un toque de clase y unos tenis color blanco que le daba un aspecto más ligth a su outfit.

—Tu te ves muy guapo grandulón. —comenta Marsella mordiéndose los labios y mirándolo con deseo.

Vincent sintió una corriente por su cuerpo al ver a Marsella morder sus labios.

—No hagas esas cosas ante mi presencia. —dijo Vincent con seriedad.

—A que te refieres —pregunto Marsella.

—No muerdas tus labios cuando estes frente de mi. —lo dijo en tono de advertencia observando con deseo sus labios.

— ¿O si no que? —Contestó con tono amenazante pero con una sonrisa en su cara.

Vincent en un parpadeo llevó a Marsella hacia el y sin esfuerzo la levantó hasta que pudiera llegar a la par de su cara, Marsella envolvió sus pies en la cintura del mafioso y el tomó sus labios como un león cuando está devorando su carnada. El mafioso empezó a deslizar sus manos por diferentes áreas de su cuerpo terminando con una palmada en su culo que la hizo respingar y luego la suavizó con un agarre con fuerza pero a la vez sutil. Vincent beso con tal intensidad que logro sacar gemidos de la pequeña de ojos grandes.

—Vamos a la habitación. —Pidió Marsella ahogada en un jadeo mientras se empezaba a exitar con solo los besos del mafioso.

Vincent a escuchar su petición fue descendiendo la intensidad hasta que se detuvo y bajó a Marsella de su cuerpo.

—Recuerda.....

—Si, ya lo recuerdo —interrumpió Marsella. —iremos de espacio.

Vincent sonrió ante la compresión de Marsella que respiraba sin aliento y su rostro estaba rojizo por la exitacion.

—Por lo menos eso fue un gran avance. —bromeó

Marsella costándole poder hablar.

El mafioso se acomodó su atuendo y ayudó a Marsella a acomodarse el suyo y salieron del hotel.

...⛓⛓...

Vincent y Marsella se dirigieron al Sarabeth's en Central Park para desayunar y comenzar el día laboral. Al entrar, Vincent atrajo todas las miradas de las mujeres presentes, como era habitual, pero eso no le importaba. La única mujer que le importaba estaba a su lado, tomada de su mano. Ambos pidieron omelette y comenzaron a disfrutar de su comida, pero de repente la puerta del restaurante se abrió y Vincent quedó sorprendido al ver quién había entrado. Sus ojos se abrieron de par en par y su semblante mostraba asombro al ver a Grigori Petrovic caminando por el Sarabeth's.

Petrovic se detuvo en la puerta y escaneó la sala con la mirada hasta que sus ojos se encontraron con los de Vincent.

—Cariño, ¿qué sucede? —preguntó Marsella al notar la expresión de Vincent.

—Nada, princesa. Es solo un buen amigo a quien no he visto en mucho tiempo que está aquí —contestó Vincent mientras observaba a Petrovic acercarse a su mesa.

—No pareces muy contento de verlo —comentó Marsella.

—Solo estoy sorprendido por el tiempo que ha pasado desde la última vez que nos vimos —respondió Vincent sin apartar la mirada.

Petrovic llegó a la mesa con una radiante sonrisa en el rostro y saludó.

—Vincent Salvatore, ha pasado mucho tiempo desde la última vez que nos encontramos...

—J. Reyes.

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