17.

—Todo está en orden, joven Bley. Se le recomienda reposo y no hacer ningún movimiento brusco por una semana.

Asintió a lo que el doctor le decía tras revisar su pierna.

Su padre se lo había llamado, así que estaba siendo verificado completamente. No esperaba que fuera a estar rota o algo parecido, pero el malestar era un poco intenso y le costaba un poco caminar. Había querido ignorarlo hasta que el dolor había comenzado a aumentar conforme los minutos avanzaban y no le había quedado de otra que comunicarle y pedirle ayuda a su padre.

Soltó un suspiro tomándose uno de los medicamentos y se quedó en la cama viendo como su padre salía de la habitación con el hombre.

Se acurrucó en la cama pensando en que, el haber vuelto a Rusia se estaba volviendo un martirio. No quiso cerrar sus ojos de inmediato porque los malos recuerdos lo atacaban sin dudar. Abrazó el peluche que siempre tenía a su lado como el único recuerdo de su madre. Sabía que ya no era un niño en lo absoluto. Sabía que ya tenía más de veinte años y que, dormir con un peluche, era una verdadera niñería, y no le importó mucho porque era la única manera de sentirse cerca de ella.

No tenía conocimiento de lo que habría pasado si su madre siguiera viva, no era adivino ni nada parecido, pero le gustaba imaginarse que eran felices, que estaba en todas sus presentaciones de baile y que, sin falta, todos los días le decía que lo amaba.

Soltó un suspiro sintiendo sus lágrimas caer por sus mejillas y cerró sus ojos. No quería dormirse, no quería caer en un sueño que le pudiera provocar más miedo del que ya tenía, sin embargo, no pudo resistirse por el calmante que el doctor le había dado. No pudo mantener sus ojos abiertos por mucho tiempo porque todo se fue volviendo borroso y sus párpados fueron pesando hasta que no hubo nada más que el infinito sueño al que estaba cayendo de manera profunda.

No supo cuánto tiempo había transcurrido y tampoco supo si era un sueño o no, pero se puso de pie con lentitud.

Notó que era su casa sin duda alguna. Todo estaba igual que siempre y no se notaba ninguna diferencia y, a la misma vez, todo se sintió diferente en enormes cantidades que no sabía muy bien como calificar. Dio un paso con lentitud sintiendo como su cuerpo, de la punta de sus dedos, comenzaba a experimentar una calor extraña.

Se detuvo dudoso debido a todo lo que estaba sintiendo. Miró detrás de él notando que todo estaba igual y siguió caminando de manera lenta.

Al llegar a la puerta de su habitación, fue que sintió un aroma. Era un aroma que nunca antes había sentido y tragó saliva con dificultad. No supo darle un nombre de inmediato o incluso un olor en específico, entonces, al tomar la manilla de la puerta fue que la sintió ardiendo. Alejó su mano sintiendo el ardor por haberse quemado y la observó notando que nada había.

No obtuvo una quemada por tocar eso ardiendo, más bien, su cuerpo le pidió más. Le pidió más calor, más fuego, más de eso ardiente.

Estiró su mano tomando la manilla para girarla y salir al pasillo.

Se quedó viendo todo vacío. Nada se escuchaba ni nada se veía, sin embargo, su cuerpo sabía que algo había en el primer piso que estaba esperando por él ansiosamente. Sus piernas fueron las encargadas de tomar la decisión sobre avanzar o no. Fueron pasos rápidos donde, con cada paso que iba dando, el olor a humo y el sonido de las chipas de fuego, estaba inundando todo.

Su desesperación y necesidad fue tanta que bajó las escaleras corriendo ignorando el dolor en su pierna. Al llegar abajo, estaba sediento, con su cuerpo sudado y su respiración desbocada.

No recordaba la última vez que hubiera sentido tanta calor o que hubiera sudado tanto, pero ahora lo estaba. Avanzó por el lugar mirando a todos lados intentando localizar lo que lo estaba llamando, cuando, al verlo, se detuvo.

Sus ojos nada más vieron con atención lo que había frente a él porque no era una persona en lo absoluto. No supo como reaccionar o como tomar todo lo que estaba ocurriendo. Porque, lo único que lo estaba jalando, era una llama que ardía justo frente a él. Se ondeaba y se podía sentir más que bien su calor. La punta era de un color casi naranjo que se veía totalmente tentadora.

Estaba justo en medio del lugar iluminando todo y Bley se sintió tan atraído e hipnotizado justo como un ciervo con las luces de un auto. Justo como un ciervo capaz de saber que era peligro y, a la misma vez, incapaz de hacer algo para poder salvarse.

La observó porque se veía hermosa. Estiró su mano para poder tocarla y comenzó a sentir como el calor comenzaba a dominar su cuerpo con fuerza haciéndole experimentar demasiadas cosas que, nunca antes, había sentido. Sus ojos se cerraron disfrutando de ese calor tan cálido y reconfortante que le calmó el corazón para, un segundo después, hacer que comience a latir desbocado. Soltó una respiración larga y unos pasos retumbaron en sus oídos. Sus ojos se abrieron de golpe y no tuvo oportunidad alguna de moverse, de pensar en algo, de actuar porque, lo que se acercaba, ya estaba detrás de su cuerpo.

Pudo sentir su respiración caliente en su oído que le erizo la piel. Pudo sentir los dedos de alguien que subían por su brazo derecho de manera lenta y como pegaba su pecho a su espalda para susurrar en su oído:

—Bley…

Al despertar de una sola vez, se sentó en la cama casi desesperado.

Tenía la respiración echa un lío y su corazón estaba mil veces peor que no supo cuál debía calmar primero para evitar entrar en un ataque de pánico o que le diera un paro cardíaco.

—¿Qué sueño fue ese? —se preguntó pasando las manos por su rostro sintiéndolo sudado.

Acomodó su cabello detrás de sus orejas e inhaló profundo.

—Fue un sueño, ¿verdad?

No había nadie que pudiera responderle o aclararle aquella duda. Y lo peor no era el que nadie le pudiera responder. Lo peor de todo es que ese tono de voz lo conocía. Era un tono de voz intimidante, seductor, dominante y de alguien que tenía el cabello del mismo color que la llama de fuego que había visto.

—¿Desde cuándo sueño con personas con las que ni siquiera hablo?

Pestañeó un par de veces porque nada tenía sentido. Lo habría visto normal si hubiese sido con alguien que hablaba siempre o que incluso le gustaba, pero, soñar con el pelirrojo que era su guardaespaldas y que, para peor, lo había tratado fatal, lo encontró estúpido.

Se puso de pie para irse a la ducha. No tenía muy claro que hora era y tampoco quiso perder segundos en verificarlo.

Se quitó la ropa a medio camino y abrió la ducha dejándola en una temperatura normal. No la quería muy caliente para seguir perdido en ese sueño, pero tampoco muy helada para pescar un resfriado. Así que la dejó tibia. Cerró sus ojos intentando despejar su mente y fue sintiendo como su cabello se pegaba a su espalda conforme se iba mojando.

Lavó su cuerpo muy bien, igual que siempre, y se aplicó sus jabones habituales. Se arrepintió de no haberse echado un caramelo a la boca para estar chupando mientras se duchaba porque así se entretenía en lo que tenía en la boca y se olvidaba de lo que tenía en su cabeza.

Soltó un suspiro para salir de la ducha con una bata de algodón y sus pies descalzos.

Al salir de su habitación, comprobó bien todo esperando notar que era la realidad y no parte de otro sueño, así que se fue calmando al notar que las sirvientas andaban por todos lados haciendo sus cosas usuales.

Respiro en paz y solo se fue a la cocina para intentar prepararse algo y comer. Tenía mucha hambre y, mientras caminaba a ella, fue saboreando un chupetín que se había echado a la boca. Era redondo y tenía un palito pequeño para poder sostenerlo.

Y, rápidamente, se fue olvidando de todo.

Escuchó a su padre hablar por algún lado de la casa, aunque no lo tomó en cuenta, pero pudo diferenciar que era por una llamada y no con alguno de los guardias o guardaespaldas.

Conforme se fue cocinando lo que quería, el olor de la comida le fue incrementando el hambre. Eran simples panqueques, pero que, no por ser algo simple, le quitaba lo delicioso o sabroso como para chuparse los dedos. Comenzó a tararear una canción mientras se preparaba algunos. Ya llevaba tres y quería hacer otros tres más para matar bien las ganas.

Miró un poco por la ventana viendo que nieve seguía cayendo. No era en enormes cantidades como para dejar las carreteras inundada, pero era la suficiente para divertirse haciendo ángeles de nieve.

Sonrió y prometió salir a caminar luego un poco, después de todo, los alrededores siempre eran seguros.

Siguió mirando hasta que sus ojos encontraron una cabellera roja. Lo vio caminando con Camilo. Desde lejos, notó que solo él hablaba y el otro no decía ni una sola palabra. Iban únicamente caminando, pero no pudo quitarle la mirada. Se quedó casi embobado de inmediato y no iban ni muy lejos, ni muy cerca, pero, desde afuera, se podía ver muy bien hacia dentro.

Y, de esa manera, el pelirrojo miró en su dirección donde lo quedó observando mientras seguía avanzando.

Bley pudo sentir su mirada como si lo tuviera al frente. Se sintió nervioso e intimidado porque podía ver claramente el color negro de sus ojos. Ni siquiera fue capaz de pestañear hasta que sintió el olor a quemado y bajó la mirada viendo que, uno de sus panqueques, se estaba quemando.

—Ay, no, justo el más grande —se lamentó intentando darlo vuelta, pero ya no servía de mucho cuando estaba negro de un lado.

Soltó un suspiro y volvió a mirar donde ellos iban caminando para ya no verlos y asumió que habían ido a otro lugar.

Volvió a centrarse en lo que estaba haciendo y, en vez de seis panqueques, nada más se fue con cinco a su habitación que se comió calmado y tranquilo. Estaban buenos, así que lo puso de buen humor y le dio el pensamiento de que nada más cosas buenas podían ocurrir durante el día.

Su pierna no le dolía casi nada y decidió irse a donde siempre practicaba baile en su casa.

Recordaba que el doctor le había dicho que no podía hacer nada de ejercicios, aunque no le vio lo malo a estirar solo un poco para que los músculos no perdieran la práctica.

Siempre usaba ropa cómoda para eso, así que se colocó un buzo deportivo.

Más populares

Comments

María Sol

María Sol

Tengo 19 y siempre duermo con Jimeno (mi oso) desde que tengo 8 años. No podría sin mi peluche.

2025-03-30

0

Zulim

Zulim

Esas miradas...😍😆😆

2024-05-03

6

Zulim

Zulim

Ahhh😆😃

2024-05-03

1

Total

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play