Bley al despertar vio todo diferente.
Era un lugar en el cual nunca antes había estado y, el silencio que reinaba, fue aterrador. Se fue sentando de manera lenta sintiendo el dolor en su cabeza y no recordó. No supo cómo había llegado ahí ni nada, porque su cabeza dolía o qué había pasado en general. Tragó saliva mirando a todos lados cuando, en la esquina, vio a alguien de pie.
El pelirrojo estaba ahí nada más mirando por la ventana. Estaba de pie igual que siempre mostrando que jamás bajaba la guardia. Sus brazos estaban cruzados sobre su pecho y, por la ventana, se notaba que ya no estaba de día.
Fue sintiendo el frío del sitio y no entendió como él podría estar simplemente con una camisa que tenía doblada hasta sus codos como si fuera simple verano. No pudo evitar observar los tatuajes que tenía en sus brazos y que, la manera en que estaba ahí de pie, podía asustar e intimidar a cualquiera. Recorrió el lugar pensando que iba a encontrar a Soel, mas no fue así.
El sonido de vehículos que avanzaban por fuera le dio a entender de que estaban cerca de alguna carretera o la calle de una ciudad y ya.
Aclaró su garganta esperando que el pelirrojo lo fuera a mirar sabiendo que tenía su atención para preguntar qué había ocurrido y no funciono. Él nunca lo miró y nada más se centró en mirar por la ventana porque estaba intentando encontrar ese punto de calma. A veces le costaba más, pero otras era sencillo. Sin embargo, cuando la dificultad lo atacaba, el tener silencio y paz era lo primordial para lograr obtener aquello que deseaba. Solo necesitaba silencio para luchar con lo que había en su mente porque la noche estaba llegando y, con todas esas confusiones, no podía permitir que, la personalidad original, saliera a empeorarlo todo.
Respiró de manera calmada viendo algunos autos avanzar. Y el ruido de ellos no le molestaba, es más, el ir contando cuántos autos rojos, negros, blancos, azules y más iban pasando le estaba ayudando, hasta que escuchó:
—¿Disculpa?
Bley no obtuvo respuesta. No pensó en que estaba haciendo algo malo porque nada más quería saber dónde estaba o qué había sucedido porque el miedo ya comenzaba a dominarlo en grandes cantidades.
—¿Dónde estamos?
Maverick pudo sentir que, una parte de su calma, se estaba yendo muy lejos y eso no le gustó.
—Por favor, ¿puedes responderme? ¿Dónde están los demás?
El silencio no fue de ayuda, más bien, para el Omega fue un tormento donde su imaginación nada más le fue tirando escenarios horribles de que todos habían muerto cuando le llegó el recuerdo de aquel auto explotando, prendiendo en fuego y los hombres que lo habían intentado tomar.
Su cuerpo tembló y el pánico lo fue dominando. No quería estar ahí. Intentó moverse de la cama para ponerse de pie cuando sintió el dolor en su pierna derecha. No tenía alguna herida, pero la tenía delicada.
Y sus lágrimas cayeron porque nada más quería ir a casa.
Sabía que a su padre no le importaba mucho su bienestar, pero nada más quiso estar con él, quiso estar a su lado, quiso oír su voz porque sabía que, a su lado, nada le iba a ocurrir. Porque sabía que, muy en el fondo, era el único que se preocupaba por él, a pesar de que era cruel sin dudarlo ni un solo día con él.
—¿Puede llevarme a casa, por favor?
No lo vio mover ni un músculo. Sus ojos negros nada más estaban centrados en lo que estaba observando por la ventana y ya.
Se puso de pie sintiendo el leve dolor en su pierna y que todo le dio vueltas por unos segundos. Cerró sus ojos con fuerza y dio unos pasos que le resultaron complicados. Vio la puerta de la salida a la que camino ni muy rápido ni muy lento, pero llegó a ella intentando abrirla para darse cuenta de que estaba cerrada.
Eso le produjo pánico.
Nunca había estado solo con alguien, mucho menos con un Alfa, ni mucho menos alguien que se veía tan intimidante y aterrador como el pelirrojo.
Un escalofrío le recorrió la espalda y se giró para verlo donde mismo. Pensó incluso que estaba congelado. Y no supo como hablarle. Revisó su ropa intentando buscar su teléfono, mas nada había. Ni siquiera tenía dinero en sus bolsillos.
—¡Necesito que me lleves a casa!
Maverick lo escuchó y lo ignoró. Siguió mirando por la ventana sintiendo que estaba muy cerca de lograr su cometido y regresar al punto de calma al que estaba acostumbrado a estar.
—¡Es una orden! ¡Llévame a casa! ¡¿Por qué estamos aquí?! ¡¿Por qué me tienes aquí encerrado?!
Su voz no era irritante, tampoco insoportable, aunque para el pelirrojo se estaba volviendo completamente intolerable.
—¡Quiero irme a casa, por favor!
Lo escuchó llorar y sollozar cada vez con mayor intensidad y su respiración se aceleró y el enojo lo comenzó a dominar con fuerza porque, la calma que había estado muy pronto a conseguir, se estaba alejando cada vez más y más.
—¡Maverick…!
—¡¡Cállate!! —bramo girándose hacia él con un rostro casi endemoniado que hizo a Bley temblar y retroceder.
Y debió quedarse callado, pero estaba asustado, aterrado, confundido y con dolores extraños en su cuerpo que lo hicieron decir:
—¡Llévame a casa! —ordenó intentando verse valiente, sin embargo, al verlo avanzar, el miedo explotó en su cuerpo.
Quiso retroceder, mas no pudo.
Sintió como lo tomaba con fuerza del brazo y soltó un quejido.
—¡Suéltame! ¡Me duele! ¡Por favor!
—¡Cállate, maldito Omega inservible! ¡¿Quieres que te lleve a casa?! ¡Entonces, quédate aquí y no digas ni una sola mierda!
—¡Déjame!
Intentó luchar obteniendo ni un resultado porque, contra la fuerza de Maverick, era algo imposible. Intentó resistirse mientras seguía gritando y, cuando logró liberarse, cayó sobre su trasero.
Quiso ponerse de pie y salir corriendo, cuando sintió como su cabello era tomado con fuerza. Gritó por el dolor y fue cuando vio sus ojos negros que parecían los ojos de un completo demonio que acababa de salir del inframundo nada más para matarlo. Lo vio más que furioso y notando el hecho de que, su bienestar, le daba exactamente igual. Cerró sus ojos con fuerza para no verlo y pensó que se podía morir del miedo.
—Cállate, jodida porquería.
Bley estaba acostumbrado a escuchar los insultos de su padre, no obstante, pudo darse cuenta de que, ninguno de todos esos insultos que escuchaba a diario, le habían provocado tanto dolor como lo que el Alfa le había dicho.
Se repitió en su cabeza una y otra vez y su cuerpo tembló temiendo lo peor. Dio pasos cuando lo hizo caminar a la fuerza y fue empujado dentro del baño donde cayó sobre sus rodillas soltando un quejido mientras lloraba. No supo qué había hecho mal porque ni siquiera sabía como habían llegado a ese lugar. No entendía nada de lo ocurrido y Maverick dijo:
—Si te escucho decir lo más mínimo, te haré cosas horribles.
No miró detrás, pero pudo oír la puerta ser cerrada con fuerza y solo se quedó ahí, sentado en el suelo sintiendo frío, miedo, hambre y dolor.
Se abrazó a sí mismo intentando que su calor corporal le ayudara en algo, pero no sucedía. El baño estaba casi como un verdadero congelador y sus manos estaban completamente heladas. No supo cuánto tiempo estuvo llorando, tampoco cuántos minutos habían transcurrido. El frío que estaba sintiendo, le hacía pensar en que llevaba horas interminables cuando nada más habían pasado treinta minutos.
Pensó en que prefería mil veces estar tirado por ahí nada más a estar en ese sitio. Y el tiempo siguió transcurriendo donde su cuerpo comenzó a temblar con más fuerza por el frío que estaba sintiendo.
Y lloró con fuerza. El dolor en su cabeza seguía aumentando y fue recordando el motivo del por qué tenía algunos dolores. Recordó los disparos que retumbaron en sus oídos y, al cerrar los ojos, nada más revivió todo que le provocó pánico. Los disparos seguían y seguían sin intenciones de detenerse o siquiera tenerle una gota de piedad. Cubrió sus oídos intentando que todo pudiera desaparecer, mas no.
El lugar era tan chico, que comenzó a sentir que se estaba ahogando. Vio que todo se iba achicando por el ataque de pánico que lo estaba invadiendo y sudo frío.
No dudo en ponerse de pie y comenzó a golpear la puerta con fuerza para poder salir.
—¡Abre la puerta! ¡Déjame salir por, favor! ¡Déjame salir! ¡Tengo miedo!
Perdió la cuenta de cuántas veces gritó y nunca obtuvo una respuesta porque Maverick no estaba ahí. El sitio estaba vacío y nada más estaba él en el baño gritando sin parar y llorando por el miedo que lo estaba dominando.
Dejó de golpear cuando su mano se cansó y cuando no soportó más el dolor en sus nudillos.
Se dejó caer en el suelo abrazando sus piernas y solo siguió llorando y llorando. Sabía que siempre lloraba por cosas que recordaba, pero, en aquellas ocasiones, podía llorar en la comodidad de su cama. Ahora estaba en un lugar lleno de frío y desconocido.
Quería calor, quería algo que le diera calidez. Solo pensó en el fuego, en estar cerca de el oyendo las chispas mientras calentaba sus manos y sus ojos se cerraron con ese pensamiento.
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Comments
kelly_Amaeltaekook.💗
PINCHE PUTOO, ¿NO VES QUÉ MI BEBITO ESTA ASUSTADO?
2024-12-31
2
kelly_Amaeltaekook.💗
No llores, no llores, no llores, no llores... ya estoy llorando. 💔
2024-12-31
2
Zulim
Voy a necesitar terapia urgente che ...😫😫
2024-05-02
7