Un año después…
Disfrutó mirando la vista del avión en el cual estaba viajando. Era privado y nada más iba acompañado por sus guardaespaldas y quienes manejaban el avión.
Iba escuchando música y esperaba que el viaje fuera largo. No tenía muchas ganas de llegar a Rusia. Llevaba mucho tiempo viviendo ahí con su padre, pero su padre no era una persona muy cariñosa o que estuviera preocupado de él las veinticuatro horas del día. Soltó un suspiro y estaba cansado. Habían sido días de presentaciones y muchas cosas más a las cuales estaba casi atado. Amaba lo que hacía, amaba bailar, amaba hacer lo que fuera que tuviera que ver con un escenario, sin embargo, su padre cada vez le iba exigiendo más y más cosas.
El bailar ballet no era sencillo. No era solo colocarse las zapatillas de baile y moverse por el escenario. Se debía tener práctica, soportar dolores, ignorar molestias y practicar mucho.
Lo había descubierto cuando tenía cinco años y su madre lo llevo a un teatro donde vio a una mujer bailando. Se quedó embelesado por sus movimientos, por su delicadeza, por el amor que expresaba por lo que hacía y más y supo que era lo que iba a querer hacer toda la vida. Sin embargo, al año siguiente, su madre murió.
Él sabía que nada más había sido una cosa de una sola noche y él había sido concebido, así que no tenía ningún recuerdo de sus padres besándose o abrazándose porque jamás habían vivido en la misma casa.
Nunca pudo imaginar algo como eso sabiendo que era imposible. Entonces, debido a la muerte de su madre, su padre tomó toda la responsabilidad por simple obligación y lo recibió en su casa con el único fin de que no hubieran habladurías de su nombre o apellido. No le importaba mucho tener un hijo, lo único que siempre le había interesado era la fama y el poder. Y, conforme su hijo fue creciendo, lo fue viendo como una mina de oro que iba a poder explotar hasta el fin de los tiempos.
Tenía más que claro que no era el hijo más querido, pues el hombre tenía más hijos que si amaba y cuidada y él nada más era conocido por ser el hijo del presidente.
Cerró sus ojos y los abrió cuando uno de sus guardaespaldas le habló indicando que ya estaban por aterrizar. En Rusia era invierno, así que, desde arriba, mientras iban descendiendo, pudo ver todo blanco. Le gustaba la nieve y soltó una breve sonrisa. No quiso pensar en que, el regresar a Rusia, iba a ser malo igual que siempre, no quiso pensar en nada negativo y nada más se dejó llevar por los pensamientos positivos.
Al bajarse del avión, lo hizo con un abrigo grande y podía ver más que bien su respiración cada vez que exhalaba.
No tardó en subirse a otro auto que lo estaba esperando.
—Su padre lo estará esperando —le comunicó uno de los guardias.
—Bien, Soel. Supongo que otra vez es por asuntos familiares.
El Alfa asintió. Era con el que más solía hablar e incluso soltar algunos chistes, después de todo, no tenía muchos amigos. Cuando terminaba sus presentaciones con todo su equipo, cada uno se iba por su lado y no volvían a encontrarse hasta que una nueva oportunidad surgía.
—No tengo mucha información. Nada más me comunicó aquello.
Soltó un suspiro.
—Tenemos tiempo, quiero pasar a tomar algo caliente y comprarme unos caramelos.
El otro asintió. Era algo de cada vez que regresaba a Rusia. Siempre pasaba al mismo local, pedía lo mismo para tomar y sus caramelos que los comía todos los días sin falta alguna. Podían ser masticables, pequeños, para chupar, como los cóyac o chupetín, entre otros.
El auto se dirigió al lugar. Era bastante grande, pero bastante seguro.
No tardó en bajar y nada más lo hizo con dos. Llevaba un jockey para ocultar un poco su cabello y unos lentes de sol oscuros con una mascarilla. No le gustaba mucho que lo vieran porque siempre se formaba mucho desorden y más cuando estaba en Rusia. Los teatros siempre estaban repletos por él y más el lugar más famoso de Rusia llamado Bolshói donde se realizaban muchas cosas como ópera, danza y, naturalmente, teatro.
Las puertas se abrieron y los dos Alfas lo siguieron de cerca mirando a todos lados. Sus rostros siempre eran serios y sus cuerpos grandes. Todos los que los veían se alejaban de inmediato por cualquier cosa.
Bley iba bien cubierto, así que nadie sabía a quién estaban cuidando tanto.
El Omega nunca se preocupaba por nada. No le encontraba sentido hacerlo cuando sabía que, todos sus guardaespaldas, jamás iban a dejar que algo le sucediera y porque encontraba tonto el que alguien pudiera hacerle algo cuando se veía totalmente insignificante.
Fue tomando los dulces de caramelo que tanto le gustaban donde lleno dos bolsas. Los comía mucho, todos los días debía probar uno o su día se volvía horrible. El nada más tener uno en la boca provocaba que su día se volviera colorido y que los problemas no se siguieran haciendo tan grandes. Los caramelos siempre habían sido sus mejores amigos y no pensaba cambiarlos por nada.
Siguió caminando para ir a la caja. Siempre andaba con efectivo en sus manos, pero, antes de poder dejar sus cosas para pagar, noto que alguien más lo hacía.
El hombre a su lado tiró las cosas con cero amabilidad y espero que la chica le dijera el precio. Bley le dio una breve mirada para verlo con una simple polera manga corta cuando hacia demasiado frío. Pudo ver sus brazos y cuerpo grande, así que no necesitaba nada más para saber que era un Alfa y como su cabello pelirrojo destacaba en creces. Los vio largo en la parte de arriba, pero rapado abajo.
Se quedó viendo los tatuajes que tenía en sus brazos. Pudo ver alambres de púas, corazones atravesados por dagas, serpientes y más cosas que le dieron el pensamiento de que era alguien peligroso.
Toda su aura e imponencia le gritaba que era casi la muerte misma.
Lo vio sacar el dinero para entregarlo de la misma mala manera y tomar las cosas para alejarse. Pestañeó un par de veces y dio un paso para dejar sus cosas cuando el disparo se escuchó. El vidrio fue atravesado y reventado debido a los demás balazos que se fueron escuchando. Lo último que vio, fue como la mujer de la caja recibía más de cinco disparos de una sola vez y su cuerpo fue empujado al suelo. Escuchó a los dos guardaespaldas que andaban con él como gritaban y hablaban por los micrófonos diciendo que era una emboscada.
Y pensó que iba a morir.
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Comments
Adaleska Amaya
y dele con la misma vaina echándole sal a la herida
2024-12-13
1
😱😱😱😱😱
2024-06-24
0
La cual te llamará muy pronto 😏🤭😁
2024-06-24
0