9.

—Bley, kak khorosho, chto ty prishel (Bley, que bueno que viniste) —dijo su entrenadora habitual de ballet.

Solía hacer muchas giras, pero al finalizar aquellos eventos, entonces se concentraba en otros, así que siempre estaba pendiente de todo y nunca dejaba sus pasos comunes de ballet.

Era porque le gustaba y amaba lo que hacía, pero también porque su padre le exigía sin parar que debía ser el mejor de todos sin duda alguna.

—Izvinite, ya nemnogo opozdal (Lo siento, llego un poco tarde).

La vio asentir y como le hacía un gesto de que no importaba mucho. Era rusa, y no conocía ningún otro idioma, a diferencia de Bley, pues podía hablar español, ruso y francés.

—Ty dralsya s ottsom? (¿Peleaste con tu padre?) —preguntó ella mientras lo miraba un poco triste por saber que, cada día sin falta alguna, discutía con su padre.

Conocía al hombre más que bien, no era ajena a su personalidad y sobre todo a sus imposiciones o exigencias con su hijo que, en algunas ocasiones, se podrían comparar con las exigencias que se le daban a un simple perro y no a una persona que podía ser amable y bueno sin siquiera dudarlo un solo segundo.

Él nada más levantó sus hombros y se comenzó a preparar. Andaba con su bolso donde llevaba su ropa para las prácticas.

Era un gran lugar, con muchas salas para ensayar, con muchos espejos por todos lados, y con un aire más que cálido. Le gustaba ir ahí porque siempre se sentía en casa más que donde dormía. Conocía a la mujer hace cinco años, así que su amistad era bastante íntima a pesar de la diferencia de edad. Ella ya tenía treinta y cinco años, tenía sus hijos y era muy profesional en todo lo que realizaba en su día a día. Tenía una academia de ballet donde enseñaba a muchos chicos y chicas y que era bastante reconocida.

—U vas yest' novyye telokhraniteli? (¿Tienes nuevos guardaespaldas?)

No podía solo ignorar a los dos hombres que estaban en la entrada. Uno era de cabello negro, el otro de cabello rojo e intenso que podía destacar en cualquier lado. Lo vio demasiado serio, peligroso, frío y, sobre todo, extremadamente dominante.

—Da, nekotoryye vyglyadyat luchshe, chem drugiye (Sí, algunos se ven más simpáticos que otros).

—Tot s ryzhimi volosami ochen' strashnyy (el de pelo rojo da mucho miedo).

Bley miró sobre su hombro mientras se colocaba sus zapatillas de baile. Estaba sentado en el suelo, así que se veía mucho más enorme que de costumbre.

Tragó saliva y desvió la mirada.

—Papa khochet, chtoby ty poshel so mnoy v vannuyu, chtoby ya ne dostavlyal yemu khlopot (Papá quiere que vayan hasta el baño conmigo para que no le dé problemas) —habló molesto y se puso de pie para caminar donde ellos.

No le encontraba mucho sentido a que se queden ahí parados todo el tiempo cuando podían quedarse afuera sentados y ya. Además, le gustaba practicar solo con Dominika, la mujer. No estaba acostumbrado a que otros lo estuvieran viendo.

Sus pasos fueron cortos, pero rápidos. Mientras más se iba acercando, más intensa iba sintiendo la mirada de uno y, no le costaba mucho trabajo adivinar de a quién pertenecía la mirada porque era bastante obvio. Los dos que estaban dentro nada más se quedaron parados esperando a lo que les iban a decir. El otro se veía simpático. Camilo estaba ahí viéndose un buen chico y casi la representación misma de un ángel. Maverick era todo lo opuesto. Se veía imponente e intimidante con una mirada que nada más mostraba el hecho de que era un demonio.

Aunque no se notaba mucho que a Bley le importaba eso.

Estaba acostumbrado a que siempre lo miren mucho, pero, el tener al pelirrojo mirándolo casi todo el día, ya le comenzaba a molestar porque no sabía si era con curiosidad o con asco por la condición que tenía.

Ya había obtenido muchas palabras de asco a lo largo de su vida e incluso miradas que decían más que mil palabras, así que no iba a dejar que otro más le hiciera sentir mal y como una porquería. Alzó su mirada viéndolos a ambos y abrió su boca para decir:

—Pueden esperar afuera. Me gusta practicar solo. Si los necesito, yo los llamaré.

Era un orden, pero nunca se podía ignorar el hecho de que había mucha amabilidad en sus palabras sin importar nada. Se notaba dócil, como una persona que no estaba acostumbrada a decir que “no” o, más bien, una persona que no sabía decir “no”. Pues, si fuera lo contrario, hace mucho tiempo se habría librado de las injusticias de su padre y nada más seguía estando ahí a su lado sabiendo lo mal que lo trataba.

Camilo asintió y se movió para salir.

—Es una orden, Maverick —habló notando que no se movía ni un centímetro.

—Por supuesto, llámame si me necesita.

Bley llegó a la conclusión de que no lo iba a llamar jamás porque no lo veía para nada simpático. Respiro con tranquilidad al verlos afuera de la puerta y regreso para seguir hablando con la mujer.

Ambos comenzaron a estirar un poco y a calentar los músculos como era debido para evitar cualquier tipo de desgarre o alguna molestia indeseada. Había una melodía de música clásica en el lugar que era bastante animada y, para suerte de ambos, las sillas eran cómodas, aunque, quién más alabo eso, fue Camilo que no tardo en sentarse. Maverick únicamente se quedó de pie como si fuera una estatua.

—Bien, según su horario, aquí se queda como cinco horas. Tengo buen oído y despierto con facilidad, así que me voy a dormir mínimo unas tres horas —dijo nada más acomodándose porque estaba cansado.

Eran las cinco de la tarde y llevaban despiertos y caminando para todos lados desde las siete.

—Deberías sentarte hombre, siempre estás de pie. Es viernes y no te he visto sentarte desde el lunes ni un solo segundo. ¿Te crees caballo o qué?

No obtuvo respuesta.

Siempre hablaba solo, el pelirrojo nunca le respondía nada, pero se sentía cómodo con él. Siempre le gustaba hablar y los otros lo hacían callar a las dos palabras que soltaba, en cambio, él lo dejaba hablar y hablar hasta que se cansaba.

—Recuerdo que mi hermana hacia ballet. Se abría de piernas, saltaba de un lado a otro y todo mágico. La verdad, me aburría horrores, por eso no me animaba para nada el venir aquí.

Soltó un bostezo y miró a ambos lados verificando que nada raro sucedía y que nada más se cruzaban algunos niños no mayores de quince años.

—Mira que casi escuchó a la profesora decir: y uno y dos y tres, salto, y uno y dos y tres, giro. Casi me mareaba de siempre oír lo mismo porque…

Habló por horas y no durmió ni un solo poco de lo que había dicho. Le estaba contando hasta de como una vez le había picado una araña y la decepción le había dominado el cuerpo por completo porque no se había convertido en Spiderman.

Maverick nada más estaba apoyado en la pared con sus brazos cruzados sobre su pecho esperando que el tiempo avance. Llevaba contadas las horas que habían pasado y eran cuatro. Siguió contando los minutos mentalmente hasta que se cumplieron las cinco horas y Bley abrió la puerta.

Salió con la mujer caminando y hablando en ruso. Él entendió todo lo que hablaban, pero no eran cosas de importancia, así que no le tomó valor a nada.

Camilo estaba medio dormido en la silla cuando alguien le golpeó el hombro y se levantó de una sola vez listo para pelear con cualquiera, luego vio que nadie había. El camino estaba libre de cualquier enemigo hasta que miró a su izquierda para ver que todos se iban yendo y comenzó a correr.

Se acomodó la ropa e hizo como si no se hubiese quedado dormido en medio de su trabajo.

Al salir del lugar, Bley nada más se subió al auto para irse a casa. Estaba bastante cansado y soltó un suspiro mientras miraba por la ventana viendo la nieve que seguía cayendo. Hace años que no podía caminar por ella. Deseaba caminar por el parque y ver a los niños jugar con ella, mas no podía. Todos los días debía centrarse en lo que su padre le decía y estaba cansado de eso. Siempre ansiaba una sola cosa y cada vez se convencía más y más de que aquello jamás lo iba a poder vivir.

Se sentía triste porque no tenía muchos amigos, de hecho, la única persona que podía categorizar como su amiga era Dominika, su entrenadora.

Imaginó que todo iba a seguir mal, hasta que llegó a casa y vio a alguien que le alegró la noche sin duda alguna. Soltó una sonrisa al verlo ahí parado porque había estado seguro de que había muerto. Soel, uno de sus antiguos guardaespaldas, estaba vivo. No recuperado al cien por ciento, pues andaba con uno de sus brazos sostenido por algo que se cruzaba por su cuello y lo mantenía en su pecho. Tenía algunas heridas en su rostro también, pero estaba ahí de pie.

No dudo en acercarse a él y le dio un abrazo porque era quien siempre le hacía las cosas más sencillas en sus viajes y con quién incluso podía bromear de vez en cuando porque era alguien amable y divertido.

—Me alegra tanto que estés bien —dijo y lo abrazó con fuerza alejándose de manera inmediata al oír que se quejaba —. ¡Lo siento! ¡Lo siento! ¿Dónde te duele? Papá nunca me dijo nada sobre ti por más que pregunte. Así que, asumí que habías muerto. Si hubiese sabido en que hospital estabas, entonces te habría ido a ver siempre.

—Me duele todo el cuerpo en realidad —bromeó —, pero no se preocupe por ello, ya todo sucedió y estoy bien dentro de todo lo ocurrido.

Vio a Bley sonreír también y pensó que valía la pena haber recibido tres disparos y casi muerto solo por verlo sonreír de esa manera dulce.

Sin más, caminaron por el lugar.

—Vaya, parece que ese guardaespaldas es muy apegado a él —comentó Camilo al lado del pelirrojo viendo que se llevaban más que bien y que, con él, Bley bajaba toda la guardia por la confianza que le tenía.

Se perdieron cuando doblaron en la esquina.

—¿Crees que vendrá a quedarse? La verdad, no quiero que se quede con mi puesto porque necesito el trabajo. Si pretende quitármelo, le rogaré y lloraré al jefe porque tengo dos hijos que mantener y una esposa que no duda en amenazarme con la chancla. Si la vieras —dijo orgulloso y con una sonrisa de oreja a oreja —. Es una Omega bellísima y dulce, pero muy peligrosa cuando se lo propone. Y, ¿tú? ¿No tienes algún Omega por ahí?

No obtuvo respuesta y le dio una breve mirada porque se veía furioso. Estaba seguro que, en cualquier segundo, se iba a prender en fuego completamente.

—Te notas un poco tenso, ¿no quieres un té de manzanilla? Descuida, dudo que sea a ti a quién le quiten el puesto. No te preocupes.

Y al pelirrojo no le molestaba que le quiten el puesto, sino que, debido a ese Alfa, el acercarse a Bley le iba a tomar mucho más esfuerzo y solo comenzó a pensar en una forma de matarlo lo antes posible para quitar basura inservible de en medio.

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Comments

kelly_Amaeltaekook.💗

kelly_Amaeltaekook.💗

¿Por que siempre hacen al amor secundario como el mejor?, es tan lindo Soel. 😭

2024-12-31

2

☜♡☞Nino☜♡☞

☜♡☞Nino☜♡☞

camilo es el mejor jajaja

2024-10-18

1

Isabel Medina Medina

Isabel Medina Medina

el Maverick: "ya wey" 😢

2024-10-14

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