El Testigo

Melissa era una joven que se jactaba de tener sangre fría; ella siempre presumía de no dejarse llevar por sus pasiones como una niña desubicada. Pero, francamente, Henry se las había arreglado para molestarla más en una hora que todos los animales de granja de su vecino que corrían libres en la cuadra en la que vivía.

—Por favor, dime cómo se llama la chica que vi ayer, muy cerca de aquí— él le había enviado 2 mensajes seguidos preguntando lo mismo.

—¿La de la silla de ruedas? Ya te dije que se llama Katy—, respondió la pelirroja, tratando de fingir una total inocencia. —¿Pero no es demasiado joven para ti?

—Bueno, sabes que no me refiero a esa chica, sino a la que vi junto a ella. Ya te dije, pelo largo, negro y ojos verdes.

—Ella es amiga mía, pero ¿por qué te importa saber eso? Pareces muy normal, pero estoy pensando que tal vez podrías ser un acosador—suspiró la pelirroja.

—No es lo que te estás imaginando. Creo que ella podría ser alguien que conocí hace unos años, pero lo que me intriga es que la chica en silla de ruedas que estaba a su lado es idéntica a una chica que conocí en el trabajo—soltó de golpe el joven Vandervilt, sintiéndose un poco avergonzado por la forma tan brusca en que sus palabras salieron de su boca.

—No sé…— Melissa suspiró, tratando de ganar un poco de tiempo extra. —Déjame preguntarle cuánto puedo decirte sobre ella. Pero te lo advierto, si descubro que quieres hacerle algo raro a ella, te vas al infierno. No me importa si tu apellido es Vandervilt. Ahora, ¿puedes dejarme dormir, por favor?

—Perdón por no dejarte dormir, pero ¡vamos! Cuéntame algo sobre ella. Si hay una nueva reunión en unas horas, te agradecería mucho que me dijeras algo sobre tu amiga—insistió Henry.

—Vaya, creo que tengo malas noticias para ti—, Melissa sonrió desde la distancia. —Hoy no hay reunión, porque tanto Greg como Rachel tenían cosas importantes que hacer. Mañana sí habrá, y la última reunión será a distancia

—¿De verdad no va a haber una reunión hoy? ¡Qué triste! ¿Pero por casualidad tu amiga no va a estar por aquí? De hecho, creo que estaría interesado en acercarme a ella, si hay la oportunidad—insistió Henry.

—No, querido, lo siento—respondió la pelirroja. —Vas a tener que buscar alguna otra cosa interesante que hacer por aquí. Parece que todos tenían algo importante que hacer hoy

El chico Vandervilt simplemente suspiró, mirando por la ventana.

Lo que Henry no sabía era que la chica que buscaba con tanto anhelo estaba muy cerca de él.

Bobby y Samantha salieron justo después del atardecer en busca de una persona que se había puesto en contacto con la Dra. Chen, la nueva amiga de Greg.

—¿Estás segura de que ese hombre no miente?— Bobby le dijo de golpe a Samantha, tan pronto como los dos se subieron al autobús que los llevaría a su destino. —Sin ofender, pero por lo que Melissa me dijo anoche, podría ser que este hombre tuviera algunos problemas mentales, ¿verdad?

—No exactamente—, respondió Samantha, revisando su teléfono. —Digamos que tuvo algunas experiencias de vida bastante difíciles, que lo han dejado un poco afectado. Pero aun así, no es más que un ciudadano trabajador, como tú y yo.

Mientras el autobús llegaba a su destino, Bobby y Samantha discutieron su plan de acción. Estaban buscando a un testigo que pudiera corroborar el daño ambiental causado por Northstar Energy, y el contactode la Doctora Chen afirmaba tener información importante al respecto.

—¿Tenemos alguna idea de cómo es este tipo que buscamos?— Bobby preguntó, revisando con atención la calle mientras caminaban.

Samantha negó con la cabeza. —No, pero dijo que usará una bufanda roja. Eso es todo lo que tenemos para encontrarlo en este sitio

Los dos caminaron por una calle que se hacía cada vez más oscura, manteniendo los ojos bien abiertos en busca de una bufanda roja. Mientras caminaban, notaron que cada vez había menos gente alrededor de ellos. Las luces de la calle parpadeaban, proyectando sombras espeluznantes en el pavimento.

De repente, vieron una figura a lo lejos, que llevaba puesta una bufanda roja. Cuando se acercaron a esa persona, se dieron cuenta de que era un anciano encorvado, que caminaba arrastrando los pies lentamente.

—Disculpe, señor—, dijo Samantha, acercándose a él. —¿Es usted quien contactó a la doctora Chen von respecto al caso de Northstar Energy?

El anciano miró a la joven mujer, sus ojos entrecerrados en la penumbra del callejón. —Sí, sí, ese fui yo—, dijo en tono bajo —Tengo información que podría ser muy importante para ustedes. Pero no podemos hablar aquí. No es seguro

Bobby y Samantha intercambiaron una mirada de preocupación. —¿Qué quieres decir?— le preguntó Bobby al hombre.

—Quiero decir que hay ojos y oídos en todas partes—, dijo el anciano con voz temblorosa. —Necesitamos ir a un lugar más privado. Sígueme.

Él los condujo por una calle lateral y luego por un callejón aún más oscuro que el anterior. Samantha sintió que un escalofrío le recorría la espalda mientras se adentraban más en la oscuridad de ese lugar. Finalmente, el anciano se detuvo ante una puerta que se encontraba empotrada en la pared. Sacó una llave de su bolsillo y la abrió.

—Rápido, rápido—los apresuró, haciéndoles un gesto para que lo siguieran adentro.

Cuando entraron a ese sitio, los ojos de ellos poco a poco se acostumbraron a la tenue luz. Se encontraban en una habitación pequeña, que tenía el papel tapiz desgarrado, y únicamente contaba con una mesa y tres sillas. El anciano les hizo un gesto para que se sentaran.

—He visto lo que está haciendo Northstar Energy—, dijo en voz baja y urgente. —He visto el daño que están causando. Y tengo pruebas que lo demuestran

El extraño hombre metió la mano en su bolsillo y sacó un pequeño sobre. Se lo entregó a Samantha, quien lo abrió y echo un vistazo dentro. Sus ojos se abrieron como platos cuando vio que adentro había varias fotografías que mostraban a camiones de Northstar Energy arrojando desechos tóxicos a un río cercano.

—Esto es increíble— susurró la joven, pasándole las fotos a Bobby. —Esta podría ser una evidencia fundamental para nuestro caso.

El anciano asintió con determinación

—Sabía que lo que estaban haciendo estaba mal. Sabía que alguien necesitaba hablar. Y sabía que no podía hacerlo solo. Por eso contacté a la Dra. Chen. Yo la  recordaba de la época en la que ella trabajó con unos amigos pescadores, para hacer unos estudios sobre el agua de una región cercana a esta ciudad.

Bobby levantó la vista después de ver las fotos y sus ojos se encontraron con los de Samantha. —Tenemos que llevarles esto a Rachel y Greg—, dijo el joven. —Estas fotografías podrían ser justo lo que hemos estado buscando.

Los dos le diaron las gracias al anciano y salieron de la habitación, sintiéndose a la vez eufóricos y nerviosos. Mientras salían del callejón y volvían a la calle principal, sintieron como si alguien los estuviera observando. No había tiempo para arriesgarse a ver si alguien realmente los perseguía o si este sentimiento era simplemente producto de sus mentes. Entonces, la chica y el joven músico decidieron ingresar a un café muy concurrido ubicado en el centro de la ciudad, con el fin de despistar a quien los perseguía. Los minutos pasaron lentamente y nadie se les acercaba. No parecía haber nadie sospechoso alrededor.

—Me vas a llamar loco, pero estaba seguro de que alguien nos había estado siguiendo desde que terminamos de hablar con ese hombre—dijo Henry de golpe.

—Yo también lo sentí. Creí haber visto a un hombre vestido de negro, pero tú ya viste que nadie se nos ha acercado—, suspiró Sam en tono cansado. ¿Qué dices, mejor nos vamos a casa lo antes posible?

—Estoy de acuerdo, vámonos rápido de aquí—asintió Bobby.

Sin dudarlo ni por un instante, los jóvenes regresaron a sus respectivos hogares, animados por haber obtenido tan buenas evidencias, pero al mismo tiempo un poco temerosos, sabiendo que estas fotos iban a incomodar a mucha gente importante.

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