El buen pastor.

Estaba allí, sentada, esperando el momento para el juicio. En mi rostro no se veía ningún tipo de expresión, no estaba para nada preocupada, aún era menor de edad, tenía la plena confianza de que mi sentencia no sería muy mala. 

Y así empezó el juicio, la familia de James me miraba con un profundo odio e impotencia, más aún cuando dictaron la sentencia.  

—la joven Nélida Campo —mencionó la liez, y yo no sentía miedo en ese momento —es encontrada culpable por el homicidio de James Smith. Serás deportada a tu país donde cumplirás una condena a 4 años en la correccional para menores, y cuando cumplas la mayoría de edad serás trasladada a la cárcel el buen pastor.

Una sonrisa se asoma en mi rostro mientras miraba a la familia de James, me sentía satisfecha solo por el hecho de que James ya no estaría por ahí. La misma sensación que sentí cuando acabé con la vida de mi padrastro. 

Al cabo de unos días ya estaba de regreso en mi país.

Mi madre aparentemente no quería saber de mí... Gracias a Dios.

¿La correccional para menores? Era increíble... Me daban un buen trato, nos enseñaban cosas útiles, pasábamos gran parte del tiempo en el patio haciendo muchas actividades... Francamente, lo único malo era que no volvería a ver a André, la extrañaba mucho, pero al mismo tiempo sentía que ella estaría mejor sin mí.

Estar enserada allí no me parecía un castigo en lo absoluto... Hasta que me trasladaron a "el buen pastor".

—esta será tu celda —dice la guardia abriendo la reja —. Tiffany, esta es tu nueva compañera. 

—vaya, me trajeron un nuevo juguete, ¿esta es más resistente verdad? La otra no duró mucho —mencionó la prisionera con una sonrisa retorcida en su rostro.

La verdad, yo no me sentía para nada asustada con lo que acababa de decir Tiffany.  

Entré a la celda, manteniendo una mirada fría hacia Tiffany. 

—hola, bienvenida, me gusta como te ves. 

—no puedo decir lo mismo —le contesté de la forma más seca posible.

—¿te crees la gran cosa, verdad? 

—que tú me veas como la gran cosa es problema tuyo y de tu autoestima. 

—no importa que hayas hecho allá afuera —dijo mientras se acercaba a mí —, aquí nadie te tiene miedo, aquí de este lado quien manda soy yo. 

—podrás mandar a los demás pero no a mí. 

—eso lo veremos, chicas, vengan aquí, tenemos un nuevo juguete. 

—oh, qué linda es —dijo una de las otras reclusas.

—quítate la ropa —me ordenó —, queremos ver que traes.

—oblígame —la reté.

Acaba de abofetearme, oh, esa chica en serio hizo eso... Pero no soy estúpida y tampoco tengo mis manos atadas así que, ¿por qué no le daría una de vuelta?

—no quieres entenderlo por las buenas, lo entenderás por las malas, chicas atenla. 

Ahora las amigas de Tiffany me atan a una silla, ¡qué divertido!

Tiffany me sujeta por de la mandíbula y me dice:

—desde ahora en adelante eres mía —me dice mientras levanta mi barbilla para que la mire —, mi juguete, mi diversión, mi mujer. 

Está tratando de besarme y siento demasiado asco, tengo que voltear mi rostro.

—con el tiempo lo vas a entender, ya tú decides si quieres que sea por las malas. 

—me das asco —le grité —, me repugnas, así que sí, tendrá que ser por las malas. 

Me ha golpeado nuevamente... Diría que tiene suerte de que no puedo defenderme.

—está bien, de esa manera lo haremos. 

Ahora están quitando mi ropa... ¿Qué planean hacer?

—vaya, tienes un lindo cuerpo, me gusta. 

Me sentí tan incómoda cuando empezó a tocarme... ¿Quién se cree que es?

Pasé toda la noche atada en esa silla, escuchando las risas de las otras reclusas y siendo tocada una y otra vez. 

No había dormido absolutamente nada, pero aún así, a la mañana siguiente Tiffany y sus amigas me llevaron al patio.

—oye, levántate, tenemos que ir al patio, todos deben saber que eres mía. 

—¿qué pasa si me niego a ir?

—no te estoy preguntando —dijo agarrándome por el cabello.

A la fuerza, Tiffany y sus amigas me llevan al patio. Lo humillante de todo esto que pusieron una correa en mi cuello... Entonces para ellas yo era una especie de mascota.

—¿ves ese grupo de chicas del otro lado? —me señala a un grupo de reclusas — Son nuestras rivales, son quienes mandan de ese lado. Y vas a hacer lo siguiente. Hey, trae el balde de agua. 

La estúpida se me queda viendo y me dice:

—vas a llevar esto, les vas a dar una buena bañada a esas que bien que lo necesitan y les dices que es de mi parte. 

—¿y por qué no vas tú? ¿Tienes miedo? ¿Solo eres valiente cuando estás de este lado?

—no voy por la simple razón de que a mí no se me da la gana, vas a ir tú y punto. Créeme, no quieres saber qué hay en este balde, así que o vas y haces lo que te digo o te bañaremos a ti, tú decides, ellas o tú. 

Al final, tomé el balde y me dirigí un lugar alto desde donde podía lanzar el agua del balde. Tiffany y sus "secuaces" me estaban mirando fijamente y cada vez retrocedían más. Sabía que no me ayudarían después de eso, pero ya estaba allí, y pues, se supone que ya no tenía miedo. Así que, simplemente lo hice y corrí mientras aquellas chicas empezaron a seguirme... Bueno, quizás al momento de correr su tenía algo de miedo.

Llegué a un sitio que parecía ser de lavandería y decidí esconderme allí, poco tiempo bastó para que una de aquellas chicas me encontrara.  

—vaya, vaya, Tiffany nos envió a su nuevo juguete para divertirnos. Kitty la encontré, ven a verla, es linda. 

Aquellas reclusas me levantan y me sostienen, mientras del otro lado aparece una chica, que aparentemente era la líder en ese lado. 

—no sabes el error que acabas de cometer, novata —me dijo la chica a la que al parecer llamaban Kitty.

Sin voltear a verme, la líder de ese lado le dice a las demás reclusas:

—castíguenla. 

Sale de la habitación dejándome con las demás reclusas, quienes me golpean, me gritan y me mojan por mucho tiempo, excepto una de ellas, que solo se queda viendo y parece compadecerme. Esta reclusa luego se va con Kitty mientras Las demás continúan.

De repente "Kitty" le dice a las otras reclusas que la dejen sola conmigo así que las reclusas salen. Kitty empieza a caminar lentamente hacia mí y yo permanezco con la mirada en el suelo.

—¿qué te pareció la lección? —me preguntó.

Solo me quedé callada.

—respóndeme. 

—no se compara con las torturas que ya he vivido antes. 

—¿qué dijiste? Mírame a la cara cuando te hablo. 

Me niego a mirarla fijamente, así que ella levanta mi rostro y me obliga a mirarla a los ojos.

Ella ve mi cara ensangrentada y se queda viéndome fijamente sin decir una sola palabra, su mente parecía perdida y sus ojos estaban en blanco.

De repente me suelta y retrocede, parece que se fuera a caer. Yo no entiendo nada hasta que ella menciona un nombre.

Kitty parece estarse ahogando cuando mencione mi nombre. 

—Nélida. 

Al escuchar mi nombre, levanté la mirada para ver a Kitty, quería saber por qué sabía mi nombre.

Me concentré en los ojos de Kitty por unos segundos y se me vino un recuerdo a la mente, el recuerdo de cuando escapé del convenio, mismo recuerdo que se le había venido a la mente a Kitty unos segundos antes.

De repente sentí una sensación tan inexplicable... La chica que estaba parada frente a mí era mi hermana mayor, Nicole.

— ¡Niki! ¡Niki!

Casi no tengo fuerzas, pero tengo las suficientes para levantarme y abrazarla.

—perdóname, perdóname, no lo sabía —parecía querer ponerse de rodillas.

Hay un abrazo tan cálido, sentía que todo mejoraría, sentía la protección de alguien.

Después de eso Niki llama a las demás reclusas y dice:

—busquen a la guardiana, la necesito. 

No sabía quién era la guardiana, pero me sentía segura. 

—Mariah, ven aquí. 

De repente entra en la habitación la chica que se compadeció de mí, la única que no me golpeó. 

—Mari, ven ayúdame. 

Ambas mpiezan a sanar mis heridas mientras Kitty canta esa linda canción que cantó a Chleo y a mí la noche que escapamos.

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Comments

Graciela Peralta

Graciela Peralta

que sufrimiento pobre chica todo por culpa de la madre

2023-08-27

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