Ni una sola palabra.

Iba de regreso al salón de clases para hacerte compañía a mi amiga Chleo, caminaba por los pasillos de la escuela, los cuales estaban completamente vacíos, llego a la puerta del salón de clases. Estoy a punto de abrir la puerta hasta que escucho unos ruidos, así que me detengo... Después de unos segundos decido abrir la puerta pero lentamente y cuidando de no hacer ruido.

Cuando abro la puerta, veo a mi pequeña amiga en el suelo y a mi profesor de pie, lo curioso era que tanto el profesor como Chleo tenían poca ropa, además el profesor golpeaba a Chleo con una correa y se reía, mientras Chleo lloraba, me quedo sin decir uno sola palabra, no entendía bien qué estaba pasando, pero sabía que estaba mal (este hombre era un enfermo).

Sin pensarlo dos veces, corro hacia el profesor y toma su correa.

—No —digo mientras jalo con fuerza —deténgase, que hace?

El profesor es más fuerte que yo, él terminó jalando la correa tan fuerte que terminó golpeándome en la cara con la hebilla de la correa, dejándome una marca muy cerca del ojo, demasiado de hecho. Empiezo a llorar, el profesor me toma por el pelo y me dice que me calle.

—Cállate, pequeña mocosa.

La expresión en su cara era tan fría y aterradora que me paraliza, luego miro a mi amiga quien hacía gestos como diciéndome "cálmate".

Cuando por fin dejo de llorar, el profesor me toma por el brazo y me lanza hacia donde está Chleo y luego dice...

—pensaba divertirme solo con tu amiga, pero ahora que estás aquí, podemos divertirnos los tres.

No sabía a qué se refería el profesor con diversión, pero sabía que no sería "divertido" para ninguna de nosotras dos.

El profesor empieza a desabotonar mi camisa como lo había hecho con Chleo.

Podríamos gritar o hacer algo pero, ¿Cómo hacerlo si su mirada me daba tanto miedo que ni siquiera podia hablar?

—si le dicen de esto a alguien las mataré, las mataré a ustedes, al resto de las niñas y a María.

El profesor nos tocaba en partes que ambas sabíamos que no estaba bien y nos pegaba en la espalda con un cinturón.

Luego de algunos minutos de incontable dolor, por fin se detiene y de repente dice...

—vístanse —nos dice luego de sentarse detrás de su escritorio y nos repite —vístanse.

(pero esta vez con un tono más aterrador).

—levántate —dice Chelo luego de tomarme de la mano —debemos vestirnos.

Con lágrimas en nuestros inocentes ojos ambas nos levantamos y empiezamos a vestirnos, luego el profesor empieza a sanar mi herida, la herida que el mismo causó, lo hacía con mucha amabilidad y me decía cosas tiernas.

—tranquila, va a sanar, pronto ya no te dolerá más.

No lograba entender a qué se debía este cambio repentino. De repente se abre la puerta de golpe, es María. En cuanto la vemos sonreímos, ella al ver las nuestras lágrimas y mi cara rayada preocupa y pregunta...

—pero, ¿qué pasó aquí? —pregunta maría aterrada —. Niñas ¿están bien?

Me muero por decir algo, pero la mirada fría del profesor está diciéndome "ni una sola palabra"

—las había enviado al convenio, pero creo que se fueron a ese lugar del colegio que está en construcción a jugar allí, y ya sabes, en ese lugar hay alambres y Nélida terminó lastimando su carita, vinieron aquí a pedirme ayuda, no podía negarme.

—niñas, eso está muy mal —se acerca, se agacha y toma a ambas niñas de la mano —. Chleo, ya les hemos dicho a todas que no vayan a ese lugar, de Nélida lo entiendo porque ella es nueva aquí, pero tú, ¿por qué lo hiciste?

—yo solo quería que Nélida conociera el colegio en su totalidad —le respondió Chleo con sus ojos llorosos —, no era mi intención que se lastimara, no vamos a volver a ir.

—pero, ¿por qué estás llorando, no estás herida o si?

—No.

—entonces, ¿por qué lloras?

—llora solo porque siente que es su culpa —interrumpe el profesor —, aunque ya le dije que no es así.

—muy bien —dice María luego de suspirar —lo lamento mucho niñas, pero tendré que castigarlas, así que se van a perder la hora del cuento hoy, llegaremos a casa, se bañaran, cenaran y se irán directo a la cama, está bien?

—sí, está bien.

—Nélida, ¿está bien?

—si señora —dije luego de agachar mi cabeza.

—vamos, te daré algo para el dolor en casa.

Vamos al convenio, en completo silencio, comemos, también en completo silencio.

Cuando estamos en la cama, ya todas las luces están apagadas, ambas aún permanecemos en silencio, pero quier romper el silencio.

— eso fue horrible, no puedo dormir, no puedo sentirme bien, tenemos que decírselo a alguien —le supliqué a Chleo.

— no podemos, si se lo decimos a María, vamos a morir, va a morir ella, vamos a morir todas, no quiero morir, no quiero que ella muera, no quiero que tú mueras, no quiero que nadie muera.

— ¿podemos enviar cartas a nuestros padres?

— sí, cada lunes, ¿por qué?

— cuando le envíe la carta a mis padres, se los diré todo.

— no podemos, ya lo hemos intentado, pero parece que él las revisa antes de enviarlas, no nos va a permitir hacerlo.

— por qué dices "hemos"? No somos las únicas?

—todas las niñas del convenio pasamos por eso, al parecer el profesor se turna con nosotras.

—entonces, hablaré con mis padres y me iré de vuelta a casa.

—no, no lo hagas, no vayas a dejarme sola aquí, ya te quiero Nelly. ¿Sabes que desde que me dijeron que serías mi compañera de cierto dije que tú serias mi mejor amiga toda la vida? No puedes irte ahora, sería más difícil sobrevivir aquí sin la compañía de alguien.

—yo también ya te quiero, por eso, ¿por qué no nos vamos juntas? Siempre quise tener una hermana, además mis padres estarían felices de recibirte.

—¿Estás tratando de decir que me adopten?

—sí.

—y ¿cómo le harás saber a tus padres eso?

—se lo diré a María.

—¿y que diremos cuando pregunten por qué?

—diremos qué nos queremos y qué no queremos separamos nunca.

—¿mentiremos?

—no es una mentira, yo no quiero separarme de ti nunca, tú quieres separarte de mí?

—no, nunca.

—entonces, está decidido.

— oye, no puedo dormir —dije después de un rato.

— ¿me vas a preguntar que si puedes dormir conmigo esta noche? Porque mi respuesta a eso sería sí.

— ¿esta y todas las noches?

— cada noche de ahora en adelante.

—me siento como una hermana mayor —me dijo luego de que me pasé a su cama.

A la mañana siguiente ambas nos dirigimos a María. Esperábamos que nuestro plan funcionará y hubiera una forma de escapar de ese lugar.

—¿María, podemos decirte algo?

—sí, soy todo oídos.

—primero queríamos pedirte perdón por lo de ayer.

—tranquilas niñas, está bien, siempre y cuando estén arrepentidas y no vuelvan a hacerlo.

—segundo, es que yo quiero ser la hermana mayor de Nélida, quiero que sus padres me adopten y luego irnos a vivir las dos juntas con ellos.

—vaya, no me esperaba eso, pero niñas, esto es aún más complejo que solo decir: "quiero que ella sea mi hermana mayor" y ya está, se deben hacer muchos trámites.

— ñeso no importa, podemos esperar a que hagan esos trámites, verdad Chleo?

—sí María.

—Nélida, crees que tus padres aceptarían esto?

—sí, mi papá acepta cualquier cosa que me haga feliz, tú lo conoces, lo sabes.

—tienes razón, pero que hay de tu madre?También la conozco y sé que tiene un carácter muy fuerte y delicado.

—mi papá la convencerá, estoy segura de eso.

—entonces, quieres que hable con tus padres?

—eso mismo.

—puedo hablar con ellos, pero no puedo asegurarte nada, está bien?

—está bien.

—Chleo, está bien?

—si señora.