“estudias o trabajas muchacho” dijo aquel hombre, su cabello era canoso, muchas arrugas en el rostro, ejemplo de tener más de cuarenta años.
“estudio, estoy en mi primer año de universidad, pero también tengo un trabajo de medio tiempo, eso se podría decir" respondí, no soy muy bueno con las preguntas personales, suelen molestarme.
“Adán estudia la misma carrera que yo” dijo Liz a su padre, tratando de buscar algún tipo de aceptación al decirle eso.
Tuve que acompañar a Liz, porque se había quedado en mi casa, pero cuando llegamos a casa de ella fui retenido por sus padres, como un prisionero de guerra, estaba seguro que me envolverían en tediosas preguntas de mi vida personal, claramente fue así. En una gran mesa nos encontrábamos todos, la cena de la madre de Liz olía deliciosa, tenia tiempo que no comía el sazón de otra persona ya que en mi casa siempre cocinaba yo.
“oh, entonces con tú trabajo pagas tus gastos, eso es bueno” dijo el padre Liz.
“así es señor” respondí, era mejor que creyera eso, no revelaría la verdad de mis pasatiempos después de clases, ni como hacía para obtener dinero.
“y cual es ese trabajo de medio tiempo” dijo el padre de Liz mientras se metía en la boca un pedazo de carne a la boca.
“es un trabajo donde ayudo a la sociedad” respondí, no sabía que cosa responder, en cierta forma si lo hacía, ayudo a la sociedad matando monstruos.
Como detesto las preguntas, que fastidio, señor sálvame de este momento pensaba, todo por llevara a su casa.
“ha, suena bien" dijo el padre de Liz mientras masticaba su comida.
“¡padre, deja de hostigarlo con tantas preguntas! ¿y por que te portas así de raro como el padre malhumorado?” dijo Liz mientras fruncía el seño.
“¡ja! ¡como que por que me porto así, es el primer novio que traes, o el único que te hemos conocido, hasta creí que nuestra hija le gustaban las mujeres!” respondió el padre de Liz todo alterado, la verdad me dio risa sus palabras pero trate de no reírme.
“¡ya deténganse! Van a espantar a este agradable chico, pensara que en esta casa hay solamente locos" dijo la madre de Liz deteniendo la corta pelea.
“no se preocupe señora, ya estoy acostumbrado a cosas como esta” dije, de hecho estar con Liz era una locura diaria.
“¿ah sí?” dijo la madre de Liz mientras me volteaba a ver con una mirada de asombro por lo que había dicho.
“si" dije mientras masticaba. La comida sabía deliciosa, pero estas personas me la estaban arruinando.
Era la primera vez que conocía a los padres de una chica, aunque salí con Sofía durante un tiempo, ella jamás me presentó a sus padres, esta chica que no tenía de conocerla ya me había presentado los suyos, me dejaba meterme a su vida personal e interactuar, conocer sus facetas, su costumbres y personalidades, no se si yo podre adaptárteme a ellos, no se que pasara en el futuro, solo puedo vivirlo lentamente.
Las pequeñas conversaciones durante la cena continuaron surgiendo, la comida se terminó, quería comer más, pero preferí no hacerlo, Liz hizo que su padre me aceptara, siempre logra impresionarme en la forma que convence a los demás, fue una de las cenas más largas en mi vida.
“por que no te quedas un poco más hijo" me dijo el padre de Liz, era tan amable ahora, Liz siempre logra sus gustos, y ser hija única le da ese privilegio.
“hee, creo que otro día con gusto me quedaría señor, pero ahora tengo cosas pendientes de la universidad” dije, y no era mentira, tenia mucha tarea, quien fuera Liz que termino sus tareas en mi casa, disfrutando de mi cómodo sofá.
“que mal, bueno será para la próxima, Liz acompaña a Adán hacía la puerta” dijo el padre de Liz, su trato malhumorado había cambiado por completo, estaba incrédulo ante este radical cambio.
“si. Vamos Adán” dijo Liz, llevándome hacia la puerta.
“hasta luego, que pasen una agradable noche" dije despidiéndome de los padres de Liz.
“igualmente hijo" respondieron al mismo tiempo los padres de ella.
Liz y yo nos despedíamos en la puerta de su casa, aunque la forma de despedirse de ella era algo poco común.
“bésame en el cuello" dijo Liz mientras sus labios se desprendían de los míos, sus cálidas manos acariciaban mi espalda, yo estaba como si fuera un maniquí, inmóvil ante sus actos.
La puerta estaba medio abierta, tal vez los padres de Liz no se acercaran a ella, pero eso me daba una sensación de preocupación y excitación, algo ambiguo se podría decir. Me duele admitirlo, pero hacia lo que ella me decía, mis labios se dirigieron al cuello de ella, su piel estaba hirviendo, el olor de su cuerpo me atraía como una bestia hambrienta. Mis manos como siempre eran tan maliciosas, acariciaban sus encantos debajo de su sostén, primero eran caricias después se volvió en pequeños apretones, tal vez mis manos no solo funcionaban para matar, pensé.
Mis labios se morían por devorar los suyos, un beso tras otro, y aún quería más, la arrincone hacía la pared, a veces ella me mordía muy duro los labios provocando que sangrara, pero estos sanaban de inmediato, nuestros cuerpos hervían, la pasión explotaba de nuestros cuerpos en forma de besos y caricias.
“¡Liz ya se fue Adán!” grito la mamá de Liz.
Toda la lujuria se apago con un grito, el deseo carnal se detuvo, como un bosque en llamas siendo pagano por la lluvia, nuestros cuerpos se separaron.
“¡ya casi! ¡ahora voy!" Grito Liz, después que grito, pude ver sus mejillas coloradas y sus labios enrojecidos por los besos.
“debo irme, será mejor que entres” le dije a Liz.
“esta bien, pero dame un beso más” me dijo Liz, el color rojo de sus mejillas se hizo más rojo al pedírmelo.
Acerque mi rostro a ella, mis labios lentamente tocaron los suyos, lo hice como si nunca más volviera a verla, un beso de cinco segundos que se quedaría más tiempo en mis pensamientos, tal vez en más de una vida si era posible.
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