Cuando vas a los casinos llegas creyendo que puedes ganar, los juegos son tan atrayentes que crees que hay posibilidad de tener éxito, pero todo es una ilusión creada por el casino, nunca tienes la posibilidad de ganar, el que gana siempre será el dueño del casino, ahora yo lo había perdido todo ante el dueño del casino, aposte en un juego que jamás tuve la mínima oportunidad de salir ganador, un beso me llevaba a algo directamente más erótico y seductor, un beso tierno se transformó en una serie de besos apasionados, el despliegue de un cortejo fugaz.
Mis manos tenían libre albedrío, se deslizaban tocando la piel de ella, la suave textura cálida de su cuerpo, una bocanada de excitación primitiva, casi como tocar un pétalo, mis manos se escurría por debajo de su escote, tocando aquellas montañas, ella dejo de estar en aquella posición tan común y cambió a montarse en mis piernas, yo solo me quede sentado viendo como ella se subía encima de mí, mis manos aún continuaban en su locura, pero mis ojos añoraban también hacer lo suyo, así que aquellos dedos míos desabrocharon cada uno de sus botones de aquella blusa, el sostén era un obstáculo, una barrera que destruiría en un instante, ahora aquellos montículos eran perceptibles, mis manos aún no estaban satisfechas, eran como niños curiosos, solo querían acariciar, intentaba continuar apreciando esa imagen pero ella me lo impedía, estaba comiéndome los labios.
Diablos, que estaba haciendo, no debería ser tentado tan fácilmente, el demonio es un ser poderoso y una mujer hermosa es un demonio con la más perfecta tentación.
“detente” le dije, apenas pude decirlo, me esforcé por articular esa palabra.
Era obvio que estaba en un lío, quería continuar, pero también iría en contra de mi, si continuaba así podía empezar a tener algún vínculo con ella, mi idea era esperar que se aburriera de mí, ser rechazo, pero esto era muy diferente.
“no te preocupes yo también soy virgen” dijo ella.
Aaaah, que diablos pasaba aquí, ella creía que era virgen, estaba confundido, y más por que me había dicho también que ella era virgen, esta situación era un error, ahora solo pensaba que ella era virgen, entonces no era tan promiscua como pensaba, la verdad que mi cabeza era un lío.
“no soy virgen, solo no quiero continuar” respondí, me sentía avergonzado como hombre pero era mi única opción.
“esta bien, no te preocupes, veamos la película mejor” dijo ella, maldición ahora me sentía como un cobarde no había ganado en ninguna forma, negarme también había sido mi derrota.
Si de todas formas iba a perder y no había forma de ganar que sentido tenía para negarme, amor, sexo, que diferencia había, perder, siempre había sido un perdedor, porque no ser más espontáneo en estos casos, más arriesgado.
Ella estaba a punto de bajarse de mis piernas, pero mis manos se lo impidieron, mis labios funcionaron como un candado, en esto no había retorno, o un viaje al pasado, los besos se multiplicaron, mis manos recorrían aquellos pechos blancos, mi boca dejo sus labios solo para dirigirse a sus areolas, entre lambidas y delicados mordiscos escuchaba los gemidos de ella, mis manos no perdían tiempo, eran audaces, buscadores de un tesoro, su camino estaba debajo, en aquella falda color rojo, mis dedos jamás habían sido tan felices, encontraron el tesoro más increíble, suspiros y más gemidos dieron existencia al hacer uso de mis movimientos manuales, ella quito mi cara de su tetas para besarme, sus ojos estaban como perdidos en un mundo desconocido, aquellos besos se detuvieron, su cuerpo presentaba un movimiento involuntario, rápidamente me abrazó mientras aquel orgasmo la envolvía, su brazo izquierdo rodeaba mi cuello, sus gemidos y respiraciones cantaban en mis oídos.
Estuvo varios segundos abrazándome, yo sentía claramente su calor, el olor de su cuerpo, la textura de su piel, el sonido de su aliento, jamás me había sentido tan excitado.
“levántate y quítate todo” le susurré al oído.
Ella se levantó sin decir nada, como si fuera hipnotizada por mi voz, se quitó lentamente cada prenda que traía, la lentitud con la que lo hacía me estaba quemando por dentro, estaba hirviendo, ahora ya no tenia esa coraza llamada ropa, aquella que me impedía ver esa hoja en blanco, me levanté del sofá, quería quitarme la ropa pero se me fue negado, ya que ella caminó hacia mi y comenzó a desnudarme, me quitó cada prenda, lo hizo casi cómo una caricia, desabrocho mi pantalón y lo bajo por completo, su mirada se tornó en curiosidad, ella me empujo hacia el sofá, a pesar de mi fuerza mi cuerpo en ese instante parecía vulnerable.
Sentado en el sofá como una presa fácil ella se abalanzó, sus labios mordían a los míos, sus manos se aferraban a mí espalda, solo unos instantes nos detuvimos, ella hizo el movimiento más fuerte de ese momento, sus hermosas caderas se levantaron, aquellas manos delicadas y de textura suave, tenían mi virilidad, solo un movimiento rápido fue necesario para crear un gemido de dolor tan bello, sus brazos de nuevo estaban envolviendo mi cuerpo, su respiración yacía en mis oídos, casi temblando apartaba su cabeza de mi hombro, me veía fijamente a los ojos, su rostro mostraba algo que no había visto antes, en verdad no entendía ese sentimiento, pero ella trataba de decirme algo con esa mirada, ¿podría en verdad ser amor? Si era así ¿Qué clase de amor era? Esa mirada era más fuerte que lo que estábamos haciendo, una mirada que no podía ser representada con palabras. Maldita sea, estaba a punto de enamorarme de ella.
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Comments
Alicia Salamanca Hernández
sexo ,amor,o deseo de sentir jajajaja 😃
2023-04-01
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