“hoy debe de ser mí día de suerte” dije, había sentido la presencia de seis criaturas a unos cuatro kilómetros de distancia, eran de un rango poderoso, eso no había duda.
“¿que pasa?” dijo Liz, desconcertada por que la había apartado de mí.
“tengo que irme, ya sabes cosas del oficio, te dejo encargado mi mochila, toma mis llaves, espérame en mi casa" le dije.
Rápidamente salí del establecimiento, cuando llegue a una calle segura cambié mi apariencia y vestidura, era hora de darle uso a mis articulaciones y músculos, un tipo se estaba estacionado afuera de una tienda de ropa, la motocicleta que traía era una Yamaha yzf r1, algo rápida para mi momento de necesidad.
“oye dame tu motocicleta” le dije.
La expresión en su cara era de asombro al verme, quien no la tendría, mi rostro yace debajo de una máscara, pero mis orejas no, además que mi atuendo es poco ordinario, un atuendo todo oscuro me cubre, lo que más me gusta es mi gabardina negra, aunque cabe recalcar que mi vestimenta no es de un material común esta hecho de fibras especiales que resistiría hasta una bala.
“no...no me hagas daño por favor” dijo aquel sujeto lleno de pánico.
“toma” le dije entregándole una bolsa llena de fajos de billetes.
Me había montado en la motocicleta, estaba apunto de crear una llave para el vehículo, cuando el tipo me dio su llave, al parecer había visto el dinero, ya que su rostro se asemejaba más a un hombre que había sacado los números ganadores en la lotería que aún hombre siendo asaltado.
Inserte la llave y salí a toda velocidad, rebasaba los coches y motocicletas como si estuvieran inmovilizados, no había tiempo que perder, aquellos seres estaban haciendo una fiesta muy alocada y no le pidieron permiso a su padre para hacerla, así que iría a darle unas buenas nalgadas.
Un kilómetro de distancia nos separaba de la gran función, mientras que esperaban mi llegada, los monstruos se distraían destruyendo todo, matando toda personas que se les cruzará, la policía disparaba a las grandes masas de carne, pero estos eran inútiles ante tal magnitud de tamaño y poder, los kenu solo necesitaban un movimiento y las patrullas salían disparadas por el cielo, muchos policías yacían en el suelo dando la apariencia de un tomate aplastado, la muerte era el único final que tenían los que estaban ahí.
Como una esperanza llegaban los soldados, su asistencia era rápida, más que la mía, y eso era por que esa era su zona a resguardar. Dieron inicio a la música con sus instrumentos de muerte, el sonido de disparos resonaban, las granadas eran las trompetas del lugar, las bazucas hacían de baterías, y los gritos de dolor eran los cantos.
Poco tiempo duró la canción, los integrantes de la banda por cuestiones personales como la muerte iban dejando de tocar, si no eran aplastados por coches, eran aplastados como cucarachas, lanzados a las paredes de los edificios como dardos de feria, exprimidos en la manos como uvas.
Por fin había llegado, era hora de entrar en escena, y debería hacerlo correctamente, con estilo y glamur. Puse el acelerador hasta donde llegaba, o sea, a fondo, adelante había un coche volteado de panza encima de otro, esa sería mi rampa, mi trampolín.
Volé encima de la motocicleta, como si fuera un Pegaso, mi dirección era más que buena, la cabeza de un monstruo, los reflejos de estas criaturas son veloces, se dio cuenta de mi presencia al instante, se cubrió con sus brazos para que no pudiera cortar su cabeza, pero que lástima, sus brazos ahora estaban en el suelo, gritaba de dolor y de enojo, sus extremidades cortadas crecían nuevamente, pero que capacidad de regeneración, sus brazos ya casi parecían no haber sido cortados jamás, pensaba que era el único que portaba una regeneración de ese nivel, no cabe duda que siempre hay sorpresas.
Una patada venía desde abajo de mi, no podía esquivarla, solo quedaba cortar la pierna, a la misma velocidad que venía, la intersecte, la criatura no pudo parar la patada y esto le costo una pierna, pero de nada sirvió cortarla pues en un parpadeó ya estaba regenerada, y su camino no se había detenido, fui arrojado a un edificio, rompí la pared, pobre de la familia que viviera ahí iba a encontrar su departamento destruido, si no es que ya estaban muertos.
Que dolor de muela iban a ser estos tipos, seguro todos tenían la misma habilidad, debería cortarles el cuello, separar sus cabezas, un método trivial, pero efectivo. Troné mi lindo cuello y me quite el polvo de la ropa, era hora de dar un poco más de mí, doble mis piernas para tomar impulso, y me arroje a él como un proyectil, directo a su cabeza, una flecha humana era yo, se cubrió de nuevo con los brazos, pero yo ya me sabia ese truco de mago.
“¡Excalibur!” grite, mientras creaba una de mis más grandes espadas de acero, una espada que creé a base del acero único de una espada de este mundo.
Las manos y el cráneo de la criatura cayeron al asfalto, yo continué con mi trayectoria ya que no había nada que me impidiera detenerme, después de que descendí se escucho un temblor, era el cuerpo de la criatura que había caído, creó que a los extranjeros no les agrado mucho que matara a su compañero de viaje, ya que venían corriendo hacia mí, con una gran furia.
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