La confesión.

Isabella

—Jeffrey, ¿Qué mi3*d@ estás haciendo? —Dice la voz enfadada de una mujer.

—Amor, ¿Qué haces aquí?. —Dice Jeffrey dirigiéndose a la mujer. ¿Amor?

—Te hice una pregunta. ¿Qué haces aquí? Y ¿Con esta z0rr@?. —Me mira de arriba a abajo.

—Nada, solo estaba teniendo una reunión de trabajo con ella. —Dice señalándome. —Y no debes preocuparte por ella, no es una amenaza para ti. —Acaba de hacerme menos, es en serio.

—Eso no era lo que parecía cuando entre. —Enarca una ceja la mujer.

—¿Qué era lo que parecía?. —Le dice Jeffrey en un tono que no descifró.

—Estabas a punto de besarla Jeffrey.

—Pues, no sé, lo que parecía, pero no iba a besarla.

—Eso no fue lo que vi.

—¡Anda! ¿Y qué vas a hacer entonces?. —Le dice Jeffrey en tono irritado.

—Sabes, qué si me engañas, lo que te pasará a ti y a la z0rr@ con la que lo hagas. —Lo está amenazando. O eso me parece.

—No te estaba engañando, mujer, cálmate. —Al parecer sus palabras, lo calmaron y ahora él intenta calmarla a ella.

—No te creo, ¿Quién es ella?. —Me señala.

—Yo soy...

—Nadie, ella no es nadie. —Me interrumpe Jeffrey, sus palabras me rompieron el corazón.

—Entonces, haz que se vaya. —Le dice la mujer a Jeffrey y se le acerca, lo toma por el cuello y le hace un puchero, que más que dar ternura da asco.

—Tranquila, ya ella se va. —Dice esto mirándome. Luego, la mira a ella y la besa.

No puedo seguir quedándome en este lugar, mientras estos dos me humillan. Salgo casi corriendo y llorando, como pude ser tan tonta de creerle a Jeffrey, si esa mujer no fuera llegado le fuera dado tiempo a mi jefe de aprovecharse de mí, yo se lo iba a permitir, como pude ser tan tonta.

Llamo a un taxi y me dirijo a mi departamento, al llegar me baño, pienso en lo que pasó, y me duele aún, casi caigo en el juego de mi jefe, todo fue mentira, lo de querer llevarse bien conmigo, y todas esas cosas bonitas que me dijo, de que sería mi paciente, que se imaginaba momentos conmigo, he sido una tonta, otra vez.

—Salgo del baño y me acuesto, mañana tengo universidad de nuevo, pero no quiero encontrarme con él, así que llamaré y diré que he enfermado, al menos esta semana no lo veré o eso creía.

—¿Quién?. —Alguien acaba de llamar al timbre de mi casa.

—Isabella, por favor, déjame explicarte. —Es Jeffrey, vino rápido, pensé que se quedaría con ella.

—Usted y yo no tenemos nada que hablar, ya me quedó todo claro.

—Isabella, por favor, eso no fue lo que pareció, si me dejaras explicarte. —Suena un golpe, como que acaba de poner su frente con fuerza contra mi puerta.

—Aquí no hay nada que explicar, señor Adams, le agradezco, se vaya de mi casa. —Le grito esto y salgo corriendo a mi habitación, no quiero escucharlo más, él me humilló delante de esa mujer, cuando segundos antes estaba diciéndome cosas bonitas, todo como parte de un juego. Su juego.

—Isabella. —Grita esto durante media hora, pero yo no respondo.

Luego cesan los gritos, por lo cual yo creo que ya se fue, así que dejó de pensar en ello y me acuesto a dormir.

Me levanto en medio de la madrugada, unos sonidos provienen del exterior, me asomo por la ventana y veo que está cayendo una fuerte lluvia, estoy viendo cuando veo en medio de la carretera a mi jefe, está sentado al lado de su auto y tiene la ropa empapada.

Tomo un paraguas y salgo corriendo.

—Señor, ¿Por qué sigue aquí?

—Quería hablar contigo, te dije que me dejaras pasar, así que me quedé hasta que me dejaras pasar.

—Pero, no tenía por qué quedarse así y menos bajo la lluvia.

—No me importa, la lluvia, solo me importas tú y hablar contigo. —Se levanta del suelo.

—Eso no fue lo que usted dijo en el restaurante.

—Isa. —Me toma la cara con una mano.

—Le agradezco mantenga la distancia, señor. —Aparto su mano, su suave tacto despierta cosas en mí, que no debo permitir, él me humilló, y aun así estoy aquí afuera bajo está lluvia con él.

—Isabella, déjame explicarte. —Está rogando. ¿En serio?. Todo esto es tan confuso.

—Está bien, pase, pero, se queda en la sala.

—Está bien, lo más importante era, que me dejaras pasar.

Pasamos, le ofrezco unos paños y él se seca la ropa, busco algo que le pueda quedar, pero, no hay nada, todo es de mujer y pequeño, en su cuerpo no entraría, ni aunque quisiera, sus brazos fuertes, seguro, romperían mis camisas. Estoy desviando mi mirada y me doy cuenta de ello, así que volteo el rostro hacia la ventana.

—Y bien. —Digo con tono áspero.

—Sé que no me vas a creer, pero lo que dije lo dije por tu bien.

—¡Ah, Sí!, ¡Eso en qué me beneficia, señor Adams!. —Le grito. Me humilla y ahora dice que lo hizo por mí bien, este hombre me va a volver loca.

—No lo entenderías, Isabella, solo quiero que sepas, que es mejor que no te acerques a mí. —Levanta también la voz, pero no tanto como yo.

—Que yo sepa quién me busco en la universidad fue usted, quien se acercó diciendo que, quería empezar de nuevo, fue usted, no yo, como es que ahora no me quiere cerca de usted. —No lo entiendo de verdad, ahora me sale con que no me quiere cerca de él.

—No te quiero cerca de mí, por tu bien, pero el querer y poder son diferentes, no te quiero cerca de mí, pero no puedo alejarme de ti. —Dice en tono melancólico.

—Señor Adams, no empiece con sus palabras extrañas, no se puede alejar de mí, pero me quiere lejos. —Se me estruja el corazón, verlo así tan frágil.

—Exacto, Isabella, esto es algo que va más allá, de lo que pueda o sienta. Si esto dependiera de mí, no me alejara de ti, me quedara contigo. —Me está confundiendo de nuevo, no sé, por qué cada vez que dice algo así, me da un cosquilleo en el estómago.

—Señor, no veo que le impida tenerme lejos, usted lo que no quiere es alejarse de esa rubia, la quiere a ella y a mí también, usted la ama, pero quiere tener una aventura conmigo. Pero, lo siento, señor, ¡yo no soy su juguete!.

—¡Yo no la amo!. M@ld1t4 sea, Isabella, no te das cuenta, yo me enamore de ti. —Abro los ojos como platos, no parece real lo que acabe de oír, Jeffrey Adams dijo que estaba enamorado de mí.

—Se... Señor... —No me salen las palabras.

—Yo no la amo Isabella, al principio quise negarlo, no quería aceptar lo que sentía por ti, por eso me alejé, no quería estar cerca de ti, sentía que era solo por qué te tenía cerca, por eso me alejé, pero mientras más pasaba el tiempo más te necesitaba, te metías en mis sueños, vivías en mi cabeza todo el tiempo, te extrañé demasiado, por eso aquel día en la universidad, luego, de defenderte me di cuenta, acepte lo que tanto estaba negando, por eso te busque, pero, aunque esté enamorado de ti, no puedo estar contigo. —Me confiesa.

—No entiendo, explíqueme, ¿Por qué no puede estar conmigo?

—Si te lo digo estarías en peligro, Isabella, mejor que sepas solo lo necesario.

—Está bien, señor Adams, pero no puedo quedarme así, con esta confesión.

—¿Qué hacemos Isabella?. —Está desesperado, lo noto en su voz.

—No sé, señor Adams, es qué no entiendo bien, por qué no puede estar conmigo, pero si con ella, aunque no la ama.

—Por cuestiones familiares, Isabella, si no estoy con ella, mi familia correría un gran peligro. Y mi padre...

—¿Qué?. ¿Tu padre qué?. —Lo invito a que prosiga.

—Él, no está bien de salud y un disgusto en este momento le haría mucho daño.

—Ah, ya entiendo, y tú no quieres causarle disgusto. Dime, ¿Ellos te están obligando a estar con ella?. —Creo que ya estoy entendiendo.

—No, ellos no son, son otras personas.

—¿Es ella?. O ¿Su familia?. —Él asiente.

—No entiendo, entonces ¿Ellos son más poderosos que tú?.

—No es que lo sean, al menos no, en este país, es solo que para que pueda haber paz entre mi familia y su familia, mis padres y sus padres hicieron un trato a petición de ella, que yo estuviera con ella, mis padres hablaron conmigo y yo acepte con tal de que mi padre no tuviera disgusto, ya que su salud, no está para comenzar una guerra con los Wladir.

—¿Los Wladir?.

—Sí, los Wladir. Su hija ha estado enamorada de mí, bueno, obsesionada conmigo, desde pequeña, como siempre la rechacé, ella se enojó muchísimo, así que aprovecho la guerra que había entre mi familia y la suya para beneficiarse conmigo. Le convengo como esposo, por qué soy millonario y dueño de muchas franquicias.

—Ahora entiendo todo, y si no estás con ella, ella hablará con su papá, y empezará la guerra de nuevo, tu padre delicado de salud se enteraría, y podría morir.

—Exacto ahora entiendes, por qué debo estar con ella, aunque no la ame.

—Sí, comprendo, pero no creo que sea la única solución.

—Sí, lo es, Isabella, es la única solución, yo busqué otras, no quiero estar con esa mujer, ella me causa repulsión, su mirada, su cuerpo, sus labios, todo me da asco, pero no la hay, así que me toca estar con ella.

—Pero, aquel día en la panadería no pareciera que te diera asco.

—Sabía que tú estabas allí, Isabella, por eso la besé varias veces, quería que te alejaras de una vez por todas, que me odiaras tanto que no quisieras estar cerca de mí. Pero, me enteré de que te fuiste de mi casa y se me estrujó el corazón, así que comencé a buscarte para explicar, pedir perdón, acercarme a ti, así que fui a la empresa y busque en tus papeles y vi que ibas a la misma universidad que yo, así que aproveche y te encontré.

—Así que lo hiciste para que te mirara y me fuera por fin.

—Exacto, pero al llegar a casa y no verte, me sentí raro y fue cuando acepte que aunque no te conozco mucho, me había enamorado de ti. Por eso te dije que eras mi doctora, cuándo no estás, la soledad, los demonios que hay dentro de mí, se quieren apoderar por completo de mi alma, tú eres ese rayo de luz, tu cercanía saca lo mejor de mí, estar contigo, le da brillo a mi alma, me curas de los dolores, y sé que a ti también te pasa igual, tienes heridas, pero cuando estás cerca de mí, puedo ver qué esa tristeza que vi en tus ojos la primera vez que te conocí, se dispersa, se va y veo brillo. —Se acerca y toma mi rostro entre sus manos.

—Sé lo que te hago sentir, ISA, mi tacto te acelera el corazón, igual que a mí, solo mirarte causa miles de sensaciones en mi ser, sé que estar cerca de mí, te vuelve débil, igual que a mí, nuestras almas se reconocen Isabella, por eso nos enamoramos la primera vez que nos vimos. ¿Por qué tú también estás enamorada de mí?.¿Cierto? —Pregunta de repente

—Sí, Jeffrey, desde el primer momento en que te vi, me enamore de ti, pero tenía miedo que tú no, que no fuera suficiente para ti, que me rechazaras y por eso me callé, luego paso lo que pasó, y estar cerca de ti me ayudaba muchísimo a recuperarme, a estar mejor por eso te necesitaba cerca, pero te fuiste, me dejaste sola.

—Shh. —Pone su dedo índice en mis labios.

—Lo sé, pequeña, no sabes cuánto lo siento, fui un inmaduro y estúpido, debo haber estado para ti, no alejarme, estabas viviendo algo duro, y yo solo te traje más problemas, y aunque ahora no te prometo resolverlos, prometo estar contigo siempre, aunque sea como un amigo.

—Pero, yo no quiero ser solo tu amiga. —Lo abrazo y me aferró a él, esperando a que no cambie de idea, que no sea una ilusión y que todo esto sea real y no se acabe.

—Tú crees que yo si, Isabella, yo no quiero ser tu amigo, pero no puedo estar contigo, pero quiero estar cerca de ti.

—Lo sé, sé que no puedes. —Lo suelto y bajo la cabeza.

—Pequeña mírame. —Toma de nuevo mi rostro con su mano. —Quiero estar contigo, en serio quiero, pero debo solucionar esto primero.

—Lo sé, pero podemos estar juntos, así sea algo secreto, no me importa, mientras buscamos alguna solución juntos.

—No quiero usarte de esta manera Isabella, vamos a solucionar esto primero y luego tendremos algo tú y yo.

—De acuerdo, gracias por ser sincero conmigo.

—No sabes cuánto quisiera besarte en este momento.

—¿Por qué no lo haces?. —Lo provocó, yo también deseo ese beso.

—Por qué quiero estar contigo completamente, no quiero hacerlo mientras esté con ella, un beso aumentaría lo que ambos sentimos y luego nos haría más daño separarnos.

—Está bien, gracias por respetarme.

—Tranquila, yo siempre lo haré, Isabella, al menos que tú me pidas lo contrario.

—Entonces, seremos amigos mientras solucionamos lo de esa mujer y tu familia.

—Gracias, Isabella, no sabes cuánto me alegra saber que lo entendiste y estás de mi lado. —Me abraza fuertemente. Le devuelvo el abrazo

—Tranquilo, gracias a ti por dejarme esa mala imagen que me cree de ti, y venir a explicarme.

—Tenía que hacerlo, no quería causarte dolor, no sabes la batalla interna que tenía, entre dejarlo así o explicarte y ya viste quien ganó. —Sonríe.

—Sí, y le agradezco a ese que ganó que viniera a verme y explicarme.

—Isabella, ambos somos la cura del otro. —Coloca un mechón de cabello detrás de mi oreja.

—Sí, tú me curas, cuando estoy a tu lado, todo el dolor desaparece.

—Lo mismo me ocurre, Isabella, quiero estar contigo siempre.

—Y yo contigo Jeffrey, por favor bésame. —No sé por qué pedí eso, pero es lo que más quiero en este momento, sentir sus labios sobre los míos.

—No me pidas eso Isabella, no podré resistirme si lo vuelves a hacer.

—Por favor, Jeffrey bésame. —Él toma mi rostro entre sus manos, me mira a los ojos durante unos segundos, se acerca lentamente a mis labios y pum...

*Ring, ring*. Suena su celular y ambos nos espantamos y damos un pequeño brinco.

Él contesta:

"¿Quién es?".

"De acuerdo, estoy saliendo para allá". —Cuelga, se voltea hacia mi dirección.

—Debo irme. —Dice angustiado

—¿Qué pasó?. —Lo ayudó a ponerse su saco.

—Mi padre, no está bien.

—¿Qué le pasó?.

—Su salud ha empeorado...

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