Él no es una opción

Isabella

Al día siguiente me levanto y me dirijo para el baño, tomo una ducha y me visto, comienzo a empacar mis cosas. (Mi jefe había pedido ropa nueva para mí, por qué el psicólogo me dijo que tenía que usar cosas diferentes, que me ayudarán a olvidar lo que pasó, y se lo agradezco la verdad, no quería utilizar más esas cosas). Termino de empacar y bajo.

—¡Carmen! Carmen, ¿Estás allí? —Grito entrando a la cocina.

—Dime mi niña, aquí estoy. —y sale del despacho de mi jefe.

—Carmen, ya me voy. —Le informo.

—¿Tan rápido mi niña? —Me pregunta ella.

—Sí, Carmen. Voy a dejar todo en mi nueva casa y de allí voy a trabajar.

—Mi niña, pero no tenías dinero, ¿Recuerdas? Te ibas a ir cuando comenzarás a trabajar de nuevo. ¿Qué pasó?. —Oh, se me olvidó decirle eso.

—Oh, Carmen, perdón, se me olvidó empezar por allí. A mis padres no les gusto el lugar donde vivía y reunieron un dinero y me lo enviaron, me llegó esta mañana, así que llame al que me vendió la casa y acepto que le diera eso primero.

—Oh, mi niña, ¿Le contaste lo que te pasó?.

—No, Carmen, obvio no, no sé si decírselos, se preocuparían y no quiero eso. —Le respondo con total sinceridad, no quiero que se enteren de eso, al menos no ahora.

—Entonces mi niña, ¿Qué pasó?

—Carmen, lo que pasó fue, que antes de que pasara lo que ya sabes, yo les envié fotos y no quedaron muy convencidos, luego está mañana me llegó el dinero y cuándo los llamé me dijeron qué fueron ellos. —Le explico cómo fue que pague tan rápido la primera parte.

—Ah, ok, mi niña, te me vas pronto. —Se pone triste.

—Sí, Carmen, pero es necesario. Ya le puedes decir a tu jefe que puede venir.

—Mi niña, sabes que él no se fue por qué tu presencia le incomode, sí no, que quiere respetar tu decisión. —Me dice eso de nuevo.

—Carmen, yo te respeto mucho, te tengo mucho cariño, pero de verdad no me mientas, sabes qué no le importo a él; Carmen, te voy a extrañar mucho. —Digo cambiando de tema. Me lanzo a sus brazos.

Me devuelve el abrazo y me dice:

—Mi niña, yo también te extrañaré mucho, pero sabes que eres bienvenida, aquí puedes venir cuando quieras. —Me invita.

—Igualmente, mi Carmen, puedes visitarme cuando quieras y preparamos juntas ese pollo a la brasa que tanto me gusta. —Sonrió.

—Está bien, mi niña, me mandas la dirección. —Me sonríe y nos soltamos del abrazo.

—De acuerdo, Carmen, nos veremos luego, adiós. —Me despido, ella hace igual y salgo de la casa, dónde superé lo que me pasó, ahora debo empezar de nuevo mi vida, seguir adelante y enfrentar lo que se venga.

Estoy conduciendo hacía mi nueva casa, pero primero paso por una panadería para comprar algún dulce o algo así, al entrar veo a muchas personas en ese lugar, me acerco a la cajera y le pido 5 "besitos de cocos", (es un dulce de chocolate con coco, tipo pan, pero es muy divino, cada vez que lo como, recuerdo cuando mi madre lo hacía y me devuelve esa calidez).

La cajera toma mi pedido, luego lo factura y yo pago, pero al volverme para salir, no puedo creer lo que veo...

Mi jefe está sentado en una de las mesas del sitio con una chica rubia, que se lo está comiendo a besos, mi corazón se revuelca dentro de mí, por un momento se separa de ella y dirige su mirada hacia el lugar donde estoy, y me ve. Toma a la chica de nuevo y la besa con más pasión que antes. Tomo valor y salgo del lugar, con esa imagen en mi mente, trato de no darle importancia a lo que acabo de ver, pero se me hace difícil, tomo mi coche y me dirijo a casa.

Al llegar veo lo que tanto quise para mí, un lugar sencillo, bonito y cómodo. Bajo del auto y meto todas las maletas a la casa, el dueño me entrega la llave y se va.

Acomodo todo en su lugar, tomo una ducha y me pongo un jeans, (Ahora esa es la única ropa que me pongo, aún tengo pánico que alguien me vea, no en un buen sentido). Y una camina negra lisa. Me dirijo a la empresa.

Entro al gran edificio y me encuentro a Martha.

—¡Hola, Isabella, por fin te veo de nuevo! —Corre a abrazarme, es tan linda.

—Hola, Martha, a mí también me alegra verte de nuevo. —Nos metemos al ascensor

—¿Cómo te ha ido?. —Me sorprende, pensé que lo sabía.

—Bien, mucho mejor. —Le respondo, no queriendo tocar el tema de aquello.

—Me alegro mucho Isabella, aprovecho qué estás aquí para ponerte al día.

—De acuerdo, Oye Martha, dentro una semana empiezo la universidad, así que trabajaré medio día nada más. ¿Podrías informarle al jefe?. —No quiero acercarme a él.

—Sí, ISA yo le informo. Aunque, el jefe no ha venido, hace un mes, solo manda a su asistente. —hay va mi curiosidad de nuevo a traicionarme.

—¿No ha venido?,. ¿Por qué?. —Voy de metiche.

—No lo sé, solo me llama y me pregunta si has venido a trabajar. —Me sorprenden sus palabras.

—Martha, ¿Te puedo pedir un favor?. —Le pido.

—Sí, dime.

—Si llama, no le digas que vine a trabajar.

—De acuerdo Isabella, pero igual se va a enterar. —Eso es inevitable.

—Tienes razón, pero igual, no le digas nada por favor. —Le pido nuevamente.

—Está bien, ISA, yo no le digo nada, por lo momentos. —Me alivian sus palabras.

—Gracias Martha.

—Tranquila ISA, oye... —Me dice, pero luego se queda callada

—Dime, ¿Qué pasa?. —La instó a qué me diga, lo que iba a decir, pero tengo miedo que sea alguna pregunta incómoda.

—Te tengo un chisme. —Me alivia que sea eso y no lo otro.

—¿Qué pasó? Cuéntame. —Digo siguiéndole la corriente.

—Sabes, Williams, pregunta mucho por tí, todos los días se asoma para ver si estás en tu lugar de trabajo, se le ha visto triste cada vez que ve que no estás. —Me sorprenden sus palabras.

—Que... En... ¿En serio?. —Es extraño.

—Sí, Isabella, a mí me late qué está enamorado. —Dice juguetonamente.

—Jajaja, estás loquita Martha, no es eso solo qué quiere verme mejor. —No puede estar enamorado, no me conoce.

—Sí, es que nos preocupaste a todos con esa enfermedad que tenías. —Dice con un tono extraño, es cómo... Sarcasmo, seguro que lo dice para no ponerme incómoda.

—Sí, es qué estaba muy enferma, pero ya estoy mejor y lista para trabajar. —Digo tratando de cambiar de tema.

—Qué ánimo, contágiame un poco entonces, qué yo tengo una flojera hoy. —Se ríe, ella siempre tan sincera

—Pues, toma un poco de ánimo. —Hago como si le lanzará algo, y ella lo ataja. Nos partimos de la risa las dos y entramos a nuestros lugares de trabajo.

Estoy poniéndome al día con los pendientes y ya es hora de salir, así que tomo mi bolso y salgo del lugar, pero cuando tomo el ascensor entra Williams corriendo.

—Espera,. —Entra en el ascensor. —¿Cómo estás?, Me alegro verte de nuevo. —dice esto agitado por la corrida que se echó.

—Hola Williams, mucho mejor gracias a Dios. ¿Tú cómo has estado?. —Devuelvo su pregunta.

—Bien Isabella, extrañándote. —Sonríe.

—Gracias. —No sé qué decir.

—¿Tienes hambre?. —Pregunta de repente.

—Oh, sí claro. —Respondo

—¿Quieres comer conmigo, una cena esta noche?. —Me suelta de repente.

—No sé Williams, solo quiero descansar. —No sé, si sea buena idea salir ahorita.

—Anda, porfa, ¿Sí?. —Es insistente

—Está bien, vallamos a cenar entonces.

Salimos del ascensor, vamos al estacionamiento y me abre la puerta del coche, cuando estoy por entrar un auto se estaciona al lado de nosotros...

Es el auto de mi jefe, este baja y da la vuelta para abrirle a su compañía, le abre la puerta a una mujer que se baja de su auto, al verla noto que es la misma mujer qué estaba en la panadería con él, está sale del auto y se lanza en sus brazos dando otro beso apasionado, "Estos no saben hacer otra cosa" pienso. Él se suelta de si agarre y la toma de la mano, cuando me ve, aprieta su nalga, está suelta una risita y le da una palmada en el hombro. Él sonríe y se meten en el ascensor, esté se cierra y yo captó su mirada antes de cerrarse y él se voltea y la besa. Se cierran las puertas del ascensor.

—Isabella, ¿Vas a entrar?. —Williams, me saca del incómodo momento.

—Sí, claro. —Entro al auto.

—¿Qué te pasó? —Me pregunta al entrar y ponerse al volante.

—Nada, solo pensé que el jefe no venía hoy. —Miento.

—¿Segura?. —Al parecer, noto, toda la tensión.

—Sí, solo es eso. —Miento de nuevo.

Me mira de arriba a abajo y comienza a manejar. Creo que sospecha algo, por qué se pone tenso, pero luego se relaja y me dice.

—Esa mujer no me cae bien. —Me dice de repente, creo que se refiere a la rubia con la que estaba mi jefe.

—¿Qué mujer?. —Trato de parecer inocente respecto a lo que se refiere.

—Esa con la que estaba el jefe. —Me responde, pero ya sabía que yo sabía a qué mujer se refiere.

—Ah, ya, ok, no, no sé quién es, primera vez que la veo. —Miento y volteo la vista hacia la ventanilla.

—Nosotros tampoco, pero al parecer es algo serio, ya qué últimamente la trae mucho. —Ok, me confundí, viene o no viene.

—Pero, Martha me dijo que él tenía un mes que no venía. —Le pregunto incrédula.

—Lo que pasa es que Martha es la primera que se va, y cuando él viene ya ella no está, por eso cree que no ha ido a trabajar, pero sí siempre llega cuando casi todos se han ido y llega con esa mujer. —Me informa él, así que si viene con... ella.

—Ah ok, buen igual es el jefe y puede hacer lo que quiera ¿No?. —Digo haciéndome la que no me importa. (Cómo debería de ser).

—Sí, claro tienes razón. —Me mira de repente. —Sabes, Isabella, no deberías perder tu tiempo. —Me suelta de repente.

—Perder el tiempo. ¿Con qué?. —Ya sé que no debo perder el tiempo, con cosas sin importancia.

—Con nada Isa, yo y mis tonterías. —Voltea de nuevo la vista a la carretera.

—Tranquilo, que sea lo que sea que quisiste decir, no voy a perder mi tiempo. Tranquilo. —Le digo para calmarlo a él, pero en realidad es a mí misma a quien quiero calmar.

—Está bien isa, llegamos. —Me informa.

—Oh, está muy bonito el lugar. —Salgo del coche, Williams hace igual y se para enfrente de mí.

—Isa debes fijarte en personas que se preocupen por ti, no en alguien al quién no le importas para nada. —Sus palabras calan en mí, por qué sé qué tiene razón.

—Lo sé Williams, tranquilo que no me he fijado en nadie que no se haya fijado en mí. —Miento, pero él lo sabe, es muy obvio.

—Isa, yo lo sé, sé que te enamoraste del jefe. —Me dice y agarra mi cara entre sus manos.

—No, Williams, no me he enamorado del jefe, ni siquiera lo conozco bien. Además, no estoy para enamorarme aún, tengo en mente otras cosas. —Le digo esto, aunque no suena convincente, sé que no estoy enamorada de él, eso creo, pero igual no importa, yo debo seguir con mi vida. Él me ayudó un tiempo, pero solo fue por complacer su ego y cuando pudo se fue y me dejó sola.

—Está bien Isabella, si tú lo dices, te creo, pero igual deberías dejar que alguien te ayude a olvidar. —Me dice y suelta mi cara.

Entramos al restaurante, me dejó pensando lo que me dijo, pero igual no sé aún es muy pronto, así que pasé la cena un poco incómoda, él se me insinuaba, pero luego hacia bromas y así la pasamos, él me hacía reír la verdad, me hizo pensar mucho en su propuesta, aunque no sé si fue una propuesta o algo por el estilo, así qué no sé que pensar, solo dejaré que todo fluya y ya.

Él me deja en mi casa y se va al dejarme intento besarme, pero voltee el rostro y me dijo que me iba a dejar pensarlo, que me tomara el tiempo que deseara, no sé que hacer de verdad, no puedo negar que Williams es atractivo, pero no tanto como mi jefe, pero mi jefe tiene pareja por lo visto y además no se fijaría en alguien como yo, ni siquiera sé por qué pienso en él como opción si nunca lo fue, pero igual tener algo con Williams es muy pronto, además en una semana comienzo la universidad y debo enfocarme en eso.

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