Isabella
«Me encuentro en medio de un callejón, vacío, (o al menos eso creo). Hay una pequeña luz, que comienza a formarse al final del callejón, camino hacia ella, me acerco lentamente. Cuando estoy a punto de llegar, una silueta me detiene. La silueta es mi jefe, me agarra del hombro y me dice:
—Mi hermosa Isabella, necesito que te quedes conmigo. —Me dice con ternura.
—No, tengo que irme, estoy cansada de todo esto. —Le respondo e intento zafarme de su agarre.
—Por favor, tú eres mi destino. —Me dice casi rogándome.
De repente me llega un recordatorio:
"Este viaje te hará encontrarte con tu destino y tu destino sanará ese triste corazón." »
Despierto en un lugar que por las luces que pegan en mi cara no logro ver dónde estoy, poco a poco voy recobrando la vista y veo que estoy en un hospital, a mi lado está mi jefe sentado su cabeza reposa sobre mi antebrazo. — "Que hará el aquí" —Pienso, luego recuerdo lo que pasó y veo mis muñecas. "Maldita sea, no lo conseguí" me digo a mí misma, y me intento parar de la camilla para ir al baño, remuevo su cabeza con cuidado para no despertarlo. "Tal vez no ahora, pero no pienso rendirme respecto a esta decisión que tome, no tengo nada que haga querer quedarme en este oscuro lugar".
Me levanto de la cama, al parecer estoy mejor, ya que solo tengo una vía que me está suministrando suero, así que la tomo y me dirijo hacia el baño.
Cuando regreso veo la cara de mi jefe preocupado, se acerca a dónde estoy parada.
—Qué demonios, haces parada. ¿Dónde estabas?. —Me dice con tono de reclamación.
—Pues, estoy parada porque tengo piernas, supongo, no —digo con sarcasmo y pongo los ojos en blancos. —Y no es asunto suyo dónde estaba, pero para que me deje en paz, solo necesitaba ir al baño.
—Pues, podrías haberme pedido ayuda. —Dice en tono de reclamo.
—¡Ayuda! ¡OH, el señor dijo la palabra! —digo con sarcasmo.
—No era lo que quise decir, olvídalo quieres, al parecer ya estás mejor, así que me largo de aquí.
—Pues, para empezar yo no le pedí que me salvará. Así que si vallase y me deja en paz para terminar lo que tú impediste. —Digo esto señalándolo con el dedo.
—Mal agradecida, solo te salvé la vida
—Yo no le pedí que lo hiciera.
—Pero, qué más da, lo hice, de acuerdo, porque no quiero que te mueras, ¿solo podrías agradecer y ya? —Me dice en tono molesto.
—No le voy a agradecer algo que ni siquiera es un favor, de paso, ¿Qué le importa a usted lo que pase con mi vida?. —Le pregunto obstinada de lo metiche que es en mi vida.
—La verdad, no me importa una mierda, sabría que serías una mal agradecida más, eres igual que el resto. —Por alguna razón que desconozco, sus palabras me duelen.
Su mirada parece de decepción, como si mi actitud de desagradecimiento, según él, lo hubiera molestado o decepcionado acerca de algo.
Me duelen sus palabras, así que mis ojos se vuelven vidriosos, estoy a punto de desbordar las lágrimas, pero intento contenerme no quiero llorar delante de él, "me duele todo, el mundo, el corazón, la vida, me duele lo que me pasó, me duele sentirme sola en estos momentos, quisiera estar con mi familia, recibir el apoyo de mi madre, estar con mi padre, con mi hermana Samantha, solo los necesito a ellos aquí conmigo, pero estoy muy lejos y no quiero preocupar a mis padres con lo que me pasó, pero de verdad los necesito. Estoy sola, Dios, si tan solo pudiera borrar el pasado, borrar ese día, si las cosas fueran diferentes, si ese día no existiera, estaría bien, todo sería mejor, pero no, todo me tiene que salir mal, me siento tan sucia, está sensación espero algún día se me quite, porque si no, no creo que pueda tener algún día otra relación, necesito acabar con todo esto, no tengo futuro, pero si tan solo pudiera ver a mi familia una última vez".
Estoy llorando, cuando veo la expresión de desconcierto de mi jefe, se me acerca, coloca su mano en mi hombro, y me habla.
—Oye, disculpa si, por lo que te dije, solo estaba alterado. —Cree que lloro por lo que me dijo, no es eso por lo que lloro, o sea si me dolieron sus palabras pero tampoco para llorar.
—No te preocupes, no lloro por eso, solo recuerdo todo lo que me pasó y no lo soporto. —Digo la verdad.
—De verdad, siento haberme ido, tendría que haberme quedado contigo.
—Oiga, no es su culpa, porque usted ni yo nos conocemos mucho, solo estaba allí para lo de la inspección de dónde vivía y así. —Es cierto, de no ser por eso, ni sé fuera enterado de lo que me pasó.
—Sí, pero eso no hace que no me sienta culpable por lo que te paso. —Me dice él y toma mi cara entre sus manos.
Me mira con una mirada dulce y tierna, que causa algo en mí, pero no es muy profundo, así que desaparece de inmediato. Él se da cuenta de lo que acaba de hacer y se apresura a quitar sus manos de mi rostro
—Disculpa, no sé qué me pasó.
—No se preocupe.
—Hable con mi psicólogo, me dijo que a partir de la semana que viene empiezas tu terapia para que puedas superar y seguir con tu vida después de lo que paso. —Abro los ojos como platos.
Me quedó sorprendida, ante sus palabras, quien se cree que es para que me diga si necesito o no terapia.
—Aja, y ¿En qué momento yo le pedí eso? —Pregunto con tono de reproche.
—Pues, después de lo que te paso, necesitas ayuda psicológica.
—¿Quién te dijo a ti que yo necesito eso?
—Solo acéptalo y ya, por Dios, ¿Siempre eres así de irritante?. —Me pregunta molesto.
—Solo cuando las personas toman decisiones por mí, deberías haberme preguntado primero, no creerte mí papá creyendo que me puedes mandar. —Todo de este hombre me molesta, la verdad.
—No me creo tu papá, solo quise hacer algo por ti, pero como siempre es contigo, todo lo discutes, ¿no puedes aceptar calladita y ya lo que te ofrezco?. —Cree que soy un objeto o alguien que pueda manejar, está equivocado.
—No, porque tengo boca y tengo derecho a decir lo que se me dé la gana, tú no tienes derecho a decidir por mí, y siempre discutiré con aquellos que creen tener derecho sobre mí. No soy un objeto, ni tu sirviente, ni ninguna sumisa, la cual debe aceptar tus migajas callada y de paso aplaudírtelo. ¡Conmigo te equivocas! —Grito esto último, de verdad me molestaron sus palabras, un poco machista.
—Hay, sabes qué, haz lo que se te dé la gana, si quieres ir a terapia bien, si no también, solo quería colaborar en algo. —Dice esto y sale de la habitación.
Jeffrey
Está niñata por qué tiene que ser así, me irrita su forma de ser, sé que paso por algo fuerte, por lo tanto, todo le irrita, pero el que diga que no necesita un psicólogo, la verdad, es que eso no es lo que me molesta, sino que no me acepta nada, solo se molesta y me grita, de acuerdo creo que la entiendo, pero yo no soy culpable. Solo no puede dejarme ofrecerle mi apoyo y ya, tiene que ser ¡As! ¡Tan irritante!
Llamo al psicólogo:
*Dr. Hondón, la señorita de la que le hable, no quiere aceptar la ayuda ¿Qué hago?. —Le pregunto al psicólogo para que me ayude, no sé cómo actuar en estos casos*.
*Bueno señor Adams, veo que está en una etapa de negación, solo hay que abrirle los ojos y mostrarle que si necesita ayuda, qué síntomas tiene. —Síntomas, síntomas de qué*.
*Perdón, doctor, no entiendo, ¿Síntomas de qué?*
*Señor, cuando digo síntomas me refiero a que si está en shock, se irrita por todo o simplemente llora por todo o casi todo*
*Pues, se irrita por todo, a cada rato quiere pelear y gritar*
*De acuerdo, solo intentemos no molestarla y venga mañana a mi consultorio para darle ideas de como hacer que quiera venir*
*De acuerdo doctor yo me acerco mañana por allá entonces*
*A las 8 a.m. ¿Estaría bien, para usted?*
*Por su puesto, a esa hora estoy allá*.
Cuelgo el teléfono y me dirijo hacia la cafetería a comprar algo para que comamos los dos.
Compro unos sandwiches para los dos y unas malteadas y subo de nuevo a su sala.
Entro y la encuentro sentada, llorando mirando hacia un punto fijo, está ida solo llora y llora, coloco la comida en la mesita al fondo y me le acercó
—Isabella, ¿estás bien?. —No responde, solo se tambalea sobre la cama.
—Isabella, respóndeme, ¿Qué te pasa? —Sigue con la mirada pérdida.
Me asusta verla así y solo vuelvo a llamar al psicólogo.
*Dr. Empezó tiene las manos rodeando sus piernas y está llorando, tiene la mirada pérdida y solo se tambalea hacia delante y hacia atrás. ¿Qué hago?*.
*Primero que nada calmarse, tiene que dejarla tranquila, háblele, pero debe entender que está en shock y es muy poco probable que le responda*. Tendremos terapias a partir de mañana*
*Pero ella no quiere las terapias*.
*Sí, es cierto, pero las necesita, las terminará acatando, no te preocupes*
*De acuerdo doctor, espero sea cierto*
Cuelgo la llamada y comienzo a hablarle a Isabella.
—Isa, por favor, sé qué estás allí, respóndeme, sí.
—Sé, qué te duele, pero vuelve, por favor, estaré a tu lado y te ayudaré en lo que pueda a superarlo.
—Solo quédate aquí conmigo, por favor. —Coloco su frente junto a la mía, y me quedo mirando sus ojos, siguen perdidos, pero por algún momento, juro que pude ver un poco de esperanza en su mirada mientras le hablaba, por Dios, necesito ayudarla, me importa un carrizo lo que piense o pensaba antes de conocerla no quiero verla así en este estado nunca más, quién diría que conociéndola a penas iba a ser parte de algo tan doloroso en su vida, si me hubieran avisado lo que le iba a pasar esa noche la hubiera montado en mi coche, sé que se resistiría, pero la fuera llevado a mi casa y no dejaría que se fuese más nunca de allí.
Tengo que hacerlo por ella, tengo que cambiar de opinión respecto a ayudarla, no sé si sea interesada, aunque no he visto que sea de esas mujeres que solo se acercan por mí dinero, le he ofrecido ayuda y solo lo que hace es rechazarme, espero no equivocarme con ella de verdad. Espero poder hacerlo aunque no me enamoraré de ella, eso sí, no me lo permitiré porque no sé si pueda confiar en ella, solo quiero ayudarla a salir de ese lugar y ya, no quiero más nada de ella.
Me alejo de su mirada, se quedó dormida entre mis brazos, no me di cuenta en qué me momento se acostó y yo la abracé. La dejo durmiendo y salgo al pasillo.
Llamo a Wilinton
*Wilinton, ¿Qué ha pasado con lo que te mandé a investigar?*.
*Señor, lo iba a llamar mañana, cuando me confirmarán la información*.
*¿Qué información? Habla de una vez*.
*Ya sé quiénes son los tipos que le hicieron eso a Isabella, solo que los buscamos por el país, pero se fueron*.
*¿Cómo qué se fueron? Te di órdenes de que los atraparas rápido*
*Sí, señor, pero al parecer, fueron más rápido que nosotros*.
*Te espero mañana en mi oficina para que hablemos mejor*
Cuelgo. Estoy cabreado, Wilinton mi mano derecha me dice que se fueron, como se pudieron ir, antes de colgar le dije que me trajera foto y nombre de los tipos, quiero estrangularlos con mis propias manos. No sé por qué razón solo quiero defenderla y protegerla en estos momentos no importa, seguro es la sed de venganza, pero esto no se puede quedar así.
Al día siguiente me levanto temprano, voy al psicólogo y me dice las cosas que van a pasar con Isabella y lo que tengo que hacer para ayudar en su proceso de sanación, me dijo que no será pronto que esas cosas nunca se superan, pero se aprenden a vivir con ellas, así que esperaré por primera vez en mi vida, siento que tendré paciencia con algo. Salgo del consultorio y me dirijo a mi casa, luego voy al despacho y le dijo a Wilinton que venga.
—Señor, ¿puedo pasar?. —Me pregunta desde el otro lado de la puerta.
—Adelante.
—Señor, aquí tiene lo que me pidió. —Me entrega una carpeta con las fotos y la información de 4 hombres.
—Estos tres —Señala a tres tipos en las fotos. —Son amigos de este de aquí. —Señala a un hombre catire en la foto.
—Aja ¿Esto es todo? —Pregunto ante la falta de información.
—No, señor, este hombre —Señala al hombre catire. —Es hijo de la dueña del edificio donde vive Isabella.
—¡Lo quiero ya en la bodega, Wilinton!
—Pero hay un problema señor.
—Que se fueron, ya lo sé, no me interesa, búscalo por cielo, mar y tierra, pero consíguelos Wilinton, si no te quedas sin empleo. —Lo amenazó.
—Señor, hay otra cosa.
—¿Qué? Habla ya
—Esos cuatros hombres, no tienen donde caerse muertos. Ellos consumían sustancias, pero era a base de lo que robaban y que cobraban alguna especia de cuotas a los inquilinos del edificio.
—Ajá, entonces ¿Cómo fue que salieron del país? —Pregunto, extrañado por esa información.
—Tenemos las sospechas de que hay alguien más detrás de todo esto, señor.
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