Cómo jefe insoportable no, como compañero, sí

Isabella

—Isabella... Dice una voz detrás de mí.

Me volteo lentamente, ya sé de quién proviene esa voz... De... Mi jefe.

—Isabella, ¿Puedo hablar contigo?. —Termino de voltearme y lo veo a la cara.

—¿Qué quiere?. —Le digo de forma grosera.

—Ya te dije, hablar contigo. —Se acerca hacia mí.

—Pues, yo no tengo nada que hablar con usted. —Le digo. —Además, usted y yo no nos conocemos, ¿Recuerda?. —Le recuerdo lo de la universidad.

—Vamos Isabella, sabes que lo hice para no tener que dar explicaciones. —Intenta mentirme, pero yo sé por qué lo hizo.

—Es eso. Claro, ¿O qué le da pena que sepan que sí, nos conocemos y que YO viví con usted?. —Sé qué no soy suficiente para él, según él.

—M@1d1t4 sea Isabella, sabes que no fue por eso. —Dice mientras termina de acercarse y me arranca las llaves de las manos.

—¿Entonces, por qué?. —Levanto la barbilla, para que vea que soy suficiente, para quien sea, incluyendo un egoísta como él.

—No lo sé, Isabella, yo no les caigo bien. No quería que te molestaran más por mi culpa. —Me suelta de repente.

—¿Tu culpa? Acaso es tu culpa, aparte eres engreído, que tu culpa va a estar siendo, si siempre hay un niñato de esos en las universidades que se meten con todo el mundo. —Le digo esto por qué es tan engreído que cree que fue por él.

—No, Isabella, esto no tiene que ver con eso, en serio, creedme fue por mi culpa. —Sigue con eso.

—Explícate. —Le pido que me explique por qué, se culpa.

—No sé Isabella, solo es mi culpa y ya.

—Para qué vienes si solo mientes, claro que lo sabes, por qué si no, no fueras dicho eso. Eres engreído, egoísta, o lo que sea, pero no loco, así que te explicas o te vas. Tú decides. —Digo esto apuntándolo con el dedo.

—De acuerdo Isabella, yo te explico, pero solo si entramos. —Me entrega la llave.

—Yo no quiero que usted entre en mi casa. —Lo reto.

—Vamos Isabella, no te comportes como una niña, solo hablaremos y luego me voy. —Me promete.

—Está bien. —Pongo los ojos en blanco, mientras meto la llave y termino de abrir la puerta.

Una vez adentro dejo mis cosas sobre la mesa de la entrada, él se quita su saco y lo pone en el perchero, y se sienta en el mueble, ~Qué abusador, ni siquiera lo invité a qué se sentará~ pienso.

—Entonces, explícate. —Enarco una ceja.

—Al menos, ofréceme algo de beber, ¿no?. —Me dice de forma sarcástica.

—Usted no es bienvenido aquí, así que no se ponga a exigir.

—Eres una niña maleducada. —Sonríe de lado. Si sonrisa me causa muchas cosas por dentro, pero no debo pensar en ello.

—Eso no es problema de usted. Ya veo que no va a hablar, así que mejor vallase de mi casa. —Digo esto abriendo la puerta.

—¿Se te olvida que soy tu jefe?. — Tiene razón, pero no por eso, puede hacer lo que se le dé la gana.

—Usted es mi jefe, tiene razón, pero solo en la oficina, aquí solo es una persona común y corriente, y en la universidad un compañero de clases. Así que no me venga a dar órdenes en mi casa.

—De acuerdo Isabella, tienes razón, voy a hablar rápido para irme igualmente. —Dice en tono frío.

—Muy bien, adelante. —Lo invito para que comience.

—El muchacho qué te metió el pie, era de nuestro grupo de amigos, pero un día estaba haciendo algo indebido y tuvimos que expulsarlo. —Me confiesa.

—Y eso, ¿Qué tiene que ver conmigo?. —Le pregunto, aún no entiendo a que quiere llegar.

—Pues si me dejaras terminar de contar y no me interrumpieras.

—Perdón. Prosigue.

—Antes de expulsarlo, a mí se me salió tu nombre, hablé mucho de ti, no me había dado cuenta, hasta que él me comentó, bueno me preguntó, por qué hablaba tanto de ti, luego ocurrió lo que te conté y lo expulsamos, durante un mes, no pudo ingresar a la universidad y no iba bien de materias, así que ya perdió el año. —Me confiesa. Quedé sorprendida.

—Cuándo dices expulsarlo. ¿Te refieres a la universidad o solo a su grupo de amigos?. —No entiendo esa parte, acaso él tiene el poder de expulsar a alguien.

—A la universidad Isabella. —Me dice de forma obvia.

—Ok, pero ¿Ustedes quienes son para expulsar a las personas?. —Le pregunto

—Eso no debes saberlo. —Me mira de manera fría.

—De acuerdo. —Me levanto del sofá. —Ya sabes dónde está la salida. —Comienzo a caminar hacia el dormitorio.

—Está bien, Isabella. —Me toma del brazo, para impedir que continúe caminando. —Pero, debes prometerme qué no le contarás a nadie.

—Está bien, pero tú promete qué serás totalmente sincero en todas las preguntas que te haga.

—Lo prometo Isabella, siéntate por favor. —Me invita a sentarme y así hago.

—Entonces como es que pueden expulsar personas. —Le repito mi pregunta.

—Yo, no solo soy dueño de las empresas Adams cosmétics, también soy socio de la universidad, soy como algún tipo de subdirector, y tengo poder de expulsar y no expulsar, como soy joven, el director me dijo que hiciera un consejo para tomar las decisiones importantes, así que elegí a los más dotados e inteligentes para eso. —Así que también es subdirector de la universidad, así que lo iba a ver de todos modos.

—Hay algo que aún no entiendo. —Le suelto antes de que mi cabeza razone.

—¿Qué cosa?. —Me pregunta.

—Cómo es que alguien tan joven, es dueño de una de las franquicias más grandes del mundo y subdirector de una universidad tan prestigiosa? —Suelto sin detenerme a pensar.

—Eso no te incumbe. —Se levanta del sillón, cambio tan rápido de humor. —Mejor me voy. —Toma su saco y sale de la casa. Yo me quedo sentada en el sofá, pensando en lo que acaba de pasar, como cambio de pronto por una pregunta.

Pensándolo bien no estaba tan amable, pero al menos estaba dispuesto a contestar mis preguntas, hasta que le hice esa pregunta en específico. Pensé que todo lo que me dijo y recordé cuando dijo que hablaba mucho de mí, ~¿Qué estaría hablando de mí?~ Me preguntó a mí misma, seguro también les contó lo que me pasó, o seguro hablando cualquier cosa mala de mí, por qué con ese Señor, se puede esperar, cualquier cosa.

Luego de un rato me levanto me baño y me acuesto a dormir.

"—Isabella, serás mía por las buenas o por las malas.

—¡Jamás seré tuya, déjame en paz de una vez por todas!. —Le grito al hombre de negro.

—Más temprano que nunca lo serás, Isabella... —La silueta negra desaparece esfumándose".

Me levanto exaltada de la cama, otra vez, otra pesadilla, no puede ser, no entiendo que me quieren decir estos sueños, o si realmente quieren decir algo, creo que me estoy volviendo loca y solo tienen que ver con lo que me pasó.

Trato de disipar esos pensamientos y me arreglo para iniciar el día.

Llego a la universidad, hoy opte por una falda plisada y una camisa blanca, junto a unas zapatillas blancas. Me bajo del auto y entro al edificio, me encuentro con John y Theresa.

—Isabella, hoy estás muy hermosa. —Me dice Jhon, mientras se acerca a abrazarme.

—Gracias Jhon, tú tampoco te ves nada mal. —Le devuelvo el abrazo. Le digo la verdad, ya que se ve muy bien vestido deportivo.

—Cierto, Isabella, me gusta como te queda esa falda. —Me dice Theresa que lleva un vestido negro hasta las rodillas.

—Pues, tú no te quedas atrás con ese vestido Theresa, te queda muy bonito la verdad.

—Gracias Isabella. ¿Entran ya, o les queda tiempo?. —Nos pregunta a Jhon y a mí.

—Nos queda media hora. —Responde Jhon.

—Bien, desayunemos, muero de hambre. —Dice Theresa. Caminamos hasta las escaleras, nos sentamos y sacamos nuestros desayunos.

—Bien, Isabella ¿Cómo te fue con tu jefe?

—Shhh. No hables tan alto. —Le digo a Theresa, que dijo esto casi gritando.

—Bien, tenía días que no lo veía, ayer lo vi, pero llegó con una rubia muy hermosa de hecho. —Les cuento

—Viste Theresa que Adams, no quería nada con Isabella. —Le dice Jhon a Theresa

—Yo no dije que quisiera algo, solo dije que no había visto a nadie mirar, como te mira Jeffrey a ti Isabella. —Me señala.

—Pues, creo que necesitas lentes.

—Él que necesita lentes eres tú

—Ah, sí, ¿Para qué?.

—Para ver si te fijas más, en las personas que están a tu lado y no en las que no les importas un bledo.

—¿Cómo quien como tu Theresa?.

—Yo no dije eso Jhon, sabes qué... Mejor me voy. —Acabe de presenciar una discusión entre Theresa y Jhon. Está se levantó y se fue. Jhon me miró y se fue igual que Theresa, estaba molesto.

Estoy procesando lo que acabó de pasar, cuando llega Adams y se sienta a mi lado en las escaleras.

—Hola. —Me dice de repente.

—Sabes, tus cambios, de humor, me causan migraña. —Soy grosera.

—Lo sé, perdón por lo de anoche. —Se está disculpando en serio.

—Tú crees que puedes hacer lo que te dé la gana y luego venir como si nada a pedir perdón. —No lo entiendo de verdad, no entiendo por qué se comporta tan extraño.

—Al menos lo estoy intentando Isabella, sé que no he sido, muy amable contigo, pero tú misma fuiste la que querías que te dejara en paz, ¿Te acuerdas?.

—Eso que viene al caso, te pedí que me dejaras en paz, no que te fueras de la casa.

—Qué más querías que hiciera, no querías verme y yo tampoco podía seguir allí que me trataras como te diera la gana, cuando deje de un lado mis creencias por ayudarte.

—¿Me estás sacando que me ayudaste en cara?

—Isabella, tú sabes que no quise decir eso, solo, que tú eras muy grosera conmigo, y yo quise darte tu espacio a qué te recuperarás.

—Tienes razón, pero eso es motivo para irte y dejarme sola, preocu.... Nada.

—Preocu. ¿Qué? Termina de decir lo que estabas diciendo.

—Nada, solo que te fuiste y no avisaste ni nada.

—Sí, le avisé a Carmen.

—Claro. —Pongo los ojos en blanco. —Respóndeme algo.

—Depende. La pregunta de anoche no la voy a responder.

—Es otra, tranquilo

—Entonces suéltala.

—¿Qué estabas hablando tú de mí, con tus amigos?.

—Yo... —En ese momento suena el timbre, así que no pudimos seguir conversando.

Entre en el salón y me senté al lado de Jhon, que aún seguía molesto, no entiendo a estos dos, se gustan, pero no son capaces de decirse nada el uno al otro.

Luego de unas cuantas horas terminamos las clases y me dispongo a salir, cuando me agarran del brazo.

—Isabella. —Es de nuevo Adams.

—Ahora, ¿Qué quiere?.

—Sé que no tuvimos un buen comienzo, pero quisiera que empecemos de nuevo, desde cero. ¿Qué te parece?. —Me propone de repente.

—No lo sé, usted cómo jefe es muy insoportable. —Le suelto sin remordimiento alguno.

—Bueno, ya que no te caí bien como jefe, conóceme como amigo o compañero de clases, como prefieras. —Su idea no me parece mala.

—Como compañeros de clases está bien, lo de amigos lo veremos luego.

—De acuerdo. Mucho gusto señorita. —Me está extendiendo la mano, se ve lindo en esta actitud de gracioso. —Me llamo Jeffrey Adams. ¿Y usted?.

—Mucho gusto, señor Adams, —Tomo su mano. —Mi nombre es Isabella storm.

—Oh, no me digas, señor, me hace sentir viejo. —Se hace el indignado, me da risa su gesto, así que no aguanto y suelto una risita.

—De acuerdo, Jeffrey.

—Está mucho mejor. —Me sonríe, nunca lo había visto, sonreír, así es tan lindo cuando lo hace.

—Esta bien señ... Jeffrey.

—Bueno, Isa, te parece si almorzamos juntos y luego vamos a trabajar. —Me invita.

—No sé, sí sea buena idea.

—Anda, vamos. Porfa. —Me hace ojitos.

—Está bien, Jeffrey vallamos a almorzar, así nos conocemos mejor.

—Muy buena idea Isabella.

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