Destrozada por la vida

Jeffrey

Al verla en esa condición, mi corazón se estrujó. No puedo creer que le hayan hecho esto, está tan indefensa, tan maltratada que solo puedo pensar en ayudarla. Aunque nunca antes lo he hecho, no soy capaz de dejar a esta mujer de ojos encantadores sola aquí, tirada.

Me le acercó y la toco.

—Isabella —la muevo, pero no responde.

—Vas a estar bien, lo prometo. —La cargo entre mis brazos, al principio no me deja tocarla, pero cuando logro hacerlo empieza a llorar.

La llevo hasta el auto y la meto, me doy la vuelta y me monto en el asiento del conductor y arranco hacia mi casa.

Al llegar la bajo y la vuelvo a tomar entre mis brazos y la llevo adentro. Carmen (Mi Nana, cuando era niño) La ve, y me mira como quién ve a un monstruo y me apresuró a decirle.

—Carmen, no fui yo. Te lo juro —ella asiente con la cabeza.

—Ayudadme a bañarla, cambiarla y avísadme para llevar a acostarla, mientras llamo a un doctor

—Está bien, mi niño, déjame bañarla. Pobre pequeña, ¿Que le ocurrió? —Se me revuelva el corazón de volver a recordar cómo la Vi.

—Abusaron de ella, Nana.

—¡Oh, por Dios! —Se lleva las manos a la boca.

Le cuento que es mi empleada y que fui a ver dónde vivía y me devolví porque dejé mi carpeta y la encontré en ese estado

—Mi niño, pobre muchacha, pero me alegro de que por fin no pensaste solo en ti, y la estás ayudando. —me dedica una leve sonrisa.

—Nana, no la estoy ayudando, solo no podía dejarla allí tirada. —La verdad es, que si quiero ayudarla, en ese estado parece tan indefensa, me da tristeza verla así.

La llevo hasta el baño y la dejo allí, para que mi Nana la duche. Voy hacia mi oficina y llamo al doctor de la familia

"Frederick, puedes venir a hacer un chequeo en mi casa".

''Por supuesto, voy en camino''

Cuelgo y subo a ver si ya mi Nana la baño y vistió. Tocó la puerta de mi cuarto.

—Ya puedes pasar hijo

—¿Cómo está? —Señalo a Isabella

—Pues hijo, como crees que este después de lo que le pasó. —Me dice ella con obviedad.

—Sí Nana tienes razón. —Odio decir que alguien que no sea yo, tiene la razón

—¿Llamaste al doctor?.

—Si, ya viene en camino. —Tomo asiento al lado de ella.

Me le quedó mirando, está tan golpeada, la pobre, su cuerpo está rasguñado. Dios solo quiero protegerla, no quiero que vuelva a pasar por eso. Tal vez no soy de ayudar, pero con ella quiero hacerlo, voy a hacer que esté bien, aunque sea de esto que le paso.

—Hijo, ¿Me escuchaste? —Estaba tan metido en mis pensamientos que no me fijé que mi Nana me hablaba.

—Sí, Nana dime

—Que me alegro de que estés de nuevo aquí. Aunque sea por ella. —Señala a Isabella. —No te va a gustar esto, pero tengo el presentimiento de que están hechos el uno para el otro. —Ya va a empezar ella con sus cosas raras.

—Nana, ¡Por Dios! No digas esas cosas, que ni siquiera nos conocemos, además ya sabes lo que pienso acerca de las mujeres que no son mi familia. —No sé de dónde saca tantas locuras, a veces pienso que es una especia de bruja o algo así sin quererla ofender, por supuesto.

—Pues, ya verás que tengo razón. —Se levanta de la cama. —Voy a preparar algo para que coman. —Y sale de la habitación

*Tocan el timbre*.

—Jeffrey ya Frederick llegó. —Me grita mi Nana desde la puerta de entrada.

Bajo corriendo y veo a Frederick

—Está arriba, Frederick —Es de confianza por eso no andamos con formalismos, ni nada de eso

—Vamos pues. —Me dice señalando las escaleras

Subimos y entramos a mi cuarto.

—Es ella. —Señalo a la mujer sobre mi cama.

—Wow, ¿Qué le pasó? —Pregunta él asombrado.

—Abusar*n de ella —Digo con mi corazón estrujado.

—Bueno, voy a revisarla.

Comienza a chequearle los moretones y las cortadas que tiene y me dice:

—Bueno, las cortadas no son profundas, solo es cuestión de semanas para que se borren las cicatrices y los moretones se le quitaran en días, échenle está crema en las cortadas y sanarán más rápido. —Dice mientras me entrega una crema.

—Y bueno, lo otro no la destrozaron, pero si está un poco maltratada.

—Está bien Frederick, gracias.

—Jeffrey, ¿Puedo saber quién es ella?, Para que la hayas traído hasta tu casa y me llamaras.

—Otro más que me pregunta —Pongo los ojos en blanco. —No es nadie importante, solo la vi así y no pude dejarla allí tirada, ¿Tú que fueras hecho en mi lugar? —Le pregunto, pero ya sé la respuesta.

—Pues si fuera una persona normal como yo, ayudarla, claro está. Pero se me hace raro que tú Jeffrey Adams estés haciendo esto por una MUJER. —Se enfatiza en esta última palabra.

—Pues, sabes, tengo madre y tampoco es que soy un patán tan desalmado. Solo no confío en las personas y ya —Le digo un poco irritado.

—Pues a mí no parece solo eso, ¿No será que te gusta? —Dice en tono burlón.

—Sabes que jamás podré enamorarme.

—Sí, que puedes, solo que no quieres. —Me dice burlándose de mí

—Pues no, no puedo. El amor se basa en la confianza, y si no confío no va a funcionar.

—O sea, que lo has pensado.

—¡No!, No estoy enamorado de ella, solo quise... Solo no podía dejarla aquí tirada

—Pues a mí me late, que está mujer te hará cambiar de idea. —Estoy que exploto con este hombre

—Que sabes tú del futuro, sois insoportable todos vosotros, no estoy enamorado de ella, además es un poco insensible hablar de eso cuando le acaba de pasar esto, no creo que ella quiera enamorarse, ni siquiera acercarse a un hombre después de lo que le pasó —Digo exaltado por sus suposiciones.

Mi Nana y el médico de la familia abren los ojos como platos y me miran fijamente.

—Te dije que está mujer lo va a cambiar. —Le dice mi Nana a Frederick.

—¡Que nadie me va a cambiar, absolutamente NADIE!. —Grito y salgo de esa habitación, un rato más allí y no sé que sería capaz de hacer.

Me voy hacia mi oficina y llamo a mi mano derecha Wilinton

*¡WILINTON, necesito que me averigües para ya, las personas que le hicieron eso a Isabella, y me los encierres!*

*Está bien señor, yo sé lo averiguó, le informaré cualquier cosa que sepa.*

*Pero, rápido, no quiero que esos desg*aciad*s queden sin pagar por lo que hicieron. ¡Y lo quiero YA!*

*De acuerdo señor haré todo lo que pueda*

*Lo que puedas y más. Wilinton

Cuelgo y llamo a la oficina

*Sr. Martha, Isabella va a trabajar hasta dentro de un mes. Así que usted tendrá que hacer mi trabajo o buscar a una suplente de Isabella.

*De acuerdo, Señor, pero ¿Está enferma o algo así?

*No señorita, se me presento una junta fuera del país y como es mi secretaria, pues se va conmigo*

*Está bien, señor, pero no estaba enterada de dicha junta, disculpe*

*No, Señorita Martha, es que está sociedad la busco la secretaria de mi padre*. —miento.

*De acuerdo Señor, yo buscaré una suplente, entonces.*

*Ok.

Cuelgo y vuelvo a la habitación donde está mi Nana, Frederick y ella.

—¿Ya despertó.? —Pregunto desde el umbral de la puerta, creo que los asusté porque se sobresaltan.

—No, aún no. —Me responde mi Nana

—Dejémosla descansar, ya son las 12. Tu hijo ve a dormir que mañana seguro tienes que trabajar. —Me dice mi Nana levantándose del sillón que está enfrente de la ventana.

—Mañana no voy a trabajar, ya llame a la oficina y me voy a quedar aquí con Isabella. —Le informo.

—De acuerdo, está bien. ¿Dónde vas a dormir? —Me pregunta la Nana.

—Pues aquí. —Señalo el sillón donde ella estaba sentada hace rato.

—Pero, ¿Por qué? —Se sorprende de mi respuesta.

—No es nada Nana, solo quiero estar pendiente cuando se despierte. —Miento, la verdad es que quiero saber cómo se siente y estar aquí con ella.

—¿Estás seguro, que es solo eso? —Sigue de curiosa.

—Si Carmen, es solo eso. —Me obstina que quiera meterse a veces dónde no la llaman.

—Está bien Jeffrey, ya me voy. —Dice eso y sale de la habitación.

—Y tú qué, ¿Piensas quedarte aquí o te vas a tu casa? —Me dirijo hacia Frederick

—Pues si quieres me quedo a dormir con ella. —La señala.

—¡Cómo se te ocurra ponerle una mano encima, TE MATO! Entendiste. —De solo imaginarlo al lado de ella, me hierve la sangre.

El Se echa a reír. —Me lo imaginé. Seguro que no sientes nada hacia esa muchacha.

—¡No, no siento nada! Ya, deja el tema, quieres, y sal de la habitación. —Digo esto último sacándolo de la habitación.

—De acuerdo, de acuerdo ya me voy —Suelta una risita. —Pero, ves como te pones cada vez que hablo de ella.

—No me pongo de ninguna manera, solo que te conozco, y pues no creo que sea agradable despertar al lado de un hombre después de lo que le pasó. —Miento,

—Si claro, lo que tú digas. —Pone los ojos en blanco y sale de la habitación.

Me siento en el sillón y una vez más me doy cuenta qué la estoy mirando más de lo normal, "porque no puedo dejar de mirarla". Me preguntó a mí mismo.

Isabella

«Voy subiendo hacia mi departamento y consigo la puerta abierta, me entra el pánico. Me acerco sigilosamente, pero al entrar no hay nadie, veo a mi jefe al fondo, me saluda con una sonrisa que jamás le había visto, es una sonrisa muy hermosa, me invita a que me acerque.

Me acerco hacia mí jefe, pero al intentar tocarlo se vuelve humo y ceniza, cuando escucho una voz sombría detrás de mi.

—Hermosa, Isabella serás mía. —Me dice un hombre cuyo rostro no veo.

Parece que lo odio, pero no entiendo por qué ni siquiera lo puedo ver.

—Nunca seré tuya, yo soy mía, ni tuya ni de nadie, dejadme en paz. —Le grito a esa silueta cuyo rostro no veo

—Jajajajaaja, como de que no. Chicos ya pueden pasar. —Le grita a 4 Hombres que aparecen detrás de esa sombría silueta.

Se acercan y los veo son ellos, esas basuras de hombres.

—¡Aléjense de mí, no me toquen!. —Intento correr, pero uno de ellos me agarran.

—NO, NO, No, por favor. ¡NO ME TOQUEN! »

—Isabella. —Me despierta una voz lejana

—Hey, estás bien. Isabella. —La vuelvo a escuchar, esa voz me tranquiliza.

Me levanto al sentir una mano en mi hombro.

—No me toques,. —Digo quitando sus manos encimas.

—Isabela cálmate por favor. —Veo por fin quien es, es mi Jefe

—¡No me toques, no quiero que me vuelvas a tocar! —Grito, su contacto me calma, pero a la vez me duele lo que me acaba de pasar y no quiero que él, ni ningún otro hombre vuelva a tocarme.

—Isabella, No voy a hacerte daño, te lo juro. Solo quiero ayu.... Solo quiero, quiero que me dejes estar contigo. —Me dice él, "Ayudar", se dice "Ayudar" porque no simplemente lo dice y ya.

—¡Pues, no quiero que TÚ, ni nadie me toque!, ¡Aléjate de mí!. —Grito y me acerco al baño.

—Isabella, no me voy a ir de tu lado, aquí voy a estar, hasta que te sanes. —Grita desde el cuarto.

Abro la regadera y dejó caer el agua por mi piel, siempre he Sido una mujer fuerte, pero esto no lo soporto, me siento sucia, me lavo, y me lavo y solo veo sus manos en mí, sus cuerpos sobre el mío, qué repulsión me siento asquerosa. Me pasó el jabón duro por el cuerpo tratando de borrar sus huellas en mí. *Llanto* No soportó esto, me hundo en el llanto, solo me queda llorar. No sé que más hacer para quitarme esas imágenes de mi cabeza, solo quiero borrar el dolor.

Jeffrey

*Golpe en el baño*

"Mierda que le habrá pasado"

—Isabella, Isabella, ¿estás bien? —Pregunto, pero no obtengo respuesta.

—Isabella, responde, ¿estás bien? —Vuelvo a esperar, pero no obtengo respuesta.

Derribo la puerta y veo el espejo roto con cristal sobre el suelo y la veo tirada en el suelo con sangre en sus muñecas y un trozo de vidrio en su mano.

*Maldición*. La tomo entre mis brazos y salgo corriendo, llegó al auto y me voy de mi casa hacia el hospital, aparco el coche y pido ayuda.

—Ayúdenme, rápido, una camilla. —Le grito a la enfermera que salió a recibirme.

—De inmediato señor. —Dice mientras trae la camilla

—No la dejen morir, por favor. —Digo, casi implorando.

—Haremos lo que podamos, Señor. —Me responde ella y se dirige hacia la sala de urgencia.

Me quedo esperando por más de media hora cuando sale el doctor.

—Familiares, de la señorita Isabella —Dice el hombre que acaba de salir de la sala donde ella está

—Sí, soy yo. ¿Qué pasó con ella? —Le digo desesperado.

—La señorita, está estable. La trajo a tiempo 5 minutos más y no se hubiera salvado, perdió mucha sangre.

—Está bien, doctor. Gracias, ¿Puedo verla? —le pregunto con la esperanza de que diga que sí.

—Sí, señor, puede verla, pero solo tienes 5 minutos.

Salgo corriendo hacia el cuarto donde está y la veo allí acostada sobre esa camilla, tiene una venda en su mano derecha y otra en la mano izquierda.

"¿Por qué lo hiciste?. Pienso para mí mismo. "Te voy a ayudar a salir de allí, te lo prometo". Y tomo su mano. Me le quedó mirando, cuando entra el doctor.

—Se le acabó el tiempo Señor.

—¿No me puedo quedar?. — Le pregunto esperanzado.

—Sí, pero tiene que llenar un formulario. —Me dice el doctor. —Vaya a la recepción y le dice a la señorita que se lo haga

—De acuerdo

Salgo de la habitación y me dirijo a la recepción, lleno el papelero que me pusieron a firmar, y me dirijo de nuevo, hacía el cuarto donde está Isabella.

—Entonces, ¿Se queda?. —Me pregunta el doctor.

—Sí, doctor, me quedo con ella.

—Está bien. —Dice y sale del cuarto.

Me siento a su lado y le tomo la mano, la miro y parece tan inocente, cómo alguien podría hacerle daño a ella, que se ve tan pura. De verdad que quiero conocerla, quiero ayudarla, quiero estar para ella. "Pero que me pasa" me regaño a mí mismo, por lo que acabe de pensar.

Solo voy a guiarla a pagarle un psicólogo y ya, no quiero involucrarme con ella ni nada, yo no sirvo para enamorarme, y ni ella ni nadie va a hacer que cambie de idea.

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play