Isabella
"Estoy en un cuarto totalmente oscuro, no logro ver nada, tengo las manos encadenadas, de repente se abre una puerta enfrente de mí.
Entra un hombre, pero se ve totalmente negro, no logro verle la cara, de broma la silueta negra.
—Isabella, hermosa, Isabella, Cómo quiero que llegue el día en el que sepas realmente quien soy y te quedes conmigo para siempre. —Suelta una carcajada.
—Jamás, estaré contigo, m@ld1t0, asqueroso. —Le grito, este hombre me repugna, aunque no sé quién es, su sola presencia me repugna.
—Serás mía Isabella.
Me toma el rostro entre sus manos y acerca sus labios a los míos, pero cuando está por besarme y ver su rostro se disuelve en una nube negra".
—Isabella, Isabella, despierta. —Alguien me llama.
—Isabella, ¿Estás bien?. —Me preguntan, cuando logro volver en sí, veo que es mi jefe.
Me levanto de la cama y me recuesto sobre la cómoda.
—¿Qué pasó?. —Le pregunto.
—Estabas gritando, decías "suéltame, suéltame". —Me dice él.
—Seguro una pesadilla. —Le aseguro.
—Sí, pero pensé que había alguien, aquí contigo y cuando entre, vi que eran pesadillas, como tú dices. —Me explica él.
—Sí, pues, ya viste qué estoy bien, ya puedes irte. —Digo y me vuelvo a acostar.
—Ok, disculpa, no sabía que te ibas a molestar por despertarte. —Me dice él groseramente.
—Deberías dejarme en paz, e irte a ver qué haces con tu vida. — Le digo igual de grosera qué él.
—Cómo querías que hiciera, si andabas como una loca, pegando gritos. —Me espeta él.
—Pues, si no me fueras traído para acá, no estaría pasando esto. —Le reprochó.
—No entiendo, ¿Querías qué te dejará tirada?. —Me pregunta confuso.
—No, solo podías haberme llevado al hospital y dejar tirada allí, si solo eres un m@ld1t0 egoísta que solo piensa en sí mismo.
—¿M@ld1t0 egoísta? ¿En serio eso piensas de mí?. No soy ningún m@ld1t0 egoísta, te traje para cuidarte, no quería dejarte tirada y así es como me pagas, llamándome m@ld1t0 egoísta. ¿Qué más quieres Isabella? —Me dice molesto o decepcionado, creo.
—¡No quiero nada de usted, solo quiero que me deje en paz!. —Le grito.
—Está bien, Isabella, si eso es lo que quieres, eso es lo que tendrás. —Sale de la habitación dando un portazo durísimo.
Jeffrey
Estoy cabreado con Isabella, me llamo m@ld1t0, egoísta, cuando solo la he cuidado para qué supere esto, por eso no ayudo a nadie, la gente es malagradecida, no sé que quería ella de mí, no sé que más tengo que hacer para que vea que pienso en ella también, no sé por qué demonios piensa que soy un m@ld1t0 egoísta, no entiendo de verdad. Pero, eso es lo que voy a hacer, le daré su espacio, cuando ella quiera verme, pues que venga, no le voy a andar jalando tampoco.
Tomo mi saco y me voy a un bar.
*RING, RING.
—Aló, —Me dice mi hermano desde el otro lado de la línea.
—Hermano, nos vemos en el bar houtles. —Le digo.
—De acuerdo, hermano, voy para allá.
Cuelgo y conduzco hasta el bar.
—Me da un whisky doble. —Le digo al barman que tengo enfrente.
—Hermano, ¿Qué ha pasado?. —Me saluda mi hermano.
—Hola hermano, no ha pasado nada, solo quería tener una noche de hermanos. —Miento, la verdad es qué estoy cabreado con Isabella y conmigo mismo por estos estupidos sentimientos o lo que sea, que me causa, está sensación tan extraña cuando no me habla o me ignora, debo olvidar esto, si no me volveré loco.
—Si tú lo dices, hermano. —Me dice sacándome de mis pensamientos.
—Claro, que sí hermano, divirtámonos.
En eso llegan unas str1pp3rs y comienzan a bailarnos encima.
—Hermano, esto está genial. —Me dice mi hermano mientras, palmea la nalga de la str1pp3r.
—Diviértete hermano, yo haré igual. —La mujer de enfrente me agarra de la corbata y me lleva a una habitación, dejo solo a mi hermano que ya tenía a la mujer encima de él bailándole.
—¿Qué quieres que te haga? —Me pregunta la mujer en frente de mí.
—Una m@m@d4. —Le respondo. —Luego vamos viendo.
La mujer se baja y me desabrocha los pantalones y los comienza a bajar, de repente me ocurre un flashback y veo el rostro de Isabella, pidiéndome que no lo haga. Me espanto.
—¿Qué pasa?. —Me pregunta la mujer.
—Nada, sigue. —Intento disipar esos pensamientos y continuar, necesito sacarla de mi mente.
La mujer sigue bajándome los pantalones cuando estos tocan el suelo, baja mis interiores, comienza a tocar mi intimidad, lo masajea y lo mete en su boca, mueve su boca de arriba a abajo, pero no logro sacar a Isabella de mi mente, así que tomo a la mujer que me está chupando mi intimidad, por el cabello y se lo meto más rápido, se ahoga y me mira mal, pero no me interesa para eso le pago a la z0r''4 está, lo meto más rápido y me corro, pero no sentí placer, fue monótono.
Ella, está desvistiéndose, cree que la voy a f0114r, está loca. Se acuesta en la cama y comienza a tocarse invitándome para qué me acerqué, hago como si me acerca, pero que hago es tirarle el dinero en la cama, doy media vuelta y salgo.
Me encuentro a mi hermano.
—Que tal hermano. ¿Estuvo genial?. —Me pregunta.
—Sí hermano, genial. —Le miento. —¿Tú cómo la pasaste?.
—No, hermano, la pasé genial, está buena, la piba esa. —Me dice.
— Sí, se le veía. —La verdad estaba muy bien de cuerpo, pero Isabella es mucho más bonita y ella no estaría en un lugar como este.
Pero, qué demonios hago pensando en Isabella, me siento en la barra y pido otro trago, y otro y otro y otro...
Isabella
Me dijo hace una semana que se iría, qué me dejaría en paz, no está, hace una semana que no lo veo, siento que lo extraño, pero no es eso, solo qué me había acostumbrado a que me molestará a qué estuviera allí y ya no está, hace una semana que no está, no sé si está bien o mal, si comió o no, me preocupa qué no sepa nada de él, pero al menos Carmen me dice qué él está bien. Estoy pensando en cosas que no son mi problema, no debo pensar en él, es solo mi jefe, vi el psicólogo todo este tiempo y me dijo que debo ocuparme en mí, me siento mucho mejor, debo empezar a hacer algo de nuevo, aunque el dolor aún está, pero aprenderé a vivir con él.
Bajo a la sala y está Carmen.
—Mi niña, ¿Para dónde vas? —Me pregunta, ya que estoy vestida por qué hoy voy a buscar una casa para alquilar.
—Voy a buscar casa Carmen. —Le confieso.
—¿Por qué?, ¿Te vas mi niña? —Se pone triste.
—Sí, Carmen, ya estoy mejor, debo irme y no molestar más en esta casa.
—Mi niña, sabes que no molestas, eres bienvenida aquí. —Me asegura ella.
—No, Carmen, debo hacerlo, debo irme de aquí, tu señor no ha venido por qué estoy yo aquí, no quiero molestar en su casa.
—No mi niña, él solo no quiere molestarte.
—Por eso Carmen, yo no lo quiero ver y él seguro quiere su casa.
—Per...
—Pero nada Carmen, voy a buscar casa hoy y mañana regreso a trabajar. —Le informo
—¿En serio mi niña?, ¿Te sientes lista para volver a trabajar?. —Me pregunta sorprendida.
—Sí, Carmen, me siento lista, no quiero seguir encerrada aquí, siendo una carga para tú jefe. —Le digo
—Sabes que no eres una carga. —Niega con la cabeza.
—Tranquila Carmen, lo sé. —Miento para terminar la conversación. —Pero, igual, voy a salir a ver qué consigo.
Salgo y comienzo a buscar casa.
Tengo 6 horas buscando casa, veo el lugar donde están ubicadas y ya por eso descarté tres, no quiero volver a vivir en lugares horribles, en dónde las personas no me inspiren confianza.
Luego de una hora más logré conseguir una que se adapta a mi presupuesto y está ubicada en una buena zona. La saqué a crédito; Mañana que empiece a trabajar, vuelvo a generar dinero, y con la primera quincena la pagaré.
Hago el contrato y me la entregarán cuando dé la primera parte, que bien, así que tendré que pedir adelanto, pero no puedo ya qué no fui a trabajar en tres semanas, es que la suerte y yo como que no somos amigas.
Llegó a la casa de mi jefe y veo a Carmen.
—¿Cómo te fué mi niña?. —Me pregunta y me abraza.
—Bien y mal, Carmen. —Le devuelvo el abrazo.
—¿Cómo así?.
—Pues, conseguí una, ya tengo el contrato, pero me puedo mudar cuando pague la primera parte. —Le cuento.
—¿Cómo vas a hacer mi niña?
—Pues, mañana empiezo a trabajar, quería pedir un adelanto, pero no he trabajado en tres semanas así que esperaré la primera quincena y con eso daré la primera parte. —Le digo.
—Puedo decírle a Jeffrey que te ayude. —Me sugiere ella.
—Nooo, no, Carmen, yo puedo pagar mi casa sola, además, eso no es responsabilidad de él. —Le digo esperando que se quede tranquila y no haga nada.
—Tienes razón mi niña, eres independiente y no lo necesitas a él, ni a nadie, solo a ti misma.
—Exacto, Carmen, yo resolveré. —Le aseguro.
Subo al dormitorio, me ducho, me visto, tomo un libro y comienzo a leer. No me doy cuenta de lo cansada que estoy hasta qué me quedé dormida.
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