Más dudas que respuestas

Jeffrey

Aún sigo sin entender, quién podría hacerle esto a Isabella, hable con mi mano derecha y me dice que aún no tiene respuesta del paradero de los 4 hombres. (Aunque, hombre es mucha palabra para esos tipos). No sabemos quién está detrás de todo esto, mandé a investigar el pasado de Isabella y no tenía enemigos ni nada por el estilo, sigo sin entender.

Esta semana ha sido difícil, Isabella entro en un estado de shock, el doctor me ha ayudado y ahora al menos vuelve a responder como al principio, sigue estando irritable por todo, pero al menos ya no está en otro mundo.

Me acerco hacia su cuarto, necesito saber cómo está. Tocó la puerta.

—Isabella, ¿puedo pasar?

—¿Qué quieres? —Me dice en tono irritado, ya me acostumbré la verdad.

—Pasar. —Me limito a decir.

—No quiero que pases, déjame en paz.

—Isabella, por favor, déjame pasar —Le digo casi suplicando.

—No quiero que pases, ¡Lárgate de aquí! —Me grita.

—Pues, voy a pasar, esta es mi casa y yo decido. —Sé que está irritante, pero no puedo controlarme con sus groserías.

Abro la puerta y ella está acostada en su cama, arropada hasta el cuello.

Se la pasaba en esa cama todo el día, solo durmiendo y durmiendo, está semana que ha hablado con el psicólogo, he notado cambios, al menos no solo duerme, también la he conseguido leyendo un libro de autoayuda. Pero, sigue sin querer salir de este cuarto, aunque tampoco quiero que se vaya a ningún otro lado, me agrada tenerla aquí en mi casa, se siente raro, no sabría cómo explicar esto que siento, pero es agradable.

—Isabella, necesito hablar contigo. —Le digo

—¿Qué quieres? —Me dice y se voltea hacia la pared, para que no la vea.

—Ya te dije, hablar contigo. —Le repito.

—Pues, di lo que tengas que decir y vete. ¡Quiero estar sola! —Me vuelve a gritar.

Tomo aire para no salirle con una grosería.

—Pues, si me prestarás atención, hablaríamos y te dejara sola como quieres.—Se levanta y se limita a mirarme y vuelve su mirada hacia el frente.

Su mirada está fría, no es como la primera vez que la vi, sus ojos aunque parecían tristes tenían un brillo muy lindo, ahora solo veo oscuridad, está semana ha estado encerrada, come una vez al día, y eso porque mi Nana la obliga prácticamente, ha creado una relación muy cercana con Carmen, eso me agrada por qué al menos deja que alguien se acerque, aunque me duele que no sea yo. Del resto solo se limita a mirarme de vez en cuando, y entiendo el porqué, no he Sido muy agradable con ella, pero es que no puedo contener las dudas que me genera ella, es como un conflicto interno conmigo mismo, entre querer ayudarla y no querer hacerlo, confiar en ella y no hacerlo, todo es complicado, pero por los momentos haré lo que sea necesario y listo.

— ¡Habla, pues! —Me grita, así es como se comunica últimamente.

—Isabella, ¿Tú en el pasado tenías enemigos? —Voy directo al grano.

—¿Qué?, ¿Por qué esa pregunta? —Me dice sorprendida por lo que le pregunté.

—Solo curiosidad, ¿Puedes o no responder? —Miento.

—Pues, no sé siquiera responder eso. Pero, para que te vayas rápido. Que yo sepa no tenía enemigos, al menos que fueran ocultos, pero del resto no tuve problemas con nadie, solo con un antiguo exnovio. —Me dice y me sorprende su confesión.

—Ah, sí, y ¿Por qué tuvieron problemas? —Pregunto tratando de disimular la sensación que me dio el enterarme de que tuvo novio, no sé por qué.

—¿Y a ti que te importa mi vida? —Me pregunta, otra vez irritada.

—Solo quiero saber, hagamos un negocio, responde mis preguntas y a cambio, yo te doy algo que quieras muchísimo. —Le ofrezco un intercambio.

—¿Estás intentando comprarme? —Medio sonríe. Pero luego pone la expresión dura. —¡No va a funcionar, no soy ninguna vendida!. ¡Vete ya! —Me vuelve a gritar y se levanta a abrirme la puerta.

Paso a su lado, para salir, pero me detengo, tomo su mano y cierro la puerta. Aun con su mano en la mía, le digo.

—Perdóname, ¿Sí?, . No era mi intención ofenderte, solo quería hacer un trato, realmente no es comprarte, es un intercambio, tú respondes mis preguntas, y yo hago lo que tú quieras o te doy algo que quieras. —Me disculpo.

—Pues, viéndolo de tu punto de vista, es un trato justo. ¿Cuántas preguntas son? —Me mira a los ojos, y luego retira su mano de la mía y se vuelve a su cama, se sienta al borde en frente de mí.

—No lo sé, ¿Hay algún límite? —Le pregunto con cuidado de no hacerla molestar.

—Mínimo 10. —Me responde.

—De acuerdo.

—Fue un novio que tuve en la secundaria, más específico en 3.er año, vivía en mi pueblo cerca de mi casa, era muy lindo al principio, al menos eso creía. Pero luego, se volvió agresivo, posesivo y podría decir que hasta loco, no sé cuál fue su motivo de volverse así, pero sopongo que siempre fue así, solo que uso una máscara para atraerme y esconderse tras ese personaje de muchacho encantador, confíe en él, intercambiamos fotos hasta que un día me pidió otra más atrevida, obvio no se la mandé, y ese día discutimos, fue una discusión fuerte, me levanto la mano y cuando lo enfrente se contuvo, pero luego de celos y celos de su parte, comencé a tener sospechas de que me era infiel y resulta ser que fueron ciertas, me engaño con una muchacha de su escuela. Luego, quiso volver aún estando con ella, pero lo rechace y me amenazó, hablé con mis padres y ellos hablaron con los suyos y termino yéndose, a un internado en Francia. Fue un alivio.

—¿Y no volviste a saber de él? —Pregunto conmovido por su historia.

—No, la verdad es que no. Pero no creo que sea un enemigo, así como yo lo supere, seguro hizo él.

—Bueno, eso no lo sé, pero si dices que está en Francia no considero que sea un peligro. —Le digo

—Un peligro. ¿Qué quieres decir?. —Me pregunta sorprendida.

—Tramposa, quién hace las preguntas soy yo. —Le digo tratando de evadir su pregunta.

—Tienes razón, además no me interesa lo que tú digas.

—Ok, está bien. ¿Alguna amiga?,. Perdón, ¿Alguna vez te Peleaste con una amiga? —Le pregunto tratando de averiguar.

—No, solo tuve una amiga toda mi vida, se llama Carolina, pero ella obtuvo su beca en Estados Unidos, y se fue, era tres años mayor que yo, pero nunca peleamos, al menos no así fuerte. —Me responde ella.

—Ah ok, bueno, ella está descartada entonces.

—¿Descartada de qué?. —Vuelve a preguntar.

—Pequeña, sigues haciendo trampa. —Le digo, me doy cuenta al instante de lo que le acabe de decir.

Ella me mira, por un momento pude notar un poco de brillo en sus ojos, pero voltio la mirada y se volvió a apagar esa pequeña chispa que juro haber visto.

—No soy tu pequeña, no me llames, así que tú y yo casi ni nos conocemos.

—Yo diría que si, pues estás en mi casa viviendo conmigo. —Le digo un poco arrogante.

—Es temporal, no voy a estar aquí mucho tiempo.

—Sí, eso lo sé. —Le digo un poco dolido ante la idea.

—Entonces no vuelvas a sacarme en cara que estoy viviendo en tu casa. —Me dice groseramente.

—No lo hago, solo que me sacas de quicio a veces. —Le digo sinceramente.

—Pues, el sentimiento es mutuo. —Me dice y pone los ojos en blanco.

—De acuerdo, ¿Qué te parece si para conocernos mejor, en el tiempo que estés aquí, intentamos llevarnos bien? ¿Aceptas ir a cenar conmigo está noche? —Le pregunto.

—No sé, no quiero salir a ningún lado, solo quiero dormir y si terminaste con tus preguntas, te puedes ir. —Me dice y vuelve a acostarse.

—Por favor, vayamos, sales un rato, es sin segundas intenciones, solo para que te distraigas un rato. —Le digo persuadiéndola.

—Ya te dije que no quiero salir a ningún lado. ¡No entiendes! —Me grita.

—De acuerdo no salgamos, está bien cuando estés lista entonces.

—Está bien, yo te aviso. —Me dice en forma de sarcasmo.

—De acuerdo, esperaré sentado, parado puede que me cansé —Digo siguiendo su juego. Ella se ríe, es hermosa esa melodía.

—De acuerdo espera sentado entonces. —Me responde ella.

—Lo haré, ahora ¿Qué quieres a cambio? Y me debes 7 Preguntas más, pero las reservaré. —Le digo, arrogantemente.

—No sé, ahora nada, solo que me dejes es paz, luego te digo que quiero a cambio de tus preguntas. —Me dice ella. Y me invita a qué me vaya.

Estoy saliendo, me despido de ella y veo que toma su libro que está sobre su cómoda y lo abre para no despedirse de mí, salgo y me dirijo a mi oficina.

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