Sorpresas

Todas se sentaron a la mesa la conversación era amena.

— ¿Asi que Madison tu viniste por trabajo?, pregunto Isabella.

— Si, en realidad mi idea era trabajar en Roma, no tenía experiencia alguna para ese puesto así que después de una capacitación me enviaron aquí. Al principio me costó, pero me encanta este lugar respondió Madison.

— Si, yo vine a pasar una temporada aquí y me quedé respondió Isabella.

— Se sintió tan cómoda que hoy es nuestra intendente comento Victoria.

— Es cierto me gusto, es totalmente diferente a las grandes ciudades respondió Isabella.

— ¿Vivías en Buenos Aires?, pregunto Madison.

— El último tiempo si porque me había casado mi esposo se dedicaba a la política, pero en realidad solía viajar mucho por trabajo respondió Isabella.

— ¿Y tu esposo, ¿ donde esta?, pregunto Emma.

— Me divorcié, supongo sigue en el mismo lugar respondió Isabella. Yo necesitaba un cambio algo diferente y terminé aquí.

— ¡Con un plato de Sorrentino!, exclamó Lidia.

— Con un exquisito plato de sorrentinos, dijo Isabella comiendo un bocado. ¿Y qué cuentas tu Emma?

— Extrañamente, pese a no estar en país, no tener casa propia, y saber que mi futuro es bastante incierto. Por primera vez me siento en paz y feliz. Eso opresión que sentía en el pecho desapareció por completo respondió Emma sonriendo.

Madison escuchó sus palabras y se sintió identificada. ¿Cuántas veces había sentido esa angustia que la rebasaba por las noches? ¿Cuántas veces había llorado a escondidas?, se preguntó.

— Esa felicidad te la da la paz, respondió Lidia. Creo que hacía años que no me sentía tan libre como aquí.

— ¿Vos no tenés familia?, pregunto Isabella.

– No, mi familia murió dijo Lidia.

— Perdón no quise ponerte triste, dijo Isabella.

— No lo has hecho, fue hace treinta años, en realidad ellos me mataron a mí. Estaba por casarme, cuando me di cuenta de que no podía. El problema es que me di cuenta cuando estaba en la iglesia, mi familia no me lo perdono jamás.

— ¿Nunca te arrepentiste?, pregunto Victoria.

— No, si bien las cosas no resultaron como yo esperaba. No me arrepiento de haber tomado esa decisión respondió Lidia. Jamás se había arrepentido de abandonar esa iglesia, si de haber pasado treinta años esperando algo que nunca llegaría por miedo a la soledad, había dejado que en cierta forma Héctor la chantajeara emocionalmente. Diciendo una y otra vez diciendo que si ella se iba él se iría detrás de ella y dejando a sus hijos.

Él la amo de una manera egoísta, donde solo importaba lo que él quería.

— Parece que la única afortunada aquí es Victoria comento Isabella.

— ¿Estás casada?, pregunto Lidia.

— Si hace veinte años, y tengo tres hijos grandes respondió Victoria. Aunque ella no se sentía afortunada, más ahora que sus hijos se hacían grandes, en un par de años ninguno estaría en la casa ¿qué sería de ellos dos?, se preguntó Victoria...

— ¿Madison dónde trabajas?, pregunto Victoria.

— En un Spa en la ciudad, respondió Madison.

— Debe ser el que abrió hace poco respondió Isabella.

— Hay bastante trabajo, pero igual espero cuando mejore mi español, poder ejercer mi profesión dijo Madison.

— ¿ Qué estudiaste?, pregunto Isabella.

— Psicología, pero nunca ejerci respondió ella.

— Aquí nos vendría muy bien una psicóloga, podríamos hablar para que comiences a trabajar aquí en Los Sauces.

— ¿Lo dices en serio?, pregunto Madison.

— Por supuesto que sí, estamos creando un proyecto, el primer paso fueron los cursos de idioma, luego seguiremos con computación y otras ideas más dijo Isabella.

— Me encantaría, dijo Madison...

...****************...

Los días pasaron Isabella no viajo para el cumpleaños de su madre.

— ¿Qué sabes de tu hermana?, pregunto Sonia.

— Que está desperdiciando su vida, respondió Javier con sarcasmo.

— No digas eso, respondió ella.

— Es lo que pienso, podría estar haciendo tanto y desperdicia su vida en ese pueblo solo porque su matrimonio fracaso, pero lo que no entiende es que su matrimonio estaba destinado al fracaso respondió Javier con cinismo.

— ¿Y tú que esperas para casarte y darme nietos?, pregunto Sonia.

— No he encontrado a la indicada respondió él aunque no en realidad no estaba buscando a esa mujer.

— Estaba pensando en ir a visitar a tu hermana, ¿podrías acompañarme?.

—si mamá lo haré, también tengo deseos de ver a la malcriada esa y darle un buen tirón de orejas dijo Javier. En realidad quería controlar los negocios de Argentina y ver personalmente a Lidia para conversar sobre la mujer que Mark estaba buscando...

...****************...

Una semana después el vuelo aterrizó en Argentina, mientras su madre era trasladada a la casa de su hermana.

Javier decidió instalarse en la ciudad, quería controlar el funcionamiento de los hoteles.

Se encontraba sentado en el restaurante del hotel.

— ¿ Cuándo abrió ese spa ?, pregunto Javier observando la fachada del lugar.

— Hace un tiempo, pero esta dirigido a ciertos tipo de clientes. No ha afectado al hotel. ¡Pensé que su hermana se lo había comentado!.

— No lo hizo, supongo no lo vio como una amenaza, respondió. ¿ Qué traigan mi camioneta?, iré a dar una vuelta.

Era de noche cuando Madison abandono su puesto de trabajo, hacía frío se colocó la capucha de la campera mientras camino hacia el auto.

Estaba buscando las llaves del auto cuando alguien la tomó por detrás forcejeando con ella para quitarle su cartera. El instinto la llevó a agarrar con más fuerza la correa de la bolsa que llevaba al hombro. El forcejeo fue breve, pero el ladrón, que estaba maldiciendo y gruñendo, tenía el físico de su

parte. Era delgado, pero también alto, y consiguió escapar fácilmente con la bolsa, derribandola al suelo.

–¡Ayuda! ¡Detengan al ladrón!, grito ella

Varias personas debieron de escuchar su gritoangustiado, pero nadie reaccionó hasta que el ladrón, un joven

alto con capucha que se iba abriendo camino entre la gente con su bolsa en la mano, se topó con un peatón que no se apartó.

Madison vio cómo el ladrón chocaba contra aquel objeto inmóvil y se daba un golpe contra el suelo antes de que la gente lo rodeara, impidiéndole a ella su visión.

No vio al ladrón sacudir la cabeza al mirar con el ceño fruncido hacia el hombre a cuyos pies estaba tendido. El ceño fue reemplazado al instante por una expresión de miedo.

Entonces dejó la bolsa como si le quemara, se puso de pie y salió

corriendo.

Javier suspiró. Si no fuera con prisa, podría haber perseguido al ladrón, pero iba con retraso, así que se inclinó

para recoger la cartera robada.

— Gracias, me ha salvado usted dijo una dulce voz detrás de él, Javier se dio la vuelta y unos ojos grandes azules se clavaron en él.

El no daba crédito a lo que veía, había escuchado que todos tenían un doble en alguna parte del mundo, pero encontrarse a una mujer igual a esa rubia que tanto lo habia atormentado en Argentina.

—¡ Señor Vásquez!, exclamó ella.

— ¿Madison Jefferson?, respondió él.

— Madison Steel, dijo ella tomando su cartera. Gracias por ayudarme que siga bien comento dandose vuelta para marcharse. El la sujeto del brazo con fuerza.

— ¿ A dónde cree que va?, tenemos mucho de que hablar respondió él.

— No tengo nada que hablar con usted. ¡Me hace daño!, exclamó ella. Él aflojo sus largos dedos.

— Habla conmigo o hablará con la policía, exclamó él. Elige Madison.

— ¿Por qué la policía?, pregunto Madison.

— ¡Porque Madison Steel está muerta!, estuve en tu funeral respondió él molestó de solo recordar.

Madison estaba confundida, no entendía de que hablaba él.

— ¡Está bien hablemos!, respondió ella.

Él la tomó del brazo y la guio a la recepción del hotel. – Suélteme no necesito que me lleven dijo ella moviendo su brazo.

— Lo hago para asegurarme que no escape, como la última vez que nos vimos dijo él mirándola. Así que el sabía que era ella esa noche, pedazo de cerdo, seguro se había reído de Derek y no es que él no se lo mereciera. Javier la guio hasta el ascensor y la metió dentro.

— ¿No podemos hablar en el bar o en la recepción?, pregunto ella.

— Creí que necesitábamos algo más íntimo para hablar de su funeral, de su esposo lisiado o de la noche que pasamos juntos respondió Javier con arrogancia.

Ella se puso colorada lo cual era bastante encantador pensó él.

Javier abrió la puerta de su suite, había unos cómodos sofás color negro de cuero, una alfombra roja.

— ¿Desea tomar algo?, pregunto él.

— No solo quiero terminar con esto e irme a mi casa respondió Madison.

— Está bien ¿por qué huyo esa mañana?, pregunto él.

— No hui simplemente me fui, además le ahorré el trabajo de pedir un taxi y deshacerse de mí, no entiendo a que viene su pregunta, Javier apretó con fuerza su vaso y bebió un sorbo estaba furioso ¿qué clase de hombre se pensaba que era?.

— ¿y por eso fingió su muerte?, pregunto él.

— No fingí mi muerte, no entiendo por qué dice eso respondió ella.

— Usted no entiende imagínese como estuve yo de confundido cuando fui a su funeral y vi a su esposo sufriendo por usted. He conocido mujeres crueles, pero como usted ninguna, no le alcanzo con serle infiel a su esposo también tenía que hacerlo sufrir por su muerte dijo él.

— Cómo se atreve a hablarme así. Usted no sabe nada de mí, no es quien para juzgarme. Usted no es precisamente un santo dijo ella molesta. Madison agarro su cartera para irse, pero el se lo impidió tomándola del brazo.

— ¡Tú no sales de aquí!, llamaré a un médico y luego te llevaré a Londres.

— Suélteme maldito animal, usted necesita un médico y no pienso volver.

— No soy yo la desequilibrada exclamó él. Ella lo golpeó con su bolso.

— No soy ninguna desequilibrada, grito ella mientras forcejeaba con el.

—¡Entonces solo es perversa!, exclamó él soltándola abruptamente dejando que ella callera al suelo.

Javier Maldijo en vos alta y se acercó a ella. Le levantó el rostro tomándola de la barbilla y ella estaba llorando.

— No soy perversa ni estoy loca, no fingí mi muerte salí de Londres con mi documentación y usted no es quien para exigirme una explicación dijo ella sollozando mientras se limpiaba las lágrimas con la palma de su mano.

Él la levantó del suelo, se sentía el peor de los miserables. Estaba molesto y ya no sabía ni por qué o si lo sabía, pero no quería indagar en esa posibilidad.

— No llore, ¿está bien?, ¿se hizo daño?, pregunto él.

—Estoy bien, dijo ella.

— En tu velorio, todos insistían en que era una mujer desequilibrada dijo él, me sentía culpable y miserable por aprovecharme de ti, creí que te habías suicidado por lo que ocurrió entre nosotros respondió Javier.

— No estoy loca, no sé por qué le dijeron esas cosas, ni muchos menos porque hicieron un velorio. Y si bien lo que pasó entre nosotros no me enorgullece tampoco me arrepiento. Él la miro a los ojos, la tenía tan cerca sabía que no debía, pero no pudo evitarlo se acercó a ella, sus curvas se ajustaron perfectamente a los ángulos de su cuerpo. Estaba demasiado impactada para siquiera gritar; abrió los ojos de par en par al mirar el rostro del hombre que la estaba sosteniendo. Dejó escapar un suspiro suave y se puso tensa cuando él le deslizó la mano libre por la cintura con gesto posesivo.

–¿Qué hace?, la pregunta demostraba que el cerebro le funcionaba. El resto de su cuerpo parecía funcionar de forma independiente. La sensual nube que le cubría el cerebro provocaba que le resultara difícil pensar, así que dejó de intentarlo. ¿Por qué molestarse en hacerlo si era una lucha que iba a perder? Porque quería saborearle, y no podía pensar en nada más. Javier se inclinó un poco más y le rozó la mejilla con los labios sin apartar la mirada de la suya. Tenía una mirada hipnótica; Madison no habría podido romper el contacto visual ni aunque hubiera querido. Y no quería.

La respuesta de Madison se perdió en el calor de su boca. Javier movió la lengua y los labios contra los suyos con sensual pericia. El peso del beso la llevó a apoyarse en el brazo que la sostenía...

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Comments

fabi

fabi

si eso era amor

2023-12-12

2

fabi

fabi

tarde se dio cuenta cuando ya el no estaba y al final si quedo sola

2023-12-12

0

Patricia Guzman Ceja

Patricia Guzman Ceja

bueno ya apareció el tercero en discordia,ya está Benjamín para Lisia,Javier para Madisson faltan Emma, Victoria e Isabella

2023-11-26

1

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