Comienzos

Benjamín Guzmán, se encontraba trabajando en su campo como cada mañana.

- Don Benjamín pensé que se encontraría en la asunción de la nueva intendente.

- No, tengo demasiadas cosas que hacer aquí como para perder tiempo con eso. Benjamín recorrió los plantíos, su trabajo era su vida desde que su esposa lo había abandonado a su suerte luego de una crisis financiera, a sus 50 años no se había vuelto a enamorar, para él las mujeres eran animales traicioneros, carroñeras.

Así que su única compañía los últimos años había sido la soledad y el trabajo arduo, tenía su casa, su campo y su camioneta todo lo que un hombre podía necesitar en esta vida.

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Isabella Vásquez St Clair culminaba su día de trabajo, todo había salido como ella lo esperaba. Conducía su auto por las calles de Los Sauces, era un pequeño poblado dedicado a la cosecha, era raro como su vida había cambiado tanto y como podía ser feliz ahí.

De trabajar y vivir en una ciudad como Buenos Aires. Viajar esporádicamente a diferentes países donde su familia poseía diferentes Resorts, había huido de un mal matrimonio y terminado en un lugar como ese, donde el horario más agitado era el horario escolar, que podías ver unos cincuenta vehículos en la calle.

Se detuvo frente a su casa abrió la reja principal e ingreso el auto. Dos minutos después ingresaba a su casa. Se dirigió a la cocina y se preparó una de esas sopas instantáneas.

Sentada en su sofá, con el mando a distancia en su mano derecha mientras buscaba algo que mirar se puso a pensar en su vida era joven, solvente, se consideraba una mujer elegante y guapa. Había conseguido muchas cosas, pero seguía sintiendo ese vacío en su corazón que nadie ni nada había podido llenar ¿Qué era eso?, se preguntó.

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De madrugada Emma Rodriguez huía por las calles de Roma. A sus 19 años luego de huir de su miserable vida, en un poblado del interior de había conseguido tener un nuevo inicio en Roma. Había conseguido un trabajo en la cocina de un restaurante todo iba relativamente bien cuando conoció al implacable Mark Marcello, aceptando el descabellado plan de ser la mujer que le diera un heredero a cambio de una considerada suma de dinero.

Luego de realizar la inseminación artificial con la muestra de él, todo marchaba sobre ruedas vivía en un bonito departamento, tenía un auto del año y recibiría una considerable suma, pero el problema comenzó cuando su hijo comenzó a hacerse presente.

Hoy sabía que entregar al niño, no era una opción y como era de esperar Marcello no permitiría que se quede con el niño.

Y ahí estaba ella embarazada de casi seis meses huyendo por las calles de Roma, rumbo al aeropuerto aprovechando que Marcello había viajado a Cerdeña y no regresaría hasta el día siguiente.

El más fiel de sus guardias la seguía en su coche, necesitaba perder a Vicente.

Abordaría un vuelo a Argentina. Por lo menos hasta que su hijo naciera y estuviera en condiciones de negociar con Marcello.

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Javier Vásquez recibió la copia del telegrama de Lidia Berlusconi, donde le avisaba que abandonaría la propiedad en cuanto él consiguiera una persona para ocupar su puesto.

Él le había comprado la propiedad a los dueños anteriores, seis años antes siempre le había parecido una mujer muy reservada.

Él seguía en el pueblo así que decidió presentarse en la propiedad ese mismo día.

Dos horas después el auto cruzaba la puerta de entrada de la propiedad.

Lidia Berlusconi salió a recibirlo, pero no pudo disimular su sorpresa.

— Bienvenido señor Vásquez, no lo esperaba tan pronto dijo ella.

— Vine a solucionar unos asuntos de negocios y recibí su telegrama.

— Por favor pase, dijo ella guiándolo–¿Quiere una taza de café?, pregunto.

— Me encantaría ¿Cuándo quiere irse?, pregunto él. Mirando la modesta estancia, no había fotografías, solo algunos libros, algunas flores.

—En cuanto usted consiga a alguien, respondió ella.

— No me llevará más de dos días, ¿piensa regresar a Roma?, pregunto él.

— No a Roma no. Tengo algunos ahorros, pero aún no he decidido donde ir respondió ella.

Javier se preguntó si el rumor que había escuchado de que ella tenía un romance con Héctor Brunéi era cierto, eso explicaría que se quisiera ir.

Había escuchado en la oficina de Brunéi, directamente de la boca de su esposa lo cierto es que en el pueblo la gente hablaba bien de ella y sus empleados decían que era una mujer correcta.

— Entiendo. Como usted sabe tengo varias propiedades en diferentes países si lo que quiere es cambiar de lugar, podría seguir trabajando para mí. Nunca he tenido una queja de usted y eso lo valoro.

— Lo dice en serio, para mí sería un honor seguir trabajando para usted.

— ¿Dígame donde quiere ir?, Europa , El Caribe, América del Sur.

— En realidad me gustaría algo como aquí respondió ella.

Javier Vásquez lo pensó unos minutos algo así — Argentina, un hermoso pueblo rural, montañas, viñedos y cosecha de Manzanas. Los Sauces.¿Cómo le parece?, pregunto él.

Ella sonrió, ya tenía un lugar para un nuevo comienzo.

— Me parece muy bien dijo ella.

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