Necesidad

Javier Vásquez había asistido al hospital quería saber como seguía Derek Jefferson.

Vio a una mujer rubia al lado de su cama no pudo ver el rostro de ella, pero supuso era su mujer.

Nunca entendería a los hombres que teniendo una buena mujer a su lado, ponían en riesgo a su matrimonio por mujeres que no valían nada.

Lo había visto con su madre Sonia St Clair, no conocía en el mundo a una mujer más extraordinaria, y él había tenido el honor de que ella lo escogiera como hijo.

Aunque ella siempre decía que él la había escogido a ella.

Descubrir que no era hijo de Sonia había sido golpe duro para él. Pero había servido para entender porque Edmundo Vásquez, nunca había estado conforme con él...

Miró su reloj había quedado en encontrarse con Ferguson en un bar cerca del hospital aún faltaba, pero decidió dirigirse hacia el bar.

Javier ingresó al bar, se sentó en una mesa. Escuchó una risa estrepitosa, era una hermosa rubia sentada en la barra. Vio que un hombre que había estado sentado junto a ella, regresaba molesto a la mesa junto a sus amigos.

— ¡Es una completa bruja!, exclamó. Los amigos comenzaron a reírse.

— ¡Vamos Charles sigues tú, anímate!, exclamó otro. Charles se puso de pie y avanzo hacia la rubia, cinco minutos después Charles regresaba a la mesa con la cola entre las patas.

Eran unos primates que habían apostado quien se llevaría a la rubia a la cama.

Javier tomó su copa y se fue a sentar a la barra. Quería ver más de cerca a <>.

En cuanto la vio se le hizo conocida de algún lado.

— Disculpe que le pregunte, pero le veo cara conocida ¿cómo se llama?, mi nombre es…

— Shhh, sin nombres respondió ella bebiendo otro sorbo de su copa.

— ¿Así que no me dirá su nombre?, pregunto Javier.

— No lo recuerdo, respondió ella, bebiendo otro sorbo. ¡Mozo otra copa!, exclamó ella

El mozo le volvió a llenar la copa.

— ¿Qué festeja?, pregunto él

— No festejo, pero si brindare con usted dijo ella.

— ¿Por qué desea brindar?, pregunto él.

— Por los perros de dos patas dijo ella chocando su copa con la de él.

Mientras hablaba con ella, Javier intentaba recordar de donde conocía a esa mujer, tenía unos grandes ojos color azul profundo, una pequeña nariz y unos labios rosados .

Él miró en su mano llevaba una alianza de matrimonio.

— ¿Dónde está tu esposo?, pregunto él.

— Con su nueva esposa dijo ella riéndose.

—¿Así que estás aquí bebiendo porque él tiene una nueva esposa?, pregunto Javier.

— No, dijo ella risueña. Estoy aquí buscando algo que necesito dijo ella risueña.

— ¿Puedo ser de ayuda en algo?, pregunto él, acercándose más a ella.

Ella apoyó su mano sobre su pecho, y en cuanto lo hizo sintió una electricidad a través de todo su cuerpo. Él le tomó la mano y se la llevó a la áspera mejilla al tiempo que, inclinándose, le susurraba al oído:

–¿Qué quieres, muñeca? Dímelo.

Su voz grave y sensual derritió a Madison.

–He tenido muy mal día y quiero olvidarlo. Necesito... aunque fuera

una Madison diferente, veintisiete años de sensatez y cautela no se borraban en unos segundos. Aquel hombre podía ser un psicópata.

Cerró los ojos. No quería pensar. Quería sentir su piel, sus manos sobre

su cuerpo... Quería saber si era capaz de despertar algo en un hombre.

–¡Te necesito!, dijo finalmente Madison.

Y se descubrió abandonando el local con aquel misterioso y espectacular desconocido.

El chofer de Javier Vásquez les abrió la puerta del coche, para que subieran.

Minutos después el coche ingresaba al estacionamiento de un hotel, él la tomó de la mano y entraron juntos al ascensor, Javier se acercó a ella y la beso apasionadamente.

Él era el vivo retrato de la masculinidad más primaria y poderosa, y solo mirarlo hizo que Madison sintiera todo tipo de efectos en su interior.

Javier ladeó la cabeza, sintiendo la fuerza de la atracción sexual que había entre ellos tan vivamente que la sangre le ardió en las venas.

Madison permaneció inmóvil, deseándolo tanto que le dolía: cada célula de

su cuerpo clamaba por él. Quería sentir su cuerpo, firme y masculino, oler su

piel y disfrutar de las sensaciones táctiles y de sus pieles en contacto. Quería

enredar los dedos en su cabello... saborear cada centímetro de su piel.

Se humedeció los labios y Javier la estrechó contra sí. Su boca se

apoderó de la de ella, húmeda y caliente; sus labios se movieron con la misma

sensualidad que sus caderas al presionarla.

–Oh, Dios mío. Sí, susurró ella contra su boca.

Estaba perdiendo el control y le encantaba.

Sin dejar de besarla, Javier la tomó en brazos y cruzó la habitación.

Cuando llegó a la cama, la dejó de pie en el suelo.

La febril mirada de Javier hizo que a Madison la cabeza le diera vueltas.

Se abrió el tapado que llevaba puesto y lo dejó caer al suelo, frente a la atenta mirada de él.

Luego se abrió su vestido, el cual su esposo le había dicho que le quedaba mal y lo dejo caer a sus pies.

Madison dudó por una fracción de segundo sus caderas eran anchas y sus senos demasiado grandes solía decirle, menudo perro.

–¡Eres tan hermosa...!

Javier nunca había deseado tanto a una mujer.

Madison exhaló el aliento que había estado reteniendo sin saberlo, y atrajo a Javier hacia sí, besándolo apasionadamente...

El sonido de una puerta despertó a Madison...

Estaba completamente desnuda en una enorme cama, le dolía terriblemente la cabeza.

Javier Vásquez se daba una ducha, debía atender a Ferguson. Se encontraría en la recepción del hotel, la noche anterior él había sucumbido a la tentación, dejándolo plantado.

De lo cual no se arrepentiría nunca, pensó mirando la puerta de la habitación.

Atendería a Ferguson y luego despertaría a la rubia desayunaría con ella, se conocerían mejor porque tal vez no supiera nada de ella, pero quería seguir viéndola.

Madison escuchó unos pasos y fingió estar dormida.

Javier tomó su reloj de arriba de la cómoda, estaba a unos pasos de ella. Abrió sus ojos y lo miro de perfil, sus atléticas piernas, siguió subiendo su mirada y al ver el perfil masculino sintió deseos de que la tierra se la tragara.

¿Qué demonios había hecho?, ¿Era él...?, el teléfono sonó, Javier atendió inmediatamente. Ella volvió a cerrar sus ojos

— Dígale al señor Ferguson que ya voy, exclamó Javier. Colgó el teléfono y salió de la habitación.

¡Se iría al infierno!, se había acostado con el cliente de su marido. Mientras él estaba postrado en una cama.

— ¡Madison lo has hecho bien!, si quería devolverle el golpe a Derek lo había hecho muy bien.

Tenía que salir de ese lugar, ahorrarse ese momento incómodo de que él tuviera que despacharla.

Madison se levantó, se vistió a toda prisa, tomó su cartera, y abandono el hotel por el mismo estacionamiento que había ingresado.

Camino hasta la esquina y tomó un taxi dirigiéndose al hospital

Agnes Jefferson no podía creer que la descarada de su nuera no estuviera cuidando de su hijo. Que clase de mujer dejaba abandonado a su marido en esas condiciones.

— Mamá, ven vamos a tomar un café le dijo Ellen Jefferson a su madre, ambas mujeres abandonaron la habitación.

Madison miró a su esposo, el hombre con el que había compartido nueve años de su vida. El hombre que había hecho de su vida un acto de miseria, ella no podía cuidar de él. La había anulado completamente, ella no había sido consciente de eso, hasta que todo le estalló en el rostro.

Había abandonado la habitación cuando se encontró con Agnes su suegra.

—¡Te has dignado a aparecer!, ¿cómo puedes ser tan desconsiderada con mi pobre hijo?, tú tendrías que estar cuidando de él, siempre le dije que eras una buena para nada¿ como puedes estar tan tranquila?dijo Agnes.

— Cálmate mamá dijo Ellen consciente de que su madre estaba haciendo un espectáculo.

— Será que supuse que su amante cuidaría de él, dijo Madison sorprendiendo a su suegra.—¿acaso no lo sabes?, el idiota de tu hijo estaba con su amante cuando se lesionó. Yo no pienso cuidarlo, ocúpate de él o busca a su amante respondió Madison.

— ¡Algo habrás hecho para que te fuera infiel!, exclamó Agnes.

Madison la miro, si era cierto en algo ella había fallado.

— Si, amarlo más de lo que me ame a mi misma. Pero hoy puedo rectificar, respondió Madison y abandono el hospital.

En cuanto salió del hospital se quitó su alianza de matrimonio, la guardo en su cartera, se quitó el enorme saco, que Derek había escogido para ella y lo arrojó en un cesto de basura que había ahí, saco las llaves de su cartera y tomó algo de dinero, también arrojó la cartera al cesto con su alianza y todas sus tarjetas a nombre de Madison Jefferson.

Paro un taxi y se dirigió a su casa.

Javier Vásquez ingresó a la sala de su habitación, detrás de él un empleado llego con el desayuno que él había ordenado, para desayunar junto a su invitada.

Javier arrastró el carrito con el desayuno hasta la habitación. Abrió la puerta e ingreso a la habitación tomó el mando a distancia y las cortinas se abrieron.

La cama estaba vacía supuso que estaría en el baño espero unos minutos.

Al ver que ella no salía se dirigió al baño el lugar estaba completamente vacío.

Tomó el teléfono y realizó una llamada al servicio de seguridad.

Después de un minuto se lo confirmaron la mujer había abandonado el lugar.

Aun así, se sentía engañado y confuso. Ni siquiera se había cuestionado la posibilidad de que ella se negara a pasar el día con él, juntos en la cama, y no se le había pasado por la cabeza que, para cuando volviera de su reunión, se hubiera esfumado...

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Comments

Alba Hurtado

Alba Hurtado

que cambio tan grande no lo cuida se dio su buen revolcon,ahora tienes el ego y autoestima por los cielos,asi es queves
querida autora que mente agilidad mental para pensar escribir compartir tus ideas con tus lectoras /Tongue//Angry//Awkward//Drool//Wilt//Rose//Plusone//Pray//Ok//Good//Brokenheart//Heart/

2024-01-30

0

fabi

fabi

ninguno quiere compromiso y menos socializar despues del buen momento 🤷‍♀️

2023-12-09

1

fabi

fabi

pues los encuentros asi de una noche son fugaces viven el rato y despues se rompe el encanto

2023-12-09

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