Dudas

El avión aterrizó en Buenos Aires, Argentina, tras desembarcar Lidia se unió a Emma y la ayudó con el pequeño bolso que llevaba.

Había planeado su escape por 20 días cada día llevaba 1 prenda al coche y la metía dentro del bolso.

Mark Marcello la tenía muy controlada, su alimentación era estricta, si se saltaba una comida, él la llamaba para recordarle que debía alimentarse, solo de recordar su voz era suficiente para que un escalofrío recorriera su cuerpo.

El camino fácil había sido su perdición, un auto, un departamento con la renta paga por cinco años y una fuerte suma de dinero para poder comenzar su propio negocio había sido suficiente para tentarla hundiéndola en el más profundo de los infiernos.

Y ahí estaba ella lejos de su tierra natal, con una completa extraña, viendo donde pasaría los siguientes meses de su vida.

Un hombre joven de unos 28 años esperaba en el aeropuerto, con un cartel con el nombre de Lidia Berlusconi.

— Buenas noches, soy Lidia Berlusconi exclamó ella en un aceptable español.

— Buenas noches. El señor Vásquez me a pedido que la lleve a Los Sauces, pero como su viaje fue largo, tiene una habitación reservada en un hotel a su nombre. Pero solo me advirtió que sería una mujer, exclamó el chófer mirando a Emma.

— Es mi sobrina, pasará una temporada aquí de vacaciones pagaré la diferencia, dijo Lidia.

— Ese no es problema la habitación es en uno de los hoteles del señor Vásquez y tiene lugar suficiente, además de no generar ningún gasto.

— No quiero ser una molestia tía dijo Emma, tan conmovida por la actitud de esa mujer.

— No es molestia, ya lo has oído no genera gasto y hay lugar suficiente respondió Lidia.

Una vez que subieron al auto Lidia se quedó mirando el paisaje del aeropuerto de Buenos Aires al hotel definitivamente no tenía nada que ver con Montepulciano, ese pueblito treinta años de su vida.

— ¿Queda muy lejos de aquí Los Sauces?, pregunto Lidia.

— Serán unas catorce horas en auto, por eso el señor Vásquez pensó en que sería mejor que descansará de su viaje respondió el chófer.

En cuanto llegaron al hotel el auto entró directamente al estacionamiento, el chófer les abrió la puerta y luego tomo las valijas de ambas.

— Déjeme ayudarlo dijo Lidia

— No es necesario por favor síganme dijo y camino hasta un ascensor que no se abrió hasta que él no deslizó una tarjeta, al entrar al hall de entrada de la habitación.

— ¿No debemos registrarnos?, pregunto Lidia.

— No este es el sector privado del señor Vásquez, él abrió las puertas y les mostró las cómodas habitaciones de invitados, precedida por una enorme y suntuosa sala y un majestuoso comedor.

—El chef está esperando que ustedes decidan que quieren cenar, estas son las cartas, pueden escoger y se los traerán.

Ambas escogieron un menú sencillo ensalada y pescado. El chófer se marchó llevándose la orden de la cena mientras ellas se ponían cómodas.

Media hora después llego su cena, el chófer había anotado que le llevarán unos helados considerando que había una embarazada.

— Parece que es una muy buena empleada ¿todas estas atenciones lo demuestran?, comento Emma.

— Creo que más bien él es un hombre humanitario, que pese a su posición no olvido ser considerado con los menos afortunados. Yo simplemente cuidé su casa y es lo que voy a hacer aquí en Los Sauces, cuidar su casa.

— ¿Y como es ese lugar a donde va?, pregunto Emma con curiosidad.

— Es un pueblo rural de unos mil habitantes, según me dijo hay montañas es muy agradable y tranquilo.

— Daría todo por un lugar así, dijo Emma.

— Puedes venir conmigo, no puedo ofrecerte un lugar en la casa. Porque aún no sé cómo es ni si hay otras personas.

— Tengo dinero para poder rentar algún lugar al menos por unos meses, al menos tendría un alguien conocido dijo Emma.

— No se diga más nos iremos juntas a Los Sauces, para mí también será bueno tenerte ahí respondió Lidia.

Esa noche Lidia y Emma tuvieron la tranquilidad de tener un nuevo comienzo, pero esta vez no tan solitario.

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Victoria Mendez ingreso a su oficina, era el primer día de trabajo con su nueva jefa Isabella Vásquez St Clair.

Sería lo más emocionante en su vida, lo cual hablaba ciertamente de la falta de emociones, en su monótona vida. A veces se preguntaba si no era muy desagradecida con lo que tenía, su esposo no la golpeaba, ni la engañaba. Dependiendo de la valoración que uno le pusiera infidelidad. ¿Era infiel ver mujeres por las redes?, ¿Era infiel chatear con otra persona, pero usando la imagen de otro?. ¡Sí él ya no quería estar ahí!, ¿por qué seguía con ella?, peor aún ¿por qué ella seguía con él?.

Ella tampoco sería hipócrita, también había jugado ese juego. Incluso había chateado con su propio esposo haciéndose pasar por otra. A veces sus emociones eran tan confusas. ¿Qué esperaba de la vida?. No era consciente de que la arena estaba corriendo y en algún momento su tiempo se terminaría.

Dejo sus preguntas sin respuestas y se concentró en su trabajo.

— Buenos días, exclamó Victoria.

— Buenos días, Victoria dijo Isabella dejando su abrigo en el perchero.

— Tenemos estos pedidos, ya le di curso a varios, como la medicación para la salita y la nueva enfermera.

Los vecinos te dejaron esta nota firmada, quieren nuevos profesionales para la salita y diferentes especialistas.

— Se supone habían hecho nuevas contrataciones respondió Isabella.

— Si, pero tenían que venir desde la ciudad y estamos lejos dijo Victoria con algo de sarcasmo.

— ¡Estamos a una hora!, exclamó. ¿Vos también firmaste la nota?, pregunto

— No, pero mi marido si respondió Victoria.

— Hasta mi empleada me sabotea dijo Isabella riéndose mientras leía los pedidos...

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¿Qué hacer cuando tu vida se caía en picada?, se preguntó Madison.

¡Derek tenía una amante!, y no era cualquier mujer era lo suficientemente importante como para hacerla pasar por su esposa.

¿Quién sería?, ¿cómo sería?, se preguntó. Peor aún ¿Qué haría ella?.

Tenía varias opciones callarse y hacer de cuenta que nada había pasado. ¿Podría hacerlo? O mandarlo al demonio y enfrentarse a una nueva realidad.

Por lo pronto quería saber quien era. Así que se dirigió al estudio y lo revolvió todo buscando información sobre esa cucaracha que se había atrevido a meterse con un hombre casado. Pero pese a que revolvió cada rincón no encontró nada...

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