Capítulo 16. No es quién tú dices.

Suspiro profundamente y levantó la cabeza para mirarlo, él la veía sin ningún gesto en la cara. Le pasaron el micrófono para que pudiera hacer su pregunta, Lía tomó valor y hablo. –Lo lamento pero no tengo ninguna pregunta para usted. –La chica apago el micrófono y se lo regreso a la persona que se lo había dado.

Obtener esa respuesta hizo que los ojos de Gustavo se encendieran de coraje, en cambio todos empezaron hablar en tono muy bajo, pues todos querían preguntar algo y cómo era posible que aquella chica no hiciera ninguna pregunta.

Gustavo sonrió sarcásticamente dándole una mirada amenazante, la chica volvió a bajar su cabeza.

Minutos después todo había terminado, Gustavo fue a donde el rector porque éste quería hablar con él directamente.

-Iré al baño. –Dijo Miriam.

-Sí anda, acá te espero. –La chica aprovecharía para entregarle la ropa a Gustavo, pero al ver a Martín agradeció a los cielos porque se la daría a él.

La chica camino hasta donde estaba el hombre parado, esperando a que Gustavo saliera.

-Hola Martín. –Se dirigió al hombre muy educadamente.

-Señorita Lía, ¿Qué necesita?

-Podría entregarle esto al Señor Wu. –Dijo estirando la mano para que el hombre tomará la bolsa. El hombre la tomo. –Dígale que muchas gracias, ahí está lo que me presto. –Después de decir eso, se despidió y se marchó.

La chica salió del edificio y esperaba a Miriam, cuando una voz la hablo.

-Lía. –La chica volteó a ver a Marco e hizo un gesto de no comprender porque ese hombre estaba ahí.

-Marco ¿Qué haces aquí? –Preguntó curiosa.

-He venido a buscarte, tus abuelos me hablaron preocupados y me pidieron el favor de llevarte a casa de regreso. Y me dijeron como a qué hora salías. – La chica solo movió la cabeza en afirmación. El hombre la miro y preguntó. - ¿Te sientes bien? te ves muy mal.

-Sí, solo es cansancio.

Miriam llevaba un tiempo buscando a Lía, así que decidió irla a buscar a fuera se quedó mirando que ella estaba acompañada de una persona que no conocía. –Lía. –Gritó la chica aun estando lejos. Camino con rapidez y ya estando cerca le dijo. –Te he buscado adentro y no estabas.

-Lo siento salí a tomar un poco de aire. Ha por cierto te presento a Marco Chan, es vecino de mis abuelos.

-Mucho gusto señorita. –Hablo el hombre muy educadamente.

La chica sonrió. –Soy Miriam Wu, el gusto es mío. –Después de decir eso sonrió. Luego miró a Lía. –Te ves muy mal ¿Te llevó a casa? –Preguntó preocupada.

-No es nada, además Marco ha venido por mí, y me iré con él.

-Ho bueno, si es así me voy. –Las chicas se despidieron, Miriam subió a su auto y se fue.

Lía iba a la salida de la universidad cuando Marco habló. –Tu amiga es de la familia Wu. –Pero ella no respondió, un incómodo silencio apareció pero el chico lo rompió. –Cuando termine la carrera iré a postularme a esa empresa, pues es la mejor del país.

-Qué bueno. –Solo respondió la chica.

Estaban por salir cuando un Lamborghini negro los cruzó, Lía sabía quién iba ahí así que movió su cara, en cambio Marco puso una expresión de ¡Wooo! Pero ella no dijo nada, y caminaron a la parada del autobús.

Gustavo miró a la chica que en todo momento lo había ignorado y solo pensar en eso le daba demasiado coraje, pero no sabía porque si él ya no la quería volver a ver. Además sintió aún más coraje que el chico de ayer la había ido a buscar.

-Señor Wu tome. –Martín le paso la bolsa.

-¿Qué es esto? –Preguntó el hombre.

-Es la ropa que le mandó a la Señorita Liu al hotel, me lo entrego hace un rato, me dijo que le agradeciera y que ahí se encontraba todo. –Gustavo abrió la bolsa y en efecto ahí estaba la ropa. Aventó la bolsa con rabia.

-Llévame a la casa de esa mujer. –Martín hizo un gesto de no captar lo que le había dicho, pero después le hizo un gesto al chófer para que hiciera lo que ese hombre estaba pidiendo.

Lía y Marco después de un rato llegaron a la casa de los abuelos, estando en la puerta se despidieron y el chico se fue, Lía estaba por entrar a su habitación cuando tocaron el timbre, ella pensó que quizás a Marco se le había olvidado algo.

Abrió cuando miró al hombre que estaba parado en su puerta, en ese momento se dio cuenta de lo distraída que estaba que no se fijó en el auto negro que estaba estacionado frente a la casa.

-¿Qué hace usted aquí? –Dijo con voz desafiante. Gustavo la miro y la tomo de la mano, la chica gritó. –Déjeme por favor.

Pero el hombre no tomo en cuenta sus palabras que la arrastro hasta el auto. La mujer fue metida a la fuerza por ese hombre, Martín desconocía por completo a Gustavo, pues jamás había visto ese tipo de actitud en él. Metió a la chica a la fuerza, estando dentro habló –Vámonos.

-¿A dónde Señor Wu? –Preguntó Martín,

-A donde sea. –Martín le hizo un gesto al chófer para que salieran de ahí.

Un gran silencio se encontraba dentro de ese automóvil, solo se lograban escuchar los sollozos de Lía.

Unos 40 minutos después habían llegado a una casa a las a fuera de la ciudad. Martín se bajó con rapidez y le abrió la puerta a Gustavo. Luego a Lía, pero esta otra se negaba a bajar. La chica fue bajada a la fuerza, la llevaron hasta la sala de estar de ese lugar.

Lía miró el hermoso lugar, sin duda había cosas de valor que adornaban el sitio.

Gustavo que estaba sentado con las piernas cruzadas enfrente de ella, habló. – Tienes enfrente de ti un cheque de $ 1, 000,000.00 de dólares. Puedes tomarlo e irte. –Pero el hombre no tuvo respuesta por parte de ella. La miró y la chica tenía su cabeza baja. - ¿Quieres más? Dime tu precio para que te vayas de una buena vez.

La chica permaneció en completo silenció que incluso no podía notar como sus lágrimas brotaban de sus ojos. –A caso no he hecho una buena oferta. –Gritó el hombre enfadado. Dio una sonrisa sarcástica. –No sabes cómo odio verte. Detesto que te hayas cruzado en nuestras vidas, eres...

-Señor Wu. –Dijo con mucha dificultad, dio un gran suspiro y aun con la cabeza baja habló. –Así como usted odia verme yo también a usted. Y créame que si por mi fuera me voy de este país. –La chica levantó la mirada. –Usted se ha encargado de destruir hasta mi autoestima en tampoco tiempo, me ha hecho sentir la mujer más interesada pero no es así, lamento mucho que en su vida jamás se haya cruzado con personas buenas, pero eso no es culpa mía. –Sonrió y tomo el cheque, el hombre pensó que lo había aceptado, pero al ver que lo rompía en pedazos agrando sus ojos. –Así como usted no quiere volver a verme yo también le digo lo mismo. Y para ser sinceros no tenemos por qué volvernos a ver las caras. Así que le pido que me regrese a mi casa.

Gustavo miró los ojos rojos de Lía y las lágrimas que salían de ella. Ese hombre al notar la gran tristeza que ella tenía no se sintió complacido en lo absoluto, en cambio no quería que llorara más y no entendía por qué.

-Por favor regréseme a mi casa. –Lía se dirigió a fuera.

Gustavo estaba sin expresión alguna, Martín solo observó a ese hombre que estaba en silenció. Pero preguntó. –Señor ¿Llevamos a la Señorita a Liu de regreso? –El hombre solo movió la cabeza en modo de afirmación.

Así fue, Lía subió a uno de los autos e iba de regreso a la casa de los abuelos.

Gustavo se quedó solo sentado en ese mismo lugar, pensando en lo que esa chica le había dicho: "Lamento mucho que en su vida jamás se haya cruzado con personas buenas". Se llevó una mano hasta sus ojos y se los tallo, solo pensó. –Siria acaso tú no era buena persona. –Pensar en esa mujer lo hacía sentir miserable.

-Señor Wu, la Señorita Liu va en camino a su casa. –El hombre no respondió.

Gustavo se levantó y tomo uno de los autos para regresar a la oficina.

Lía durante el camino no paraba de llorar de coraje, se sentía tan mal toda la confianza que sus padres habían formado en ella durante 18 años se estaba perdiendo, y Gustavo era el causante de todo. Cuando llegó a casa bajo del auto. Y se dirigió a su habitación, como sabía que los abuelos estaban el restaurante lloró hasta dejar sacar todo el odio que sentía dentro. Lloró hasta quedarse dormida.

Gustavo llegaba a su oficina cuando Martín habló. –Señor, la Señorita ha llegado a casa. –Pero nuevamente no obtuvo respuesta, pero el hombre volvió a hablar. –Me han comunicado que durante todo el camino ella ha llorado.

Pero él no respondió. Martín no siguió con el tema. –Señor estos son los contratos que debe de revisar. –Dejo los documentos y salió de la oficina.

Gustavo se sentó en su asiento y dejo caer su cabeza hacía a atrás, pensó en ¿Qué tenía aquella chica que lo hacía hacer cosas sin sentidos? Esa mujer lo estaba volviendo loco que incluso se desconocía así mismo pues sus actos eran infantiles. Estaba tan sumergido en sus pensamientos que un fuerte ruido sonó, la puerta de su oficina se abrió de repente.

Miro a la mujer que entraba con sus grades tacones.

-Gustavo necesito que me expliques esto. –Sandra aventó las fotografías que tenía en sus manos.

Él estiró la mano para tomar lo que su madre había dejado, eran las fotos donde estaba Lía semi-desnuda en sus brazos. –Es solo una confusión, no tienes nada de qué preocuparte.

-Gustavo Wu no me quieras ver la cara de tonta. Necesito que me digas que ha pasado entre Lía y tú.

Gustavo elevó sus ojos y miró a su madre extrañado, pues él en ningún momento comentó que esa mujer era Lía, además el rostro lo cubría por sus brazos. El hombre en ese momento pensó que su madre tenía algo que ver.

-Dime Gustavo no te quedes callado. –Replico la mujer.

-Madre ya me he encargado de eso, puede estar tranquila.

-No Gustavo. Tienes que tomar la responsabilidad de esa chica.

-La mujer que ves ahí no es quien tú dices. –Sandra se quedó pensando lo que había escuchado. Quizás había cometido un error y Lía no era la de la fotografía. Salió de la oficina muy enfadada y confundida.

Martín entró de inmediato.

-Averigua que es lo que está tramando mi madre. –Dijo el hombre.

-Sí Señor Wu.

Ahora a Gustavo empezaba a sospechar de su madre, intuía que aquella mujer estaba tramando algo, y él no iba a descansar hasta descubrirlo.

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