Capítulo 18. ¿Mi llamada?

Lía parpadeo ante lo que acababa de escuchar, tomo el aire y las fuerzas de dónde pudo y habló. -Señor Wu no sé qué pretenda, pero le he dicho que no quería volver a verle como usted también dijo lo mismo. Así que no hay razón que yo este aquí.

Él se quedó en silencio pues eso era completamente cierto. -De eso quería hablar con usted. -La mujer no entendía lo que ese hombre había dicho. -Quizás usted tenga razón, no creo en las personas buenas porque nunca me he cruzado con una, y debido a eso he dudado de usted. -Después de decir eso tomo otro cigarrillo y lo encendió, cuando tiro la bocana de humo volvió hablar. -Sé que he dicho cosas desagradable hacía su persona y lo siento.

Ella tragó en seco y dijo con su voz quebrada. - ¿Cree que un lo siento puede hacerme sentir mejor? No porque tenga todo el dinero del mundo le da el derecho de pisotear a las personas como se le antoje, lamento mucho que no haya encontrado personas buenas en su vida, pero de eso puedo decirle que yo no tengo la culpa. -Las lágrimas empezaron a salir sin permiso de los ojos de esa chica. -Y créame que verlo es lo último que deseo en mi vida, usted es solo una pesadilla en mi vida que quiero borrar, pero no puedo siento que cada vez sus palabras resuenan más en mi cabeza. Sin duda es el ser más cruel que he conocido.

Lía quitó sus lágrimas con su mano, mientras aquel hombre seguía con el cigarrillo encendido, lo apago y se levantó del asiento colocando sus manos en los bolsillos. -Señorita Liu ¿Cómo puedo remediarlo?

Ella dio una risa sarcástica con sus ojos rojos. -¿Remediarlo? ¿Con qué? ¿Con dinero? No Señor Wu no se esfuerce.

-Yo quiero mostrarle mis verdaderas disculpas. -El hombre la miro directamente a los ojos.

-Pues si quiere remediarlo, no vuelva a parecer ante mí en lo que le reste de vida. -La chica salió de esa habitación. Gustavo se quedó sin saber decir más ni como detenerla.

Martín entró de inmediato a ver a su jefe que seguía parado con sus manos en los bolsillos. -Señor Wu ¿Está bien?

Gustavo sonrió sarcásticamente. -Esa mujer no se saldrá con la suya. -El hombre salió de la habitación.

Lía iba a la parada del autobús, aun podía sentir como su cuerpo temblaba, sentía tanto miedo al ver a Gustavo. Lloraba inconscientemente mientras caminaba y decía en sus adentro. - ¿Una disculpa? Eso no soluciona nada, Gustavo Wu ¿Quién te da el derecho de arruinar mi vida? ¿Quién?

Gustavo tomo su auto para ir a la oficina, a pesar de que llevará un iPad en sus manos para revisar algunos documentos no podía concentrase, el hombre aventó aquel aparato y se jalo la corbata pues sentía que se asfixiaba, las palabras de esa chica retumbaron en sus oídos "Y créame que verlo es lo último que deseo en mi vida, usted es solo una pesadilla en mi vida que quiero borrar". Dejo mostrar una sonrisa sarcástica. -Aún no sabes de lo que soy capaz. -Se dijo en sus adentros.

-Martín vigila todos los pasos de esa mujer, quiero saber cada movimiento.

-Sí Señor Wu. -Martín se sentía asustado pues su jefe nunca se había comportado así y no sabía lo que planeaba.

Lía llegó a la casa de sus abuelos, el lugar se encontraba vacío pues sabía que ellos estaban en su restaurante, tomo su celular y mando un mensaje a su madre: "Extraño que me abraces y me digas que todo va a estar bien". Pero simplemente no obtuvo respuesta, ella no entendía por qué el destino le estaba haciendo esa mala pasada.

Al día siguiente la chica se fue a la universidad como de costumbre, se sentía más tranquila porque era el último día de clases de esa semana.

Miriam como siempre llegaba con dos cafés, uno para ella y el otro para Lía.

-Lía sé que me dirás que no, pero hoy deberíamos de salir un rato a distraernos un poco, estoy sumamente cansada de la escuela. -Miriam la miró esperando su respuesta.

-Está bien, creo que hace falta distraerme. -Miriam se quedó asombra ante su respuesta, pues por fin Lía aceptaba sin tener que insistir tanto.

-Genial, saliendo de clases nos vamos.

Y así fue, hasta pareciera que los cielos estaban de acuerdo pues el día estaba muy soleado, perfecto para un día de chicas.

Terminaron las clases y ellas se fueron al centro comercial.

-Lía deberíamos de comer algo tengo mucha hambre.

-Pero... -La chica no había terminado de decir su frase cuando está la jalo para entrar a un restaurante.

-Hola Soy Miriam Wu y quiero que me den una habitación para comer. -Dijo la chica a la hermosa recepcionista. La mujer al escuchar su nombre inmediatamente las llevó a una de las habitaciones VIP.

Las chicas entraron, pero Lía solo la miró sin expresión. -Deberías preguntarme si acepto o no.

-Ay Lía si te hubiera preguntado me hubieras contestado que no. Vamos disfruta la vida solo por una vez, trata de olvidar lo malo solo por un momento. Mírame a mí, esa mujer al escuchar mi nombre rápidamente nos trajo hasta aquí, porque piensa que tener dinero hace mi vida perfecta. -la mujer puso una cara triste pero Lía le sonrió y ella correspondió la sonrisa.

Todas las personas creen que el tener dinero hace la felicidad, pero es una idea errónea. Miriam era prueba de ello.

Las chicas pidieron, aunque en realidad fue Miriam la que ordeno tanta comida como si fuera alimentar a un ejército. Comieron y platicaron de la escuela y el estrés que estaban sintiendo pues ya iban a la mitad del semestre.

Salieron de ese lugar muy llenas, Miriam entraba a las tiendas de ropa, parecía un juego para ella porque no compraba nada, Lía veía como su amiga sonreía. Sin duda conocer a Miriam le hacía sentir que no todo era tan malo.

Las chicas seguían en el centro comercial cuando se toparon con un hombre que al mirarlas se acercó.

-Señorita Wu, que gusto verla. -Le dio un beso en cada mejilla en modo de saludo.

-Jean, que gusto verte. -Respondió.

-No sabe que gusto me da más a mí. -Miró a Lía y le hablo. -Igual me da gusto poderte encontrar. -Se acercó y la saludo igual que lo hizo con Miriam. -He esperado tu llamada.

-¿Mi llamada? -Preguntó Lía.

-Sí, quede encantado como te quedo mi diseño y ahora tendré una súper sesión de fotos de mis más recientes creaciones, he pensado que a ti te quedarán fabulosas algunas de ellas.

-Gracias por pensar en mí, pero no creo que pueda hacerlo.

-Lía es una gran oportunidad, sabes a mí me gustaría hacerlo pero jamás me dejarían. -Replico Miriam.

-No Miriam, no puedo hacerlo.

-Claro que sí puedes, eres perfecta. -Dijo el hombre mirándola de pies a cabezas. -Tienes mi tarjeta, solo tienes hasta mañana en la mañana para pensarlo, porque la sesión empezará hasta después de las 12 p.m.; nos quedaremos a una cena de celebración y regresaremos hasta el siguiente día.

-Gracias pero no ir...

-Tranquilo Jean ahí estaremos. -Sonrió y jalo a Lía, se despidió de él solo moviendo la mano y caminaron unos cuantos pasos.

-Lía es una gran oportunidad no lo desaproveches.

-Estas completamente loca, no lo haré yo vine aquí para estudiar no para modelar.

-Solo esta vez, hagámoslo juntas, yo estaré a tu lado.

-No. -La chica se dirigió hacía al ascensor. Miriam se fue detrás de ella, sabía que Lía era difícil de convencer pero al final lo haría.

Miriam fue a dejar Lía a la casa de los abuelos, ella se quedó mirando como el auto se alejaba y pensó. -Sin duda Miriam y su hermano son iguales. La chica entró a la casa.

Vio que la casa estaba desordenada, así que decidió limpiar un poco de ella. Corrió a su habitación para cambiarse, se puso un short corto de mezclilla con una blusa blanca que tenía a Mine Mouse estampado. En la cabeza se colocó un pañuelo para evitar que su cabello se viniera hacía enfrente.

Estaba por terminar de limpiar, cuando escucho la puerta abrirse.

Su abuela Mei se acercó para darle un abrazo. -¿Pero qué haces pequeña?

-Solo he limpiado un poco, no es la gran cosa.

-Gracias Lía. Pero será que puedas ayudar a tu abuelo Tao con unas cosas que traerá del restaurante. -La chica afirmo con la cabeza y salió en busca de su abuelo.

Caminaba rumbo al restaurante cuando escuchó. -Lía. -Detuvo sus pasos, miró que un chico se acercaba. -¿A dónde vas?

-Hola Marco, voy en a buscar a mi abuelo. -Contestó cortésmente.

-¿Puedo acompañarte? -La chica contestó que sí moviendo la cabeza.

-Sabes he pensado que deberíamos salir, ya vez que la última vez no pudimos ver la película.

Lía se quedó en silencio, aquel chico no le desagradaba pero no quería que él creyera cosas que no eran, pues ella tenía claro que aceptar una salida era casi como ser pareja. -Gracias pero la verdad estoy muy ocupada, la escuela y así... creo que tú me entiendes ¿No? -El chico se sintió rechazado por ella, su expresión fue casi inevitable.

-Sí claro, lo entiendo. -Se pararon frente a la puerta del restaurante. -Hemos llegado.

-Sí, que te vaya bien. -La chica hizo un gesto con la mano en modo de despedida y entró al restaurante.

El abuelo Tao aún estaba acomodando unas cosas, cuando la vio con el pañuelo en la cabeza no pudo evitar soltar una carcajada. -¿Pero qué te has puesto en la cabeza Lía?

Lía se tocó la cabeza y recordó que se había puesto ese pañuelo para hacer limpieza para que su cabello no le estorbara. -Abuelo no te rías, estaba haciendo limpieza y me vine tan rápido que se me olvido quitármelo. -hizo un puchero. -Pero dígame ¿A caso no me veo linda?

-No. -Replico el abuelo.

-Abuelooo... como es conmigo, además esto lo usan las mujeres en México. -El abuelo se quedó pensando, eso tenía sentido. -Dígame en que lo ayudo o me voy, aunque pensándolo bien creo que mejor no lo ayudo porque se ha burlado de mí.

-Está bien, eso te queda muy lindo. -Dijo el abuelo con ganas de seguir riéndose. Ella cruzo los brazos para mostrar su molestia pero luego no pudo evitar reírse. Lía y su abuelo compartían un momento que ella jamás olvidaría.

Lía y el anciano salieron del lugar con varias bolsas y se dirigían de regreso a casa. Cuando llegaron los abuelos empezaron acomodar, como estaban tan cansados cenaron, se ducharon y se fueron a descansar.

Gustavo aún se encontraba en la oficina. Martín estaba acostumbrado a ese tipo de vida.

-Señor Wu aquí esta lo que hizo la Señorita Liu en el día. -Estiraba la mano para que tomará el reporte.

El hombre dejo los documentos y tomo lo que Martín le entregaba, fue pasando las fotografías una por una cuando llegó en donde estaba Lía con Marco, pensó. -¿Pero qué diablos trae en la cabeza? -Luego miro al chico a su lado. -Ese hombre por qué siempre está con ella. -Dejo el reporte en el escritorio y le dijo a Martín. -Puedes retirarte. -El hombre lo hizo después de escuchar esas palabras.

Aventó las fotografías al escritorio, se llevó una mano a la cabeza no podía creer que le estaba prestando demasiada atención a una mujer que nunca creyó conocer. Suspiró y se dijo. -No tendría que hacer estas cosas si a mi madre no se le hubiera metido tremenda estupidez en la cabeza. -Pero después de decirse eso la otra mujer apareció como un relámpago en sus recuerdos.

Solo un grito sonó muy fuerte. -Maldita seaaaaa... -Él sentía que la desde que esa chica lo abandono algo muy dentro de él se murió y no había como revivirlo.

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